PRESENCIA DE LA ÉTICA MARTIANA EN LA POLÍTICA CUBANA

Raúl Quintana Suárez

"No hay cetro mejor que un buen periódico"


La prensa escrita se convirtió en un instrumento de divulgación del ideario progresista cubano durante más de dos centurias, así como el ejercicio del periodismo la profesión que complementaba la fructífera actividad de destacadas personalidades, que de una u otra forma aportaron a la formación y enriquecimiento de nuestra identidad cultural y nacional. José Agustín Caballero, Félix Varela, José de la Luz y Caballero, José Martí, Juan Gualberto Gómez, Carlos Baliño, Julio A. Mella y muchos otros, incluyendo al propio Fidel Castro, utilizaron la prensa escrita para transmitir su pensamiento.  Ya en el decursar del siglo XX e inicios del XX se suman a esta otros medios de difusión masiva, desde la radio, la televisión y por supuesto, la informática.
El propio José Martí, quien ejerció el periodismo  con singular prodigalidad, como una importante actividad en su multifacético quehacer  revolucionario, nos legó las siguientes valoraciones acerca del papel de la prensa, dada su finalidad...“…de decir lo que a todos conviene y no dejar nada que a alguien pueda convenir. Que todos encuentren en el diario lo que pueden necesitar saber. Y decirlo con un lenguaje especial para cada especie, escribiendo en todos los géneros, menos en el fastidioso de Babeauf, desdeñando lo inútil y atendiendo siempre lo útil elegantemente……El periódico ha de estar siempre como los correos antiguos, la fusta en la mano y la espuela en el tacón…….Debe desobedecer los apetitos del bien personal, atender imparcialmente al bien público. Debe ser coqueta para seducir, catedrático para explicar, filósofo para mejorar, pilluelo para penetrar, guerrero para combatir. Debe ser útil, sano, elegante, oportuno, valiente. En cada artículo debe verse la mano enguantada que lo escribe y los labios sin mancha que lo dictan. No hay cetro mejor que un buen periódico” (97).
José Martí, figura cimera, resumen y síntesis del pensamiento progresista cubano en el siglo XIX, y que trasciende a la actualidad por la vigencia de un ideario  fundacional  de la Ideología de la Revolución Cubana, se destacó en su fecunda trayectoria revolucionaria, por su intensa y sistemática labor periodística y su definida concepción del papel a desempeñar por la prensa escrita como medio de divulgación ideológica.
En fecha tan temprana como el 19 de enero de 1869, publica en colaboración con su amigo Fermín Valdés Domínguez, un diario estudiantil titulado “El Diablo Cojuelo”, en el que, con lenguaje mordaz, se burla de las autoridades españolas. Aunque sin firma, todas las evidencias apuntan que  Martí, su redactor principal. Contaba entonces tan sólo 16 años. Habían transcurrido apenas unos días, cuando aparece el 23 del  propio mes y año, “La Patria Libre”, bajo la autoría del maestro y destacado intelectual patriota, Rafael María de Mendive, con la entusiasta colaboración de  su alumno más cercano. En el aparece por vez primera en letra impresa el poema “Abdala”. La publicación, que se proclama democrática y cosmopolita, sólo logra la publicación de un número, al igual que el “Diablo Cojuelo”.
Durante su exilio en España, Martí colabora en periódicos liberales como “La Soberanía Nacional”, en el que aparecen fragmentos de su obra “El Presidio Político en Cuba”, así como en los periódicos “La Discusión”, “La Cuestión Cubana”  y otros. A partir de 1875, en que se inicia su estancia en México, se convierte en asiduo colaborador de la “Revista Universal”, bajo la dirección de José Vicente Villada, hasta ocupar la plaza de redactor en plantilla, hasta el cese de la  publicación el 19 de noviembre de 1876. Esta etapa es sumamente prolífica en la actividad periodística de Martí, que redacta numerosos artículos y crónicas, el primero de los cuales dedicado a la festividad patria mexicana del 5 de mayo, aparece publicado en la edición del 7 de mayo de 1875 y el último titulado “La Academia de San Carlos” aparecido en el número del 24 de octubre de 1876.
