LAS TRANSFORMACIONES EN LA CONSIDERACIÓN DEL SECTOR SERVICIOS

Genilson Valotto Patuzzo

CAPÍTULO 2. Una hipótesis sobre el desarrollo de la economía de servicio

El sector servicios históricamente, como hemos señalado, ha estado transicionalmente marginado en el estudio de la economía. Pero, sin duda, la expansión de la Economía de Servicios constituye uno de los cambios más importantes registrados en las economías mundiales a partir de la segunda mitad del siglo XX (VALOTTO, 2010a). Anteriormente, hemos de insistir en que sus actividades eran consideradas como "no productivas" y definidas como residuales, es decir, todo las referentes a lo que no pertenece a la industria o a las actividades agrícolas. Sin embargo, el crecimiento de la participación de sector servicios en la cifras de empleo de las economías nacionales y el valor añadido por el mismo, junto con la aparición y desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación como un vector para la innovación en otros sectores de la economía, han llevado a una mejor comprensión de las especificidades de las actividades de servicios y a que estos ganaran más prestigio en el orden académico de la economía.

De esta forma, la importancia del sector servicios en la variable empleo, vértice en todos los estudios actuales de las economías nacionales y su presencia en los sectores más dinámicos y en los productores de insumos para la industria han llevado a justificar la pertinencia del desarrollo de estudios que contribuyendo al conocimiento del sector la harían aun más destacado. Así, el profesor Cuadrado Roura (2003:275) alude en su estudio a la existencia de un mayor número de trabajos y estudios realizados sobre el sector servicios: “el lector interesado cuenta con una bibliografía cada vez más abundante sobre los problemas del sector, en general, así como estudios específicos referidos a algunas de sus ramas de actividad”.

Cabe señalar así que el sector servicios ha ido adquiriendo una importancia creciente dentro de la economía mundial. Ha de resaltarse nuevamente su importancia para la generación de empleo especialmente en actividades novedosas. Ha de destacarse que las empresas de esta rama están involucradas directamente en la revolución tecnológica propiciada por las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC), que son, sin duda, un sector muy heterogéneo, que incluye pequeñas y grandes empresas. A la vez, es un campo de estudio que todavía está en vías de investigación. A efectos de este trabajo destacamos que Brasil es un bueno ejemplo de la afirmación anterior (VALOTTO, 2010a).

También encontramos posiciones negativas en el tratamiento de la importancia de los servicios. Entre ellas debemos insertar el influyente texto de Baumol que contribuyó en gran medida a generar la opinión de que el crecimiento de este sector llevaría a la disminución de la productividad de la economía. La lectura sobre la innovación en el texto de Baumol igualmente presenta una visión negativa sobre las actividades de servicios, las cuales serían incapaces de proporcionar innovación.

Esta opinión negativa sobre el sector servicios ha esbozado sus orígenes, como se ha subrayado en el epígrafe 1.2, a partir de las obras de los economistas clásicos. Como apunta D. S. Meirelles (2006:121), “Adam Smith no consideró las actividades de servicios como productivas, sino de baja rentabilidad”. Para esta autora, Karl Marx avanza significativamente en relación a Smith, porque considera que todos los servicios cuyo proceso de producción se den sobre la base de producción capitalista son productivos, independientemente de que los resultados de este proceso sean tangibles o intangibles. Entre tanto, para los utilitaristas, a su vez, todos los servicios, como creadores de valor, son considerados productivos. También señala A. Kon (2004:18-19) que la visión keynesiana define cualquier actividad que merezca una recompensa monetaria como útil y productiva. La visión schumpeteriana considera que los servicios son complementarios y relevantes para el consumo, siendo este último el objetivo principal de la producción y, por tanto, esencial para la actividad productiva.

