La  cuestión de lo propio en la sociedad tiene un valor importante en la medida en  que gracias a la propiedad, se conjura la violencia latente en la sociedad y  esta conjura es la determinación de las diferentes modalidades de apropiación y  de participación del individuo, en su relación de violencia con la comunidad y  el Estado. La propiedad como el momento de la conjura de la violencia, nos  ayudará también, a explicar las relaciones de vecindad y el modo directo de  participación a la función política, participar, tomado en el sentido de tomar  su parte en la vida política y económica.
  El  problema que se plantea, es de saber si el miembro de una comunidad participa o  no a lo propio de la comunidad y el Estado, o si el participa solamente a su  forma. Lo propio, también, es un elemento que determina en ciertos casos la  participación o no en la vida política. Esta puede ser resumida de la manera  siguiente: poseer una propiedad da derecho a participar más, poseer en privado  da derecho a participar en los negocios de la sociedad. En las sociedades  productos de la colonización, existen prácticas políticas simuladas donde el  dominado vive la ilusión de ser parte del estado o de participar de este.   
  Se  puede observar que la participación está determinada por el grado de la  propiedad y del saber. La propiedad, en toda sociedad sirve para visualizar o  focalizar aquel excluido de toda participación y como tal representa la  potencia, la violencia contra la sociedad. La propiedad en sus relaciones:  privado, común, público es una medida para clasificar los regímenes políticos y  el modo de producción en el dominio económico.
  La  propiedad nos permite caracterizar los regímenes políticos: teocracia,  aristocracia, tiranía, despotismo, democracia liberal, socialista etc. En todos  estos modelos, la propiedad caracteriza a los regímenes de calidad o de  cantidad. Los primeros considerados como regímenes de lo propio, como regímenes  de calidad y los segundos considerados como regímenes impropios, o de cantidad.
  La  adquisición en estos últimos se realiza en base al capital objeto, material:  bienes, dinero; la adquisición tiene como móvil, el facilitar la corrupción. La  comprensión de lo propio en la sociedad, como un orden conflictual, solo puede  ser comprendida si nos interesamos a los elementos fundacionales donde aparece  un paradigma o un mito. 
  Es  solamente en la estructura del Mito y del lenguaje de una sociedad que el  origen de la separación de lo propio y lo común puede ser revelado. A partir de  ahí tendremos que referimos constantemente a la articulación y a la adecuación  del paradigma y la historia o también del mito y la realidad social.
a) La Unidad de la sociedad
La  sociedad es una unidad, una totalidad compuesta de partes; la sociedad está  constituida de una multiplicidad de individuos que constituyen una especie de  propiedad de estructura del campo político.
  La  sociedad es una pluralidad, ella es una composición de relaciones de oposición,  hasta convertir problemático, su condición de todo y de la parte. En efecto en  la misma sociedad se devela la alteridad. Lo múltiple existe, la multiplicidad  de los individuos se expresa en ella, como un juego de la diferencia donde las  rivalidades de manera permanente estructuran nuevas instituciones para escapar  a la violencia de la propiedad.
  Es  a través de esta unidad conflictiva, que la sociedad juega por la diferencia,  en ésta puede incluso operarse una contestación que va hasta la confrontación. El  problema que se plantea, es el de las relaciones conflictuales al interior de  una sociedad; al lado de las relaciones de vecindad, de amistad pueden  desarrollarse las discordias, las rivalidades miméticas. Es en ese movimiento, que  la unidad tiende a estallar y vuelve al caos; momento en el que la violencia  devora hombres, sacrifica hombres y mujeres hasta reencontrar un mínimo de  institucionalidad. Entonces todo el problema de la sociedad es (siempre) como  reformular mecanismos de conjura de la violencia ().
  Lo  que se opera en este movimiento de diferencia al diferendo es el proceso de individualización.  Este proceso nos lleva a pensar lo privado y lo común donde el individuo se  encuentra en la cuerda. Es a través de la noción de lo particular, del  individuo privado que puede ser captada la noción de la oposición entre privado  y común.
  En  la realización de la unidad del ser social, se juegan voluntades de realización  de la felicidad privada y de la felicidad común, donde aparecen relaciones de  subordinación (como formas de armonización) que éstas sean ideológicas o  reales. Pero si el interés privado se ampara del interés común, incluso en  nombre de lo común (o lo contrario), toda la sociedad se ve arrastrada por el  conflicto.
  Para  que esto no se produzca, es necesario reglas o leyes para reglamentar los  conflictos que pueden surgir entre lo común y lo privado. Lo que nosotros  llamamos la conjura de la violencia es la dotación y auto-regulación  institucional. Es la identidad, el medio eficaz para protegerse de este abismo y  de la destrucción de la unidad social. Es la diferenciación por medio de la  rivalidad que debe ser la fuerza para hacer frente a la disolución de la  unidad.
