TALLERES METODOLÓGICOS PARA INTEGRAR LOS
CONTENIDOS HISTÓRICO-LOCALES A LA HISTORIA
NACIONAL EN LA ENSEÑANZA PREUNIVERSITARIA
Pilar Morales Pérez
Capítulo I
Fundamentos teóricos de la investigación
1.1 La enseñanza de la Historia de Cuba: una necesidad actual en la formación de las nuevas generaciones
La comisión internacional sobre la educación en el siglo XXI de la Organización Mundial para la Educación, la Cultura y el Deporte (UNESCO), ha señalado cuatro pilares fundamentales para hacer frente al porvenir:
- Aprender a conocer, para adquirir los instrumentos de comprensión.
- Aprender a hacer, para poder influir en el entorno.
- Aprender a vivir juntos, para poder cooperar y participar.
- Aprender a ser, síntesis creadora.
Desarrollar estos tipos de aprendizaje exige una enseñanza que permita no sólo la adquisición de conocimientos, sino la habilidad para aplicarlos consecuentemente en la práctica social. El modelo del ser humano al que se aspira es el de una personalidad integral, portadora de valores y principios que le permitan enfrentar los retos actuales de la globalización sin perder su identidad nacional.
En el cumplimiento de esta trascendental misión no puede faltar la cultura histórica, componente básico de lo que debe ser la cultura general integral. Para orientarse en el mundo de hoy y orientar a las nuevas generaciones, la memoria representa una fortaleza intelectual y moral: es precisamente gracias a la historia que conocemos las experiencias del pasado y comprendemos por qué trabajar para un mundo mejor es, no solamente posible, sino necesario. La memoria es, como expresara el profesor Díaz Pendás, premisa para un pensamiento crítico y una vía más de ser culto, lo que sigue siendo, como nos enseñara Martí, el único modo de ser libre.
De este modo la historia proporciona al hombre la experiencia del pasado convertida en datos sistematizados acerca de los hechos y las diversas interpretaciones de ellos, pero la utilidad de sus contenidos alcanza no sólo para facilitar la comprensión del presente, sino que rebasa tales marcos para contribuir de manera determinante al conocimiento de las perspectivas del desarrollo social. La comprensión del pasado como componente obligatorio del presente y el futuro constituye un fundamento obligatorio para la práctica social. Bien se ha dicho que la educación histórica de cada nueva generación no puede prescindir de educar en el razonamiento para cumplir a plenitud su función de orientación ciudadana.
Enseñar historia, si de contribución al mejoramiento humano se trata, es situar precisamente la esencia de esta disciplina en el centro del quehacer pedagógico, porque la historia la hacen los hombres inmersos en sus relaciones económicas y sociales, con sus ideas, anhelos, sufrimientos, luchas, con sus valores morales, sus defectos, sus contradicciones, sus triunfos, sus reveses, sus sueños. La historia es el registro de la larga memoria de la humanidad. (Díaz Pendás, 2000).
La investigadora Abreus Ponvert (2008), resume algunos elementos que expresan la necesidad de enseñar historia a las nuevas generaciones considerando que:
- La historia refleja la actividad social desplegada por hombres y mujeres, como realidad histórica, en diferentes contextos geográficos, políticos y sociales, en períodos concretos con sus particularidades, que pueden aplicarse a manera de experiencia histórica en la actuación concreta de cada individuo en la sociedad actual.
- Permite reflexionar acerca de la actuación negativa o positiva de los seres humanos en su accionar colectivo e individual dentro de la sociedad.
- Contribuye a la formación de la identidad de hombres y mujeres, a hacerlos sentir parte de una región, de un país, de un continente, del mundo, y en consecuencia a ser parte de la historia que se construye día a día, como memoria de los pueblos, huella cultural e identidad.
- Posibilita comprender el presente a partir del pasado, y asumir una posición transformadora ante los retos del porvenir. Se educa desde la historia, a partir de la dimensión pasado-presente-futuro.
- Su estudio permite defender la herencia cultural de los pueblos, la necesidad de luchar por la unidad y la preservación del espacio que ocupa el ser humano, así como los recursos materiales y espirituales que le permitirán seguir existiendo en el tiempo como especie.
- Su contenido tiene un alto valor formativo-humanista, al enriquecer la espiritualidad y los conocimientos de los estudiantes. Un hecho histórico puede despertar admiración e inspirar indignación, provocar odio, influir en el comportamiento, determinar ideales y ejercer influencia moral.
Siguiendo los criterios de la citada autora, para el logro de una mayor calidad en el proceso de enseñanza-aprendizaje de la Historia como asignatura se precisa:
- Lograr una estrecha relación instrucción-educación, expresada en la intencionalidad formativa de los objetivos, no acumular conocimientos históricos sino que ese conocimiento contribuya a la educación de la personalidad de los estudiantes, en consonancia con los objetivos trazados en la enseñanza.
- La correcta orientación del objetivo, lo cual presupone comprometer a los estudiantes en la apropiación de conocimientos, habilidades y valores que dosificadamente permiten la conformación de la cultura histórica acerca de lo universal, lo nacional, lo local y lo familiar, en correspondencia con las aspiraciones de la sociedad, promoviendo un ciudadano que defienda el proyecto social cubano.
- El contenido histórico a enseñar debe ser el reflejo de toda la vida social. En ocasiones es limitado el trabajo con este concepto, considerando muchas veces sólo el hecho de carácter patriótico-militar, olvidando que existen acontecimientos diplomáticos, políticos, económicos, sociales, científicos, técnicos, artísticos, culturales, deportivos.