Como resumen de estas opiniones de autores de los siglos más recientes, habríamos de destacar que no es preciso esforzarse en señalar que hasta no hace mucho tiempo los estudios económicos habían considerado que el sector servicios tenía muy escasa relevancia en la economía de los países. Esta opinión, como hemos visto, se ha modificado y hoy, en cambio, se atribuye al mismo un papel destacado. Ello se debería a diversos factores. Así, se ha destacado que agregan valor al producto de la economía, bien al generar remuneraciones por el trabajo, o bien la formación de la excedencia operacional o lucro . La capacidad de generar productos y empleo por parte de este sector se pone de manifiesto cada vez más en las economías avanzadas o en proceso de expansión, (en estas últimas que no alcanza los niveles tan significativos de las economías desarrolladas), pero en todo caso poniendo de relieve el papel desempeñado por este sector en la economía moderna, que tiende a caracterizarse más como una economía de servicios, que se correspondería con la evolución socioeconómica postindustrial .

El término de “economía postindustrial” es ampliamente utilizado para describir una economía de servicios que se asocia al desarrollo de una economía manufacturera. Esta transformación ha sido experimentada en la realidad por la mayor parte de los países. Pero recordemos que la Economía de Servicios no fue vista siempre como deseable por los estudiosos, que tradicionalmente han considerado a la industria como el “motor del crecimiento”. Muchos autores defienden la idea de que los recursos empleados en el sector servicios no generan el mismo grado de desarrollo económico que los empleados en las manufacturas, pues serían menos productivos e implicarían menores rendimientos. Esas afirmaciones se basan en investigaciones empíricas realizadas entre otras por Murdick; Reader y Russell (1990). En contraposición, autores como Cuadrado Roura (2003:274) en uno de sus trabajos afirma que el sector servicios es mucho más estable que el manufacturero.

Especialmente si se compara con la industria manufacturera, uno de los rasgos más destacables de los servicios es que sus principales ramas de actividad han sido y son creadoras de empleo. Otra característica a destacar es que, cuando se analizan los ciclos de las economías, el comportamiento de este sector es mucho más estable que el de la industria y contribuye en alguna medida a la suavización de las fluctuaciones cíclicas de las economías (…)

Quizá la consideración más fiable acerca del desarrollo de la Economía de Servicios esté relacionada con los cambios estructurales presentes en la historia económica a lo largo del siglo XX y, principalmente, en los cambios registrados en ella respecto a las actividades de servicios. En el ámbito económico, el gran desarrollo industrial de la postguerra desplazó los estudios acerca de las actividades de servicios a un segundo plano. Sólo a mediados de los años 1970, cuando se produce una desaceleración de los procesos de urbanización y de industrialización y paralelamente a este proceso económico, se presenta un paulatino desplazamiento del centro de atención de los analistas económicos desde el sector secundario al terciario y consecuentemente surgen nuevos estudios dirigidos a una mejor comprensión del sector servicios.

De esta forma, superada una primera etapa en la que la importancia del sector servicios era minusvalorada y la literatura sobre el tema era más bien escasa, la crisis del petróleo puso de manifiesto la magnitud creciente del sector servicios y la necesidad de estudiarlo a fondo, llegándose en la década de los 1980 al inicio de un período de gran fertilidad que todavía perdura, como afirman Cuadrado Roura y Rubalcaba (2000:32):

Si los servicios tienen hoy un mayor interés entre el público, en general, y entre los estudiosos y hacedores de política económica, en particular, es porque ya no se les considera, como antaño, actividades “improductivas” en relación con el crecimiento económico.