  Para  lo cual es necesario un modelo, un paradigma aceptado por todos y que el  proceso social esté en una relación de adecuación. Ese modelo, esta referencia,  se produce en la sociedad para evitar brotes de violencia, conflictos,  des-estructuración, la perdida de reglas de juego opera vuelcos y el caos en la  unidad. La referencia es entonces el elemento que permite conjurar la  violencia; la contradicción o la discordia entre los grupos al interior de una  sociedad son superadas por las rivalidades productoras y reproductoras de  instituciones.
  El  problema es saber, cómo conservar una sociedad para asegurar su sobre-vivencia  y auto-reproducción; es decir comprender el problema de su salvación frente a  la violencia amenazante; el problema de la propiedad en términos concretos es  siempre la lucha por el deseo de tener más (relación cuantitativa) o mejor que  los otros (relación cualitativa). La interrogante a las ciencias sociales gira  en torno a la gestión de la violencia... ¿Cómo una sociedad se mantiene junta  (unida)? ¿Cómo esta administrado el conflicto entre lo común y lo privado?
  Sabemos  que la relación del sí y del entre sí, en sí y los otros, se manifiesta no sólo  en las relaciones interindividuales sino también en las relaciones entre grupos  de la sociedad. El problema que se plantea es el de la conservación, de cambio  y el peligro de la destrucción de una sociedad en ese proceso.
  En  una sociedad regida por el derecho, en el orden político, es a través de la  constitución, que el problema de la conservación y modificación se plantea y se  resuelve, esta constitución no es otra que la constitución o la conjura de la  violencia. En el orden económico los conflictos son superados por un régimen de  apropiación adecuado. El texto escrito imprime un modelo de comportamiento, al  cual se someten propietarios y no propietarios.
  Aquí  estamos en el dominio del paradigma y de lo teórico, pero en la práctica los  comportamientos se alejan del modelo y son del orden del sintagma; donde las  relaciones sociales y políticas cuestionan el modelo. ¿Pero, qué es un texto  político? Algo de teórico que es necesario pensar en relación con la práctica,  o con la acción política, y en ese caso la teoría no sería más que, la forma  que toma la práctica para realizar su propio fin.
  En  una sociedad, no regida por el derecho escrito, el paradigma puede estar  fundado sobre el Mito, un modelo de parentesco que refleje un determinado  régimen de apropiación donde las relaciones sociales son ritualizadas.
  La  sociedad, está compuesta de una multiplicidad de individuos y relaciones, todos  semejantes por naturaleza; esta diversidad sin embargo, realiza una unidad  determinada. Lo que aparece planteada en esta unidad es el problema de la  finalidad de toda sociedad, es decir la realización, su salvación y su sobre-vivencia.
b) El estatuto de lo propio de la sociedad
Es  a través de un elemento esencial y fundacional de una sociedad que se define  una finalidad: organizar la producción, la propiedad y todo el funcionamiento  del conjunto; lo que se mueve al interior mismo de lo social, de lo político es  lo económico como violencia de la apropiación.
  ¿Cómo  se organiza la "apropiación" de la naturaleza?, ¿cómo los individuos  y los grupos entran en relación para asegurar la sobre-vivencia o el buen vivir  en la sociedad?
  Es  aquí donde opera, de la mejor forma posible, la noción de propio, la simultaneidad  conflictiva de lo común y de lo privado. Lo propio está en el corazón de lo  social. La propiedad es el elemento que funda el sistema de poder. El modo, de  apropiación y de explotación, determina los regímenes políticos.
  Es  a través de la propiedad que se plantea el problema del amo y del esclavo en  general, que en los tiempos contemporáneos se llame obrero o burgueses. Es con  referencia a la relación que une propietarios y no propietarios que se define  el conflicto en toda sociedad. El problema es la salvación, la sobrevivencia de  la comunidad, solo una institución coherente es la respuesta.
Si  la sociedad está jerarquizada, dividida, es a través de la relación  mandante-mandado (relación económica) que se estructura la comunidad es aquí  donde la relación política reproduce la relación amo-esclavo, con formas  discursivas muy variadas.
  Lo  que no deja de resaltar en toda sociedad, en todo conjunto humano estructurado,  es el modo de apropiación de la riqueza y por tanto el estatuto de la propiedad  en el sentido estrictamente económico o jurídico-económico.
  Es  a través de los mismos cambios de propiedad, cambio radical (lo referente es el  cambio de "manos") en el que se operan los cambios políticos. Los  cambios políticos se efectúan por las constituciones y la constitución central  es siempre la propiedad. La propiedad y el poder están íntimamente ligados, la  propiedad nos remite brutal y prioritariamente al fenómeno de poder.
