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  En la antigua  cultura greco-latina, la problemática de los valores aparece vinculada al  proceso de  desvalorización de costumbres  y tradiciones debido a las continuas luchas de la época.
  Es en la  segunda mitad del siglo XIX, ante la imposibilidad de la ciencia de captar las  relaciones relativas a los valores como parte de la esfera espiritual del  hombre, que aparece la axiología, como rama de la filosofía  dedicada al estudio de estos. La comprensión  de la problemática de los valores  parte  de un hecho esencial: los valores surgen como expresión de la actividad humana,  es decir,  de la relación sujeto-objeto.
  Teniendo como  centro a la práctica, se desprende la actividad cognoscitiva, valorativa y  comunicativa. Vinculadas dialécticamente entre sí de forma indisoluble, la  actividad cognoscitiva permite al hombre ir conociendo los objetos y fenómenos  de la realidad, las valorativas le permiten conocer la utilidad que tienen  estos para la satisfacción de sus necesidades y la comunicación le permite el  intercambio de los procesos y resultado de la actividad a través de un  sistema  de signos y señales. En la  actividad valorativa el sujeto aborda el objeto a partir del prisma de su  valor, es decir, su significado moral, político, estético, utilitario,  científico e ideológico.
  Siendo la práctica  una actividad eminentemente material, encaminada a lograr los fines propuestos  por el hombre, los valores que surgen de esta no pueden dejar de tener un  carácter objetivo. Sin embargo, el reflejo conciente de esa significación, la  valoración que hace el sujeto tiene un carácter subjetivo.
  A tenor de lo  expuesto deben definirse y establecerse las diferencias entre los conceptos de  valor y de valoración. Por valoración comprendemos: el reflejo subjetivo en la  conciencia del hombre de la significación que para él poseen los objetos y  fenómenos de la realidad. El valor debe ser entendido como: la significación  socialmente positiva de estos mismos objetos y fenómenos. Estas definiciones  establecen claramente la diferencia entre la naturaleza objetiva del valor y el  carácter subjetivo de la valoración.
  Diversos  autores han incursionado en la problemática de los valores, a continuación  referimos algunos de ellos:
  Según Ramón Fabelo el valor es un  concepto que expresa significación positiva o negativa de un objeto o fenómeno.
  Para el pedagogo alemán Sholz los valores son siempre el resultado de las valoraciones de un  proceso de relaciones específicos de la conciencia. Ellos expresan la  importancia, la significación de la realidad o de determinados fenómenos para los  hombres.
  Por otra parte F.G.Rey plantea que el  valor es determinado contenido de la realidad, de significación especial, de  relaciones que se establecen atendiendo a la importancia que le confiere entre  los diversos factores que, de manera directa o indirecta, influyen en su vida  personal o social y que tienen un valor emocional preciso que regula el  comportamiento.
  Chacón Ortega. N define los  valores como la significación social positiva, buena en contraposición al mal,  de un fenómeno (hecho, acto de conducta) en forma de principio, norma o  representación del bien, lo justo, el deber..., con un carácter valorativo y  normativo a nivel de la conciencia que regula   y orienta la actitud de los individuos hacia la reafirmación del  progreso moral, el crecimiento del humanismo y el perfeccionamiento humano.
  La autora E. Báxter  define el valor muy ligado a la propia  existencia de la persona, que afecta a su conducta, configura y modela sus  ideas y condiciona sus sentimientos, actitudes y sus modos de actuar. Es el  significado social que se le atribuye a objetos y fenómenos de la realidad en  una sociedad dada, en el proceso de la actividad práctica en unas relaciones  sociales concretas.
  El diccionario filosófico explica que los valores no reflejan solo determinada realidad, no  solo constituyen un saber acerca de algo, sino que además, orientan la  actividad de los hombres, es decir, tienen un carácter práctico. 
  En el Seminario de Preparación del curso escolar 2009-2010 se  plantea que los valores son determinaciones espirituales que designan la  significación positiva de las cosas, hechos, fenómenos, relaciones y sujetos,  para un individuo, un grupo o clase social, o la sociedad en su conjunto. 
  Al detenernos  en estas definiciones puede parecer que valores y significación social es una  misma cosa. Claramente aquello que es valioso es significativo, pero no toda  significación social constituye un valor, pero esto se entiende a la forma de  significación social que desempeña una función más en el desarrollo de la sociedad  y, por tanto, está relacionada directa o indirectamente con el progreso social. 
  Se considera que la definición expresada en el Seminario de  Preparación del curso escolar 2009-2010 es suficientemente abarcadora en cuanto  a valores se refiere, puesto que emite una valoración exhaustiva en todas las  aristas de la problemática de los valores.
  Lo expuesto  anteriormente permite afirmar que los valores son propiedades de los objetos y  fenómenos, que al tener una significación socialmente positiva para el hombre,  permiten satisfacer necesidades. Surgen como resultado de la relación  sujeto-objeto a través de la práctica, lo que determina su naturaleza objetiva.  Están históricamente determinados, son concretos y cambiantes. 