En su escrito “La polémica económica” (23 de septiembre de 1875), muestra con sólo 22 años, su lucidez intelectual, cuando afirma como…“…la prensa está haciendo algo digno de ella: el país pregunta a sus hombres inteligentes, por qué se muere de hambre sobre su tierra riquísima, por qué la industria extranjera vive en México mejor que la industria mexicana…”…para agregar que…“…la imitación servil extravía, en economía como en la literatura y en política. ¿Un principio debe ser bueno en México porque se aplicó con buen éxito en Francia? ¿Es la situación financiera de México igual a la francesa? ¿Se producen las mismas cosas? ¿Están los dos países en iguales condiciones industriales?...”…para arribar a la sabia conclusión de que…“…a conflictos propios, soluciones propias” (98).
En esa propia  revista aparecen publicados por vez primera sus juicios sobre José de la Luz y Caballero, en dos párrafos de hermosa prosa, inserto en un artículo más extenso sobre otros tópicos afines. En el  mismo expresa como…“….murió hace algunos años en La Habana, un hombre augusto. Él había dado a su Patria toda la paciencia de su mansedumbre, todo el vigor de su raciocinio, toda la resignación de su esperanza. También iba allí un pueblo a consagrar un cadáver. Los niños se agruparon a las puertas de aquel colegio inolvidable; (se refiere a “El Salvador” N. del A.) los hombres lloraron sobre el cadáver del maestro, la generación que ha nacido siente en su frente el beso paternal del sabio José de la Luz y Caballero” (99).
Son notables, aunque menos numerosos, sus escritos en el periódico “El Federalista”, iniciados el 7 de diciembre de 1876, con  su artículo “Alea Jacta Est”, en el cual critica el derrocamiento por el caudillo Porfirio Díaz, del  Presidente Lerdo de Tejada (1823-1889), estrecho colaborador de Benito Juárez (1806-1872) y su sucesor en la presidencia de la  República en el período de 1872 a 1876,  donde expresa...“…¿ con qué el fin es verdad?¿ con qué se vuelven a matar los mexicanos?¿con qué se ha violado una tradición, derrocado un gobierno, ensangrentando un año a la patria, para volver de nuevo a ensangrentarla, para desacreditarnos más, para ahogar en germen el adelanto que alcanzábamos y el respeto que se nos iba teniendo, para hacernos más imposibles a nosotros mismos todavía?” (100).
Regresa Martí a  Cuba en 1878, pleno de nostalgias, tiempo en el que pronuncia discursos en diversos liceos y sociedades patrióticas, en una época poco propicia para ser escuchado y mucho menos comprendido, tras la firma del Pacto del Zanjón, lo que le cuesta nuevamente ser deportado, en septiembre de 1879.
Radicado a partir de 1880 en New  York, Estados Unidos, inicia su colaboración, como crítico de arte, en la revista “Tour”. En 1881, durante su breve estancia en Venezuela, promueve la edición de la “Revista Venezolana”, de la que sólo llega a publicarse un número, el primero de julio del propio año. Algo similar a lo sucedido en México, con el autocrático caudillo Porfirio Díaz, le acontece en la tierra de Bolívar, con el dictador Guzmán Blanco. Al tornársele la situación insostenible, publica con fecha 20 de julio de 1881 su carta de despedida en el diario venezolano “La Opinión Nacional”, donde   reitera su concepción latinoamericanista, que lo acompañará toda su vida. Pocos días antes, expresando su hondo amor por el país hermano, publicó en la Revista Venezolana su artículo  “Venezuela heroica” (101).
Ya de regreso a New York, mantiene su colaboración con ese diario, donde aborda en crónicas y artículos, tópicos de asombrosa diversidad,  con notable agudeza de análisis  e ideas progresistas e incluso anticipadoras de su propia época. Estas colaboraciones se inician en septiembre  de 1881 y cesan en mayo de 1882, por  discrepancias surgidas con sus editores.
