La escuela cubana ha desplegado constantemente una labor enfocada a formar ciudadanos competentes, capaces de sentir el orgullo de ser cubanos, rebeldes, independientes, capacitados para luchar contra cualquier forma de explotación y defender la Patria de cualquier amenaza, tanto interna como externa, como lo demostraron los mambises en las Guerras por la Independencia, la Generación del Centenario, y lo continúa demostrando la actual generación. La necesidad de profundizar y fortalecer la educación en valores y su formación desde la escuela, es una tarea necesaria hoy más que nunca, en todo el mundo, ya que de ello depende, poder salvar lo más preciado que ha existido en el mundo natural, la especie humana.
En los últimos años, se han realizado diversos estudios que han tenido como objetivo fundamental poder conocer, analizar y valorar, las opiniones sociales de los estudiantes que cursan diferentes niveles de enseñanza con relación a determinados aspectos de su vida. En estos se incluyen: el trabajo de la escuela, el que desarrollan en su grupo escolar y en su medio social, así como los efectos que ha tenido a nivel institucional la labor que se realiza para educar en valores a niños adolescentes y jóvenes.
Los valores guían la conducta del ser humano en cada momento de su vida. Lo anteriormente planteado permite hacer referencia a las palabras pronunciadas por el General de Ejército Raúl Castro, en la conferencia de constitución de la Sociedad de Educación Patriótico Militar (SEPMI) el 20 de enero del 1980 donde expresó: “… cada generación necesita de sus propias motivaciones y de sus propios valores, nadie será hoy revolucionario, solo porque le narremos las penurias de sus padres y abuelos por importante y útil que sea esta labor.” (Castro, R. R., 1980; p. 2).
Es indudable que para el estudio de la educación en valores, se hace necesario analizar la categoría educación, entendida, según Esther Báxter P. (2002), como:
Un proceso conscientemente organizado, dirigido, y sistematizado sobre la base de una concepción pedagógica determinada, que se plantea como objetivo más general, la formación multilateral y armónica del educando para que se integre a la sociedad en que vive, contribuya a su desarrollo y a su perfeccionamiento y que el núcleo esencial de esa formación deben ser los valores morales (Báxter, P. E., 2002; p. 12).
Al abordar esta problemática, se debe concebir la educación como un fenómeno social históricamente condicionado, como núcleo del proceso socializador, que ejerce una influencia decisiva en la formación del hombre a lo largo de su vida, y debe prepararlo tanto para el logro de una incorporación personal y social activa, como para el disfrute y plenitud de todo aquello que se derive de la misma.
Al respecto ya José Martí P. (1875) había escrito:
“Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido: es hacer de cada hombre resumen del mundo viviente, para que flote sobre él y no dejarlo debajo de su tiempo con lo que no podrá salir a flote.” (Martí, P. J., 1875; p. 281).
El legado histórico de Martí, al igual que el de otros educadores cubanos como: Félix Varela, José de la Luz y Caballero y Enrique José Varona, entre otros, conduce a plantear que educar es preparar al hombre para afrontar exitosamente las exigencias sociales y personales de cada etapa de la vida, lo cual parece oponerse en buena medida a las acciones academicistas, formales, autoritarias o aisladas, que muchas veces emprenden los diferentes agentes socializadores.
Lo anterior permite considerar que es necesario trabajar en una educación en valores, partiendo de que esta la propicie la familia, la escuela y el medio social. Para ello se requiere que el sujeto conozca el carácter objetivo de cada uno de los valores, vivencie y experimente en lo individual y colectivo aquellos parámetros o indicadores positivos que los caracterizan. Esto hace necesario e imprescindible, poner a los niños, adolescentes, jóvenes o adultos en situaciones de experimentar en lo personal los valores adquiridos, para entonces poder decir, que se han formado en estos, determinados valores y no otros. Entonces, ¿se educan y se forman los valores? Indudablemente que sí; la educación va dirigida a la formación del hombre, y debe dar respuesta a: ¿qué tipo de hombre hay que formar para vivir en una determinada sociedad?, de ello se derivan los objetivos o propósitos que se tracen como meta los centros educacionales de los diferentes niveles de enseñanza.
Carlos Álvarez de Z., (1999) al respecto plantea que:
La formación de un sujeto, en este caso el estudiante, hay que entenderla como el resultado de la educación recibida, que se evidencia en una posición activa en su aprendizaje y desarrollo, así como en la actitud positiva que pone de manifiesto en aspectos fundamentales de su vida; entre ellos: la familia, el estudio, el trabajo y la patria (Álvarez de Z., C., 1999, p. 8).
