ENFERMEDAD MENTAL Y PSICOLOGÍA: UNA HISTORIA COMPARTIDA EN EL HOSPITAL PSIQUIÁTRICO DE SANTIAGO DE CUBA

Yunior Hernández Cardet (CV)
jcardet@ucm.hlg.sld.cu

INTRODUCCIÓN.

La historia se presenta frecuentemente como una incesante reconstrucción de eventos del pasado donde los hallazgos actuales permiten obtener los antecedentes que le dieron cuerpo, proponiendo nuevas miradas sobre las causas que facilitaron tales descubrimientos, tanto como los resultados y propósitos planteados por los hombres y mujeres que en tiempos anteriores hicieron y aplicaron ciencia.

La psicología no escapa a este tipo de reflexión ya que es puntualmente en su pasado contado donde se justifican, legitiman y valoran todas las elaboraciones, aciertos y desaciertos desde el escenario teórico o el accionar  práctico. Sobre la misma es válido aclarar que su historia es una disciplina autónoma perteneciente al grupo de las ciencias históricas, esencialmente al de la historia del conocimiento, cuyo principal objetivo “…se orienta a describir y explicar los orígenes que han provocado los cambios y los elementos influyentes en el ser y hacer de la ciencia psicológica.” (Rosa, 1998, p.12).

Es por un lado historia, por ser una forma de conocimiento referida a los cambios de la actividad humana y por otro, conocimiento que se deriva a partir de la investigación psicológica orientada por determinada concepción de objeto, método, teorías, noción de ciencia y sus realizaciones como práctica profesional que se efectúa en determinado contexto histórico-social.

La Historia de la Psicología alberga una importancia medular para el desarrollo de la misma como ciencia y profesión pues favorece –desde el presente- el análisis de hechos pasados, así como las posiciones que se han adoptado en relación a las teorías o sistemas de pensamiento; el cuerpo de contenidos que se han privilegiado y legitimado en una época determinada y que por tanto involucra el espacio teórico y práctico. Tales aportes garantizan, como mínimo, una explicación, interpretación y transformación de los acontecimientos del entorno.

Hacer Historia de la Psicología supone emplear formas de explicación histórica y psicológica que se integren, pues la Historia explica como a través del tiempo se producen los cambios en las diferentes sociedades y culturas, mientras que la Psicología da cuenta de cómo esos cambios intervienen en los humanos y cómo estos construyen el conocimiento y son partícipes de dichas transformaciones.

Al historiar la Psicología el historiador debe romper la frontera del simple relator de hechos acaecidos bajo determinadas circunstancias y adornarlos con efectos cronológicos. Lejos de listar nombres ilustres el historiador comprometido “…debe sacar de los hechos experiencias y razones que muevan al hombre a dar una dirección racional, ordenada, ética y responsable a sus actos, tanto como a interpretarlos desde el escenario donde acaecen.” (Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano, [DEHA], 1968, p.430)

En este sentido Roberto Corral (2003) defiende un tipo de historia donde la secuencia cronológica de eventos y personas no es la médula, sería más bien el sentido que el presente construye con esta secuenciación para anticipar un futuro posible. A raíz de ello asumimos un tipo de historia que en los marcos de esta investigación sea entendida como “…el conocimiento de una cadena de sentidos, intenciones que se realizan en el tiempo y que generan consecuencias que nos afectan en el presente y nos marcan los caminos futuros”. (Corral, 2003, p.8).

Asumiendo un tipo de historia de la psicología distinta, a la tradicionalmente empleada, como necesidad para rescatar los valores intrínsecos a los hechos, que se desestiman tantas veces por prestar suma atención a las figuras que los acometen y a la descripción cronológica, se alza la voz de Kurth Danziger .

