ACTIVIDADES DE ANTONIO MACEO EN LA CUENCA DEL CARIBE

José Antonio Navarro Álvarez

2.3- Proyección múltiple de la práctica solidaria maceica

Su personalidad reaparece en el escenario de Kingston, con posterioridad a los infortunios sufridos. Allí, unido a sus familiares, comparte las agónicas limitaciones de vivir fuera de la Patria. Pero no ceja, continúa su bregar indomable, comparte sus criterios con revolucionarios de la talla histórica de Máximo Gómez, Roloff y José M. Aguirre.

Conoció a Eusebio Hernández, que se convierte en amigo leal, médico y consejero espiritual de sus amores. En las pláticas con sus compañeros de lucha está presente la necesidad de volver a la manigua cuando las condiciones lo favorezcan. Por ello:

"... acababa de escribir a un amigo, Anselmo Valdés, comentándole la posibilidad de trasladarse a El Salvador o Guatemala, no solo para procurarse en un negocio decoroso los medios económicos con los cuales mantener decentemente a la familia numerosa que debía atender, sino también para gestionar, cerca de los gobiernos de aquellos países hermanos, un sólido y fuerte apoyo para la causa cubana...".

No se detiene un instante, amplía el nivel de sus comunicaciones y reflexiona con la calidad de un escritor de muy particular sello y pensamiento sagaz, determinando que sólo las naciones latinoamericanas podían ayudarlos para culminar la obra iniciada el 10 de octubre de 1868.

El 16 de mayo de 1881 le envía una carta al General español Camilo Polavieja; en la que denuncia:

"... al mundo entero el procedimiento que pone en juego el gobierno de la culta España, para librarse de un enemigo franco, recto e invariable en sus ideas..."

Se erige en crítico con sus planteamientos, y a la vez en el baluarte de un auténtico análisis de la verdad cubana, al consignar:

"... no por eso me deberé menos a la independencia de Cuba, que estimo como condición previa e indispensable para fines ulteriores más conformes con la moral y la justicia...".

En Maceo no sólo está presente la concepción independentista, sino fundamenta un cercano futuro, de moral y justicia, es decir, la libertad sería el comienzo de un proceso.

Pero si importante fue esta acusación, prodigiosos fueron sus comentarios a la citada carta, fechados en Kingston el 14 de junio de 1881.

Su censura, es la protesta genuina del revolucionario, es la auténtica imagen ligada a la realidad; sus expresiones no son académicas ni formalistas, forman parte de la madurez del pensamiento. Ellas nos trasmiten el ideario político del General Antonio, y la particular originalidad de estas observaciones, al abarcar el marco del derecho internacional de los pueblos y naciones en exigir sus destinos.

Con estas notas, es imposible agotar sus aportes en los comentarios, se necesitan mayores espacios para tan profundo análisis.

Acompañado por su hermano Marcos y motivado por Máximo Gómez que ya se le anticipó, se embarca con destino a Honduras.

La divulgación periodística es sencilla, pero estuvo situada en la cima de su época; así lo distingue la siguiente noticia:

"... el 17 del corriente en el puerto de Amapala, llegó Don Antonio Maceo, uno de los generales más bravos y estratégicos de la guerra de Cuba. Por sus heroicos hechos, su nombre es conocido en toda la América...".

¿Acaso existe otro luchador revolucionario a nivel mundial, que con las armas en las manos, en este mismo período histórico, haya demostrado mayor intransigencia revolucionaria por la independencia de su patria y la igualdad social? Creemos que no. Ninguno supera a Maceo, sin minimizar la actuación de los demás, aunque estos, posean ideas políticas más avanzadas que él. Por ello, el prestigio internacional de Maceo, sobrepasó a sus contemporáneos.

Con la entrada a Honduras el 17 de julio de 1881, se le abren las puertas para la participación en un histórico proceso reformista burgués, que se desarrollaba bajo la luz intelectual del Ministro Ramón Rosa, en los sucesivos gobiernos de Marco Aurelio Soto y Luis Bográn.

Las recomendaciones de Máximo Gómez y su valía, le facilitaron que el gobierno de Marco Aurelio Soto le confiriera el 20 de septiembre de 1881, los grados de General de División del Ejército de Honduras.

Ha de ser, uno de los primeros cubanos que ostenta tan alto grado militar fuera de su país; no sólo lo consideramos como una prueba de reconocimiento a Maceo, sino al prestigio alcanzado por los oficiales y miembros del Ejército Libertador Cubano, en el transcurso de sus acciones contra España.

