LAS AGROBIOTECNOLOGÍAS EN CUBA. BASES LEGISLATIVAS PARA UN NUEVO MARCO JURÍDICO ORIENTADO HACIA EL DESARROLLO RURAL SOSTENIBLE

Soel Michel Rondón Cabrera

1.2 Desarrollo Rural Sostenible (DRS). Pistas teóricas y estrategias prácticas.


La Comisión Bruntdland (WCED) definió por primera vez al Desarrollo Sostenible como aquel que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades; definición que ha sido objeto de numerosos cuestionamientos.
Una de las primeras críticas que ha recibido la definición de la WCED  es que el concepto de Desarrollo Sostenible, así concebido,  apenas sería la expresión de una idea de sentido común (sostenible vendría de sostener, cuyo primer significado, de su raíz latina sustinere, es «sustentar, mantener firme una cosa»), de la que aparecen indicios en numerosas civilizaciones que han intuido la necesidad de preservar los recursos para las generaciones futuras (Marquardt,  2006).
Otra de las críticas que suele hacerse a la definición es que, si bien se preocupa por las generaciones futuras, no dice nada acerca de las tremendas diferencias que se dan en la actualidad entre quienes viven en un mundo de opulencia y quienes se mantienen en la mayor de las miserias;  algunos cuestionan incluso la idea misma de sostenibilidad en un universo regido por el segundo principio de la termodinámica, que marca el inevitable crecimiento de la entropía hacia la muerte térmica del universo. Nada es sostenible ad in eternum, y el Sol se apagará algún día, etc. (Gil, 2008)
Sin embargo, autores como Gil, Vilches, Toscano y Macías plantean que la idea de un desarrollo sostenible parte de la premisa de que puede haber desarrollo, mejora cualitativa o despliegue de potencialidades sin crecimiento, es decir, sin incremento cuantitativo de la escala física, sin incorporación de mayor cantidad de energía ni de materiales. En otras palabras: es el crecimiento lo que no puede continuar de manera indefinida en un mundo finito, pero si es posible el desarrollo (Gil, 2008). Por su parte Dixon y Fallon sostienen que “el objetivo no es mantener un determinado nivel de un stock físico o de la producción física de un ecosistema a lo largo del tiempo, sino sostener un incremento en el nivel de bienestar individual y social (Dixon y Fallon, 1989).
Brown, Hanson, Liverman y Meredith sostienen que según atendamos a criterios biológicos, económicos o sociales sus dimensiones pueden ser incluso divergentes. Así, socialmente se define como la supervivencia y felicidad del máximo número de personas; biológicamente, sin embargo, se entiende como el mantenimiento de la productividad de los ecosistemas naturales; y, en cuanto a la sostenibilidad económica, se entiende como la inevitabilidad del crecimiento económico sin otra consideración que el reconocimiento de los límites ecológicos que impiden dicho crecimiento (Brown, Hanson, Liverman y Merideth, 1887).
De modo que se pueden  distinguir tres posiciones fundamentales en la doctrina relativa a las relaciones desarrollo-naturaleza: A) Ecocéntrica; B) Tecnocéntrica; y C) Democéntrica.