La educación en valores es conceptualizada por Fidel Izquierdo N. (2002) como:
El componente esencial de la educación integral de los individuos orientada a la asimilación consciente y voluntaria de un sistema positivo de ideas, sentimientos y convicciones a partir de su implicación efectiva en el significado social de los valores favoreciendo el desarrollo de la conciencia valorativa y su carácter orientador respecto a sus manifestaciones conductuales y formas de comportamientos moral e instituciones en la práctica cotidiana, desde su actividad personal y social en la búsqueda, orientación y consecución de un real sentido de vida. (Izquierdo N. F., 2002, p.18).
La efectividad de la labor de la escuela y de los docentes no puede limitarse a los resultados docentes que alcanzan los alumnos en las diferentes asignaturas; la misma debe apreciarse en un objetivo más amplio: la formación de un hombre capaz de pensar, sentir y actuar integralmente, en correspondencia con las necesidades de la sociedad y el marco concreto de la comunidad, barrio o zona donde interactúa sistemáticamente y se desarrolla como personalidad. La escuela tiene el encargo social de enseñar a los niños y jóvenes a vivir a la par de su tiempo y poder valorar la realidad que los rodea, apreciar el mundo circundante en perspectiva y estar preparados para actuar consecuentemente en su transformación y desarrollo, científico y social. Es por ello, que el Ministerio de Educación instrumentó la Resolución Ministerial 90/98, la cual establece los Lineamientos para el reforzamiento de los valores, la disciplina y la responsabilidad ciudadana desde la escuela, la cual abarca a todas los niveles de enseñanza, desde la educación preescolar hasta la universitaria. (MINED RM 90/98, 1998).
Nancy Chacón A., (2005) propone los requerimientos metodológicos generales que deben tenerse en cuenta para diseñar las estrategias educativas y acciones para la educación en valores, entre los que se encuentran:
La propia autora señala que de los elementos y procedimientos metodológicos acerca de la formación de valores deben considerarse los siguientes:
- Determinación y jerarquización del sistema de valores a formar en los educandos, según la finalidad de la educación cubana, en el contexto histórico concreto, la psicología de las edades y la caracterización correspondiente.
- Operacionalización del concepto de valor moral y sus componentes.
- Etapas de la formación de los valores, según la concepción de significación social positiva del contenido de dichos valores espirituales e ideológicos.
- Proceso de subjetivización, en que según las etapas de su formación, el valor se transforma en el contenido de: los principios (reglas o exigencias morales más generales de carácter sociohistórico y clasista), las normas (reglas o exigencias morales más específicas, de carácter sociohistórico y que los individuos eligen ante los conflictos, dilemas y en la convivencia cotidiana) y las orientaciones valorativas, que se estructuran sobre la base de las escalas de valores construidas en el transcurso del proceso formativo por el sujeto.
- El contenido de los valores como parte de los principios, las normas y escalas valorativas, deben transformarse internamente en convicciones, atendiendo al tratamiento de los componentes del valor (cognitivo, afectivo-volitivo, ideológico y de las experiencias acumuladas en la actividad). Sólo en la actividad, es donde los sujetos de la educación pueden interiorizar las influencias educativas del significado de los valores, por medio de las relaciones interpersonales directas sujeto - sujeto, la comunicación, los hábitos, las costumbres o tradiciones en determinados tipos de actuaciones y actividades planeadas y previstas con fines educativos. (Chacón, A. N., 2005, pp. 7-10).
La autora de esta investigación comparte los criterios anteriormente abordados, porque considera que los valores son cualidades, actitudes positivas e inherentes a la persona los cuales pueden transformarse o enriquecerse y están relacionados con el momento histórico en el cual el individuo vive y se desarrolla de forma activa.