  Según E.  Santiesteban la formación de valores tiene capital importancia para el  desarrollo de la personalidad del estudiante de una sociedad socialista, para  lograr que sean jóvenes que asuman una participación consecuente dentro de las  luchas que caracterizan las etapas de construcción de una nueva sociedad. Se  trata de la formación de valores que deben regir el comportamiento general de  la juventud, los que orientan su conducta y determinan consecuentemente sus  móviles.  
  Para hablar de  la formación de valores en la institución escolar, debemos recordar que la  educación puede enfocarse como el resultado de todas las influencias sociales  sobre el sujeto, con las cuales este interactúa, es decir, como un proceso de  socialización y que, por tanto, trasciende la institución escolar ya que en  ella están involucrados la familia, la comunidad, las instituciones, los medios  de comunicación, etc. Esta sería la concepción amplia de la educación.
  Al mismo  tiempo, también  se identifica la  educación con la actuación de la escuela (en todos sus niveles) sobre el  individuo, dado que esta es la institución profesional capacitada para cumplir  esta función. Esta sería la concepción estrecha de educación, conocida también  como educación formal o formalizada.
  Si se asumen  estos criterios como válidos, entonces se reconocerá que la educación es un  proceso social muy complejo que no se reduce a la institución escolar: es una  tarea de todos, es un proceso activo y consciente. Tiene como finalidad la  formación de la personalidad de adolescentes y jóvenes, debe desarrollar tanto  los conocimientos, habilidades y hábitos, como los sentimientos y emociones:  dependen de condiciones históricas y sociales especificas de cada etapa,  incluye la autoeducación, y trata de que el sujeto asuma lo mejor de la cultura  universal y de su país.
  Pero al mismo  tiempo, la escuela, al educar, tiene que preparar al individuo para actuar  positivamente en el presente y prepararlo para el futuro. Ya en el siglo XIX,  José Martí, Héroe Nacional de Cuba, hombre de profunda inteligencia, cultura y  visión de futuro, había comprendido este aspecto fundamental expresando:  “Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido;  es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, hasta el día en que vive: es  ponerlo a nivel de su tiempo, para que flote sobre él, y no dejarlo debajo de  su tiempo con lo que no podrá salir a flote; es preparar al hombre para la vida”  IX. 
  En su labor de  formar valores, la escuela, obligada siempre a perfeccionar su trabajo en esta  dirección, no puede olvidar que aunque esta no es una labor exclusiva de ella,  sí cumple un rol fundamental.
  La misión de  educar, y por ende de formar valores, es altamente contradictoria.  Continuamente aparecen como polos de la contradicción, lo individual y lo  social, lo ideal y lo real, entre otras. Es tarea de la escuela contribuir con  todos sus esfuerzos a su solución en función de formar personalidades capaces  de vivir y contribuir a transformar positivamente a la sociedad.
  Formar valores  es quizás mucho más difícil que instruir. Es una tarea muy compleja que no se  puede controlar de forma cuantitativa como la calificación de los exámenes o  pruebas. 
  Ellos están condicionados por las relaciones sociales  predominantes, constituyen componentes esenciales de la ideología, expresión de  la cultura y la historia de una sociedad en una época determinada, y de los  intereses, puntos de vistas, necesidades y contradicciones de los diferentes  sujetos.
  Se forman en el proceso de interacción entre los hombres y el sujeto de su actividad, en la producción y  reproducción de su vida material y espiritual. Se convierte en formación  interna del sujeto, acorde al nivel de desarrollo alcanzado, la experiencia  histórico-social e individual y el impacto de los factores de influencia  educativa.
  Como orientadores - reguladores de la conducta, constituyen un  sistema, pues guardan relación dinámica unos con otros, y conforman una  jerarquía entre ellos, que es decisiva en los momentos de elección moral.
  Su educación es un proceso activo, complejo y contradictorio como  parte de la formación de la personalidad, que se desarrolla en condiciones  histórico-sociales determinadas y en las que intervienen diversos factores  socializadores, como la familia, la escuela, la comunidad, los medios de  comunicación masiva, las organizaciones políticas y de masas, entre otros.
  Al respecto el Comandante en Jefe sentenció: “para mí educar es  sembrar valores, inculcar y desarrollar sentimientos, transformar a la criatura  que viene al mundo con imperativos de la naturaleza, muchas veces  contradictorios con las virtudes que más apreciamos como solidaridad,  desprendimiento, valentía, fraternidad y otras” X
  Para los destinos históricos de la Revolución, es importante que  en la población se refuerce un conjunto de valores, hacia los cuales se deben  orientar las acciones de cada uno de los factores de la sociedad, siendo estos  los organismos, organizaciones, instituciones civiles y militares que ejercen,  dentro de sus misiones, diversas influencias educativas.