El 15 de julio de 1882 comienza su colaboración en el diario “La Nación” de Buenos Aires, con más de 200 crónicas y artículos, actividad que se mantuvo de forma ininterrumpida hasta 1892, en que su labor organizativa de la Guerra Necesaria, le reclamaba todo su tiempo y energía. En uno de esos escritos Martí reitera su valoración del papel a desempeñar por la prensa…“….que no puede ser en estos tiempos de creación, mero vehículo de noticias, ni mera sierva de intereses, ni mero desahogo de la exuberante y lujosa imaginación…” (102). El Apóstol colabora además, a partir de marzo de 1883, con la revista “La América”, bajo la dirección de Raúl Castro Palomino, de la que llega a integrar su cuerpo de redactores.  Aún  le alcanza el tiempo para colaboraciones esporádicas en los periódicos “La República” de Honduras; “El Partido Liberal” de México;  “El Economista Americano”, editado este último en Estados Unidos bajo la dirección de Néstor Ponce de León;  “La Estrella de Panamá” y en los diarios neoyorkinos “El Avisador Cubano” y “La Juventud”.
En 1889, a pesar del tiempo que le toma su intensa actividad revolucionaria, publica las conocidas tres ediciones de una revista dedicada a los niños: “La Edad de Oro”. Redactada en lenguaje asequible pero culto, de compleja simplicidad, en prosa incomparable, esta nos queda como legado de ética y patriotismo.
El 14 de marzo de 1892 aparece el primer número del periódico “Patria”, que precede en menos de un mes a la fundación del Partido Revolucionario Cubano, el 10 de abril. En el mismo sale su escrito titulado “Clubs nuevos”, referido a la creación de estas valiosas organizaciones revolucionarias en Filadelfia y Atlanta dado que…“…suele el patriotismo necesitar de espuela, sobre todo cuando ha visto una vez y otra la ineficacia de su abnegación, porque la abnegación es ineficaz y el genio mismo, cuando no se les conduce en acuerdo previsor, con las desdichas a cuyo alivio se consagran” (103).
Patria se dedicó a divulgar, por la pluma de Martí, del trabajo meritorio de los periódicos revolucionarios en el exilio o en la propia Isla, no obstante sus frecuentes conflictos y discrepancias dado que…“…. Patria  se ve en muchas penas. Le sobra alma y le falta espacio. Le sobra asunto y todo en el es urgente” (104).  En su edición del 16 de abril de 1892, Martí valora positivamente la labor del diario “La Igualdad”, fundado por Juan Gualberto Gómez en tierra cubana, en condiciones excepcionalmente difíciles y continuador de “La Fraternidad”,  iniciativa asimismo  del amigo cercano, periodista y patriota. El 28 de mayo del propio año el Apóstol escribe elogiosamente sobre la Revista de la Florida”, reiterando su  criterio sobre la labor de la prensa cuando afirma que…“…un palacio está ahí, donde nadie lo ve. Un periódico sin generosidad es un azote. Un periódico generoso es una columna” (105).
El 11 de junio de 1893 aparece en "Patria" su artículo “Nuestros periódicos” en el que aborda la labor ideológica y de cohesión revolucionaria realizada por publicaciones como “La Gaceta del Pueblo”, revista fundada por el puertorriqueño Antonio Vélez Alvarado que…“…con el mejor de su estilo y con el calor de su sano corazón, cuenta a los lectores de América los propósitos continentales” (106). En el propio escrito valora positivamente la labor de divulgación desplegada por el diario “Yara”.
El 28 de enero de 1893, día de su onomástico personal, publica en “Patria” sus criterios sobre el periódico “El Radical”, editado por el periodista cubano Pablo Rousseau que…“…hoy ya enriquece la prensa revolucionaria, con un periódico elegante y vivo, donde el reposo campea junto a la energía y tienen las ideas patrias defensor de altos vuelos” (107). El 17 de noviembre de 1894 dedica “Patria” un espacio para enjuiciar la labor del  diario “La Verdad” de Rafael Guerra. En la misma afirma como…“…Patria saluda con orgullo de cubano al periódico nuevo, seguro de que  en el la majestad de la razón, aún cuando haya de tundir y esclarecer, no honrará con la disputa innecesaria el crimen y desvergüenza que salen siempre al camino de las obras virtuosas” (108).