Nancy Chacón A., (2005) señala que formar y transmitir valores es siempre vital, el hombre no nace como ser moral, ni como persona formada de una vez y para siempre. La solución de esta cuestión comienza a partir del hombre que se necesita. Se está ante un proceso largo y complejo de evaluación de virtudes y defectos, de lo conquistado y de lo que falta aún por lograr, de errores y problemas por resolver. En el proceso de formación de valores el tratamiento de la individualidad requiere especial atención, ya que estos valores sólo se forman en el mundo interno de cada individuo, por lo que el maestro en su labor debe respetar la dignidad personal de sus estudiantes y en sus relaciones tratando con el mayor tacto pedagógico, atendiendo a las características personales y teniendo en cuenta las normas éticas de las relación maestro–alumno y maestro–familia; este último elemento no puede soslayarse en todo este proceso. Formar valores, no es sólo trasmitir conocimientos permanentes, para que los alumnos se apoderen de los principios, las normas, las reglas, sino que también es necesario que exista una estrecha unidad con el desarrollo de los procesos afectivos y de motivaciones.
Es necesario utilizar la obra martiana en el proceso de formación de valores así como para el reforzamiento de estos desde cualquier nivel de enseñanza. El reconocimiento de la educación en valores en los niños, adolescente y jóvenes en las condiciones actuales es posible si se coloca a la misma en el centro del trabajo pedagógico. La premisa esencial la legitimaza el maestro, no porque sea el principal responsable del proceso docente educativo, sino porque la estructuración y realización de dicho proceso depende en gran medida de su maestría pedagógica.
Nancy Chacón, A., (2005), señala que:
Educar en valores es, ante todo, proveer de condiciones, generar climas y nuevas formas en las que se enmarcan valores ya existentes, crear modos de valorar la vida y orientar para que aquel que aprenda, sea capaz no sólo de encontrar su lugar en el mundo sino de ser autor de sus actos. (Chacón, A. N., 2005, p11).
Constituye una tarea que urge en los momentos actuales por la incidencia de algunos factores como crisis económica, las carencias materiales, el bajo nivel de satisfacción de las necesidades, aparición de formas de desigualdad social que afectan y actúan a su vez sobre la familia, la comunidad y la escuela donde el niño recibe las influencias educativas. De acuerdo con los criterios de. Nancy Chacón A., para contribuir a la educación en valores el maestro debe atender los componentes cognitivo-motivacional afectivo, así como las experiencias morales acumuladas en las relaciones y la conducta en la vida cotidiana.
Al retomar las sugerencias de la investigadora Chacón Arteaga, se debe precisar a los maestros que para el tratamiento al término o categoría valor deben tener en cuenta:
- Su nivel de flexibilidad. El valor debe encontrar diversas formas de expresión, todas consecuentes con su esencia. El sujeto portador del valor, debe ser tolerante con los fracasos y persistir en la solución de las maneras de realización del valor, dependiendo del desarrollo intelectual de cada sujeto.
- Capacidad para construir e identificar alternativas de actuaciones sujeto portador del valor debe lograr identificarse con el comportamiento que lo realicen o sea capaz de construir alternativas para demostrar su capacidad.
- Mediatización de las operaciones cognitivas. La apropiación de un determinado valor por el individuo incluye en su base la reflexión el análisis, la actividad intelectual que permita una actuación consciente.
- Proyección futura. La expresión y la realización de un valor en el individuo debe estar orientado hacia el futuro, correlativo a la actuación presente con sus futuras consecuencias sociales. (Chacón, A. N., 2005, p. 27).
La autora coincide con lo anteriormente planteado, ya que a partir de las reglas y normas que se transmiten y sobre todo el ejemplo que se ve en la familia, la escuela y la comunidad, el educando asimila de forma consciente cómo valorar su conducta, por lo que según la Dra. Chacón, se debe tener en cuenta los siguientes factores para la educación en valores:
Ser capaz de preparar a los escolares para el futuro, plantearles problemas y discutirlos. Chacón, A. N., 2005, p. 33).
Esther Báxter P., (2007) define que Educar en valores: “Es la acción planificada, orientada, y controlada que ejercen la familia, la escuela y la comunidad, mediante el ejemplo personal en la actuación de todos los adultos responsabilizados con la tarea o encargo social de formar a las nuevas generaciones. (Báxter P, E., 2007, p.6).
La autora de esta investigación asume la definición Educar en valores dada por Esther Báxter, porque en la misma queda evidenciada que es una actividad consciente , orientada a un fin determinado, donde se conjugan la acción de la familia, la escuela y la comunidad, sin dejar a un lado el ejemplo personal como movilizador de la conducta. Y le confiere a la escuela un papel trascendente en la formación de las nuevas generaciones; ella realiza la labor de instruir y educar, y prepara al hombre para la vida.
