CAMPAÑA DE RELACIONES PÚBLICAS EN FUNCIÓN DEL INCREMENTO DE LA PARTICIPACIÓN POPULAR EN LA JORNADA DE LA CULTURA 2011 DEL MUNICIPIO COLOMBIA

Antonio Inocente González Nápoles
Elidiosnel Rosabal Gómez
Dania Iris Martínez Ramírez
Rosa Doris Curtis Pérez

Epígrafe 1.2: La cultura como sinónimo de transformación del pueblo.


Todo hombre es portador de una actitud transformadora y hace cultura. Por lo cual esta apoya el desarrollo de la vida en apego a las leyes de la naturaleza y la sociedad. El conocimiento contribuye a mejorar la vida del hombre, al perfeccionamiento de su nivel cultural.


En el análisis del concepto de cultura, vinculada con elementos tales como valores, costumbres, estilos de vida, normas, pautas, formas e implementos materiales, organización social, se ha analizado mucho el término en diferentes épocas y por innumerables críticos. Su estudio ha sido continuo en el desarrollo de la humanidad a partir del pensamiento filosófico, por tanto, cada momento histórico ha tenido su cultura, como cada región, país o localidad ha tenido la suya. Desde siempre se han querido ofrecer criterios acerca de la relación del hombre con la naturaleza, la sociedad, el conocimiento, la acción colectiva y la cultura interviene en la conciencia, en la conducta, en la ética, en la vida en general desde sus disímiles esferas.
La cultura es una cualidad del sistema social, que se forma y desarrolla en sus elementos constitutivos, a partir del conjunto de características distintivas de ella, sea de orden espiritual, material o afectivo. Estas ejercen importantes y decisivas influencias en los ritmos de desarrollo de la sociedad y resulta de la sistematización de hábitos, habilidades, costumbres y conocimientos, que tienen su expresión en las actuaciones de hombres y mujeres en todas las esferas de la vida, en su conducta regular, coherente, repetible, estable y recurrente y como autoconciencia de una comunidad históricamente condicionada.


Estos elementos integrarían la diversidad de las personas en sus interacciones dentro de los grupos, al enfrentarse a los entornos específicos que determinan su sistema de normas, valores, creencias, expectativas y actitudes. Abel Prieto, (1996:26), al referirse al concepto de cultura expresa  que “...es la suma de los conocimientos transmitidos de una generación a otra, la memoria colectiva, la herencia social que hacen posible la integración de los miembros de la comunidad, impregnándoles sus normas de comportamientos, valores, sabidurías y habilidades; la síntesis de los valores materiales y espirituales de una sociedad determinada, la personalidad de cada pueblo es en sí, su cultura”.


Por lo que la autora concuerda con él y lo expresado con Pogolotti (2000:13) al referirse a que… “es la huella dejada por el hombre sobre la Tierra, es el resultado del esfuerzo del hombre por dominar el mundo de la naturaleza y por establecer las más adecuadas relaciones sociales. La cultura existe dentro de la sociedad: de algún modo, cohesiona a la comunidad y a los distintos sectores....". Desde su surgimiento el hombre como ser social fue creando sus propias costumbres, su manera de ver la realidad en correspondencia con los momentos históricos por los que ha ido atravesando, ha dejado una marca propia como ser superior, y no es más que toda su huella.


Pogolotti (1985: s/p) señala que “es por ello que la identidad cultural es una dimensión del hombre, indispensable para su auto reconocimiento, pero que está constituida por una serie de conjuntos de valores”. Esta misma autora (2000:13) aclara que “no quiere decir que todos sean idénticos, si no los distinguen particularidades por muchas razones como el origen, la historia personal, el sector, el tipo de trabajo. En fin, es la identidad del hombre que se reconoce a sí mismo, en su comunidad más inmediata y más amplia”.


El Comandante en Jefe Fidel Castro (2000: 11-15), ha subrayado en numerosas ocasiones, la trascendencia que tiene para la vida del país, para su supervivencia, la elevación del nivel cultural general de la población, al señalar que  “Sin cultura no hay libertad posible, porque la cultura es obra de pensamiento, instrumento liberador que nos permite defender nuestra identidad y potencia nuestra independencia y nuestra soberanía en un mundo globalizado, sometido pasivamente a los mecanismos de mercado y al fetiche de la tecnología”.


Según Luís Lorente (   ) “al aceptar el término de cultura como sinónimo de cultivo comienza a evidenciarse en escala mayor de claridades, la posibilidad de que dicho término implique una relación más allá de la agudeza de los entendimientos, la inteligencia y el campo espiritual del individuo”.


La UNESCO, (Organización para la Educación, la Ciencia y la Cultura de las Naciones Unidas), organismo integrado en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), creado en 1946, para promover la paz mundial a través de la cultura, la comunicación, la educación, las ciencias naturales y las ciencias sociales, ha propiciado importantes aportes en el plano teórico sobre un grupo de categorías, conceptos, nociones y términos que se utilizan como instrumental en el contexto cultural, tales como el propio concepto de cultura, identidad cultural, desarrollo cultural, desarrollo comunitario, comunidad, dimensión cultural del desarrollo, entre otros muchos.


