CRITICA FENOMENOLÓGICA A LA EDUCACIÓN INTEGRAL


Raúl Arturo Sánchez Irabú

4.2. Fundamentación antropológica de la educación

La antropología filosófica no sólo guía al quehacer educativo, también unifica la multiplicidad de saberes acerca de la educación. El hombre necesita de la educación para tirar adelante y, por otro lado, la acción educativa no puede cumplir con su cometido si no tenemos a la mano un hombre modelo, por cambiable que éste sea.

La antropología filosófica de la educación se perfila, para darle sentido al hombre desde la actuación educativa y ofrecer modelos de existir humano que hagan comprensible la educación. (Cfr. FULLAT Octavi; Pág. 66). Este es uno de los principales objetivos de esta investigación, ya que sostenemos, que la educación integral necesita ampliar su marco antropológico, que sustenta transversalmente toda la dinámica educativa, de quienes proponen educar integralmente.

Actualmente en los niveles básicos han establecido el estudio de los valores, como experiencia educativa, para recuperar las actitudes esenciales que debe tomar el hombre frente a la vida. Sin embargo, la antropología, si se sustenta como construcción de la personalidad, se construye además como proyecto.

Esta realidad de proyección, no tiene que tomarse como una medida estandarizada, sino como propuesta, porque caer en el autoritarismo intelectual, de pensar que necesariamente el hombre tiene que ser integral, perturba la capacidad racional del hombre mismo, e iría en contra de un principio ontológico del devenir, que proponemos como sustento de esta realidad antropológica. Sin embargo, sería ingenuo proponer algo que no tiene sustento. De aquí de la importancia, de establecer una plataforma de convencimiento antropológico, para pensar que el hombre es capaz de educarse integralmente.

Savater sostiene que la educación es la revelación de los demás, de la condición humana como un concierto de complicidades irremediables. (SAVATER Fernando; Pág. 35). El hombre no es como un presente continuo, no es un futuro por hacer, es un futuro haciéndose desde su propia experiencia de vida. De aquí que, la educación integral debe traspasar los ámbitos del aula, ha de esforzarse por contribuir que nuestra sociedad crea ambientes educativos. La escuela, la familia, los grupos sociales, incluso las mismas empresas, deben esforzarse por contribuir en los ambientes educativos.

Para algunos como Alvaro Marchesi , es el gobierno el que debe de asumir políticas sociales, familiares, laborales, en los entornos más desfavorecidos, que contribuyan a que las iniciativas estrictamente escolares tengan una base suficiente para poderse desarrollar. Además argumenta que la escuela depende de su contexto familiar y social, si se quiere que suban los niveles de calidad las cuales, se debe poner en marcha una política integral, y no sólo escolar. Textualmente dice La escuela debe ayudar, pero no puede compensar lo que no da la sociedad (Reforma A.M. Martes 17 de Abril del 2007)

Otro de los fundamentos que se deben establecer, es que antropológicamente los seres humanos no son medios sino fines en sí mismos. En este sentido, Kant mencionaba que la persona no es un objeto sino un deber. Un deber en el sentido de que es responsable de construir su historia y su mundo, un deber social, en el sentido de que el mundo mismo participa en la libertad circunstancial del hombre mismo. Ser libre se encuentra condicionado a la alteridad del ente que esta en las mismas circunstancias mismas, sin embargo, el rol que maneja, socialmente hablando, va siendo diferente, lo cual no me exime de tomar en cuenta la posibilidad del ejercicio del la libertad de cada individuo.

En la sociedad actual en la que se encuentra nuestro contexto México, no sólo hay que resolver las necesidades básicas, sino que junto con ellas y a pesar de ellas hay que construir nuestro proyecto existencial, que va más allá de satisfacer nuestras necesidades cotidianas. Hay que establecer que la integralidad educativa tiene un sentido en devenir y en proceso formativo permanente, que no termina en los ámbitos escolares.

Heinrich Rombach sostiene que el hombre todavía está en la fase de convertirse en hombre (ROMBACH Barcelona 2004, pág. 26). Sobre este presupuesto se podría iniciar una reflexión con lo que él denomina antropología estructural.

La antropología estructural podría ser un buen presupuesto para cambiar la perspectiva integral y convertirla en estructural. Sin embargo, tendríamos que hacer un estudio más profundo y un mayor acercamiento al pensamiento de Rombach.

Lo que nos interesa, en todo caso es justificar, que es necesaria una plataforma antropológica, apta para comenzar a tratar el tema de la educación y llevarlo hasta sus últimas consecuencias, no sólo desde la perspectiva del aula, sino como proyecto social, el cual pueda involucrar a diferentes áreas de la vida contemporánea, para fortalecer la realidad integral de la que pretendemos hablar.