  1. La perspectiva Ecocéntrica parte de la incapacidad radical de nuestras sociedades actuales, bajo sus principios y estructuras, para enfrentarse con éxito al riesgo de extinción de la vida sobre el planeta. Inspirados en el maltusianismo más tradicional, claman por la necesidad de un nuevo orden ecológico. Con respecto al desarrollo rural consideran que la agricultura en sí misma es un desajuste quetarde o temprano pagaremos caro; para estos autores, “cuando la humanidad inició la revolución agrícola hace diez mil años, emprendió asimismo una carnicería de la flora natural de la Tierra que aún continúa hoy día”. Afirman que “el sistema capitalista trabaja en contra de una agricultura racional” y sostienen que la agroecologíaconstituye la única agricultura posible, aunque no explican cómo alimentar así a los 10.000 millones de habitantes que en unas décadas tendrá el planeta (Baigorri, 2001).
  2. Los Tecnocéntricos, al contrario, confían ciegamente en que el desarrollo tecnológico resolverá todos los problemas humanos. Para éstos, problemas como el calentamiento global, el suministro de agua potable, la contaminación del aire, la reducción de la capacidad productiva de los suelos, la desaparición de los bosques, el crecimiento demográfico, los efectos de los productos sintéticos y químicos, o la pérdida de biodiversidad, todos ellos por igual son problemas concretos y sustanciales, y en consecuencia solubles con la ayuda de la ciencia y la tecnología; especialmente, si el mercado realiza una eficiente asignación de recursos. En relación a la agricultura la modernización conlleva una doble adaptación de los agricultores del planeta a las nuevas tecnologías ofrecidas por la ciencia: en primer lugar, a una gestión ambiental apropiada, reduciendo el uso de fertilizantes químicos, herbicidas y fitosanitarios a sus proporciones realmente efectivas, e incluso recuperando prácticas culturales más conservacionistas de los suelos; y en segundo lugar, a las nuevas propuestas tecnológicas derivadas de la aplicación de los descubrimientos genéticos. Para los tecnocéntricos será el mercado el instrumento encargado de promover esas adaptaciones y de asignar los activos agrarios, pero no ofrecen una respuesta adecuada para aquellas poblaciones rurales que no puedan insertarse en un mercado mundial cada vez más competitivo; como tampoco tienen respuesta a los riesgos a corto, medio y largo plazo de las nuevas tecnologías. Sus críticos sostienen además que el mercado no refleja los precios sociales de los recursos naturales, perdiendo su capacidad de entregar señales adecuadas para la asignación eficiente de recursos sobre materias que están relacionadas esencialmente con el bien social; como es en el caso del manejo de las externalidades, los derechos de propiedad y la defensa de los patrimonios genéticos.
  3. Ante las limitaciones anteriores la perspectiva Democéntrica parte de una compresión holística de la vida humana y de un enfoque cauteloso de las tecnologías utilizadas para producir bienes de consumo. A partir de la evidencia empírica de la degradación medioambiental que ha provocado el desarrollo industrial desprovisto de todo control, y que pone en riesgo la supervivencia de las generaciones futuras, considera sin embargo que es en la ciencia donde, de nuevo, pueden encontrarse las respuestas al desafío ambiental; si bien entiende que la ciencia, y sobre todo su aplicación tecnológica debe estar sujeta a controles democráticos.  Con respecto al desarrollo rural plantea la acción de los Estados planificando el uso de los activos agrícolas y preservando los espacios naturales susceptibles de protección; no obstante reconoce el papel importante del mercado en la dinamización del desarrollo, a través de lo que han denominado comercio justo y el cambio hacia valores postmaterialistas en los consumidores . De tal manera que, desde la posición democéntrica, la sostenibilidad se erige como eje central del desarrollo ya no solo desde la perspectiva ecológica o de factibilidad económica sino de aceptabilidad social; perspectiva que se considera más acertada.

Otros autores van más allá de esas tres variables esenciales, y además de una dimensión social, biológica y económica, hablan de las dimensiones políticas y culturales, como el reconocimiento de la diversidad cultural y el multiculturalismo; el apoyo al mantenimiento de la biodiversidad, etc.
Sistematizadas las distintas posiciones se considera que el Desarrollo Sostenible, desde sus planteamientos más genéricos  incluye la compatibilidad entre los niveles y objetivos sociales, económicos y medioambientales. En consecuencia,  en lo que a lo rural se refiere, el concepto a primera vista resultaría relativamente fácil de traducir: asegurar la alimentación de las poblaciones actuales sin poner en riesgo la capacidad biológica de asegurar la alimentación de las generaciones venideras; y hacerlo, además, garantizando que no se produzcan desigualdades injustas entre los distintos grupos sociales.
Sin embargo se considera insuficiente, resultando pertinente dilucidar también que se entiende hoy por rural, ya que las nuevas tendencias no se limitan solo a los sistemas agrarios sino a todo el entorno rural, en lo que han denominado la “nueva ruralidad”.
Según Ceña Delgado el medio rural es “(…) el conjunto de regiones o zonas con actividades diversas (agricultura, industrias pequeñas y medianas, comercio, servicios) y en las que se asientan pueblos, aldeas, pequeñas ciudades y centros regionales, espacios naturales y cultivados” (Ceña, 1993). Desde esta perspectiva el medio rural es un espacio de construcción socio-cultural con antecedentes históricos y antropológicos, una entidad socioeconómica en un espacio geográfico. Cuatro son sus componentes básicos:

  1. Un territorio que funciona como fuente de recursos naturales y materias primas, receptor de residuos y soporte de actividades económicas.
  2. Una poblaciónque, con base en un cierto modelo cultural, practica actividades muy diversas de producción, consumo y relación social, formando un entramado socioeconómico complejo.
  3. Un conjunto de asentamientosque se relacionan entre sí y con el exterior mediante el intercambio de personas, mercancías e información, a través de canales de relación.
  4. Un conjunto de instituciones públicas y privadasque vertebran y articulan el funcionamiento del sistema, operando dentro de un marco jurídico determinado (Ramos y Romero, 1993).