- La historia que se enseña y se aprende debe abarcar las actividades desarrolladas tanto por los hombres como por las mujeres en su justo equilibrio, incluyendo la explicación de las causas de su marginación en la sociedad.
- El abarcar una historia total permite una selección y secuenciación de contenidos históricos con un alto valor educativo, pues aspectos no abordados hasta hace unos años, hoy demuestran a la luz de las investigaciones en el campo de la Didáctica de la Historia, su impacto educativo en niños y adolescentes; tal es el caso de la historia de la familia; el hombre común, la historia de los oficios y las profesiones; historia de las mujeres, historia social de la comunidad. Estos temas se deben abordar en su integración con la historia local, nacional y universal.
- Los contenidos seleccionados para la educación histórica de los niños, adolescentes y jóvenes deben promover la apropiación de conocimientos fácticos y lógicos, teniendo como centro una adecuada selección de hechos, procesos y fenómenos históricos en correspondencia con las aspiraciones de cada enseñanza.
- La descripción desmedida de los hechos, anécdotas, memorización de hechos y personajes aislados, impide descubrir el por qué del acontecer histórico y su movimiento. Como tampoco se debe hiperbolizar la búsqueda de causas y tendencias, fuerzas motrices y otras indagaciones en el plano lógico, pues se soslayaría el aspecto fenoménico. (Díaz Pendás, 2007).
- Como parte del contenido histórico a enseñar está la temporalidad, que debe romper con el esquema reduccionista que lo asocia solo a la línea del tiempo y la cronología. La temporalidad es un contenido histórico a formar en los estudiantes, que a su vez actúa como un eje articulador del proceso de enseñanza-aprendizaje de la historia.
- Los contenidos históricos deben estar en correspondencia con el contexto en que aprenden los estudiantes, incluyendo la historia más cercana, llena de vivencias, de recuerdos, de afectos; como es la historia de la familia y la comunidad. (Romero Ramudo, 2006).
- Favorecer la concreción de los objetivos con una adecuada selección de métodos de enseñanza que propicien el desarrollo del pensamiento histórico; la eliminación de métodos reproductivos y memorísticos; ajustarse a las peculiaridades psicológicas y pedagógicas de los estudiantes; lograr que promuevan la indagación, la polémica, la formulación de hipótesis, la reflexión crítica del pasado y del presente; el trabajo didáctico con diferentes fuentes del conocimiento histórico; el empleo de diversas formas de organización que propicien la interacción entre los estudiantes , entre estos y el docente de Historia.
- Utilizar variadas fuentes del conocimiento histórico para enseñar y aprender la Historia desde la información que porta el texto del grado, las video-clases (con fragmentos de filmes, entrevistas a participantes y protagonistas de los hechos históricos, así como narraciones, descripciones, caracterizaciones, explicaciones, argumentaciones y valoraciones realizadas por docentes de alta preparación), los filmes históricos, las emisiones televisivas relacionadas con la historia, los museos, los archivos históricos, los participantes de los hechos históricos locales y nacionales que viven en la comunidad, las láminas, textos complementarios, la prensa, las multimedia y software educativos que contienen información histórica, logrando una clase de Historia atractiva, que implique de manera más activa a los estudiantes. (Díaz Pendás, 2007).
- Para enseñar la historia no sólo basta con conocerla, también hay que amarla y sentir una fuerte vocación humanista. Armonizar lo probatorio con lo emocional, el grado de convencimiento que se aprecia en quien aborda el tema, razón y sentimientos deben marchar juntos, crear un clima de comunicación con sus alumnos que los motive a preguntar, indagar sus inquietudes durante el aprendizaje. (Díaz Pendás, 2007).
- Es el docente el que debe determinar las mejores vías para enseñar la historia de acuerdo con las peculiaridades del grupo en que educa y los recursos con que cuenta a su disposición.
- La evaluación debe ser de proceso y resultado, destacando su enfoque formativo. El docente tiene que propiciar la autoevaluación y la coevaluación como parte de la educación de la personalidad. La evaluación no es un fin, sino un medio de seguir el proceso de aprendizaje y de apreciar los cambios que se van operando en la manera de pensar, sentir y actuar.
La enseñanza y el conocimiento de la historia patria es una prioridad para la educación cubana puesto que es evidente que para todo pueblo que se proponga llevar a cabo un proceso revolucionario radical, como ocurre en nuestro caso, la preparación de las generaciones que ejecutan este proceso es un imperativo. Ello implica su educación política, elemento en el cual el conocimiento histórico tiene un papel de primer orden. Solo así los pueblos son capaces de acometer altos empeños asimilando el verdadero significado que tiene la lucha política contemporánea.
La autora de este trabajo, al valorar la enseñanza de la Historia de Cuba en la formación de las nuevas generaciones como una necesidad, retoma el pensamiento de Martí y Fidel, quienes de manera brillante en múltiples oportunidades se refirieron al conocimiento histórico como un arma imprescindible para la forja del mejoramiento humano. Fue Martí quien dijera en 1881: “De amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias nuevas”. (Martí Pérez, 2004). Fidel, por su parte, expresó: “...Estudiar la historia y estudiarla a fondo es quizás el instrumento más extraordinario de que dispongamos para trasmitir valores, sentimientos patrióticos, sentimientos revolucionarios, sentimientos heroicos.” (Castro Ruz, 1992).
Estudiar a fondo la historia de la nación cubana implica considerar hasta la más pequeña de nuestras localidades donde en el pasado germinó la semilla de la nacionalidad y donde hoy crece el futuro de la patria.
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