RETORNO AL AYLLU: UNA MIRADA AYMARA A LA GLOBALIZACIÓN

Fernando Untoja Choque

Prologo segunda edición.

Desde que el comunitarismo entró en moda, circula una serie de nociones, todas como una gran novedad. Existen dos nociones que se presentan como “creaciones” fundamentales del indigenismo: la economía de reciprocidad y economía de intercambio; la primera identificada con una racionalidad del ayllu y la segunda con la lógica de mercado (o capitalista).
Para aquellos que tardíamente han descubierto el Ayllu, la economía de reciprocidad parece ser la única que rige el proceso económico en el Ayllu, a partir de ahí se presenta la sociedad en el modelo ayllu en plena “armonía”. Por eso se repite, que el “vivir bien” es la regla de entendimiento entre la naturaleza y el hombre.
Esta concepción de la economía de reciprocidad así planteado se convierte en el modelo ideal para muchos sociólogos y sobre todo antropólogos ligados al indigenismo; por eso ven en el ayllu sólo bondad, poder comunal y armonía. Algunos incluso ven un “capitalismo andino” comunitario emergente.
Hablar en estos términos del Ayllu, hace perder la capacidad de aprehensión de la lógica económica que rige este modelo, también se pierde de vista la capacidad de desarrollo y la metamorfosis del Ayllu en la economía capitalista contemporánea.
Este desarrollo o metamorfosis del Ayllu se presenta en muchos espacios sociales como una estrategia de sobre-vivencia, de acumulación y en otros como la repetición de la economía arcaica. Es a partir de esta última, que algunos “ideólogos de  izquierda” elucubran y presentan “la economía comunitaria” como un proyecto y respuesta viable para los “originarios”.
Ver el Ayllu, bajo esta figura de “armonía”, es reducir a  una suerte de economía estacionaria o de subsistencia. Tanto los detractores y apologistas del Ayllu, caen en un romanticismo e ignoran lo fundamental del ayllu. No se debe perder de vista, que en el proceso de reproducción, el Ayllu, es una verdadera guerra económica, donde la competencia, individualidad y demostración son expresiones del comportamiento individual o  familiar.
La muestra de esta reproducción, se ve en la habilidad y el manejo con destreza de las actividades comerciales y técnicas; sobre todo en sectores de la economía llamada informal. Los ejemplos son: el comercio en la Huyustus, (La Paz), la Ramada (Santa Cruz), la Cancha (Cochabamba), Yacuiba, etc.; son espacios comerciales que muestran una potencialidad en la acumulación y la generación de empleos. Atención esto no es el “Capitalismo andino”, sino, es la manera como el Ayllu explora y utiliza las leyes del modo de producción capitalista.
Pero los expertos de “izquierda”, en su visión dogmática sólo ven el ayllu arcaico y no la potencialidad que tiene este modelo en su capacidad de reproducción, tampoco ven la producción ligada al comercio nacional e internacional.
Por eso, no se debe perder de vista los elementos esenciales de la economía del Ayllu: gestión de la violencia, simultaneidad entre lo común y lo privado, dos procesos que aseguran la reproducción de la lógica del Ayllu en la metamorfosis económica actual.
Pero antes de proseguir sobre estas formas de apreciación y la metamorfosis del Ayllu en el capitalismo, es necesario considerar, algunos presupuestos de la ciencia económica tradicional; pues el paradigma, el modelo de percepción y concepción no siempre es neutra, ni inocente.
Si no dejamos establecido este cuestionamiento, sería muy fácil alinearnos a una de las escuelas en la teoría económica y a partir de ahí justificar nuestras exploraciones y los resultados. Esto sería simplemente proyectar categorías o paradigmas forjados en sociedades ajenas, o utilizar demagógicamente el término de economía del Ayllu. Es cierto que a pesar de tanto discurso sobre el Ayllu, aún no existe un intento de teorización de parte de los economistas de “izquierda”.
Recordemos que la economía tradicional: neoclásica, keynesiana o marxista descansa sobre una triple carga. Existe un dominio económico; dominio que obedece a mecanismos inspirados de la física, que se analiza siempre con relación a un equilibrio de partida como de llegada.