Su primer destino fue la Comandancia de Tegucigalpa, meses posteriores es nombrado Juez Suplente del Tribunal Supremo de Guerra, hasta que el 31 de julio de 1882, se le designa para la comandancia de los Puertos de Cortés y Omoa.

La contribución histórica a la nación hondureña es diferente, está cerca de los principales conductores de aquel proceso reformista, que lo asimilan por su experiencia y honradez, pero a la vez aprende de ellos, convirtiéndose en consejero de innumerables problemas económicos, políticos, militares, sociales y de la realidad centroamericana.

Maceo también se fue ilustrando, poseía dentro de sí un afán de superación constante, combinó las lecciones de:

"...francés, historia, geografía, táctica militar y administración pública en Tegucigalpa continuados más tarde en Puerto Cortés...".

Ahora incrementaba sus conocimientos por diferentes vías, lo que le posibilitó en un futuro no muy lejano ratificar ante los colonialistas españoles y los patriotas cubanos el valor de sus ideas, así como táctica y estrategia militar.

"…Antonio disfruta de la amistad de los más prominentes intelectuales del país, Ramón Rosa... A tanto llega la intimidad y la comunión de ideas, que Rosa le lee las páginas que va escribiendo de su trabajo biográfico del sabio José Cecilio del Valle...".

Con él, conoció de intelectuales centroamericanos y del arquitecto de la unión centroamericana Francisco Morazán, además de la Constitución Social de Honduras.

Esta identificación con los líderes políticos del país, le facilitaron una notable influencia en la sociedad hondureña de aquellos tiempos, a la vez, se gana el apoyo de estos para la causa cubana, posibilitando la llegada al país de prestigiosos patriotas cubanos que desempeñaron importantes funciones en el estado hondureño.

Una interesante revelación nos facilita el texto Maceo: cuando nos participa:

"... La comandancia que ejerce pone en sus manos no poca suma de recursos, y su influencia social es bastante notoria, lo suficiente para permitirse la libertad de prometer y hacer llegar a Don Mariano Ignacio Prado, una apreciable cantidad de elementos de guerra, con los cuales y otros más, aquel aspira a renovar la lucha que desde 1879 sostienen los peruanos contra la poderosa nación chilena".

Esto corrobora su adhesión a los países hermanos de Latinoamérica, a la vez que ensancha su influencia continental, precedido por todo su accionar en Honduras.

La mente no está alejada de la Patria, en sus visitas a los líderes hondureños, a Máximo Gómez y a los cubanos allí radicados, siempre hay un espacio dedicado a Cuba y al papel que en un futuro les corresponderá ejecutar.

Llenaba sus responsabilidades administrativas y militares con gran energía, desarrollando con los hombres bajo su mando prácticas de táctica y estrategia, aplicando modernos métodos del arte militar prusiano.

Honduras fue testigo de la primera carta de José Martí, fechada el 20 de julio de 1882 en New York:

"... No conozco yo, General Maceo, soldado más bravo ni cubano más tenaz que Ud., ni comprendería yo que se tratase de hacer, -como ahora trato y tratan tantos otros- obra alguna seria en las cosas de Cuba, en que no figurase Ud. de la especial y prominente manera a la que le dan derecho sus merecimientos...".

En enero de 1883 llegaron María Cabrales y otros familiares de Maceo a Puerto Cortés, días después recibe al señor J.F. Debrot empresario y al General Luis Bográn el hombre fuerte del gobierno de Marco Aurelio Soto.

Con Debrot trata algunas proyecciones de empresas, en particular el ferrocarril, que enlazaría Puerto Cortés en el Atlántico, con Amapala en el Pacífico. Esta, posibilitaría dar ocupación a decenas de emigrantes cubanos si se construye, uniendo las principales fuentes de producción del país.

Con el General Bográn abordó sobre la situación política centroamericana, en especial sobre el presidente guatemalteco Justo Rufino Barrios, que abogaba por planes de unidad política sub-regional, sin contar con el apoyo total de los gobiernos y pueblos. Conocedor de las relaciones entre Barrios y Bográn, trató de influir en éste para una posible ayuda a la Revolución cubana.

