RETORNO AL AYLLU: UNA MIRADA AYMARA A LA GLOBALIZACIÓN

Fernando Untoja Choque

I. Lo propio como doble

La noción de Propio, es un lugar donde se articula la simultaneidad de lo común y de lo privado; lo Propio posee dos sentidos: primero, es pensar contra lo común. Lo Propio es la propiedad que sólo un individuo posee, en relación a los otros y ésta siendo su diferencia; segundo pensar lo Propio, es pensar lo que expresa un individuo. En ese sentido lo Propio ya no es más una propiedad que se piensa contra, sino una propiedad que se piensa en lo Propio. Es decir la expresión de lo que habita un individuo.
Lo Propio en el primer sentido, se piensa en oposición a lo común, lo externo, extraño y en el segundo se piensa en conformidad al interior.
La noción de Propio nos permitirá poner en marcha dos principios fundamentales a todo análisis: el principio de identificación que sirve para marcar una diferencia, una particularidad y el principio de individuación que sirve para pensar una totalidad, una comunidad.
Para el estudio de esos dos términos nos referimos a la lengua Aymara y Griega, lenguas donde no existe sentido de lo Propio como dominante. No existe un nombre usual dominante. Contrariamente la lengua española y francés, donde lo Propio es propietario de su campo semántico. En aymara y griego de los tres términos que nos refiere a lo propio, ninguno impone su propio sentido en el campo semántico.
En el campo semántico del griego y el aymara, lo económico y lo político en el sentido actual, es sin dominación; el término ktesis y kiwa nos envía al derecho de propiedad, en relación con un cierto orden de la dominación; que es la cuestión de tener.
En el sentido antiguo de la economía, con oiko-nomikos que refiere a la casa, como comunidad de bienes y en el sentido no económico ofrecido por idion griego equivalente al kikpa aymara, término que sirve para identificar.
Dirigirse al campo semántico griego y aymara permite interrogar lo propio, al interior mismo de la capacidad de apropiación. Del mismo modo, lo Propio nos hará descifrar algunas palabras del campo semántico Aymara.