Entre los postulados que este historiador legitima prepondera el valor de las subjetividades colectivas sobre las individuales, esto es, aunque resulta innegable que ciertos sujetos cobran distinción cuando de historia tratamos la mirada del historiador crítico no debe detenerse al poner de manifiesto las representaciones que estas personalidades poseen sino que debe asumirlas como motor impulsor para acceder a las realidades subyacentes.

Destacar un nivel transindividual para el sujeto no es resultado exclusivo de la necesidad de integración social, resulta saludable además para realizar el estudio e interpretación de las actividades que producen los objetos psicológicos constituidos históricamente.

Al respecto Danziger (1984) considera que los objetos sólo pueden sucederse en una secuencia histórica por mediación de las actividades de las que son producto; contribuye a reconocer que los objetos psicológicos no son cuerpos naturales sino productos de la construcción humana, estimulándonos a penetrar esos “trozos” de la realidad no interpretados. Tributando en general a que la historia de la psicología supere los análisis históricos lineales, continuistas y naturalistas.

Al respecto arguye que para la historia crítica el desafío radica en “…desarrollar modos de análisis que no perpetúen la separación artificial entre el “contenido” intelectual y las “condiciones sociales” sino que busquen hacer justicia al entretejido de los aspectos sociales e intelectuales en la actividad humana en el mundo real”.  Esta concepción introduce entonces la necesidad/posibilidad de historiar objetos no estimados en la vieja historia tales como la práctica profesional. (Danziger, 1984, p.8). Al respecto Corral (2003) asegura que la práctica profesional constituye, permite y legitima la existencia de la psicología, el hacer da vida a la ciencia psicológica.

Los trabajos publicados por la doctora Carolina de la Torre -particularmente los textos “Temas Actuales de Historia de la Psicología”, Las Identidades: una mirada desde la Psicología, “La psicología en Cuba después de 1959”, “Logros, problemas y retos de la psicología en Cuba”, así como el libro de Aníbal Rodríguez: “Transitando por la psicología”- muestran a la práctica como espacio que distingue la producción científica de nuestra ciencia, y avizoran la necesidad de efectuar interpretaciones que trasciendan las metodologías tradicionales de elaboración histórica.

Aunque ellos no representan investigaciones precedentes, respecto al objeto de estudio en el contexto que nos ocupa, se asumen como fuentes válidas, a raíz de que reportan necesidades de la ciencia en nuestro terruño.

Es posible entonces a través de la historia de la psicología -y de su práctica propiamente- acceder, conocer e interpretar las diversas doctrinas y escuelas de pensamiento que han dado paso a las concepciones de objeto y método legitimados actualmente en dicha ciencia. Si desde el Psicoanálisis hasta el Humanismo, la psicología ha crecido cualitativamente y con ella la explicación a los fenómenos que han sido comunes a esta ciencia, de la cual conforman categorías claves la conducta y los trastornos mentales; esto ha dependido no sólo de las concepciones teóricas imperantes, sino de las prácticas que respecto a ellas se erigen, las cuales contribuyen tanto a legitimarlas como a redimensionarlas.

El abordaje de las enfermedades mentales es un tema controvertido. Desde la antigüedad hasta la modernidad su definición ha trascendido las posiciones demonológicas, religiosas y mecánicas para asumirse como un concepto complejo, dinámico, que conserva una diversidad importante de enfoques científicos con dimensiones biológicas, ecológicas, fenomenológicas y culturales.

Si con Hipócrates y Galeno los estudios en torno a esta temática adquieren un abordaje coherente -desde la posición científica - en  el contexto nacional Barrientos de Llano, González Menéndez y Alonso Álvarez presentan de forma sistemática y madura los principios epistemológicos que el campo clínico -para el estudio de los trastornos mentales- heredó de los primeros y redimensionó con Kraepelin y Kaplan .

