EL REPENTISMO Y SU INFLUENCIA EN EL DESARROLLO CULTURAL DE LA COMUNIDAD VEDADO 3 EN LA PROVINCIA CUBANA DE LAS TUNAS

Héctor Mario Peña Peña

CAPÍTULO 1: EL REPENTISMO. TEORIA Y REALIDAD

El repentismo es una de las manifestaciones que forman parte del quehacer cultural en la comunidad Vedado 3. Constituyendo el espacio de reflexión en el cual se debaten diferentes temas relacionados con la décima y el verso improvisado, logrando fortalecer el género a partir de la confrontación práctico teórica que se produce.

El estudio estuvo respaldado por las teorías de las representaciones e identidades sociales .La Teoría de las Representaciones Sociales de Moscovicci se refiere a la necesidad de describir y explicar la existencia del repentismo en la comunidad Vedado 3 como fenómeno cultural, a partir de conceptos, declaraciones o explicaciones abordados desde las experiencias vividas por los conocedores e implicados en estos encuentros decimistas, entrelazados en sus intercambios comunicacionales.

Tal proceso permite a partir del anclaje, un estado de retroalimentación de los estudios del género de la décima, transformando lo desconocido en aspectos y categorías que les pertenezcan o para en el momento de la objetivación llevar los conocimientos adquiridos de lo abstracto a lo práctico, reflejado en los posteriores encuentros y eventos, en un sistema de desarrollo cultural de los participantes en los mismos, que les permita alcanzar un vasto conocimiento sobre el comportamiento de los recursos decimistas, sobre repentistas, musicólogos, folkloristas; para que finalmente puedan obtener una construcción social del conocimiento en relación al repentismo y lo materialicen en su actuar práctico. Por otro lado la identidad es un elemento fundamental en la historia y desarrollo de cualquier individuo o fenómeno social, cultural o de cualquier orden.

El repentismo viene a ser reflejo de lo que conocen investigadores, estudiosos de esta temática que van evolucionando en el desarrollo constante del mismo, convirtiéndose en una necesidad la de dar a conocer a los diversos grupos sociales todo lo relacionado con este fenómeno, para enriquecer el acervo cultural de los factores sociales que habitan en las ciudades que lo utilizan, en tal caso, en el municipio Jesús Menéndez de la provincia de Las Tunas.

1.1 Rutas teóricas para el posicionamiento científico

Todo trabajo investigativo debe estar sustentado por un marco teórico-conceptual, por lo que se considera importante abordar la crítica bibliográfica a partir del análisis de los términos , aspectos que constituyen la base fundamental del ejercicio, ya que expresan el cuerpo conceptual de la indagación, y el respaldo teórico científico que requiere toda investigación de esta naturaleza. Es por ello que para llevar a cabo el estudio del fenómeno decimístico, se escogieron los términos: décima, repentismo, identidad cultural y desarrollo cultural para analizarlos en el cuerpo de la investigación.

La décima, es sin dudas una de las más universales formas de expresión de la poesía popular de la América Hispana. En Cuba, constituye una tradición por lo que es considerada estrofa nacional, a la vez que forma parte de una práctica enmarcada dentro del contexto literario, y campesino. Como modalidad estrófica dentro del género lírico, ha sido definida por autores de las más diversas épocas y generaciones en textos de literatura y teoría literaria.

Tomás Navarro Tomás, en el índice de estrofas del libro Métrica Española define la décima como:

“conjunto de diez versos octosílabos, dispuestos en el orden de dos redondillas y dos versos de enlace (abbaaccddc). Se le ha llamado espinela por el nombre de don Vicente Martínez Espinel a quien se le atribuyó su invención. Ha sido compuesto a veces en otros metros”. (1966:526).

Navarro Tomás, expone un concepto escueto y sintético. Aunque dice que la décima “ha sido compuesta a veces en otros metros”, su definición no es del todo satisfactoria, porque erróneamente se refiere a la variante espineliana solamente, sin tener en cuenta que don Vicente M. Espinel no fue descubridor de la décima como forma poética, sino simplemente el creador de una nueva variante que tomó auge por su contabilidad.

Sin embargo, Alexis Díaz Pimienta, poeta y repentista cubano, define la décima como: “composición poética de diez versos octosílabos de rima consonante con una distribución (abbaaccddc), que es la que se emplea en Cuba para la improvisación, al igual que en otros países latinoamericanos y ciertas regiones de España.” (2001, p-43).