Los estudios y la evolución del sector terciario de una economía están relacionados, por un lado, con factores intrínsecos al desarrollo de esas actividades, particularmente en lo que se refiere a la demanda de servicios en la economía, en la que los servicios se “desgajan” de los bienes y, por otro lado, con el comportamiento de factores exógenos. Entre estos condicionantes externos cabe resaltar:

- el volumen y la velocidad de liberación de la mano de obra de actividades agrarias, la cual se dirige a las propias de áreas urbanas;

- la evolución cuantitativa y cualitativa de las actividades del sector secundario, que requieren la ampliación y la modernización de actividades de complementariedad, especialmente de servicios;

- la capacidad del sector secundario del país para absorber la mano de obra liberada de la agricultura;

- la generación de un excedente operacional de otros sectores económicos que debe ser reasignado a las actividades de servicios;

- la existencia de una infraestructura económica concentrada en una región, que ofrece economías externas para la localización de nuevas actividades económicas.

Dentro de estas condicionantes son sobradamente conocidos los resultados derivados de la sectorialización tripartita de las actividades económicas (La clásica distinción entre sectores primario, secundario y terciario). Pero esta, en un primer momento, carecía de capacidad explicativa de las continuas transformaciones del sistema productivo, particularmente las referidas al fenómeno de la terciarización. En una segunda fase, persistía una equívoca interpretación de la evolución económica en términos darwinistas muy elementales: sustitución, irreversibilidad y coherencia. Y en una tercera etapa, mejoraría su contribución a la construcción de las ideas y teorías postindustriales, basadas en el desplazamiento sectorial del empleo y, fundamentalmente, en la firme convicción de que tal cambio era la señal del progreso económico como señalan García y Menéndez (1992:14): “estas creencias contrastaban con el comportamiento de las llamadas economías avanzadas, a mediados de los setenta, donde la terciarización se aceleraba e intensificaba en un contexto de bajo crecimiento económico”.

Entre los factores exógenos explicativos del crecimiento de los servicios se encuentra un apoyo en la capacidad del sector terciario de una economía para absorber mano de obra oriunda de otros sectores, tanto la no cualificada cuanto la cualificada, y en la posibilidad del sector de expandir las actividades informales en periodos de menor actividad económica o de recesión. Igualmente se amplía y se relaciona el estudio del crecimiento de los servicios con los estudios sobre crecimiento económico (definido de esta manera u otras como desarrollo, progreso, etc.)

Para Fisher (1939), uno de los primeros autores interesados en explicar la evolución de la economía real de su tiempo, el progreso económico se manifiesta a través del trasvase de mano de obra del sector primario al secundario y de este al terciario (servicios), constituyendo un proceso irreversible, que sería el centro de atención de la teoría de los estudios del desarrollo. Según la perspectiva de Clark (1940), señalara la división tripartita de esta servir para construir una teoría general sobre la composición y tendencias de la población activa. A pesar de este propósito, la distinción propuesta resultó ser meramente descriptiva y nada explicativa, sobre todo porque este autor también definía el sector terciario como un sector residual (lo que no era ni agricultura ni industria) y donde tenían cabida actividades muy variadas, unas intensivas en capital, otras en mano de obra, unas destinadas al consumo final, otras al consumo intermedio, etc. De este modo, los trabajos pioneros indicados contribuyeron a consolidar la ambigüedad y la falta de un tratamiento económico propio para las actividades de servicios, en línea con el concepto al que anteriormente nos hemos referido de los autores García y Menéndez (1992:14).

Se consideraba así el papel del sector terciario en el discurrir del desarrollo económico de la sociedad en las fases iníciales del proceso, poniendo de manifiesto la idea de la relación de los procesos de urbanización con el crecimiento de las actividades de servicios. Ello denotaría el inicio de cambios en la estructura productiva, característica de la transición de un sistema económico de baja productividad per cápita a otro de productividad más elevada.

El cambio de la producción rural en los países más adelantados es al mismo tiempo causa y efecto de la reasignación del excedente de capital acumulado en las actividades primarias a otras actividades más rentables y constituye otro factor característico del desarrollo de la economía de servicios. En Brasil ésta es una característica a considerar en las explicaciones del reciente crecimiento del sector servicios. En efecto, este no puede ignorar los problemas estructurales históricos del país. La gran concentración de la propiedad de la tierra y la falta de crecimiento industrial para absorber el aumento del número de trabajadores y la creciente urbanización, ha llevado a la población que no tiene alternativas en el ámbito rural al empleo en las actividades urbanas de baja capacidad, tales como el comercio y los servicios de baja cualificación o subempleos.