Gracias a los aportes que se patentizan en las voces de estas figuras en el saber clínico cubano se ha experimentado un giro en la visión hacia la enfermedad y los enfermos mentales. Entendiendo que “...el tratamiento a los trastornos mentales en la isla, antes del triunfo revolucionario, estaba no sólo en correspondencia con las nociones de enfermedad y enfermo mental primitivas, resultando una agresión a la individualidad humana, a razón de que los pacientes eran recluidos en celdas, con mínimas condiciones de vida y con una terapéutica que se limitaba al empleo farmacológico y la terapia electroconvulsiva en el mejor de los casos.”(Ordaz, 1992, p.5)

Resulta necesario señalar que aunque el cambio político/gubernamental de 1959 acarreó un replanteo de todas las esferas de la sociedad, donde la salud pública obtuvo un lugar privilegiado, “…lo que garantiza que en nuestro país los logros trascendieran las condiciones higiénico/sanitarias y  se conciba una práctica clínica interdisciplinaria, encaminada a la búsqueda causal, el respeto a la singularidad y la necesidad cada vez más creciente de metodologías flexibles para el estudio de dichos trastornos es la labor abnegada de los profesionales”. (Barrientos de Llano, 1989, p.2). Ellos representan a los hombres y mujeres que desde el anonimato hacen de la ciencia una práctica que promueve soluciones ante las demandas del entorno.

La ciudad de Santiago de Cuba deviene espacio particular dentro del hacer clínico de la Isla; en ella el Hospital Psiquiátrico Provincial Gustavo Machín ha sistematizado con el tiempo la concepción y el tratamiento de las enfermedades mentales. Ha contado para ello con la colaboración de diversos especialistas en los que se incluyen psiquiatras, psicólogos y trabajadores sociales.

La incorporación de profesionales de la psicología tuvo lugar en la institución entre finales de los años ´70 e inicio de los ´80 -atendiendo a que por esta fecha se produce la descentralización de los servicios psiquiátricos, declarándose la institución como Hospital Psiquiátrico, y como resultado además de las graduaciones que se produjeron en la Universidad Central de las Villas y la Escuela Cubana de Psicología. En estas academias los “nuevos psicólogos y psicólogas” habían sido formados según los principios de la ética, el marxismo-leninismo y las necesidades/aspiraciones del sistema social cubano, lo que a su vez garantiza un tipo de ruptura en cuanto al pensamiento histórico, social y cultural que imperaba en la nación.

La práctica, en la institución, ha estado marcada por las visiones de los distintos especialistas, en correspondencia con la disciplina de la cual provienen, por lo que dicho ejercicio ha sido fruto de un bregar continuo, en aras de defender los límites de cada disciplina sin imponer por ello barreras que impidan el enfoque multidisciplinario inherente a toda ciencia y de a cara a reportar beneficios para la intervención del sujeto enfermo mental.

Resulta necesario entonces, que atravesado ya un cierto camino en lo que respecta al tratamiento de las afecciones antes descritas, se haga una pausa que permita mirar retrospectivamente los resultados del trabajo, pues las concepciones que por los años ´70 sustentaban el accionar teórico/práctico del ejercicio clínico en la institución se han ido modificado hasta la actualidad.

Es necesario pues entender las formas en que tales supuestos han ido variando a lo largo del tiempo y las consecuencias que ello ha tenido para la práctica. Resultando indiscutible dilucidar la manera en que la labor de la psicología, patente en el hacer de sus profesionales, ha favorecido nuevas visiones diagnóstico/terapéuticas sobre la enfermedad y el enfermo mentales.
El año 1980 da inicio al período investigativo y se escogió tomando en cuenta que en tal fecha la labor psicológica ofrecía ya un período de relativa permanencia en la institución, permitiendo a los profesionales un conjunto de saberes -dígase experiencias- en torno al objeto de estudio, lo cual facilita además la interpretación de su desempeño.

A raíz de ello se erige la siguiente interrogante como problema científico de la presente investigación: ¿Cuál es la concepción de enfermedad mental que, como historia compartida, se expresa en el discurso de los profesionales de la psicología en el Hospital Psiquiátrico de Santiago de Cuba desde 1980 hasta 2009?