Díaz Pimienta, al definir la décima reduce su ámbito a la hecha en la variante espineliana, que se canta en Cuba y otros países iberoamericanos. De modo que aún el concepto de décima no está del todo definido pues esta, desde la copla real (2) del siglo XV, ha evolucionado al punto de asumir variedad métrica, de orden, tipo de rimas, e incluso en versos blancos. (1)

Para Adolfo Menéndez Alberdi, “décima es un total de 10 octosílabos, cuyas consonancias llevan el orden (abbaaccddc). Es exceptuando sus versos primero y último, una sucesión de pareados.” (1986: 43-58).

Con esta definición, Menéndez Alberdi está considerando solamente a la décima conocida como espinela, con su variante de métrica y rimas.

Jesús Orta Ruiz (Indio Naborí) (3), en “Décima y Folclor” afirma que:

“la estrofa de 10 versos octosilábicos aparece en España en las primeras décadas del siglo XV. No era aun conocida por décima ni espinela, se le denominaba copla real. Consistía en diez versos, cuyas rimas perfectas se situaban al arbitrio del poeta poseyendo una gran variedad de formas. Veinticinco modalidades posibles contamos en la copia real española, de las cuales diecinueve se localizan en el antiguo cancionero de Fouché-Delbosc.” (190: 11).

Este concepto de décima, que abarca desde su evolución como copla real, es el más aceptado. Orta Ruiz, define también la variante espineliana basándose en las palabras del propio Vicente M. Espinel. De modo que la décima no ha permanecido quieta, encarcelada en una estructura métrica que la delimita. También se ajusta a los cambios sociales y de desarrollo cultural.

Alfonso Sanabria, poeta puertorriqueño que se ha dedicado al estudio y difusión de la décima, comenta que: “antiguamente una décima era cualquier poema compuesto de diez líneas, pero a través del tiempo, esta forma poética fue evolucionando. La espinela con rimas perfectas, y ritmo consonante llamado octosílabo y con una estructura definida.” (2003: p10).

Sanabria, define aquí a la décima espinela, y habla de sus particularidades rítmicas y métricas. Este criterio es correcto cuando se habla de espinela, pero el autor reconoce que antes de surgir esta forma se consideraba como décima a cualquier poema compuesto de diez versos, con independencia de la métrica y la rima utilizada.

Al referirse a la espinela clásica, Antonio Gutiérrez Rodríguez, en su libro “Estudios sobre la Décima”, dice que “la décima espinela parte de la fórmula por todos conocida (abbaaccddc), y compuesta en versos octosilábicos.” (2004: 10-11).

Gutiérrez también habla de la espinela clásica desde el punto de vista formal, y tiende a reconocer como décima a la espinela, al igual que la mayoría de los investigadores citados anteriormente.

En la biblioteca de consulta Microsoft Encarta 2005, aparece definida la décima como estrofa de diez Versos.

Aquí el concepto aparece directo y sin explicaciones, porque la define como estrofa de diez versos. Se coincide con esta conceptualización porque es muy precisa y no deja lugar a dudas. Más adelante Encarta clasifica a la décima espinela como una estrofa compuesta de dos redondillas de rimas abrazadas y dos versos de enlace en el centro: (abbaaccddc).

El Dr. Virgilio López Lemus (4), investigador cubano de reconocida trayectoria, precisa que:

“la décima es una estrofa de diez versos preferentemente octosilábicos, cuyas variantes de mayor difusión han sido la copla real en los siglos XV y XVI, y la espinela a partir del XVII. La décima se ha cultivado por lo común, con diversidad de tres a cinco rimas consonantes y muy disímiles distribuciones o fórmulas derivadas de ellas, desde su aparición en el siglo XV, hasta el surgimiento de la espinela en el XVI con su consiguiente universalización en el ámbito de las lenguas españolas y portuguesas desde el XVII.” (2002: 11).

López Lemus, conceptualiza con precisión la décima y de manera clara da una información acerca de la evolución de la estrofa hasta llegar a la décima espinela: variante más aceptada y que se ha universalizado con sus especificidades métricas, ocho sílabas, y del orden de las rimas (abbaaccddc). Por su amplitud y correcto enfoque este concepto es el que se asume para la investigación.

Teniendo en cuenta al repentismo como elemento teórico de análisis en esta investigación y tomando como fuente fundamental la teoría propuesta por Alexis Díaz Pimienta considera que el repentismo es:

el arte de improvisar versos, con diferentes formas estróficas y distintas músicas, con o sin acompañamiento instrumental. En Cuba es el arte de la improvisación de décimas a través del repentista que es el poeta improvisador capaz de elaborar, decir o cantar las décimas en “el arte de improvisar versos, con diferentes formas estróficas y distinta música, con un corto periodo de tiempo (2001:45).