Esta perspectiva explica la dominación actual (bajo todos los regímenes) de la economía, ya que ella corresponde a una simplificación; similar atracción de la ciencia con respecto a la religión, pues restringe abusivamente el sentido del buen vivir.
Sabemos que al menos existen dos maneras de concebir la economía; la primera como un campo especifico de la realidad humana que obedece a leyes, y la segunda como un punto de vista sobre esta realidad, ligada a una lógica. En el primer caso se busca determinar en el entrecruzamiento de fenómenos sociales lo que corresponde a la definición aceptada de lo económico: el fenómeno de intercambio, la producción, el consumo y la distribución. Es decir el estudio de creaciones y manipulaciones de riqueza tal como se conoce hoy en la teoría.
En esta línea se sitúan las teorías clásicas de producción y de intercambio, la microeconomía post-keynesiana y el análisis de los modos de producción, aunque de manera diferente. Podemos remarcar que en esta vía existen dos inconvenientes; que la ciencia económica no puede ser autónoma en lo que concierne al conocimiento de las causas de los diversos procesos que trata de explicar, no puede dar un sentido a los fines a los cuales esos procesos son considerados llegar o desembocar.
Entonces ¿cómo se concibe la economía en el Ayllu?, ¿es que va más allá de la lógica o la idealización?, ¿es mas importante el corto o el largo plazo? Son esas cuestiones a la que trataremos de responder en este prefacio para fijar que el retorno al Ayllu no es retorno al arcaísmo sino es la base para comprender la metamorfosis de la fuerza del Ayllu en el proceso capitalista.
Esto nos permite comprender y discutir las geno-estructuras y feno-estructuras para posibles políticas de desarrollo y de planificación en la economía, que de ninguna manera es monopolio de corrientes de izquierda.
Para ello es necesario presentar al menos dos concepciones o dos maneras de concebir la racionalidad económica, para luego hacer surgir la lógica del Ayllu en la economía política. Recordemos que las dos perspectivas dominantes o al menos dos maneras de concebir son: como un dominio especifico de la realidad humana que obedece a ciertas leyes y como un punto de vista sobre esta misma realidad en función a una cierta lógica.
En cuanto al primero, se comprende fácilmente, cuando se considera las insuficiencias de las funciones rigurosas de producción del tipo Cobb-Douglas, donde el residuo o pretendido tal, puede elevarse a más de la mitad; y es este residuo, que no está comprendido en los factores económicos stricto sensu que constituyen el capital y el trabajo.
Y justamente este residuo sale del campo de aplicación del análisis económico así concebido. Por otra parte, es una exigencia ser escépticos sobre el valor mismo de conceptos tan clásicos en economía como el capital y el trabajo. Esas funciones basadas en agregaciones muy imprecisas, tienen el mérito de crear una apología más o menos sofisticada, de tipos ideales de regímenes a los cuales se consideran aplicarse.
Más allá de formulaciones relativamente complejas, las funciones de producción deberían expresarse por la formula fundamental: “se hace lo que se puede con lo que se tiene” es decir la Y = F (K, L, t). Aquí se impone la irreversibilidad en economía.
En cuanto al análisis marxista ortodoxo, fundado sobre la preeminencia de las fuerzas productivas, si bien este análisis es más englobante al nivel de los diversos elementos que constituyen el modo de producción, subestima, la importancia del modo de vida y el modo de muerte en el comportamiento y por eso en muchos casos se queda en el orden ideológico.
Es en este punto que el Ayllu busca y presenta respuestas a los proyectos de sociedad; pues está demostrado que durante millones de años el hombre ha tenido problemas de perpetuación de la especie, es decir problemas de natalidad y de mortalidad, mucho más que problemas de sobre-vivencia a corto plazo, así nos muestran los estudios de la antropología económica referidas a sociedades que funcionan bajo otras lógicas, sin que desaparezca una racionalidad económica.
En el Ayllu es probable, que en el péndulo entre la muerte y la vida el hombre haya en-gramado en los diversos niveles de su cerebro, valores que conciernen el acceso a la eternidad o la perpetuación biológica sobre la tierra, como niveles de pisos ecológicos; todo esto más importante que la situación, en la jerarquía de roles en la producción.