  Los valores en los que se hará especial énfasis  en el sistema de educación son: la dignidad,  el humanismo, el patriotismo, la solidaridad, la honestidad, la honradez, la  responsabilidad, la laboriosidad y la justicia. Ello no significa, en ningún  momento, aislamiento de unos y exclusión de otros y mucho menos se identifica  con prácticas esquemáticas de esta compleja labor.
  Factores esenciales para garantizar la educación en valores son:  la ejemplaridad de los educadores y su convicción de que deban ser modelos a  imitar; una eficiente organización escolar, asociada a la convicción martiana  de la escuela como fragua de espíritu, lo que reclama en ella un director cuya  dedicación y competencia ejerza liderazgo natural en el colectivo pedagógico;  la consagración del claustro; el funcionamiento de las organizaciones; la  interacción con la familia y la comunidad; la clase como eslabón fundamental y  la más importante de todas las actividades educativas, en la que debe lograrse  el enfoque axiológico del contenido en todas las asignaturas, promover la  participación activa de los estudiantes, desarrollar ideologías y trazar pautas  a través de la actividad independiente del alumno y el protagonismo  estudiantil.
  La misión de los dirigentes de instituciones escolares es la de enseñar  a los estudiantes y sus organizaciones a dirigir. El estilo de trabajo que  favorezca el protagonismo estudiantil hace de la escuela un ámbito que prepara  para vivir en nuestra democracia socialista, para ejercer el criterio y los  derechos ciudadanos.
  En el año 2009 el Ministerio de Educación a través del sistema de  preparación político-ideológica y bajo las orientaciones del Secretariado del  Comité Central del PCC, ha venido impulsando el reforzamiento de la educación  en valores, constituyendo un plan de acción para la labor de las diferentes  enseñanzas, así como un referente esencial para la autopreparación de nuestro  cuadros y personal docente y su consecuente reflejo en la preparación  metodológica.
  En este proceso formativo hay que tener presente la insoslayable  relación cultura-ideología-educación, lo que significa comprender que no puede  existir divorcio entre el esfuerzo por el logro de una cultura general e  integral y la educación de la personalidad. Los valores son expresión de la  cultura y componente de la ideología.
  Así, el trabajo político-ideológico, cuya conducción es  responsabilidad de los cuadros principales, tiene como propósito central:  contribuir  a educar en valores y formar  convicciones patrióticas y revolucionarias, que se conviertan en cualidades de  la personalidad, entre las cuales están: los sentimientos, las actitudes,  intereses y motivaciones personales.
   Realizar trabajo  político-ideológico supone continuar educando en valores, lo que demanda un  alto nivel de preparación, amplio nivel de información y la capacidad de  dirigir la actividad mediante formas cultas y convincentes de decir y demostrar  con el ejemplo, de dialogar y argumentar. Todo ello nos llevará a constatar el  desarrollo ético moral, ideopolítico y estético de nuestros estudiantes, educadores,  cuadros de dirección y personal de apoyo a la educación.
  Es esencial la implementación y cumplimiento de las direcciones  del trabajo político-ideológico aprobadas por el Comité Central del PCC (2009),  especialmente los cinco pilares:
Por tanto, toda acción que ejecutemos tiene que tener una marcada  intencionalidad, a partir de objetivos estratégicos viables, planificarse,  organizarse, ejecutarse y controlarse sistemáticamente con la mayor eficiencia,  creatividad y calidad, de manera que se evalúen los resultados con sentido  crítico.
  En este enfoque metodológico un aspecto fundamental es la actitud  ante el conocimiento y la búsqueda. Nadie puede amar lo que no conoce; lo que  se ignora o no se domina bien no puede despertar sentimientos de admiración y  de pertenencia. En este camino debe partirse del conocimiento que poseen los  alumnos o personal docente, estimular sus opiniones y valoraciones, así como  despertar ansias de aprender desde una actitud reflexiva en complicidad con la  virtud y el cultivo del amor. Trabajo político-ideológico en la escuela de la  sociedad más justa de nuestra historia es llegar al corazón de cada uno de  nuestros alumnos, maestros, profesores y cuadros de dirección, tomando en  cuenta sus necesidades e intereses, características grupales e individuales.
  Direcciones en que se  desarrolla  el sistema de influencias  educativas en la escuela.
Acciones que deben  realizarse para la educación en valores.
  Acciones válidas para todas las educaciones y específicas para  fortalecer la preparación de nuestros educadores y para garantizar en las  instituciones educativas las condiciones que permitan desarrollar una efectiva  labor formativa.
  Entre ellas se encuentran:
Conclusiones parciales del capítulo:
  De forma general se puede apreciar que con respecto a la  preparación de los directivos se han realizado innumerables investigaciones que  constituyen referentes obligados para incursionar en esta problemática. Sin  embargo, en la práctica escolar se manifiestan insuficiencias que evidencian  que falta mucho trabajo por hacer. Específicamente la preparación de los  directivos para el trabajo con los valores debe ser centro de atención teniendo  en cuenta las nuevas exigencias a las que nos enfrentamos y la necesidad de  lograr una educación integral de los estudiantes.
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