Al estar en acto de presencia de tal definición puede señalarse que, aunque está presente el estilo de actuación oral del verso por el poeta encargado de llevar un hilo conductor del tema a tratar en la décima, acompañado por el estilo inconfundible de los instrumentos musicales que apoyan el motivo de inspiración, se logra este complemento de la cultura en nuestros campos partiendo de sus raíces históricas.

Una de las formas que adopta la poesía oral improvisada, motivo de indagación, la cual puede presentarse en diferentes variantes y modalidades, pero la más utilizada en nuestro país es la espinela conformada por diez versos octosílabos y con una rima consonante con la fórmula: abbaaccddc.

La poesía oral improvisada ha seguido demostrando que es la más genuina de nuestro arte popular, sin élites pomposas ni academias, pero aun sigue faltando un acercamiento teórico con las técnicas modernas de las ciencias estéticas, a la improvisación como fenómeno cultural masivo y como fenómeno creador individual.

En los últimos años se ha despertado cierto interés por la poesía oral improvisada, principalmente por la décima, en el ámbito académico internacional y a que se han unido con este fin instituciones, asociaciones, universidades e investigadores, debido al afloramiento de festivales, coloquios y simposios nacionales, regionales e internacionales y los amantes al estudio de este fenómeno cultural.

En la investigación se hace necesaria la utilización de la categoría Identidad Cultural, que empezó siendo definida como sustancia metafísica y ha terminado viéndose como un proyecto histórico, una empresa común orientada siempre hacia el futuro. (Fornet, 1998:15)

La palabra latina ident de la que preceden “idéntico e identidad”, significa, lo mismo, como término de comparación referencia, no como condición de ser. El principio ontológico de la identidad A-A significa que toda cosa es igual a ella de donde se deriva el llamado “Principio Lógico de Identidad”, teniendo ambos en común, que no admiten contradicciones en sus términos. (Vitier, 1996:25)

La identidad comienza a manifestarse desde el momento en que nos percatamos de una diferencia, esto por ende, está atravesada por todas las dimensiones en los que se desarrolla el ser concreto, es decir: género, clase, sexualidad, etnia, nacionalidad, edad, religión, adscripción a un partido, etc., así como las relaciones entre los seres humanos y los otros elementos de la naturaleza (ecosistemas no humanos)

La investigadora Rosalía Díaz concibe la identidad cultural como:

“el sentido de percepción, conciencia, modo de actuar, pensar y crear los miembros de una comunidad, pueblo o nación acerca del medio natural y social en que se desenvuelven, la forma en que las personas se conocen como algo singular respecto a otras, mostrando a través de sus sentimientos, activamente la vida, acciones creadoras, expresiones culturales, etc., un proceso consciente de reconocimiento, asimilación y creación” (2001: 26)

En esta nueva interpretación se evidencia el reconocimiento del individuo con elementos fundamentales que intervienen en los procesos identitarios, como el geográfico, histórico, psicológico lingüístico e ideológico, de tal manera que la identidad cultural es expresión de los individuos de la sociedad que permite su autorreconocimiento como ser, e integrarse a la nueva y cambiante sociedad.

La investigadora Maritza García y Cristina Baeza, definen la identidad cultural como el proceso que se manifiesta con el transcurso del tiempo, que puede variar, donde se percibe la creación de los individuos, los factores étnicos, lingüísticos, históricos, ideológicos, psicológicos. (1996:65)

Se coincide con las autoras cuando valoran la identidad cultural como continuidad histórica, como proceso en el que intervienen varios elementos, así como el carácter relativo de la misma, que se establecen las relaciones entre los sujetos de la identidad donde influyen un conjunto de factores étnicos, lingüísticos, históricos, ideológicos, psicológicos que enriquecen dicho proceso.

Para Fernando Ainsa, la identidad cultural no se trata de un concepto estático, sino de una realidad en permanente proceso de completamiento, donde ese conjunto de obras, se inscribe en un proceso continuo que es la cultura. (1986:66)

Partiendo del concepto abordado por el autor y analizando la identidad cultural, deja de ser abstracta, para ser concreta, es un proceso histórico y continuo por lo que se está de acuerdo con su valoración.

De manera que teniendo en cuenta las concepciones de Rosalía Díaz, se constata que la identidad cultural no es más que el proceso de conciencia, modo de actuación, pensar y crear de los individuos en el transcurso del tiempo, con la cual se identifican y se diferencian de los demás.