Por esta razón el manejo del espacio en la economía del Ayllu tiene una importancia y particularidad para el largo plazo. Pero los economistas se han parqueado en el corto y mediano plazo en el análisis del desarrollo de las sociedades y también de la economía. Siguiendo la misma lógica en los países no occidentales y el comportamiento de los economistas fue marcado por la desesperación de consumir y repetir modelos sin un mínimo de cuestionamiento.
Es la espera de un equipamiento de recetas para buscar problemas; práctica habitual de los economistas refugiados en las ONG, que sólo esperan la llegada de un consultor de algún un organismo internacional cargado de términos y recetas para el economista “subdesarrollado”, éste ya no necesita estudiar, ni descubrir la realidad, sino buscar problemas donde justificar las recetas. Así por ejemplo, en la incapacidad de construir una teoría de desarrollo, sobre bases estructurales, hace que la teoría del desarrollo vaya perdiendo sentido y muchos adopten y se sometan a la llamada teoría del “desarrollo sostenible”, considerado lleno bondades, ya que se ocupa del hombre y humaniza la economía.
Y como ésta se ha convertido en el pilar de la economía neoliberal (destinado para países pobres), muchos aceptan (hasta ahora), sin hacer el mínimo cuestionamiento a pesar del cambio de la economía en los países no occidentales. Pero por falta de visión ante una lógica del Capital que necesita un bastón para su acumulación, los economistas de “izquierda” sólo buscan el refugio en Keynes (empleo, demanda, producción, inversión), y otros para ocultar la falta de capacidad de aprehensión de la realidad vuelven a los viejos textos de inspiración marxista y hablan de planificación.
Muchos que eran neoliberales, ahora piensan encontrar formulas mágicas en la “economía comunitaria” para resolver los problemas del empleo, la producción, pero esta vez, con la ayuda del Estado. Este recurso de los economistas neoliberales al Estado, no ataca el edificio neoliberal, sino asistimos a una especie de sustitución de carteles de neoliberales a neoliberal-socialistas.
Ahora bien los que se encuentran entre Keynes y Marx, presentan de manera artificial los temas como las propensiones, incitaciones... del análisis keynesiano, pues sabemos bien que estos son tan artificiales como las motivaciones del hombre de Benthan que calcula sus alegrías, sus penas, sube la colina del placer, e iguala en la cima sus utilidades marginales y termina por hacerlo con un rigor maniaco. A partir de ahí presentan la economía del Ayllu en términos folklóricos, donde lo colectivo conoce las leyes sicológicas contemporáneas; para terminar diciendo que en el Ayllu todo es armonía, equitativo, donde la reciprocidad y la complementariedad aporta la felicidad de sus miembros. Lo cual termina rápidamente en lo absurdo.
Si bien esas leyes corresponden a un modelo operacional y a una cierta época, la hipótesis psicológica sobre las cuales descansa la macroeconomía keynesiana son tan arbitrarias y ambiguas, la palabra propensión media por ejemplo evoca así una aspiración profunda de un ser colectivo. El propio Keynes quien se preocupaba del corto plazo, no se hacia ilusiones. Pero existen reglas que permiten la propagación de la novedad.
Agreguemos que las diversas tentativas para explicar la repartición y el crecimiento por medio de agregados sacados del cuerpo económico llegan al mismo impase. Se llega a concluir que la repartición depende de relaciones de fuerza y del clima social, y que el crecimiento está determinado por la política de inversión, nueva manera de desterrar la explicación en las tinieblas exteriores donde se mueve el deus ex machina.
En todos los casos que evocamos, los instrumentos de análisis sacados de un pseudo dominio económico determinado, desembocan en préstamos a otras disciplinas tales como la historia, la psicología, la sociología. Resulta entonces, cualquiera sea la manera como se opera, los análisis que parten del “campo económico” siempre llegan a amalgamas no asimilados con las disciplinas más variadas. La critica del homo economicus, glóbulo económico pensante que levantaba los sarcasmos de T. Veblen no es peor que las reacciones de masa que orientan en parte los análisis situados en la misma perspectiva.