En su edición del 30 de abril de 1892, el Apóstol escribe en “Patria” su artículo “El alma cubana”, donde expresa como…“…otros propagarán vicios o los disimularán, a nosotros nos gusta propagar las virtudes, por lo que se oye y se ve entra en el corazón la confianza o la desconfianza. Quien lee los diarios dominantes de La Habana, creerá que todo en la ciudad es pobre de alma y reparto de robos y ambición de café y literatura celestina; pero es preciso leer con los ojos sagaces, el diario que no se  publica, el de la virtud que espera, el de la virtud oscura. Las almas como las tierras de invierno necesitan de la nieve que las cubra, con muerte aparente, para brotar después, a las voces del sol, más enérgicas y primaverales” (109).
No podemos obviar que los más valiosos escritos martianos, que mantienen su plena vigencia, aparte de su invalorable epistolario, nos llegan a través de su publicación de la prensa escrita de la época. Mencionemos tan sólo la antológica “Nuestra América”, publicada por vez primera en el diario mexicano “El Partido Liberal”, el 30 de enero de 1891; “Respeto a nuestra América” en la revista “La América” de New York, en agosto de 1883; su crónica sobre “La Conferencia Americana”,  enviadas al diario  argentino “La Nación”, el 24 de enero de 1890; “La Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América”, publicada en la “Revista Ilustrada” de New York en mayo de 1891 y otras tantas que harían la lista interminable.
Su elevado espíritu ético-patriótico le conmina a expresar en su escrito publicado  el 25 de marzo de 1889 por el diario norteamericano “The Evening Post” titulado “Vindicación de Cuba”,  como…“…nada piden los cubanos del mundo sino el conocimiento y respeto de sus sacrificios….Amamos a la patria de Lincoln, tanto como tememos a la patria de Cutting” (110).
Su caída en combate en Dos Ríos, el 19 de mayo de 1895, es celebrada con júbilo por el “Diario de la Marina”, en su edición del 17 de junio del mismo año.  Su muerte  y sólo un año después la caída en combate de Antonio Maceo, constituyeron sin lugar a dudas una pérdida irreparable para el ideario independentista cubano, que facilitó la primera ocupación norteamericana y la falta de unidad entre los patriotas, que matizó el devenir de la república neocolonial, plagada de incoherencias, traiciones, vacilaciones e inconsecuencias. Tan bien reflejadas en la prensa de la época.
Casi seis décadas después, el 10 de marzo de 1952 resurge, en su fatal protagonismo en el escenario político cubano, la figura de Fulgencio Batista. Éste, aprovechándose astutamente del estado de crisis política, social, institucional y moral, en que los desgobiernos  auténticos habían sumido al país y percatado de la imposibilidad de resultar vencedor en las cercanas elecciones generales, convocadas para junio de 1952, dada su impopularidad y la falta de base popular, de los partidos políticos que sustentan su candidatura, llega de nuevo al poder mediante un golpe de estado, en la madrugada del 10 de marzo del mismo año.
Desde los primeros momentos se aprecian tres tendencias entre los dirigentes de los partidos políticos en la oposición. Los que se suman al batistato en franca posición oportunista; los que se acogen a la ineficaz posición de la “resistencia cívica”, y los que adoptan la firme decisión de una lucha vertical, por todos los medios posibles, incluso el uso de las armas, de miembros procedentes del sector de ideas políticas más avanzadas, particularmente de  la Juventud Ortodoxa  y  la Federación Estudiantil Universitaria.