El desarrollo exige progresos en distintas esferas en las que se encuentra enmarcado el hombre, es por ello que se necesita de un contexto situacional, económico y ambiental, acorde a las necesidades y aspiraciones del ser humano y el grupo social que interactúa en función de lograr sus metas.

De manera que mediante el desarrollo cultural se percibe a la cultura de un pueblo como una evolución constante en la que influyen elementos de carácter interno y externo, pero con la presencia de rasgos constitutivos permanentes que la definen y la distinguen.

El progreso económico debe corresponder y potenciar cada realidad específica, cada cultura, sin entrar en conflicto con ella. Consiste en emplear estrategias y procesos de desarrollo que se conciban y conduzcan desde una óptica cultural en su sentido más abarcador, que implique tanto la política cultural, económica e institucional. Es, privilegiar los factores culturales, a partir de la toma de conciencia en cuanto a los límites estratégicos, específicamente económicos, armonizando estrategias de desarrollo con expresión cultural.

Alicia Martínez Tena, señala que “el desarrollo cultural revela la dialéctica de los factores endógenos y exógenos. Aunque se privilegia el desarrollo entre las comunidades, éstas reflejan las dinámicas globales.” (2006: 13).

Martínez Tena en su definición expone factores influyentes de gran importancia. Es innegable que los factores internos (endógenos) como los externos (exógenos) son significativos para el desarrollo cultural de una comunidad, pues a partir de ellos se puede sopesar la evolución dialéctica y cultural de un espacio determinado. Se coincide con esta estudiosa en que las comunidades reflejan, indudablemente, las dinámicas globales porque cada territorio está supeditado a otras entidades sociales, económicas, políticas que hoy no están al margen de las dinámicas globales del mundo actual.

Claudio Di Girólamo, en cambio define el desarrollo cultural como:

“proceso mediante el cual se crea un conjunto de condiciones que facilitan la producción material de la sociedad con el fin de que el hombre que la integra, logre niveles de superación espiritual que la conduzcan a la generación de mayor cultura, es decir, la energía que se requiere para transformar la naturaleza es adquirida a través de la parte espiritual del hombre; cuando se ve afectada, su producción baja y por tanto la comunidad adquiere menor desarrollo cultural.” (1997: 8).

Transformando la naturaleza se cambia la espiritualidad del hombre. Puede considerarse que entre la producción material y el desarrollo cultural existe una estrecha relación. Lo material y espiritual están concatenados, pues la cultura no sólo depende del desarrollo físico, material, de la comunidad, o el país, sino también del nivel educacional, cultural, del propio hombre dentro del contexto social en que interactúa.

Lidia Cook y Elaine Vega advierten que:

“el desarrollo cultural es el proceso que proporciona al hombre la posibilidad de desplegar todas sus capacidades, alcanzar su desenvolvimiento pleno a través de la creación, intercambio y comunicación. Parte de la capacidad y derecho del hombre de un mejor estilo de vida. El desarrollo cultural hace hincapié en invertir en las potencialidades humanas y después asegurar que éstos se utilicen en beneficio de todos, ocupándose de hecho en la satisfacción personal del hombre. Para ello se requiere tener en cuenta la realidad sociocultural de la comunidad o grupo al cual se pretende transformar, así como prever el impacto que pueda causar dicha transformación.” (2003: 8).

Hablar de desarrollo obliga tener en cuenta el contexto sociocultural en el cual debe realizarse, así como las condiciones específicas vinculadas a una determinada cultura, en el sentido antropológico del término: conceptos, modos y estilos de vida, sistemas de valores nacionales y modos de organización social.

El desarrollo tiene como fin satisfacer las necesidades reales del pueblo en cuestión. En la mayoría de los casos se basa en su propia capacidad creadora, sus propios valores y potencialidades, sus propias formas de expresión cultural y está dirigida a satisfacer sus propias aspiraciones, la población beneficiaria tiene una función activa en su propio desarrollo humano, los sistemas de valores, las tradiciones y creencias. (UNESCO: 1982).

Esta definición resulta sumamente abarcadora, por lo que se considera de vital importancia para el estudio del fenómeno investigativo. El progreso de determinado factor cultural dentro del contexto social en que se lleva a cabo el desarrollo cultural reviste de gran importancia, conjuntamente con los sistemas de valores, las tradiciones y creencias: elementos imprescindibles a la hora de valorar las necesidades reales de los pueblos, sus aspiraciones y demás, pues sólo con la preservación de sus valores culturales es posible satisfacer las necesidades más imperantes.