Pero fue precisamente en Panamá, en 1976, en la Reunión de Expertos para aconsejar al Director General de la UNESCO sobre los puntos del Orden del Día de la Conferencia Intergubernamental sobre políticas culturales de América Latina y el Caribe, donde se puntualiza con efectividad el papel de la cultura y declara que “La cultura no debe seguir siendo tratada como superestructura, desligada de las condiciones materiales y de las estructuras sociales de cada país y de la región en su conjunto, sino debe considerársele como la expresión más viva de estas condiciones. La cultura, además de un bien que tiene valor por sí, es el mejor instrumento para inducir el cambio social y elevar la calidad de vida. “


Toda conceptualización de cultura, sociedad o comunidad se enraíza en la historia y esta puede ser ubicada en el tiempo que se explica bajo una concepción del mundo. Así, la definición de cultura adquiere el sello de la época. Además, “el origen histórico y social de cultura radica en el desarrollo que la humanidad ha tenido como organización social, siempre sujeta a la circunscripción de sus espacios determinados, donde ha generado su cultura con sus propias particularidades’’ (Austin, 2000:7).


La cultura, en su trasfondo, opera en los aprendizajes de conocimientos, capacidades y adquisición de hábitos que los hombres obtienen del conjunto; aunque lo histórico es considerado como herencia en los conocimientos, no hay posibilidad de considerar la cultura más allá de lo que es permisible al conjunto social cultivado.
“La cultura es desde esta concepción la forma puramente espiritual de la vida, condensada en el símbolo y su descodificación lleva a la realización de las relaciones sociales” (Geertz, 2003:560).


Hay un concepto de cultura, que para la investigación social puede ser un instrumento importante, porque a través de él, se expresa la vinculación del espíritu con el proceso histórico de la sociedad, donde se afirma, que la organización social no se comprende sin tenerla en cuenta, es decir, establece relaciones interesantes entre la cultura y la organización social, destacando que…’’es imprescindible la cultura como la manera peculiar de relaciones del hombre con su medio, por su carácter transformador y porque nuestra cultura expresa el conjunto de elementos afectivos, intelectuales, espirituales y materiales que nos caracterizan’’ (Macías, 2004, citado por Ochoa, 2008:3).


La calidad de vida depende de las prioridades y potenciación de las necesidades humanas fundamentales, las cuales son en general las mismas para todas las personas que conforman un sistema, en el cual no cabe establecer jerarquías que señalen a unas como primarias y a otras como secundarias. Las necesidades son universales, pero las que varían a través del tiempo y  de las distintas culturas son las formas y los medios utilizados para conseguir su satisfacción.
En todas las definiciones de cultura, se destaca la calidad de vida que ha ido alcanzando la especie humana a través de su historia; los vocablos, los hábitos, saberes, costumbres, tradiciones, expresan la acción del hombre sobre la naturaleza y la sociedad, ya que la cultura como calidad del sistema social, puede ser considerada como un indicador y calificador de niveles de asimilación y transformación de la realidad por el hombre.


La cultura, como sabiduría de los pueblos, ha sido calificada de diversas formas, más todas las que existen a las que no se hizo referencia, pero lo que si ha quedado demostrado es que toda la polisemia de la palabra, conduce al desarrollo. La cultura tiene un flujo directo con la comunicación y viceversa, son términos inseparables. Ambas, como paradigmas del siglo XXI se aproximan a lo propuesto por Joan Costa (2001: 45) quien las considera como líneas básicas para la estrategia de intervención orientada al cambio cultural, sobre todo en el momento de pensar en la institución sujeta a continuos cambios, en busca de la adaptabilidad al entorno y al desarrollo.


La cultura, como valor universal, es la vía más legítima para depurar y enaltecer las aspiraciones creativas del ser humano. Por lo tanto, resulta de vital importancia estimular la visión contemporánea de la razón de ser  de cada nación, con una proyección amplia que ayude a una identificación cada vez mayor con lo que le es propio, lo que caracteriza y los hace iguales y diferentes. Es un proceso entendido, interpretado y asumido desde las condiciones específicas en que vive cada individuo, grupo, o generación, en el momento histórico que le ha tocado vivir.


El desarrollo cultural comunitario es un proceso que expresa la capacidad que tiene la comunidad de propiciar el crecimiento de las potencialidades propias de la cultura, de conocer, conservar y divulgar el patrimonio cultural. Propicia la real participación en el hecho cultural y la dialéctica de lo universal y lo local de la cultura, en estrecha relación con los principales objetivos de las Relaciones Públicas, de crear conciencia y creatividad, establecer y mejorar la comunicación con los diversos públicos de interés, así como aumentar el prestigio de las entidades.

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