2.2.1. La autonomía personal

El crecimiento personal de la autonomía es un valor importante que hay que educar en el crecimiento de los adolescentes. Creo que es fundamental, que no dejemos de lado, que cada persona puede ejercer su propia libertad, en la medida en que esta vaya ejercitándose poco a poco. Sin embargo, al igual que algunas otras categorías, podemos decir, que también la libertad puede caer en la convencionalidad de la realidad social, es decir, ésta puede ser simulada por el punto de vista, con quienes hay que quedar bien o dar gusto, en las decisiones que tomamos.

La educación en el crecimiento de la libertad del hombre, implica que éste crezca siendo conciente de los limites que ella misma va adquiriendo a lo largo de la vida.

El Adolescente en esta etapa de su vida, comienza a ejercitar su propia autonomía, por tanto era importante preguntar… Qué es lo que toma en cuenta al tomar sus propias decisiones…

La respuesta fue la siguiente:

Ciertamente son muchos los que deciden a partir de sus propios deseos, lo que ellos anhelan, son las circunstancias que les hacen decidir aquello que es importante para ellos. Los deseos no son malos, pero si refleja otra de las características propias de la posmodernidad, no hay parámetros o criterios de actuación que vengan de manera externa a moldear la situación de libertad de la persona.

Contrariamente a lo que pudiéramos pensar, vemos claramente que la postura de los padres está latente, en las decisiones de los hijos, es decir, los padres de familia tienen una influencia importante, en la manera o la forma en que deciden los propios adolescentes. ¿Cómo educar desde lo que desean los padres y sus propios ideales y lo que pretende realizar el hijo, de su propia vida? El padre de familia siempre opinará en las decisiones del hijo, porque éste ciertamente depende de él, además el hijo muchas veces se convierte en la responsabilidad del padre de familia.

Ciertamente ni los deseos del joven, ni los deseos del padre, son una realidad axiológica totalmente válida, tendrían que establecer entre ellos un diálogo recíproco para tomar decisiones, para tener entre ellos una relación hermenéutica, para interpretar sus propias realidades y tomar la mejor decisión.

En muchas de las ocasiones, las mejores decisiones están en relación a las circunstancias de la vida, somos seres en relación, nuestras propias circunstancias, son aquellas que nos hacen tomar las mejores decisiones, pero para poderlas tomar en cuenta hay que hacer un proceso de reflexión fenomenológico, como un método epistemológico para ejercer nuestra propia libertad.

Quienes nunca lo han pensado, están en este proceso de crecimiento interior de su propia persona, es decir, intentan dar respuesta a la situación interna que está viviendo.

Educar el proceso interno de cada uno de los adolescentes es una tarea casi imposible, lo que si se puede realizar es acompañarlos en sus propias decisiones.

La autonomía personal, va muy de la mano con la segunda pregunta que establecimos, que dice como sigue: Cuando vas a decidir algo importante en tu vida, qué haces primero…

Es evidente que el estado de reflexión es importante y de alguna manera, la forma en que ellos toman una decisión, que es a partir de los deseos o de las opiniones de sus padres, tienen en el fondo un proceso reflexivo.

Sin embargo, el proceso de reflexión es un momento personal. El volver a sí mismo para tomar una decisión implica que la persona tenga los criterios adecuados para tomar una decisión acertada.

Por la experiencia personal de la vida, podemos decir, que las mejores decisiones, son aquellas que te hacen sentir tranquilo y en paz, por lo que reflexionarlas, ya es un buen indicio, en donde sostenemos que los alumnos están creciendo integralmente.

Por otro lado, es importante que las decisiones sean consultadas por alguien más, este proceso nos ayuda a compartir lo que sentimos y lo que estamos viviendo. Me parece relevante que los jóvenes estén dispuestos a dialogar y compartir sus propias decisiones.

Un grupo muy pequeño contestó, que las decisiones las toma en el instante, es decir, de manera intuitiva. La intuición es un fenómeno que no todas las personas ejercitan, pero quizá se puede convertir en un elemento de decisión.

Lo que me parece muy interesante resaltar, es que nuestros jóvenes son exageradamente racionales, y pocos anteponen la dimensión religiosa, es decir, casi ninguno reza para llevar a cabo lo que ellos pueden decidir. Fenomenológicamente, este dato salta a la vista, porque la institución en donde aplicamos el instrumento es católica, pero queda claro, que esta dimensión es poco valorada por los jóvenes, al menos concientemente.

Por otro lado, de manera muy congruente con las respuestas anteriores, nos dimos a la tarea de preguntar: Cuál debería de ser el ambiente que nos debe rodear para tomar una buena decisión…

Las respuestas fueron las siguientes:

Los resultados son evidentes, la serenidad es importante para una buena decisión, y además es una actitud propia de quien reflexiona para que lo que decidas, pueda tener un buen fruto.

Esta pregunta fue pensada para reafirmar, que efectivamente, si la persona reflexiona o toma decisiones importantes desde los parámetros de otras personas, tiene que tener un clima adecuado para realizarlo, si no definitivamente es una decisión mal planeada y tendrá los efectos que se esperan de la persona, en este caso del joven de preparatoria.