La reverencia incondicional a la autoridad de otras disciplinas que puede ser reciproca, si ella es más sutil, no es más que una confesión de carencia a pesar de estar camuflado de la cortina de la erudición. Pero lo que es verdad a nivel de la explicación de elementos de base, es todavía más flagrante a nivel de la significación de los resultados de procesos así tratados.
Estaba a la moda hace algún tiempo, considerar la finalidad como exterior a la ciencia. Se llegaba así, primero a un rechazo y desprecio del estudio de los fines sobre el plan científico y que luego se buscaba compensación en los dominios exteriores de la ciencia. Pues esta actitud, ya no es sostenible en las ciencias sociales, particularmente en Economía, pues los medios y los fines son inextricablemente ligados; el análisis económico procede siempre de una cierta visión del mundo sea clásica, marxista o keynesiana.
La elección de instrumentos de análisis y de los medios de acción que pueden resultar, no son neutros y se refieren implícitamente a las virtudes de un mundo pasado, presente o futuro, o correlativamente a los vicios de un mundo pasado, presente o futuro que se le puede, o si se quiere traducir en términos de armonía y de equilibrio o en un sentido inverso, en aquellos de conflictos y de contradicciones.
La acción, que puede resultar, utilizará talvez a corto plazo ciertos mecanismos internos al sistema, pero pronto los límites serán alcanzados y la acción sobre los mecanismos desembocará en transformaciones más o menos dominados de las estructuras. ¿Esto significa que las ciencias sociales se atribuyen abusivamente el nombre de Ciencia? No, si concebimos la ciencia de una manera más englobante, como nos enseñan los progresos recientes, particularmente la etnología,  la biología, la sociología (Cf. Edgar Morin). En estas disciplinas, la causalidad mecánica está completada por procesos de retro-acción y se toma en cuenta las evoluciones orientadas hacia un objetivo.
La teleonomía y la autorregulación son elementos esenciales de la teoría de sistemas, que sirve de referencia en varias ramas del saber científico contemporáneo. Podemos suponer que la ciencia económica moderna podría sacar grandes beneficios de estos campos del saber (Pierre Dupuy: L’auto-organización). Aquí entonces se debe tratar la capacidad de auto-organización del Ayllu, para esto es fundamental encontrarse en el recorrido de la geno-estructura… a la estructura económica y social del Ayllu. Esta es la única manera de diseñar un proyecto de desarrollo económico donde la planificación integre todos los elementos estructurales. De otro modo, los economistas confunden bisturí y teoría económica. La economía es una perspectiva, una manera de ver las cosas. Si se acepta esta idea, los problemas que hemos evocado hasta ahora desaparecen. La perspectiva económica, no conoce las fronteras, más bien se aplica a todo, desde el buen vivir hasta el buen régimen político.
Esto no tiene nada de revolucionario y el hecho de que la ley de la caída de los cuerpos se aplique, no solamente a los objetos, sino también a los espíritus más puros, pues, mientras ellos conserven su envoltura carnal, debería proteger de la angustia que provoca en algunos la generalización del planteamiento de la Qamaña (del buen vivir) y su extensión a otros dominios tan sagrados/violentos como el arte, la religión y la política.
Existe un aspecto económico de la religión que muchos por puro “racionalismo económico” descuidan tratarlo, pues sin excedente no hay catedrales ni ritos. Esto quiere decir que el excedente es la condición de reproducción de todo sistema social, mientras que los ritos son el disfrute el goce en el buen vivir. Pero esto no ocurre así, en la actualidad con los regímenes políticos. Todos saben que la actitud del régimen político actual, en lugar de crear riqueza y alimentar el mundo del buen vivir se debate en el mundo de los ritos o referencias a elementos culturales en el puro orden discursivo, que va hasta frotar la frontera del exotismo. Esto significa, no entender lo que es el Ayllu, pues en este modelo económico está el buen vivir, y el rito no es más que la expresión de la bonanza económica.