Sin embargo, debido a la precipitada actitud de Barrios de efectuar la formación de un estado multinacional en el área, se creó una situación de guerra entre Guatemala y Honduras. Llamando el presidente Soto a los cubanos para luchar contra los planes integracionistas de Barrios, a lo que respondió Maceo, que tanto él, como los cubanos que se encontraban en el país harían todo lo posible por evitar una guerra entre repúblicas hermanas, en la que ellos no tomarían participación. Felizmente el conflicto no llegó a desatarse.

Sus intercambios con Máximo Gómez fueron frecuentes, entre los dos concibieron la genial idea de fundar una colonia agrícola para el fomento de la siembre de tabaco, y la posibilidad de que decenas de cubanos se establecieran en el país.

Las gestiones para la colonia agrícola, cumplieron su cometido. El Decreto No. 32 del 12 de marzo de 1883, dictado por el presidente Marco Aurelio Soto y el General Enrique Gutiérrez, Secretario de Estado en el Despacho de Fomento, facilitaban sus planes.

Con posterioridad el Congreso Nacional aprobó el acuerdo del Poder Ejecutivo, dando plena satisfacción a sus propulsores.

El intercambio de criterios de Maceo con Gómez y los más altos exponentes de la política hondureña, evidencia la madurez política alcanzada por el Héroe de Baraguá, no sólo al contribuir con su eficaz acción a resolver los problemas bajo su jurisdicción, sino al emitir sus juicios sobre los asuntos centroamericanos y la realidad cubana.

La actitud de principios y de cooperación desinteresada en los asuntos domésticos de Honduras se ratifican en Maceo, al responder positivamente al llamado del General Bográn ante los posibles disturbios internos y de invasión por fuerzas guatemaltecas y salvadoreñas, después de haber renunciado el presidente Marco Aurelio Soto. A la par, en su residencia de Puerto Cortés, recibía una numerosa correspondencia de los emigrados cubanos diseminados por tierras de América. En una de estas le escribía desde Veracruz el Brigadier Ángel Maestre:

"... El prestigio de usted es tan grande, que él solo, entraña el triunfo de la Revolución, y tan es así que con su presencia no habrá un solo hombre que vacile...".

Maceo es el símbolo de la revolución mambisa, hombre de cualidades extraordinarias, era como el pueblo y sus compañeros de armas lo necesitaban, lleno de grandeza, de dignidad y convertido en el líder político militar por su rol histórico ante la patria y Latinoamérica.

En octubre de 1883, responde a la carta enviada por el General Ramón Leocadio Bonachea:

"... A mi juicio no es honrado violentar una revolución que no tenga por objeto el laudable fin de encerrar en sí, todos los elementos que deban concurrir a ella, y entiéndase movida por direcciones sólidas y firmes bases..."

La formación de su pensamiento revolucionario bajo el calor de las acciones, le ha proporcionado la experiencia necesaria, para la comprensión meditada de los problemas de Cuba. Sus apreciaciones están destinadas a valorar los hombres en el transcurso de lo que sean capaces de favorecer la independencia de la patria y no por sus limitaciones y rencillas.

Sabía que las condiciones para una nueva gesta no estaban creadas. Por ello fue exigente con su amigo al determinar:

"... El porvenir de Cuba pertenece a un pueblo entero, y no tenemos derecho de disponer de él en discordia con sus intereses políticos-sociales...".

Las circunstancias históricas por las que se desenvuelve, no permite la organización de la colonia agrícola, concedida en la región de Choloma; más, la necesidad de buscar un mayor apoyo económico, para dedicarse de lleno a la independencia de la Patria, le hacen volver al proyecto del ferrocarril, que facilitaría los avances para la república hondureña, e inició con el señor S.A. Mc Lean los convenios, que serían remitidos al presidente Bográn.

Es cardinal destacar, que Maceo tenía la finalidad de que con los beneficios obtenidos en las operaciones del ferrocarril, el gobierno de Honduras, pudiera liquidar la deuda internacional que poseía con los ingleses y franceses.

Es decir, las concepciones maceicas van más allá de la resolución de los problemas internos del país, se expanden al campo de las relaciones económicas internacionales, buscando restablecer la credibilidad financiera exterior del país, gesto enaltecedor que lo sitúan en la primogénesis del pensamiento económico financiero internacional cubano en pos de la ayuda, del equilibrio a las repúblicas hermanas.