Se discute en la literatura económica, por ejemplo, Almeida y Silva (1973), De Negri y Kubota (2006), Dedeca y Montagner (1992), Kon (1992, 1996, 2001 y 2004) y Matias (2006) el papel de las actividades secundarias en cuanto inductoras del desarrollo. Hacia ella se dirigen inicialmente el capital y la mano de obra oriundos del medio rural. La dinámica de transformación en la estructura productiva iniciada se difundiría posteriormente hacia el sector terciario de la economía. Este fenómeno se ha comprobado ampliamente en los países más desarrollados, pero algunos teóricos defienden la idea de que en economías en desarrollo los emigrantes rurales se dirigen primeramente al sector terciario, a actividades que no exigen alta capacitación, en el sentido de adquirir la preparación adecuada para asumir actividades que necesitan mayor conocimiento, y a desplazarse posteriormente al sector secundario.

Por otro lado, se reconoce ampliamente que existe un límite para la velocidad de ampliación de las inversiones en las actividades secundarias y para la consiguiente absorción de la mano de obra en este sector, particularmente en los países menos desarrollados en razón del propio tamaño de los mercados interno y externo para el consumo de los productos manufacturados, así como por la rigidez de los coeficientes técnicos de las funciones de producción y por la notoria incapacidad de ahorro interno necesario para la evolución hacia los sectores más dinámicos.

Pero cabe destacarse que, si las actividades terciarias se desarrollan generalmente atendiendo a las funciones de intermediación complementarias de los sectores, en diversas situaciones se amplían porque a ellas se asignan el capital y la mano de obra excedente, que no encuentran oportunidades en los otros sectores. En estos casos tales actividades buscan su propio mercado. Para ello concurren la naturaleza de los servicios ofrecidos, que se encuentran en una gama que se extiende desde el proceso de producción más moderno y capital intensivo al proceso más tradicional, cuyo único factor de producción empleado es el trabajo de baja cualificación.

En la evolución ha de destacarse en la actualidad que se pone un especial énfasis en el estudio de las economías que se dirigen hacia la “economía de servicios”, o hacia la “industria de servicios”, examinando para las transformaciones que ocurren en la denominada “Economía Industrial”, o sea en el contexto “Post-Industrial”, que tienen lugar en gran parte de las economías en fase de desarrollo y en las desarrolladas. Un estudio hecho por la OMC (2006), concluye que se ha producido una considerable evolución durante el período comprendido entre 1990 y 2001, un significativo desplazamiento del empleo desde los sectores primario y secundario al sector de producción de servicios. En ese lapso de tiempo la participación del valor añadido de los servicios en los PIBs de los países ha tendido a aumentar significativamente y de forma paralela al nivel de ingresos de los países, como afirma el documento señalado:

(…) siendo del 71 por ciento en los países de ingresos altos (del 75 por ciento los Estados Unidos) y del 55 por ciento y el 47 por ciento, respectivamente, en los países de ingresos medios y bajos. Incluso en este último grupo de países, la producción de servicios es en general una actividad económica básica, cuya contribución al PIB es superior a la de la industria y la agricultura (…)

Al estudiar y destacar esta evolución, hemos de señalar que el término “Economía de Servicios” ha abierto el camino a la percepción del relevante papel de las actividades que suponen las mismas en la generación de la renta y riqueza de las economías. Este nuevo papel trae consigo la necesidad de reformulación de antiguos conceptos y un mejor entendimiento de la complejidad del sector y la naturaleza de las relaciones con los otros sectores económicos y los agentes que contribuyen a la producción y el consumo de los servicios, intercambios éstos que asumen una diferente connotación cuando se comparan con la economía basada en el desarrollo industrial.