Entre estos últimos se va a destacar el joven abogado, Dr. Fidel Castro Ruz, ex dirigente estudiantil, ya con una trayectoria de lucha revolucionaria, pese a sus escasos 26 años, establecido recién graduado en el Bufete Aspiazo, Castro y Resende, en Tejadillo No 57, en la capital. Desde su ingreso en la Universidad de La Habana, en septiembre de 1945, a la edad de 19 años, se involucra rápidamente en las luchas estudiantiles, asume responsabilidades en la FEU y se enfrenta, aún a costa de su vida, al “bonchismo” universitario, como se denominaba entonces al gansterismo, insertado en el alto centro de estudios. Incluso poco antes del golpe de estado, Fidel Castro había publicado en el diario Alerta, varios artículos denunciando actos de corrupción del Presiente Carlos Prío Socarrás (1948-1952) y de la camarilla gobernante (111).
Ya desde el primer momento del golpe militar, el 10 de marzo de 1952, Fidel Castro utilizó la prensa clandestina, único medio posible en aquel momento, dada la férrea censura de prensa, para condenar valientemente el hecho, como su artículo "Revolución no, ¡zarpazo!" escrito el 12 de marzo del propio año y tres ediciones, en hojas mimeografiadas (cómo única posibilidad entonces"), del diario "El acusador", en junio, julio y agosto de 1952, hasta su clausura por la policía (112).
En el primer escrito el joven abogado denuncia:
“!Revolución no, zarpazo! Patriotas no, liberticidas, usurpadores, retrógrados, aventureros sedientos de oro y poder. No fue un cuartelazo contra el Presidente Prío, abúlico, indolente; fue un cuartelazo vísperas de elecciones cuyo resultado se conocía de antemano. No había orden, pero era al pueblo a quien le correspondía elegir democráticamente, civilizadamente y escoger a sus gobernantes por voluntad y no por la fuerza” (113).
Tras la amnistía de mayo de 1955, que permite la liberación de los asaltantes del Moncada que cumplen prisión en la Isla de Pinos, Fidel Castro despliega una intensa actividad revolucionaria, donde sus artículos en la prensa escrita desempeñan un papel esencial.
En la edición de  Bohemia, del 22 de mayo de 1955, aparece un escrito del coronel Chaviano, plagado de mentiras sobre los hechos del Moncada. En respuesta al mismo, Fidel Castro publica en la propia  revista, con fecha 29 de mayo, su artículo “! Mientes Chaviano!, donde expresa como…“…no importa que nuestras manos estén sin armas. Hoy somos columnas morales de la patria, y como columnas, nos desplomaremos antes que doblegarnos. En Cuba estamos a pesar de todos los riesgos, y nuestros  pechos limpios se yerguen sin temor a la bala homicida del mercenario” (114).
Son antológicos sus artículos-denuncia publicados en el diario "La Calle", bajo la dirección del periodista revolucionario Luís Orlando Rodríguez,  en los meses de mayo, junio y julio de 1955. El 30 de mayo aparece publicado en dicho  diario el primero de estos bajo el título “Chaviano el provocador” (Este alto oficial batistiano, jefe del Cuartel Moncada el 26 de Julio de 1953 fue el principal ejecutor del asesinato de los asaltantes prisioneros y heridos, ordenado por el dictador Batista, tal como Fidel Castro denuncia detalladamente en su alegato de autodefensa "La Historia me Absolverá". N. del A.).
En el mismo, éste valora como…“…a pesar de las críticas de Batista conminando a sus partidarios a que cesen en las provocaciones, el señor Santiago Rey (entonces Ministro de Gobernación N. del A.)  publica sus declaraciones cargadas de amenazas, en las que califica de injurioso, calumniador y delictivo, mi artículo de Bohemia (se refiere a “Mientes Chaviano”, ya citado. N. del A.)…..Mi actitud al salir de prisión la conoce todo el pueblo. Mis pronunciamientos serenos, responsables y ecuánimes están en todos los periódicos… ¿Qué quieren, llevarme de nuevo a las prisiones por haber respondido con decoro,  a quien en carta publicada en Bohemia en la semana anterior, nos califica de criminales cargados de odio? ¿Por qué no protestaron entonces los del régimen contra tan innoble provocación a los que acaban de salir de las prisiones, mientras hablaban de paz y concordia? ¿Puede negarse acaso que Chaviano fue el único provocador? (115).