a) Lo Propio como privado

El primer sentido de lo propio, idion o kikpa nos envía al principio de identificación, el que nos permite aprehender ese término: donde idion o kikpa es la identidad. Lo propio es una "propiedad", aynuqa, aquella que solo un individuo posee con relación a los otros.
Es el sentido de esta propiedad que se obtiene en una comunidad y marca una cierta identidad; aquella que convierte indiscernible toda diversidad de individuos, de objetos; porque éstos sólo se definen por su comunidad. Pensar lo Propio es pensar contra la comunidad (Aynuqa contra Ayllu). La insistencia del problema de lo propio, es la necesidad de una diferenciación, de determinar lo que es particular en un individuo con relación a los otros del conjunto. Lo propio es aquél que se opone a lo común.
Lo particular que se opone a lo general, lo privado que se opone a lo público. El problema de lo propio, tomado en ese sentido, es el problema de la definición, de la especificidad del objeto de un método que busca distinguir, aislar, separar, diferenciar; es el problema de la caracterización, localizar la característica exclusiva.
Lo que se pone en marcha, en ese método de identificación, es un trabajo de la separación por la distinción, separación que va consistir en excluir. Para definir es necesario separar, pachjaña. Pensar lo que es común es aislar. La definición misma se presenta como identificación. Identificar es diferenciar, es atacar al seno mismo de lo común. Es expresar una identidad, expresar lo que es "otro".
El término idion o kikpa, nos envía a un principio de identificación. ¿Cuáles son los diferentes sentidos que recubre ese término de lo Propio? Se puede desglosar en cuatro puntos: Todo el trabajo será un trabajo de particularización. Los tres primeros sentidos de lo Propio nos envía a un trabajo de particularización ya sea como oposición, diferenciación y como especificación.
El cuarto sentido nos envía a un trabajo de reflexión sobre la originalidad y lo originario de una sociedad; lo que significa plantear el problema de la reproducción. El primer movimiento de lo propio encuentra su sentido en la oposición a la comunidad (Aynuqa contra Ayllu). Pensar lo propio es pensar contra lo común. Lo propio es lo particular. Hay un dispositivo de ordenamientos que nos lleva a pensar lo particular con relación al mismo, la parte con relación al todo.
Lo propio, lo particular es lo que se opone al sí-mismo. Lo particular se expresa como diferencia, es una particularidad que señala la diferencia. Lo propio se encuentra opuesto al sí-mismo y a lo común. Lo propio define una particularidad en el sentido de la parcialidad (o sea una parte del conjunto), que nos remite a las relaciones entre la parte y el todo. Lo que está en juego en el principio de identificación, es el desafío de la comunidad, de la parte de la comunidad hacia el todo, por oposición a ella y por separación de ella misma.
Lo propio, es tomado aquí en el sentido de la característica, de lo esencial. Lo propio llega a designar sin referencia a otra cosa, lo que constituye lo esencial. La cosa carga en sí-misma, su característica que es sello reconocible. La característica emana de la cosa misma, llevada por ella para su propio bien. La característica es lo que reside en la cosa. Además de ser, principio de oposición al en sí-mismo y a lo común, el principio de una característica, el empleo del término ideon o kikpa sirve para caracterizar no una cosa, sino un trabajo intelectual sobre un tema. Es lo propio de un método y no así la relación con un objeto que se define. Es lo propio de un trabajo intelectual. La significación metodológica de lo propio está en expresar una relación de conveniencia.
Ósea el estudio de un cierto objeto nos remite a la especificidad, a la especialización. Se encuentra un sentido de particularización con relación al en sí-mismo y a lo común. La especificidad es aquí, lo propio de un cierto trabajo, de una cierta actividad. Un otro sentido puede ser asignado al término de ideon o kikpa. Esta noción es aquella, de forma propia: de morpho (que indica forma). Esta noción se articula con una otra noción, aquella de komoios o kikpa en tanto que semejante, lo parecido (y no así en el sí-mismo).
Lo Propio o pach'ama toma una significación que resurge y resulta de la producción, de la reproducción. Lo que se manifiesta es la capacidad que tiene lo propio de ser lo mismo que el sí-mismo en un otro sí-mismo (de ser idéntico así mismo dentro de un otro sí-mismo que él); o sea, reproduce un otro que es lo mismo que su modelo. Lo propio es el carácter, necesidad de saber reproducir para reproducir una similitud.
Lo propio ya no es más aquello que se opone al sí-mismo, más bien al contrario es susceptible de repetirse como el sí-mismo, mientras que una forma puede ser propia (producto de esta reproducción).
Lo propio es en cierta manera, una matriz de la reproducción. Lo propio es la función paradigmática (que es el ejemplo, el modelo). Lo propio es la función y el valor de referencia a ser tomada en su identidad, en sí mismo, como algo único.
Todo el trabajo de lo propio, con este último sentido, de idion o kikpa es un trabajo lógico que no deja abstraer un cierto común de las diferencias, de particularidades. El principio de lo propio es un principio de identificación, y de diferenciación.

  1. Lo propio como común

 

El segundo sentido de lo propio nos remite al principio de individuación. Este principio nos permite comprender el todo, la totalidad. Lo que nos da a pensar este término, es una otra propiedad. Es aquella recibida de y en una diversidad dada, es una multiplicidad de individuos; aquella que es recibida como una totalidad en el seno de una Totalidad.
Esta es lo que unifica y forma una unidad dentro de una multiplicidad. Por ejemplo, para un cuerpo viviente, que es una multiplicidad de partes, la relación orgánica a estas partes (sin embargo de diferentes formas), forma una totalidad que es una unidad, un individuo, uno indivisible.