A inicios de la década de los años noventa del siglo XX, con el derrumbe del campo socialista y el recrudecimiento del bloqueo imperialista, se aplican nuevas medidas económicas en el país, lo cual trae consigo un deterioro o crisis de valores, término polémico que provoca rechazo por parte de algunos investigadores que prefieren denominarlo con otras palabras menos nocivas ideológicamente, pero muy próximas al mismo.
Lissette Mendoza P. (s.f) en la conferencia : “Cultura, educación y valores ”, señaló que :
...no puede olvidarse que la educación del ser humano, de alguna manera reproduce, en la pequeña escala de su existencia, el proceso histórico-social por el que ha atravesado la Humanidad en su devenir. Este ha quedado plasmado en la cultura, que como resultado de la actividad humana constituye medida del desarrollo humano. Y conlleva a su vez, la comprensión de los valores como expresiones de la cultura y componentes de la ideología. Todo esto sirve de fundamento al reto que significa hoy, formar a los hombres que, viviendo en el primer siglo del III Milenio, tienen que enfrentar los resultados del fabuloso desarrollo científico y tecnológico y al mismo tiempo, los graves males que se derivan del hegemonismo y el uso de la fuerza. La lucha por la paz, por la cultura, por la defensa de todo lo valioso creado por el ser humano, por la propia existencia como naciones o como Humanidad, alcanza honda significación en el presente. (Mendoza P, L., sl. s.f, p.2. Material en soporte digital).
El término objeto de análisis se debe evaluar como un proceso que puede significar pérdidas valorativas o decadencia y resquebrajamiento de algunos valores, y de la necesidad de oxigenar otros, debido a la aparición de nuevas realidades y modos de entender la realidad social que hoy vive el mundo en su conjunto. El análisis de la crisis de valores se debe comprender también como un momento dialéctico, esto es, como un proceso de desarrollo axiológico y no solo como decadencia o degradación de ciertos valores sociales.
No en vano las crisis, y las de los valores en particular, representa momentos de peligro, pero también de oportunidad, de desarrollo, pues no existe la continuidad ciega. No por gusto se crece en términos morales y humanos sobre la base de nuevas experiencias de nuevos tiempos en estos difíciles ámbitos de la vida humana. La crisis de valores no es un proceso de regresión irreversible. De hecho, las normas y valores sociales han estado en un proceso de génesis, desarrollo, caducidad e integración: “progreso axiológico”. Se refiere a los resortes morales y axiológicos que es imprescindible oxigenar, rectificar, cambiar y aquellos contenidos que les son propios, que se integran al progreso cultural, incluidos los del orden moral y valorativo. Por ello los valores han sido comprendidos, también, como creaciones humanas mutables y transformables.
El Dr. José Fabelo (1996) realiza un análisis sistemático y metodológico de la formación de valores a través de tres momentos esenciales, teniendo en cuenta las condiciones históricas concretas que vive el país. Estos momentos que se relacionan dialécticamente, son: los valores objetivos, que son los que establecen la dinámica social, es decir, procesos, acontecimientos de la vida social y las necesidades e intereses de la sociedad en su conjunto donde la conducta, idea, tenencia de la actividad humana, hace que favorezca u obstaculice el desarrollo progresivo de ésta; los valores subjetivos, son la significación social de los valores objetivos que se reflejan en la conciencia individual y colectiva de los miembros de la sociedad, es cuando el sujeto social conforme con su sistema subjetivo de valores, éstos pueden corresponder en mayor o menor grado con los valores objetivos, esto depende de los intereses particulares del sujeto y los intereses de la sociedad, pero también está en dependencia de las influencias educativas, éstas tienen una función reguladora; los valores instituidos, que son los valores que la sociedad organiza y funciona en un sistema de valores oficialmente instituidos. Es parte de la ideología oficial, de la política interna y externa, normas jurídicas, derecho y educación. (Fabelo, J. R, 1996, p. 2).
Bárbara Martínez González (2005), en conferencia ofrecida sobre los valores destacó:
La educación comienza desde que se nace y son muchos los agentes educativos que actúan sobre el ser humano: la familia, la escuela, la comunidad donde hacen su vida social, el colectivo escolar, las entidades productivas donde realiza el vínculo de la teoría y la práctica y los medios masivos de comunicación. (Martínez G. B., 2005).
