CAPITULO IV. Hacia una Propuesta de Antropología Integral

4.0. Punto de partida

¿Por qué educar integralmente, en medio de un ambiente posmoderno? Esta es una pregunta, que a lo largo de la exposición hemos venido respondiendo, sin embargo, no basta decir simplemente que es importante educar integralmente al niño, adolescente o joven. La respuesta a esta pregunta justifica, la validez de un estudio filosófico desde la educación, porque garantiza la reflexión sobre los principios fundamentales, en la construcción del hombre. Si la educación en México, se dispone a ser integral, hay que justificar bajo que principios se lleva a cabo la integralidad del proceso educativo. De aquí la complejidad de nuestro estudio, ya que se valora el fin último de la realidad humana, no sólo un proceso educativo, sino el fundamento del proceso educativo, que en muchas ocasiones no ha quedado claro ni para los educadores, ni para los educandos.

Hoy en día, en nuestra realidad educativa, hablamos de la importancia de educar en los valores, pero no hablamos del por qué tendremos que educar en los valores, ni en qué tipo de valores. El ejercicio del valor, justifica una realidad, no la realidad justifica al valor. En este sentido, educar integralmente está justificado desde la problemática de la posmodernidad, que da en sí misma una característica concreta a una realidad humana, sobre la cual se educa y se es educado.

Por lo anterior, es importante entender, que la palabra integración, se puede abordar desde diferentes perspectivas, como por ejemplo: se designa en matemáticas como la formación de una integral, es decir, es el valor límite al que tiende una suma cuando cada uno de los sumandos decrece en forma regular y el número de los mismos aumenta. En biología se considera la integración, aquello consistente en que los organismos lesionados, que a veces se dividen, se complementan para constituir un todo integrado. La integración social significa el enlace de la pluralidad de personas particulares o de grupos en una unidad social. (BRUGGER, 1983, pág.315) Estos son algunas perspectivas desde la cuales se aborda.

Para nuestra investigación es importante señalar, que la palabra integración designa el desarrollo que realiza la persona, en la construcción de su propia personalidad, en medio de un contexto determinado, que le condiciona y le ayuda a ejercer su libertad y su capacidad axiológica, por medio de los principios de la contingencia y el devenir.

La integración de una persona, es un proceso de desarrollo personal, que no termina por supuesto con la escuela. La escuela es simplemente un medio que le debe ayudar al individuo a construir su realidad integral. Por tanto, no se reduce a concebir al hombre como una realidad biopsicosocial, sino a reconocer la realidad fenomenológica que le rodea, y que le ayuda a interpretar la cosmovisión de su existencia. No sólo es importante crecer biológicamente, sino hay que valorar la importancia de este crecimiento. No sólo se crece psicológicamente o socialmente, sino además se debe buscar el sentido último del proceso interno de cada persona. Este proceso en determinado momento es individual y a la vez colectivo, ya que es una decisión personal que implica ciertamente a la alteridad.

Ontológicamente, estamos de acuerdo que el ser del educando se debe educar integralmente, sólo de esta forma se llevará a cabo el proyecto interno de su persona. Una persona integral, sabe responder a los desafíos que se presentan en nuestra sociedad. Una persona educada integralmente garantiza la construcción de una sociedad y un ambiente, que valora a la persona y sabe ejercitar sus valores, sabiendo que el otro, vive un proceso distinto al de su persona misma, y por tanto, sabe respetarlo y comprenderlo, para ir construyendo juntos su propia cosmovisión de la vida, que le da sentido a su existencia, sólo de esta forma, llegarán a la plenitud de su vida y de su persona.

Este proceso integral, lleva consigo un proceso de conocimiento, que se va generando a lo largo de las experiencias de la vida misma.