El periódico “La Calle” sirve nuevamente de tribuna a Fidel Castro, para sus valientes críticas al régimen. El 7 de junio publica su escrito “Manos asesinas”, en respuesta al discurso de Batista en días anteriores, donde valora como…“…no debe hablarse de manos, manos que pueden ser asesinas, cuando se habla de razones; si el gobierno carece de razón es lógico entonces que hable de manos, manos asesinas…pero no debe dejar de destacarse además la inmensa cobardía que encierra hablar de manos en este caso, porque las manos del gobierno están armadas y las nuestras vacías…." (116).
Días antes, el 5 de junio de 1955 es golpeado salvajemente por la policía  el  líder ortodoxo, muy popular en el entonces municipio de Marianao, por su  labor honesta como concejal, de Juan Manuel Márquez. El mismo es visitado por Fidel Castro en el hospital donde tuvo que ser ingresado. El hecho es denunciado con un gran titular por La Calle: <<Golpeado por la fuerza pública Juan Manuel Márquez>>. Ese mismo día 7 de junio el propio periódico “La Calle” ofrece espacio a la denuncia formulada por Fidel Castro, contra la brutal agresión infligida a Juan Manuel Márquez y que titula; “¡Estúpidos!”.  En la misma critica como…“…golpear indefensos ciudadanos, eso es lo que ha estado haciendo a lo largo de la isla a través de tres años. Cientos, miles de cubanos han tenido que sufrir esta bárbara afrenta, ¡Cuanta cobardía hay en golpear en pandilla a un hombre indefenso...! ¡Que monstruosos sentimientos se albergan en la mente de esos bárbaros que de tal modo pisotean la dignidad humana! ¡Estúpidos!... ¿No comprenden que cada hombre vejado es un revolucionario que se yergue dispuesto a morir contra la tiranía que lo golpea y humilla? (117).
Con motivo de serle prohibido a Fidel Castro  hablar, el  5 de junio,  en el programa “La hora ortodoxa”, por la emisora Unión Radio, por disposición del Ministro de Comunicaciones, Ramón Vasconcelos, este escribe en “La Calle”, en su edición del 8 de junio de 1955,  su artículo “Lo que  iba a decir y me prohibieron”. En el mismo éste exhorta al pueblo a aportar donaciones para lograr la permanencia de este diario como trinchera de combate contra la dictadura, al contrario de los más “prestigiosos” órganos de prensa, sumisos en muchos casos a las presiones y las dádivas de la tiranía.
En su  escrito plantea como…"…el periódico La Calle no puede fracasar, no debe fracasar por falta de recursos. ¡Sería una vergüenza! ¡Que lo cierre la dictadura, sí; pero que no perezca por falta de ayuda! El pueblo está en el deber de ayudarlo y el pueblo lo ayudará…Si el régimen gasta semanalmente decenas de miles de pesos en pagar media docena de libelos que insultan y calumnian a los adversarios y proclaman la dictadura por veinte años, libelos que se pagan con dineros que le roban al pueblo en impuestos, ¿cómo el pueblo espontáneamente no va a ayudar a su periódico de combate y denuncia?” (118).
El asesinato de Jorge Agostini, vinculado al depuesto gobierno auténtico de Carlos Prío Socarrás, como jefe de la Policía Secreta de Palacio, por fuerzas represivas de la dictadura batistiana, determinaron el escrito de Fidel Castro en “La Calle”, con fecha del 11 de junio de 1955 y titulado: “Frente al terror y el crimen”.
“Por encima de todas las militancias y tácticas…”…valora éste… “…nos duele a todos los cubanos la muerte de Jorge Agostini. No tiene justificación, ni la tendrá jamás. Son estos los primeros frutos del discurso del señor Batista en el Boulevard Batista, cuando dijo que sus hombres tenían manos…… ¿Quedará sin castigo la salvajada? ¿Tiene acaso un grupo de hombres el derecho el derecho de arranarle la vida a sus semejantes, con más impunidad de la que tuvieron nunca los peores gánsteres...?” (119).