La misma autora, entre otras ideas, precisa que en Cuba, el objetivo estratégico de la educación, es lograr la formación integral de los educandos, ello significa una acción dirigida a formar hombres conscientes, disciplinados, con una concepción científica del mundo, con un elevado amor al trabajo, riqueza espiritual, debiendo manifestarse como convicciones personales, hábitos de conducta diaria, promoviendo hombres aptos para vivir y trabajar en la nueva sociedad. Esta gran meta no es un sueño, ni una fantasía, sino una posibilidad real condicionada por la existencia de la Revolución Cubana, en cuya obra transformadora ha creado el engranaje necesario para el logro de este propósito, una profunda Revolución Educacional y Cultural con todos y para el bien de todos.
Al igual que muchos intelectuales e investigadores cubanos, Fidel Castro R. ha expresado su constante preocupación por la formación integral de las actuales y futuras generaciones, al respecto ha señalado que: “La tarea más importante de nosotros es preparar el porvenir; nosotros somos, en esta hora la patria, el puñado de semillas que se siembra en el surco de la Revolución para hacer el porvenir.” (Castro, R. F., 1961, p. 7). Y por otro lado: “... Estos son tiempos de sembrar conciencia, de sembrar ideas, de formar valores y enseñar a defenderlos cada vez mejor…” (Castro, F., 2003, p. 2).
Desde el punto de vista educativo formativo se destacan el análisis y aportes realizados por Esther Báxter P. y. Nancy Chacón A., (2007).
La Dra. Báxter plantea que:
La formación de valores tiene gran importancia para el desarrollo de la personalidad para lograr que los jóvenes asuman una participación correcta dentro de las luchas que caracterizan la etapa constructiva de la nueva personalidad, debe regir el comportamiento general de la juventud que orientan su conducta y determinan sus actitudes, sus formas de actuar. (Báxter, E., 2007, p. 6).
La autora de la presente investigación comparte el criterio antes expuesto, porque refuerza la importancia de la formación de valores en el desarrollo de las complejas tareas de la edificación socialista; el joven puede pensar, trabajar y actuar en función del proyecto social que se construye; cuando esto no sucede, se han debilitado, se han lacerado esos valores y estos jóvenes se desvían del camino que conducen a la formación del hombre nuevo que planteara el Ché; de ahí que se debe desarrollar, fomentar y reforzar los valores en la juventud cubana.
Nancy Chacón citada por Bárbara Martínez en la mencionada conferencia, hace un análisis de los valores en su aspecto moral, y plantea que estos:
… constituyen la unidad de lo objetivo y lo subjetivo, de lo emocional y lo racional el cual se da sobre la base de exigencias y necesidades humanas concretas que se expresan en los valores individuales y sociales, aspiraciones y anhelos por lo que constituyen una autoafirmación de la condición humana (Chacón, N.,1998, p.9).
Hace una valoración de los valores morales y el papel que tiene el educador, el colectivo pedagógico y el trabajo educativo y formativo de las nuevas generaciones, aborda la necesidad del tratamiento individual y colectivo de esta formación, por lo que se considera que sus trabajos son de obligatoria consulta para todo el personal vinculado a la labor de instruir y educar.
De esta forma, en la educación en valores se necesita movilizar la personalidad del sujeto en un proceso de lo intelectual-afectivo–motivacional–conductual. Por lo que si se aspira a perfeccionar la sociedad para los hombres, ha de lograrse su mejoramiento para la sociedad. Se debe partir del hombre que se tiene, para llegar al paradigma de hombre nuevo al que se aspira.
Para educar en valores:
-Hay que instruir y educar como un proceso íntegro con estrechos vínculos dialécticos, no reducir la actividad educativa a la clase, porque no es suficiente.
-Su enfoque tiene que ser integral de acuerdo con las necesidades, aspiraciones y -problemas del hombre de hoy, y la sociedad a la que se aspira.
-Establecer y definir los valores a alcanzar, que algunos son de todos los tiempos como la honradez y la honestidad; hay otros más propios de la actualidad en la región y el país, como el patriotismo y el internacionalismo, así como tener en cuenta la dimensión estética y un adecuado enfoque de sexualidad responsable, junto al cuidado del entorno.
-Lograr que cada asignatura aporte valores al crecimiento personal del alumno y en aquellas que son más factibles hay que aprovechar al máximo las potencialidades educativas.
-Instrumentar la labor educativa y las acciones que hay que desarrollar en la escuela teniendo en cuenta el diseño curricular, las actividades extradocentes y extraescolares.