Para una comunidad donde la multiplicidad de individuos está dada, esta propiedad va ligarlos, unirlos para formar una totalidad que será una unidad. La unidad está constituida de totalidades definidas por círculos de pertenencia que dentro de sus relaciones recíprocas constituyen una totalidad superior como un conjunto compacto. Es esta totalidad que forma una unidad.
Esta, puede ser una comunidad, definida frente a una exterioridad recíproca de las partes, donde, la que asegura la unidad de la comunidad, es la lengua. Lo propio como común es la propiedad que unifica, es una norma interior que fija la posibilidad misma de la existencia de una comunidad.
Para conjurar la multiplicidad, la diversidad es necesario que exista un principio unificador. Esto es, por ejemplo, para el Ayllu, el mito como modelo. La comunidad no puede constituirse sin este principio unificador que es la referencia histórica repetida constantemente por el ritual (T'inku).
Lo propio es una propiedad recibida en una diversidad, al interior de una multiplicidad. ¿Cuales son entonces los diferentes sentidos que recubre esta propiedad? Lo propio como común es la propiedad recibida de la individualidad natural, es también aquella recibida como, elemento no ajeno, algo que es apropiado. Es también aquella impregnada como una totalidad, en el seno de la totalidad superior.
Lo propio es una propiedad que es recibida dentro de una diversidad. Esta propiedad es ambigua. El problema que se plantea es de saber, si esta propiedad surge de un principio distintivo o de un principio constitutivo.
Lo propio como común es una división, es decir (dentro de una totalidad) ó la que permitirá su unificación; el hecho, de que los elementos sean distintos y que se pueda demarcar un carácter común, lo propio es un principio constitutivo, es decir que la realidad es ella misma, constitutiva, posee en ella misma la fuente de sus propias características.
Lo propio que recubre este término (propiedad) es el principio constitutivo. En suma, es una propiedad que es recibida de la individualidad natural. Lo propio es una propiedad recibida de una naturaleza. La individualidad se constituye por ella misma. Lo propio llega aquí a oponerse a lo impropio, a lo extranjero. En esta reflexión sobre lo propio como común, todo lo que es extranjero se define diferencialmente.
Es la oposición de lo propio, cuando éste es, el de una particularidad y cuando éste es, el de una comunidad. Lo propio se define con relación a su lugar y con relación a lo extranjero.
Por ejemplo, para una comunidad el dominio político engloba: las definiciones de la casa del clan, de la raza; en lo que concierne al lugar: lo bárbaro, lo extranjero, aquél en el cual la lengua no es del lugar.
Para comprender mejor lo propio como opuesto a lo extranjero, a lo impropio, tomemos el ejemplo mas apropiado, aquél de la metáfora. Lo que pone en valor el uso de la metáfora es la existencia de un propio como norma.
Es la norma de lo propio que llega a reglamentar la transferencia, ésta definiéndose en un contexto que puede ser, tomada en un paradigma, es la sustitución de una palabra por otra. El problema, es el de saber lo que autoriza una tal sustitución. ¿Cómo la norma de lo propio, define integralmente el tipo de traslación?, ¿qué es la metáfora?, ¿Cuál es la frontera donde la norma de lo propio autoriza la sustitución?
¿Qué es la metáfora? Es un procedimiento del lenguaje que consiste en una transferencia de sentido (término concreto en un contexto abstracto) por sustitución analógica.
Esta analogía puede ser, una semejanza establecida por la imaginación entre dos o varios objetos diferentes. La relación entre términos diferentes nos remite a un problema de proporción. Por desplazamiento, por traslación, algo de impropio, de lo extranjero se encuentra asimilado al orden de la propiedad.
La metáfora es una manera de llegar a la propiedad en un sentido, desplazándola de su lugar propio. Pero para que esa transferencia sea posible, es necesario que el sentido sea conservado, que la inteligibilidad del discurso quede intacta. Es necesario que el desplazamiento, la traslación se haga de semejante a semejante y esto no se ejerce más que en un contexto tomado como modelo.
Es menester que haya reemplazado el semejante por el semejante y que exista una homogeneidad de términos. Lo impropio está entonces, ya, bajo la ley de lo propio y es el límite exclusivo para que la sustitución pueda realizarse. La metáfora se diferencia de la metonimia por la existencia no solo de la sustitución de términos, sino por el principio de sustitución: el principio no es una relación de similitud que fundamenta la sustitución, pero si, una relación lógica (causa/efecto, principio/consecuencia, conteniente/contenido, todo/parte).
En la metáfora, la norma de lo propio implica una sustitución de semejante a semejante. Lo que nos da a pensar este término, es la racionalidad de la proporción, las relaciones de lo propio y de lo impropio, la norma de lo propio y de la propiedad, paralela a la relación metáfora- metonimia. Es, también posible plantear el problema de la relación del paradigma al sintagma, del mito al ritual.
El paradigma es el modelo, el ejemplo, aquel que se sitúa del lado teórico. Lo que se opera aquí son las relaciones de semejanza. Esto puede ser en la comunidad: relaciones de similitud, de parentesco, lo que está constituido por el mito y que une a las personas semejantes por el género. Son los parientes que se refieren a un ancestro común, el mito será el modelo de las conductas humanas a seguir.
El sintagma es, un cierto orden de relación en una asociación, en la cual se trata de pensar la razón. Este se sitúa del lado práctico. Los elementos, los individuos están separados los unos de los otros, reunidos bajo ciertas relaciones. Lo que se opone aquí son las relaciones de vecindad, de contigüidad. Es tal vez en la comunidad que se realiza con fuerza, el juego entre el paradigma y el sintagma.