Este enfoque “sistémico” del medio rural no niega la preponderancia de la agricultura como actividad sino que la asume como parte de una cadena junto a nuevas actividades emergentes que le confieren valor agregado. Se reconocen de esta forma, producciones secundarias y terciarias; servicios demandados por estas nuevas actividades como conservación, mejora y oferta de recursos naturales, paisaje, cultura y turismo rural, etc.
De modo que el Desarrollo Sostenible en el contexto de la nueva ruralidad debe rebasar los límites tradicionales de búsqueda de aumento de la producción, productividad y competitividad de la actividad agropecuaria como estrategia fundamental de reducción de la pobreza rural e impulsar estrategias que persigan un desarrollo armónico de las potencialidades del ser humano en equilibrio entre el bien social e individual, garantizado una sana delimitación de responsabilidades entre la libertad económica y la intervención pública.


1.2.2   Estrategias de Desarrollo Rural Sostenible. 


Disímiles han sido las estrategias trazadas para alcanzar el Desarrollo Rural Sostenible. En julio de 1999 el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) propuso, entre otras, las siguientes:

  1. Planificación integral territorial.
  2. Desarrollo de capital social.
  3. Fortalecimiento de la economía multisectorial.
  4. Descentralización y desarrollo institucional territorial.
  5. Focalización y formulación diferenciada de políticas (perspectiva de género, juventud, etnias y diversidad cultural).
  6. Incorporación de la dimensión ambiental en el desarrollo económico y social rural.
  7. Articulación del desarrollo rural con la mundialización (IICA, 1999).

Por su parte la Unión Europea en el Reglamento (CE) No. 1698, de 20 de septiembre de 2005, del Consejo, relativo a la ayuda al Desarrollo Rural a través del Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER) definió tres objetivos fundamentales ha alcanzar, y sobre los cuales diseñó cuatro ejes estratégicos a desarrollar:
1.   Aumentar la competitividad de la agricultura y la silvicultura mediante la ayuda a la reestructuración, el desarrollo y la innovación (Eje No.1 Aumento de la competitividad del sector agrícola y forestal); que incluye medidas destinadas a fomentar el conocimiento y mejorar el potencial humano, así como medidas de reestructuración, desarrollo del potencial físico y de fomento de la innovación etc.
2.   Mejorar el medio ambiente y el medio rural mediante ayudas a la gestión de las tierras (Eje No. 2 Mejora del medio ambiente y del entorno rural); con medidas destinadas a la utilización sostenible de las tierras agrícolas y forestales, ayudas agroambientales, etc.
3.   Mejorar la calidad de vida en las zonas rurales y fomentar la diversificación de la actividad económica (Eje No. 3 Calidad de vida en las zonas rurales y diversificación de la economía rural); a través de medidas de diversificación de la economía rural hacia labores no agrícolas como el fomento de las actividades turísticas, medidas de mejora de la calidad de vida como la prestación de servicios básicos, etc.
Otros como el Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra (INDERT) de Paraguay y la Comisión Intersecretarial para el Desarrollo Rural Sustentable de México, establecida por Ley de Desarrollo Rural Sustentable de 7 de diciembre de 2001 y modificada el 18 de junio de 2010, fomentan las acciones siguientes:
1.   Apoyos, compensaciones y pagos directos al productor.
2.   Reconversión productiva y tecnológica, equipamiento rural, asistencia técnica.
3.   Estímulos fiscales para el desarrollo rural sustentable, servicios ambientales.
4.   Subsidios para la reducción de la pobreza y la desigualdad rural en las colonias y asentamientos, etc.
En sentido general se concluye que el Desarrollo Rural Sostenible implica el  mejoramiento integral y continuo de las actividades socioeconómicas y el bienestar social de la población de los territorios comprendidos fuera de los núcleos urbanos. Es un proceso de transformación de las sociedades rurales, centrado en las personas, partipativo, encaminado a la superación de los desequilibrios sociales, económicos, institucionales y de género, que busca ampliar las oportunidades de desarrollo humano, asegurando la conservación permanente de los recursos naturales, la biodiversidad y los servicios ambientales de dicho territorio.


           Los democéntricos o eco-realistas confían no sólo en la acción de los Estados y las organizaciones supranacionales planificando los usos del territorio y protegiendo los espacios naturales susceptibles de protección; también consideran que el mercado puede jugar un papel importante, atendiendo al hecho de que los consumidores, en el marco de lo que se ha denominado el cambio de valores hacia un tipo de valores postmaterialistas, son crecientemente selectivos respecto al tipo de productos que compran castigando cada vez más a aquellos que no responden a un tipo de producción ética o ambientalmente aceptable. (Stern y Paul, 1997).

          Sin embargo, el alcance de ese reconocimiento es objeto de amplio y persistente debate en el ámbito de las ciencias sociales, por cuanto a menudo conduce a un relativismo cultural disfuncional respecto de los objetivos de sostenibilidad social. La cuestión se plantea en términos muy claros: ¿debe aceptarse una diversidad cultural que implica, en algunas de sus concreciones, una manifiesta falta de equidad para determinados colectivos, como las mujeres o los niños?(Baigorri, 2001 p.13)

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