Según Guadalupe Savala Peñuelos:

“el enfoque endógeno del desarrollo tiene como propósito satisfacer las necesidades reales del pueblo en cuestión. En la mayoría de los casos se basa en su propia capacidad creadora, sus propios valores y potencialidades, sus propias formas de expresión cultural y está dirigida a satisfacer sus propias aspiraciones. El enfoque endógeno asigna a la población beneficiaria una función activa en sus propias estructuras socioculturales”. (2001: 19).

Zavala Peñuelos enfatiza con mucha fuerza la parte endógena del desarrollo cultural, pero no puede hablarse de desarrollo cultural pleno sin tener en cuenta la parte exógena de dicho desarrollo, pues es innegable la importancia del intercambio entre muchas culturas.

Osvaldo Martínez señala que:

“el desarrollo es como un fenómeno cultural insertado en todos los órdenes de la vida socio-económica (…) la dimensión cultural del desarrollo es la que permite integrar el mayor número de factores (económicos, sociales, éticos, jurídicos, estéticos) al desarrollo”. (2002: 27).

Como economista, el criterio de Martínez acerca del desarrollo cultural tiene un basamento teórico socio-económico, pero puede asegurarse que la dimensión cultural del desarrollo, integra el mayor número de factores, tanto estéticos, éticos, sociales y jurídicos, como económicos.

Ezequiel Ander–Egg (5) cita a Galthung, quien distingue cuatro formas para concebirlo. Se puede estar haciendo referencia al nivel de acceso, a los medios de consumir cultura y particularmente a la igualdad de oportunidades, también sirve para indicar el grado en que los medios de trasmitir cultura hacen los objetos culturales valiosos; el grado en que los objetos culturales son de hecho producidos. (2002: 34).

Del concepto de Ezequiel Ander–Egg se distingue su opinión acerca de la igualdad de oportunidades y la transmisión de la cultura, así como la producción de los objetos culturales, no pude negarse que la cultura aunque se produzca, si no es consumida por las diferentes capas sociales, si el acceso a ella es insuficiente no cumple su objetivo desarrollador de los actores sociales.

Cecilia Linares Fleites define el desarrollo cultural como:

“la creación de condiciones y espacios que permitan nivelar los derechos sociales y culturales. Implicar a los ciudadanos en los procesos de desarrollo, logrando una integración económica con los objetivos de desarrollo, es interpretar la cultura como un proceso vivo y totalizador, el cual trasciende los límites institucionales y alcanza la vida cotidiana promoviendo un conjunto de programas y proyectos socioculturales que a partir de las necesidades y demandas de sus potenciales beneficiarios, contemple acciones que posibiliten sensibilizarlos a participar en un esfuerzo conjunto por mejorar su calidad de vida”. (2004: 130-131).

De lo estudiado nos parece que la definición de desarrollo cultural expuesta por Cecilia Linares Fleites es la más precisa y abarcadora, ya que expone con términos precisos todo lo concerniente al concepto, dejando claro que desarrollo cultural es un proceso vivo y totalizador que trasciende los límites institucionales y logra materializarse en la vida cotidiana.

Para definir el desarrollo cultural puede decirse que este tributa a la creación de condiciones y espacios donde se puedan nivelar los derechos sociales y culturales. En ellos se deben implicar a los ciudadanos en un proceso de desarrollo donde se logre integrar armónicamente los objetivos perseguidos e interpretar la cultura tal como es: un proceso vivo y totalizador que trasciende los límites institucionales y logra permanecer en la vida cotidiana como un conjunto de programas y proyectos sociales y culturales, el cual a partir de necesidades potenciales y demandas lógicas está compuesto por acciones que facilitan sensibilizar a los beneficiarios a participar para mejorar su calidad de vida en un esfuerzo colectivo.

Debe incluir, además el arte en todo su sentido, como en el tema presente relacionarse con la décima como composición poética, como conjunto de diez versos que puede presentar diferentes variantes en cuanto al orden de la rima. La variante más conocida es sin dudas la espinela en honor a Don Vicente Martínez Espinel, está compuesta por 10 versos octosilábicos con orden de rima (abbaaccdec), pero suele hallarse en la obra de importantes poetas con otros órdenes de rimas y métricas diferentes.

Por tanto en Cuba la décima en su variante espineliana ha sido reconocida por los estudiosos del tema como la forma estrófica nacional. El repentismo tomando como base la décima espinela, le ofrece a este territorio un desarrollo cultural en tanto integra armónicamente objetivos e interpretaciones culturales implicando a los actores sociales y haciendo que estos permanezcan en su vida cotidiana.

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