  Lo  propio de una sociedad, es la dialéctica del interés privado y común, es a  través de los conflictos que pueden expresarse para una búsqueda de la  igualdad, es en estos conflictos que se sella lo propio de la sociedad. Hay  algo que juega peligrosamente y este es lo privado, es la lógica de la  privación (esta nos hace referencia al en sí, exclusión de los otros) por  oposición a lo comunitario, el egoísmo con relación al todo.
  Cuando  una sociedad retorna al caos, podemos decir es la manifestación de la violencia  de la propiedad: conflicto, discordia, violencia igual la pérdida de sentido, confusión  entre común y privado. Objetivamente, la causa de la discordia es la existencia  de la desigualdad, subjetivamente el motivo de la discordia es la búsqueda de  la igualdad. Por eso el postulado de la búsqueda de la igualdad de  oportunidades en las sociedades contemporáneas solo queda a nivel teórico; pues  difícil lograr igualdad cuando son las desigualdades materiales las que  imprimen las relaciones de dominación.
  Es  mediante las relaciones entre los individuos, que la lógica de la propiedad  operará como justicia, la igualdad de oportunidades. Para que una sociedad se  reproduzca y viva es necesaria una igualdad recíproca o más bien si se quiere  la Justicia, la amistad en el sentido de igualdad y de reciprocidad, solo así  es posible conjurar la violencia y pensar sus determinaciones.
  Se  conjetura que en las relaciones de reciprocidad, se juega la consideración  mutua de cada uno, es decir la propiedad como reciprocidad, pero no por eso  elimina la violencia; ¿la igualdad y la similitud en el cambio de servicios, impondrá  la regla de derecho justo? Es posible que en esta relación de reciprocidad, se  defina de una manera ideal la amistad. La amistad, en este sentido, es una  "igualdad" no numérica.
  Es  a través de la amistad y la justicia comprendidas como reciprocidad e igualdad,  proporcionales, que la sociedad puede subsistir. La relación entre los  individuos está mediatizada por los bienes. Es a través de la lucha de rivales  que se establece la igualdad entre los individuos, es por la mediatización de  la institución que se establecen relaciones de reciprocidad o de intercambio, relaciones  que se conocen como económicas y de propiedad.
  Es  por el canal de la propiedad, que los modos de apropiación definen el problema  de las relaciones entre individuos en el seno de una sociedad y determina  también el problema de la alienación y dominación de la relación amo-esclavo en  general.
  Es  a través de la lógica de la propiedad que podemos comprender los modos de  producción, el reconocimiento del otro en tanto que identidad individual y  cultural; sin la propiedad nada en propio es posible comprender, por eso la violencia  simultánea entre común y privado determina las exclusiones étnicas, raciales y generacionales..
  En  el siglo XXI se puede observar que la mundialización de la lógica capital, si  bien se consolida como triunfo del capital, no encuentra una solución  definitiva al problema de propiedad, por eso encuentra en el proceso su propia  barrera, una crisis permanente que es la manifestación de la violencia de la  propiedad.
  Así  lo propio, en su lógica privada nos muestra la imposibilidad de separar  democracia y corrupción, al mismo tiempo la decadencia de instituciones y la  inversión de valores sociales. Esta crisis se debe a que los espacios sociales  no son fáciles de homogeneizar, por eso la mundialización encuentra respuestas  contestatarias de muchas comunidades étnicas en el mundo entero.
  El  retorno al ayllu a partir de la lógica de la propiedad nos permite mirar el  mundo no solo como un proceso económico (pues este camufla problemas) si no, un  recorrido, tejido exclusiones, donde el otro siempre es considerado como  negativo; es a partir de una civilización que se juzga al otro como: indígenas,  taliban, mujer género, gay... como "especies" discapacitadas que  deben ser salvadas por la democracia, que por definición postula igualdad de  oportunidades.
  La  violencia física y la simbólica que se ejerce contra civilizaciones no  occidentales hace que las frustraciones políticas, ideológicas, de identidades  y culturales sean cada vez más fuertes y no así como muchos miran como simples  hechos económicos.
  Es  más fácil arreglar los problemas económicos que quedan en la esfera de los  intereses de lo propio como privado, pero es difícil cuando se trata de los  problemas culturales y políticos donde están los sentidos de civilización y las  pasiones humanas.
  A  pesar de la globalización las viejas dicotomías etnocentristas reaparecen bajo  la figura de la relación norte-sud donde el sud necesita solucionar problemas  de crisis, de pobreza medio ambiente... etc. Pero esta "nueva"  dicotomía no puede ser reducida solo al tratamiento de los problemas  económicos, por tanto el problema norte-sud queda como antes no resuelto.
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