Para conseguir tal fin se ha de caracterizar la concepción de enfermedad mental que se expresa en el discurso de los profesionales de la psicología del Hospital Psiquiátrico Provincial de Santiago de Cuba desde 1980 hasta 2009, lo cual se comporta como el objetivo general.

Para ello se deben delimitar ciertos objetivos específicos, los cuales se recogen de la manera que sigue:

Los aportes de la investigación están en el orden de conocer los significados compartidos, que constituyen justificaciones para el accionar profesional en la institución, permitiendo esto una valoración de su articulación en la práctica. Igualmente constituye un aporte construir una historia de la psicología sobre uno de los conceptos claves de la ciencia psicológica: la enfermedad mental.

Esto será de vital importancia para el futuro de la práctica profesional ya que devendrá instrumento que permitirá interpretar, desde el presente, los caminos recorridos y por recorrer en torno a esta categoría, en una de las instituciones más importantes de Santiago de Cuba dedicadas a la salud mental.

A su vez, permitirá construir una historia local de la psicología lo cual resulta ya una necesidad, por la importancia que reviste esta para la Psicología como ciencia y profesión, en el sentido de producir identidades, definir tendencias y maneras propias de la región de hacer y aplicar la ciencia psicológica; también favorecerá que los logros particulares se distingan, en el contexto social de la provincia y/o de la nación. Con ello se estaría abriendo puertas a la posibilidad de hacer historias territoriales de la psicología en ámbitos más específicos, que contribuyan al enriquecimiento de la cultura y la ciencia nacionales.

La originalidad, novedad y actualidad de la investigación se fundamenta a raíz de que pretende ser una historia de la psicología que da cuenta de la actividad realizada por psicólogos y psicólogas que han utilizado su ciencia para transformar su entorno, produciendo valores y maneras muy peculiares de entender lo psicológico y accionar como consecuencia de esa comprensión.


Doctor en Ciencias Psicológicas, profesor titular de la correspondiente Facultad en la Universidad de la Habana.

Historiador sudafricano, doctorado en Oxford y residente en Canadá, quien desde una perspectiva crítica pone de relieve la importancia del análisis histórico para la psicología actual.

No queremos menospreciar el valor de las concepciones “primitivas”. Ellas, de hecho, nos mostraron la necesidad de reconceptualizar el fenómeno. Pueden considerarse valoraciones importantes al respecto las que se recogen en el Tratado Aristotélico del Alma y que se entrecruzan con aportaciones romanas como las de Asclepíades, un pensador nacido en el 124 a.C., quien sugiere por primera vez la influencia del ambiente en el comportamiento patológico y alza su voz contra el tratamiento inhumano que se le daba a los enfermos mentales y su encarcelamiento. Él fue el primero que distinguió entre alucinaciones, ilusiones y delirios, y propuso una división entre males mentales crónicos y agudos.

Armando Álvarez Alonso, es doctor en ciencias psicológicas, profesor titular y consultante de la correspondiente facultad en la Universidad de la Habana. Mientras que Ricardo González Menéndez y Guillermo Barrientos de Llano son respectivamente doctores en ciencias médicas, especialistas en II grado en Psiquiatría y profesores titulares del Instituto Superior de Ciencias Médicas de la Habana.

Emil Kraepelin (1856-1926). Define lo que actualmente se conoce como esquizofrenia, bajo el título de demencia precoz. Compendia una serie de síndromes psiquiátricos que antes se consideraban enfermedades separadas, incluyó en estas descripciones el factor pronóstico de un deterioro final y fenómenos clínicos observables como las alucinaciones, delirios, estereotipias.

Harol I. Kaplan. Psiquiatra norteamericano autor de numerosa literatura psiquiátrica donde se exponen no sólo la nosografía de la especialidad, se describen también con rigor científico criterios valiosos –como los de normalidad y anormalidad psíquica- para la evaluación e intervención de trastornos mentales.

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