En esos mismos días, exactamente el 12 de junio de 1955, en una modesta vivienda ubicada en Factoría # 62 entre Apodaca y Corrales, en la ciudad de La Habana, ocurre un hecho histórico: se crean las bases organizativas del Movimiento 26 de Julio. Participan, además de Fidel Castro, Melba y Haydée, Ñico López, Pedro Miret, José Suárez Blanco, Pedro Celestino Aguilera, Armando Hart y Faustino Pérez.
A su vez, “La Calle” se hace eco nuevamente de las denuncias de Fidel Castro, a través de sus artículos periodísticos, cuando publica el 15 de junio su escrito titulado: “Lo que iba a decir y me prohibieron por segunda vez”, en el cual éste denuncia el acoso a que está siendo sometido por el régimen, para impedirle usar los medios de información masiva, como medio de divulgación de sus valientes críticas. En esta ocasión añade en su  escrito, valoraciones de apoyo a luchas obreras que se desarrollan en la época y reitera sus ataques contra los desafueros de la tiranía:
“Es realmente triste para los que salimos recientemente de las prisiones deseosos de contribuir a las soluciones cívicas que la patria demanda, ver que nos encontramos en una ausencia total de garantías, la vida de cada combatiente pende de un hilo, que ese hilo puede ser el capricho morboso de un asesino a sueldo, y que la amnistía y el regreso de los exiliados se está convirtiendo en una trampa para asesinar en la calle a los adversarios políticos” (120).
El 24 de junio de 1955, debido al acoso policial a que está sometido, Raúl Castro marcha al exilio. Esto motiva  que Fidel Castro redacte su artículo “ Aquí ya no se puede vivir!” el 16 de junio del mismo año, que debía salir en  “La Calle”, en su edición del día siguiente, impedido por la irrupción brutal de la policía en los locales ocupados por el diario en la capital, la destrucción de los mismos, la clausura definitiva del periódico y el secuestro de los ejemplares listos para su distribución. Este escrito considerado por muchos como perdido, logró rescatarse por una feliz casualidad, tal como relata el periodista Ernesto Vera en su trabajo publicado 52 años más tarde, en el periódico Granma.
En ese escrito Fidel Castro plantea como…“…si las cosas siguen en Cuba como van no nos quedará más remedio que disponernos a morir o buscar un lugar del mundo a donde emigren todos los cubanos, porque aquí no se puede ya vivir…..Esto no es exagerado. Yo no sé si los nazis hicieron en Francia, enemiga tradicional de su país, alguna de las cosas que se contemplan en nuestra infeliz tierra……Hay canalladas a las uno no se acostumbra jamás, por mucho que las haya sufrido iguales o parecidas. Yo las he venido sufriendo desde el 10 de marzo de 1952….De todos modos les advierto que este negocito de la dictadura a este paso, se arruinará más pronto de lo que se imaginan, porque lo están manejando muy mal; porque ya en Cuba no se puede vivir y va llegando la hora de emigrar o morir”(121).
El 7 de julio de 1955 éste   marcha al exilio en México iniciando una nueva etapa en su vida revolucionaria.
Para evitar rebasar los objetivos de este trabajo tan solo hemos hecho referencia a los escritos del dirigente cubano en la prensa escrita, quizás menos conocidos, particularmente por los lectores extranjeros, o cubanos más jóvenes, No obstante podemos señalar que durante el propio exilio; la lucha en la Sierra Maestra;  al frente del gobierno y el Partido tras el triunfo revolucionario, hasta su Proclama al Pueblo de Cuba, el 31 de julio del 2006; y por último, su plena reincorporación al periodismo militante, mediante sus conocidas Reflexiones, nunca  Fidel Castro abandonó su concepción de que la prensa en general y la prensa escrita en particular, constituye uno de los medios más valiosos de divulgación de las ideas revolucionarias. (122)
Martí y Fidel, abanderados en la batalla de las ideas, en sus épocas respectivas nos muestran en la práctica del periodismo, un rasgo más del legado histórico, del pensamiento progresista cubano, a lo largo de más de dos centurias, no siempre valorado como tal por investigadores e historiadores, en un sentido más integral y consecuente.

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