El error de los economistas consiste en pensar que la generalización del análisis económico implica la pretensión de agotar la comprensión de los fenómenos humanos a partir de criterios económicos. Lo cual es absurdo. El conocimiento del material del cual está constituido un cuadro ritual y la historia de su pedido no agotan su significación estética, como tampoco la relación de las pirámides y templos con el excedente producido por la civilización neolítica no reduce su alcance escatológico.
Por eso es necesario cambiar de visión, hacer otra lectura de la realidad y pensar el largo plazo; todos sabemos que el peso de la economía boliviana en el mundo es casi insignificante, sólo vivimos del slogan de que somos dignos “sentados sobre un silla de oro”. Es hora de dejar esa mentalidad de pordiosero; para esto se debe forjar una mentalidad empresarial desde la educación primaria, meternos en la cabeza de que es hora de fundir esa silla de oro y convertirlo en riqueza. Es la mentalidad, el conformismo y el maniqueísmo que ata y perturba toda capacidad innovadora y creativa. Dejemos establecido que de nada sirve poseer recursos naturales no explotados, sólo es riqueza cuando se los explota para consumir y vender, es este el gran desafío de la metamorfosis del Ayllu.
Entonces si Bolivia no explota sus recursos (con inversiones extranjeras o nacionales) y no es capaz de proveer al país y al mundo seguirá siendo pobre materialmente y sumido espiritualmente en “usos y costumbres”. Es en esta lógica de la decadencia que se sitúa las medidas económicas tomadas por el gobierno actual. La nacionalización es un freno a la inversión privada. La falta de seguridad jurídica es la camisa de fuerza que no permite el desarrollo empresarial; la historia de la economía boliviana nos muestra, que la situación normal es el conflicto social, la corrupción  y la crisis política permanente.
Mientras esto ocurra el nivel de vida seguirá deteriorándose de año en año, los ingresos de los ciudadanos en lugar de aumentar (por falta de una producción y generación de riqueza) seguirá en descenso permanente. Entonces es necesario plantear para este siglo una economía en libertad, abierta, competitiva basada sobre parámetros y patrones de desarrollo económico que permitan a Bolivia posicionarse en el mundo en uno de los centros financieros más importantes.
Por su carácter geo-económico y ser centro del Cono Sur, Bolivia debía diseñar una estrategia de política global que permita convertirse en el espacio-puente para todo el continente. Para alcanzar objetivos de largo alcance es urgente diseñar una política de atracción de inversiones con cero de impuestos para las empresas, inversión del 75% de las utilidades en el país, inversiones en minas, en turismo, hotelería, producción orgánica, desarrollo del sistema financiero, medios de trasporte conectados al proceso productivo, nuevos aeropuertos, y centros de contacto para el mundo.
Romper con la mentalidad arcaica de economía domestica, en la economía del siglo XXI, el Estado debe trabajar para el ciudadano, para el pueblo y no el pueblo para el Estado; hasta ahora el pueblo ha trabajado para el Estado, este siempre le ha dejado en la calle y en la miseria. Entonces cambiemos de lógica. Debemos decidir entre penalizar el Capital o estimular la inversión en economía en libertad, liberado de impuestos capaz de permitir el despegue de manera rápida y en tiempo lo más corto posible. Todos piensan y están convencidos que todo Capital invertido en Bolivia debía pagar impuestos; nosotros pensamos que en la economía del siglo XXI las inversiones extranjeras y nacionales debían estar liberados de todo impuesto, sostenemos que para atraer grandes inversiones en diferentes campos Bolivia debía abrir su economía al mercado financiero y hacer de Bolivia una economía centro financiero y potencia en atraer inversiones. Es innegable que nuestro país cuenta con grandes recursos, hasta ahora inexplorados, pero también es desastroso que nuestra población continúe sin empleo y sin recursos para educarse y alimentarse, entonces ¿de qué nos sirve decir que somos ricos? Solo seremos realmente ricos cuando produzcamos riqueza y riqueza es empleo, salud, confort y vivir cada vez mejor. Entonces seamos no sólo ricos en potencia, pasemos al acto y seamos ricos, explotando nuestras riquezas.