Un siglo después a mediados de los años 80, Fidel Castro, líder de la Revolución Cubana, encabezó el más importante movimiento por la eliminación de la deuda externa de los países subdesarrollados de Asía, África y América Latina y el Caribe.

Por la índole de este trabajo, no podemos analizar el desarrollo de estas ideas; no obstante la envergadura de este crucial aspecto económico nos demuestra que, en un futuro no muy lejano, debemos realizar un estudio del pensamiento económico de Antonio Maceo.

Paralelamente, exploraba con las autoridades estatales, el apoyo y la cooperación de Honduras, Guatemala y El Salvador con la causa de la libertad de Cuba.

En definitiva, el empresario norteamericano Mc Lean, no aceptó totalmente las propuestas de la concesión, teniendo en cuenta las finalidades antes expuestas.

Maceo, motivado por extranjeros que desembarcaban en Puerto Cortés, y que conocían su influencia internacional, ideó realizar un viaje a Europa, para posibilitar la contribución de países como Alemania e Inglaterra a la causa insurreccional. No podemos olvidar que él, debió conocer del apoyo internacional que recibieron Washington, San Martín, Bolívar y otros próceres en sus luchas por la liberación nacional.

Los factores objetivos de la época en que vive, y sus firmes propósitos en la defensa de una Cuba libre, nos permiten comentar su llamado de denuncia y advertencia en la misiva a José Dolores Poyo, el 13 de junio de 1884, cuando le plantea:

"... Pero quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha. Cuba tiene muchos hijos que han renunciado a la familia y al bienestar, por conservar el honor y la Patria. Con ella pereceremos antes de ser dominados nuevamente; queremos independencia y libertad. Conviene no apurar la protección americana, antes bien tenerla de nuestra parte. Me parece que con alguna discreción se conservaría neutral en nuestros asuntos, si no indiferente como hasta ahora...".

Hay una autoctonía en el pensamiento maceico, interpreta la realidad cubana demostrando que, se debe hacer en cada momento para la sociedad, lo que en cada momento es posible realizar. A medida que es más partidario del apoyo latinoamericano y caribeño, es menos receptivo a los Estados Unidos, al ser un abanderado en recelar de su actitud por la independencia de Cuba.

De esa misma manera Gómez y Maceo incrementaban los preparativos para salir de Honduras y organizar la nueva epopeya revolucionaria. Recibían confirmaciones de la emigración cubana de apoyarlos económicamente; y el 6 de julio de 1884 le redacta Maceo a su amigo Anselmo Valdés, establecido también en Honduras.

"... La Patria soberana y libre es mi único deseo, no tengo otra aspiración. Con la soberanía nacional obtendremos nuestros naturales derechos, la dignidad sosegada y la representación de pueblo libre e independiente..."

Y continúa más adelante:

"... Cuando Cuba sea independiente solicitaré del Gobierno que se constituya, permiso para hacer la libertad de Puerto Rico, pues no me gustaría entregar la espada dejando esclava esa porción de América; pero si no coronase mis fines, entregaré el sable pidiendo a mis compañeros hagan lo mismo...".

Próximo ya a partir, nos brinda un mérito singularísimo de su personalidad, esforzarse cada vez más para ser un verdadero latinoamericanista, nutriéndose y elevando su prestigiosa figura continental.

Por fin, el 2 de agosto de 1884, se embarcaron las familias Gómez y Maceo vía Nueva Orleans, Estados Unidos.

A modo de resumen podemos considerar que, la permanencia de Maceo en Honduras le permitió el desarrollo de nuevas alternativas de organización para la lucha contra el colonialismo español en Cuba. A la vez que practicó una inédita variante de solidaridad con los pueblos y gobiernos de la región, al integrarse al proceso reformista hondureño y ocupar importantes responsabilidades político-militares, ganándose el apoyo gubernamental y popular. Su actividad fue ejemplo de latinoamericanismo en las nuevas condiciones históricas, elemento que se comprueba a través de sus pronunciamientos analizados en la correspondencia mantenida con líderes del país y revolucionarios cubanos.

Maceo tuvo una constante comunicación con las más altas autoridades del gobierno de Honduras, proyectándose por una solidaridad humana más consecuente y abierta, con los emigrados cubanos radicados en ese país.

Es admirable como su línea política se corresponde con los principios del derecho internacional, en asuntos tan complejos de la región. Por ello Maceo fue más caribeño y latinoamericano (Ver mapa 2: Maceo en Honduras).

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