-Precisar los modelos, las aspiraciones, es decir, combinar técnicas, narraciones, lecturas, diálogos, conferencias, debates, análisis de personalidades, hechos históricos o culturales, películas, matutinos, vespertinos, actos en sentido general.
-Llevar a la práctica estos modelos: juegos, trabajos en equipos, encomiendas, asignar responsabilidad, fiestas, actividades productivas, culturales, deportivas, etc.
-Lograr la reflexión y valoración que culmina con la representación de cómo va el proceso definiendo que hacer, que falta, cómo perfeccionarlo.
-Estimular y sancionar esta última en el marco del afecto, el respeto y la orientación, logrando no dividir a los alumnos en buenos y malos, sino analizar conductas, apoyar, reforzar motivaciones hacia el modelo al que se aspira. (Martínez G. B., 2005, s.p. sl. Material en soporte digital).
Al analizar los criterios y juicios que ofrece la citada autora, se comparten sus ideas ya que se debe instruir y educar como un proceso íntegro de acuerdo con las necesidades, pretensiones y contrariedades del individuo de esta época, la labor educativa y las acciones que hay que desplegar en la escuela teniendo en cuenta el diseño curricular, y el proceso pedagógico profesional, combinar técnicas, narraciones, lecturas, diálogos, conferencias, debates, análisis de personalidades, hechos históricos y culturales.
Bárbara Martínez G. (2005) En la conferencia sobre valores ¨El proceso educativo fuente inagotable de valores¨, precisa los elementos que completan la educación en valores:
El colectivo pedagógico es responsable de la labor educativa, es el medio más adecuado para reflexionar, debatir, enjuiciar la calidad de la docencia, los problemas metodológicos y la formación de valores.
El profesor guía es el sujeto principal de este proceso, el vehículo transmisor de la estrategia del colectivo al estudiante.
El Colectivo de estudiantes es de gran importancia ya que en él están representados sus organizaciones juveniles y estudiantiles; poseen fuerza capaz de reorientar, ejercer la crítica, estimular ante el éxito y trazarse nuevas metas ejerciendo su protagonismo y sentido de pertenencia.
El profesor, su papel es determinante en este proceso educativo. Este debe: Ser ejemplo ante sus alumnos, desarrollar una alta profesionalidad, integralidad moral y política. Ser capaz de combinar la acción y la palabra. Ser capaz de trasmitir conocimientos con sentimientos. No debe imponer valores sino educar en valores. Preparar al estudiante en la asimilación y creatividad del conocimiento. Debe caracterizar individual y colectivamente al grupo apoyándose en el diagnóstico. Propiciar la comunicación que debe estar precedida por las relaciones de respeto, cooperación y en saber escuchar y no imponer las ideas. No debe ver la formación de valores como una carrera en pos de una meta, sino es hacer conciencia de ello en cada estudiante. (Martínez G. B., 2005 s.p. sl. Material en soporte digital).)
La autora de esta investigación comparte con lo expresado por Martínez G. B., porque esa es la labor ha venido desplegando la escuela cubana continuamente, ha formado el recurso que no tiene otro pueblo, que es su recurso humano, capacitado, hombres y mujeres que glorifican la nación cubana. Ernesto Guevara (1965), en su análisis sobre la formación del hombre nuevo en su obra: “El socialismo y el hombre en Cuba”, Guevara concluye de la siguiente manera: “El camino es largo y desconocido en parte; conocemos nuestras limitaciones. Haremos el hombre del Siglo XXI nosotros mismos.” (Guevara, 1965, p. 11).
Marta Arana, Niurka Batista y Álvaro Ramos. (2002), en ponencia: “Los valores en el desarrollo de competencias profesionales”, hacen referencia a las:
Razones que justifican la educación en valores:
La educación en valores incide en los siguientes aspectos:
Estos aspectos ayudan a comprender las peculiaridades de la formación y el perfeccionamiento de los valores y sus relaciones en el proceso docente-educativo. Integrar los valores al aprendizaje de manera intencionada y consciente significa no sólo pensar en el contenido como conocimientos y habilidades, sino en la relación que ellos poseen con lo afectivo. La autora de la presente investigación confirma lo expresado por los autores antes mencionados porque para el reforzamiento del valor responsabilidad es importante integrar los valores al aprendizaje de manera intencionada y consciente para así preparar al hombre para la vida.
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