A diferencia de lo que puede presentar nuestra realidad posmoderna Rombach argumenta que el hombre no existe sin una imagen del hombre (ROMBACH, 2004, pág. 19). El hombre no vive al día tal y como se presentan las cosas, sino que vive orientado, mirando hacia un mundo de tareas, basándose en un conjunto de premisas formadas por condiciones y posibilidades, es decir, bajo la luz de un proyecto de ser, sea o no conciente de él. Esta idea es muy contraria a lo que sustentan los posmodernos, sin embargo es clara, ya que si bien es cierto, mucha gente vive en el sin sentido de su propia existencia, habrá quienes tienen muy claro y definido el camino de su propia vida.

A pesar de lo anterior, para Rombach, parece que no queda claro que nosotros como seres humanos, podemos darnos una idea clara de lo que pretendemos en la construcción de nuestro ser, porque vivimos realidades concretas, aunque éstas sean cambiantes,

Un problema antropológico que se puede discutir, con conocimiento de causa, abordado por Rombach es el siguiente:

El personalismo cristiano sigue siendo una antropología substancial, porque la persona del hombre continúa como núcleo en tanto configuración concreta del espíritu, núcleo que se encuentra detrás de todas las formas de aparición y de comportamiento del hombre y lleva todas las características puramente casuales en tanto estado básico. Aunque el espíritu personal esté individuado, se mantiene como realidad de fondo y solamente puede ser estudiado a través de sus particularidades, accidentes y modos de comportamiento; no se puede ver ni puede ser realizado sin mediaciones. En última instancia, se trata también del individuo que está ligado de forma substancial a su exigencia personal. (ROMBACH, 2004, pág. 38)

El hombre o la persona para Rombach, se entienden a partir de su substancialidad, es decir, que su individualidad nuclear como persona, se entiende a partir del espíritu, como fundamento que mueve la realidad de la persona y por tanto sólo se puede acceder a partir de la particularidad y no del todo. ¿Cómo es que podamos regresar a una concepción de sustancialidad antropológica, en medio de un mundo posmoderno?

Parece ser más bien, como una especie de movimiento dialéctico propuesto por Hegel, en donde la unidad del Espíritu, la realiza el hombre a partir de la unión del Espíritu y el hombre, por medio de la historia propia de sus contrarios, que ha procurado siempre una síntesis compleja, pero completa entre la realidad trascendente y el hombre como realidad inmanente.

Habría que establecer una liga entre la substancialidad de la persona y la contingencia del hombre posmoderno, para contribuir a la construcción de la integralidad del educando.

El problema de fondo es que la educación integral entiende la realidad antropológica bajo el concepto de la sustancia, es decir, en medio de la dimensionalidad del hombre, se concibe cuerpo y el alma, como uno solo, como lo concebían los hebreos. A partir de este presupuesto, ¿Cómo es que se puede superar esta substancialidad inmóvil e intacta, frente a una realidad cinética, que presenta la realidad posmoderna?

No es sólo un problema de unicidad dialéctica, en donde participamos sólo como elementos de oposición (sujeto – objeto), sino una multiplicidad de contrarios, en donde el sujeto es plural, ya que su realidad cognoscitiva y cultural, se enfrenta a la voracidad de los signos y símbolos presentados por los fenómenos actuales, que simulan nuestra realidad.

Hay que ir ciertamente al fondo del sustento teórico, no sólo a la superficialidad del término de educación integral. El proyecto de integración del hombre, no hay que hacerlo a un lado, sino que hay que potenciarlo. Potenciarlo significa, desvelar el fenómeno del posmoderno, para contribuir a su propia construcción existencial desde el ámbito educativo, que requiere abrir sus posibilidades más allá de la transmisión de contenidos y experiencias fugaces, para convertirlas en la propia construcción de su sentido existencial.

Esto es más complicado obviamente, para poner en crisis la realidad tradicional, para abrirnos paso a otros paradigmas de la existencia humana. Para esto proponemos establecer como categorías de posibilidad en la construcción de la existencia humana en el aula: el devenir y la contingencia. Ambas estructuras, nos van a proponer, que la persona está en constante cambio y desarrollo, y que el individuo está frente a la necesidad, de afrontar sus propios límites. Éstos han de ser reconocidos, para su propio desarrollo, como pilares que amplíen la visión antropológica expuesta en las anteriores categorías, de esta manera se construirá lo que denominaremos, integralidad interna del ser humano.

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