 

 

c) Lo propio como común y privado

Lo propio es el lugar donde llega a expresarse la simultaneidad de lo común y de lo privado. Hay un doble movimiento del pensamiento cuando se piensa lo común y lo privado. Para pensar lo particular es necesario tener ya una colección, un conjunto, una comunidad donde existe un elemento unificador.
Solamente es en un conjunto constituido y compacto que se puede distinguir una particularidad, una diferencia, un carácter exclusivo. Para pensar lo común es necesario, discernir, encontrar, en una diversidad, una heterogeneidad; un principio que sea elemento constitutivo de la totalidad, un principio que una los semejantes, encontrar un común denominador para unir y mantener unida las diferencias en una comunidad compacta.
Es necesario que junto, dé una coherencia, una cohesión al conjunto. Es pues un doble movimiento que tenemos que enfrentar para pensar lo propio. Para determinar un diferente es necesario un principio común donde se pueda pensar los diferentes para pensar la totalidad. Este principio de simultaneidad que se expresa en lo propio está en consecuencia fundada sobre una dualidad que es diferente, por tanto, de eso que excluye y de eso que es común, por consiguiente de eso que incluye.
Estos principios de inclusión y de exclusión nos remiten también a los principios del otro y del mismo. Del lado de lo común es el sí-mismo que se expresa, eso que es semejante.
Del lado de lo privado aquel que se expresa contra el sí-mismo de lo común, el otro. Es un principio, de unidad y de diferencia, de unificación y de exclusión que juega en esta noción de lo propio. Estas nociones de sí-mismo y de otro, son las nociones de alteridad y de exterioridad, de alteridad y de interioridad.
Es todo un conjunto de oposiciones, que se plantea con esta noción de propio, oposiciones que no pueden ser pensadas aisladamente; para pensar el sí-mismo es necesario el otro y para el otro es necesario pensar el sí-mismo. Esto nos remite a la noción de modelo y al proceso de alejamiento del modelo: el paradigma y el sintagma. El paradigma es la noción que nos remite al sí-mismo, como repetición fiel del sí-mismo. El sintagma nos remite a lo que se separa del sí-mismo, del paradigma y deviene otro. Son nociones tales como: la homogeneidad, la heterogeneidad que para definir una totalidad nos remiten a la noción de lo propio. La homogeneidad nos remite a pensar en las relaciones recíprocas de las partes que se definen por su similitud.
La totalidad en el sentido, donde cada una de las partes que la componen finalmente es idéntica al todo. Es decir, al conjunto que nos puede dar a través de la noción de semejanza, de pertenencia común, el sí-mismo.         La totalidad puede ser también pensada por una sumatoria de partes que no tienen nada en común, que coexisten, cohabitan y forman un todo a pesar de que las partes sean heterogéneas.
Todas estas nociones, son útiles cuando se piensa en una sociedad determinada; esto es, por ejemplo, una totalidad, donde el principio común reproduce y forma una comunidad; principio que puede ser la lengua, el parentesco, el ancestro común.
Es entonces, el sí-mismo que nos permite pensar esta totalidad basada en la homogeneidad. Pero también pueden existir totalidades, donde estos son simplemente elementos que cohabitan. Por ejemplo una conquista, es una tentativa de reducción del otro al sí-mismo, eliminando toda diferencia. ¿Cómo obtener una unidad basada sobre diferentes y sin ningún reconocimiento? (la relación Nación aymara-Estado boliviano, o el fenómeno de la mundialización donde lo singular no es reconocido por el universal)
Lo propio, en su simultaneidad entre lo común y lo privado puede ser un lugar de conflicto. En tanto oposiciones como: sí-mismo y otro, paradigma-sintagma, inclusión-exclusión, se constituyen en relaciones de fuerza capaces de jugar un papel transformador o destructor.
Las relaciones de la propiedad nos permiten explorar y explicar las relaciones sociales, económicas y políticas. Lo propio es entonces el lugar de estrategias, de posicionamiento donde la violencia se expresa como ordenadora de las formas de oposición.

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