Al contrario la visión económica permite situar mejor las otras perspectivas y de evitar las amalgamas dudosas que desconsideran la causa de lo sagrado que supone que deben servir. Siendo así, conviene precisar la especificidad de la perspectiva económica y el interés que puede tomar si ponemos en forma. El hombre sabe que va morir, y talvez es el único animal en saberlo, entonces el problema esencial de la condición humana es la escasez del tiempo en el Ayllu. El tiempo se escapa y de este no se puede hacer stock. Es esta escasez fundamental que determina todas las otras en la lógica económica del Ayllu. En la perspectiva del tiempo breve que conduce a la muerte, la hipótesis de “abundancia” capitalista (al menos sobre la tierra) deviene absurda para el ser efímero.
Pero esta penuria fundamental es a menudo ocultada por las pequeñas urgencias que distraen el hombre de la angustia existencial. Lo cierto es que no son más que los avatares de la escasez fundamental, así parezcan ser las menos inquietantes. Si el tiempo no corrompiese y no suscitase metamorfosis, la escasez no existiría y las necesidades inmutables estarían desde hace mucho tiempo totalmente satisfechas.
Aquí sobre la tierra, la escasez, toma formas concretas en la tensión permanente entre necesidades siempre renacientes, cambiantes y los bienes poliformes; pero rara vez ilimitadas. Esta tensión funda una cierta forma de valor, donde lo propio del método económico es de tratar de evaluar. Para nosotros el método económico es una evaluación de la escasez y del valor que ella implica.
Esta primera aproximación será afinada en otra ocasión, cuando tratemos la racionalidad económica y los medios prácticos de esta evaluación. Agreguemos en una visión evolutiva, la escasez combatida por los diversos agentes que la re-sienten  y  quieren liberarse al menos parcialmente.

La lucha contra la escasez puede ser aprehendida en varios niveles: un primer nivel elemental, con la ley del mínimo esfuerzo; consciente, con el análisis de los diversos mercados; un nivel superior, con la interpretación del intercambio como información.
Se puede también re-encontrar bajo este ángulo la jerarquía de los niveles que han sido aprehendidos por otras perspectivas: en particular, el psicoanálisis diferencia el “esto” del  “yo” y del “súper yo”. Lo que también podría estar relacionado con la trinidad platónica del Epitunia, el nous, y thumus (moral,  espíritu y pasiones).
A este nivel de análisis, la diferencia entre perspectiva económica tradicional y la que proponemos aquí, es que la primera se ocupa de los recursos, mientras que la segunda escruta las diferencias creadoras de excedente, que se trate de excedente engendrado en el beneficio o en la renta. Los primeros siendo generados por diferenciaciones en los flujos, los segundos engendrados por las diferencias en el stock.
La contabilidad que permite esta perspectiva es más englobante, así sea ella menos precisa. Esta se puede aplicar en efecto sobre aspectos de lo Real, dejados al exterior del dominio económico tradicional, que son sin embargo esenciales, tales como el cuidado del medio ambiente, la preocupación de la estética, el precio de la calidad de vida, la esperanza de vida.
La contabilidad que resulta de la visión de un dominio económico estrecho, privilegia actualmente lo monetarizado y el corto plazo. Se sacrifica implícitamente en los cálculos lo que no está aún monetarizado, como también la perspectiva a largo plazo; que probablemente son elementos más importantes para el esparcimiento del hombre y la sobre-vivencia de la especie.
Esto no quiere decir que los economistas no evoquen de manera encantadora esos valores “extra-económicos” como esenciales para la condición humana; se les abandona al poder devastador de las rentabilidades inmediatas y a las contingencias de las promesas electorales. Sabemos que en el mundo actual, no se cuenta a menudo que lo que está contado.
Llegados hasta aquí, conviene precisar cómo ésta perspectiva, sobre buen vivir del humano (a partir de esta escasez del tiempo), puede tomar forma en la reorganización de la economía sobre las estructuras. La perspectiva puede, basándose sobre la traducción económica de la racionalidad humana, permitir pensar y actuar integrando las dinámicas de estructuras. La respuesta se debe buscar en modelos reales sobre las cuales ha funcionado la economía del buen vivir, pero no la economía del escándalo desarrollista.

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