Los cambios sectoriales de los factores de producción en dirección a las actividades terciarias en las fases iníciales y secundarias de los procesos de desarrollo se hacen por medio de su concentración en espacios económicos delimitados, en el sentido de propiciar economías externas tanto a otras empresas como a la colectividad. Esa concentración favorece la modernización económica, al disminuir los gastos y acumulaciones cuando las actividades reúnen un fondo común, y al diseminar el crecimiento por el resto de la economía a través de canales específicos.

Más allá de esos factores, las transformaciones significativas por las que pasaron las economías en el proceso industrial, particularmente tras la Segunda Guerra Mundial, tuvieron consecuencias considerables en el proceso de terciarización asociado al desarrollo económico global. El proceso de concentración y centralización de la riqueza exigió una reestructuración en la administración y en el control de las empresas, implicando la necesidad de creación de una red de empresas de servicios auxiliares que constituyeran la base de nuevas formas de organización. En segundo lugar, la internacionalización del capital por medio de la “multinacionalización” de las empresas aumentó la demanda de servicios externos para las mismas (actividades financieras, de contabilidad, de asesoría jurídica, etc.), de apoyo a su financiación y ello tanto en los países de origen como en los países huéspedes (VALOTTO, 2010b).

Aun más, con el desarrollo de la alta tecnología o tecnologías de punta, seguido por la creación de empresas sectoriales y la creciente complejidad de los sistemas organizacionales en las grandes empresas, éstas han recurrido al “outsourcing” de los servicios, lo que también han conducido a un crecimiento de la Economía de Servicios.

En este sentido, y teniendo en consideración la importancia en este trabajo de la perspectiva de clasificación de los servicios, se hace necesario realizar un estudio de clasificación sectorial de los servicios para ser identificado al largo de sus etapas de realización de trabajos dentro de los procesos económicos. Podemos ver, analíticamente, en el cuadro 2 que la prestación de servicios se puede clasificar en tres niveles, diferenciados conforme el proceso económico en el cual están involucrados. Así Meirelles (2006) distingue su papel en los procesos de trabajos puros, en los procesos de transformación y producción o en los procesos de cambio y circulación.

A ellos, como señala Díaz Mier (2008:94) hay que añadir la incorporación de buen número de servicios a los productos, implicando así partes importantes del valor del producto físico cuestiones relacionadas con su diseño, la logística, el marketing, la propiedad intelectual, etc.

También respecto a los servicios han sido identificadas características de multimodalidad y de multifuncionalidad que responden a factores intrínsecos propios. La multimodalidad sería el resultado de las diferentes modalidades de suministro de los servicios mientras que la multifuncionalidad haría referencia a que los servicios pueden cumplir simultáneamente distintas funciones como las que se relacionan directamente con el consumidor final y los servicios estructurales.

Por otra parte el crecimiento del sector servicios revela una situación de cambio estructural análoga a la que ocurre en la fase de reorganización de la economía rural hacia la industrial. Así, algunos autores llaman la atención sobre el hecho de que, en algunas sociedades, los cambios importantes en dirección a la tercerización ocurren con más énfasis en el empleo y no en el producto.

En mayor o menor grado y con diferencias que responden a las particularidades de cada país, el sector servicios hoy, en el siglo XXI, es el predominante en el conjunto de las economías. En este sentido, la evolución de cada economía ha sido diferente y la importancia de los sectores primario y secundario es diversa pero siempre bajo una condición común: el progresivo abandono de estos sectores para concentrar la economía en el sector terciario .

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Por: Miguel Ángel Sámano Rentería y Ramón Rivera Espinosa. (Coordinadores)

Este libro es producto del trabajo desarrollado por un grupo interdisciplinario de investigadores integrantes del Instituto de Investigaciones Socioambientales, Educativas y Humanísticas para el Medio Rural (IISEHMER).
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