LAS TRANSFORMACIONES EN LA CONSIDERACIÓN DEL SECTOR SERVICIOS

Genilson Valotto Patuzzo

El papel inductor de los servicios en las exportaciones, competitividad y tecnología

En un mundo globalizado, la capacidad de un país para aumentar su cuota de mercado es un indicador crucial de su competitividad y fortaleza económica. Por este motivo, es importante analizar el papel de las exportaciones de servicios (DÍAZ DE LA GUARDIA y ZAYAS, 2005).

El crecimiento de las exportaciones o la magnitud de la balanza comercial son normalmente vistas como señales de consolidación de una economía y de la competitividad de un país (VALERI, 2006). Pero esos indicadores, cuando se ven de forma aislada, pueden no ser suficientes para explicar la mejora de la competitividad del país y de sus empresas. Entre tanto, la medición de la competitividad permite detectar al grado de inserción de cada país en la economía internacional a través de los diversos tipos de servicios que exporte (DÍAZ DE LA GUARDIA y ZAYAS, 2005). El aumento de las exportaciones puede ser debido a la influencia de factores transitorios, como los incrementos inesperados de los precios de las mercancías o servicios, o la depreciación del tipo de cambio, que vuelve la actividad exportadora más rentable, aunque esto no altera la eficiencia productiva del país.

En este contexto, Krugman (2004) hace una comparación de la competitividad de las empresas con un país. Si la empresa no es competitiva, a largo plazo perderá mercados y se verá forzada a cesar su actividad; ¿ocurriría lo mismo a una nación? La respuesta es “no”. La competitividad internacional no obliga a ningún país a cesar en su actividad económica. Hay fuertes fuerzas equilibradoras que normalmente aseguran que cualquier país continuará siendo capaz de vender una cierta variedad de bienes o servicios en los mercados mundiales, y de equilibrar su comercio a largo plazo, aunque su productividad, tecnología y calidad de los productos sean inferiores a los de las otras naciones. E incluso países cuya productividad es claramente inferior a la de los países con los que comercian normalmente se ven beneficiados, y no perjudicados, por el comercio internacional. Rubalcaba et al. (2005), por su parte, en el sentido puramente comercial, describe que los países con mayor cuota de mercado en un determinado sector son más competitivos en ese sector dentro de la economía global. Ante este hecho, resulta complejo decir si un país está exportando servicios con base en la teoría de las ventajas comparativas o por la ventaja absoluta.

Actualmente, el debate con respecto a la competitividad internacional está intensamente comprometido en explicar el papel de la innovación y de los avances tecnológicos en la actuación económica relativa de los países. Aunque sea cierto que la forma con que las empresas actúan en el mercado determina el perfil de la economía como un todo, algunas características específicas de los países, la forma de utilización del capital humano, cualidades técnicas especificas de la fuerza de trabajo, practicas gerenciales y políticas gubernamentales, ejercen influencia en la capacidad de las empresas de competir en el mercado internacional. Pues, según Sánchez (2006) , la competitividad es aplicable a un amplísimo rango de entidades, desde una nación hasta un producto o servicio, pasando por una región, un municipio, una corporación empresarial, una empresa individual, etc.

En definitiva, podemos decir que, ante los importantes cambios que experimenta el entorno general - económicos, demográficos, socioculturales, medioambientales, tecnológicos, etc.-, y el sector servicios en particular, a partir de la década de los 1980 comienza a analizarse la competencia en esta actividad desde un enfoque estratégico, el cual va a sustituir al enfoque tradicional que hasta entonces venía aplicándose. En esta misma década intencionadamente algunos países latino americanos, como Brasil, comprimen la demanda y limitan las exportaciones, en el intento de crear superávits comerciales y reducir la deuda externa. Estos superávits comerciales no significaron propiamente el incremento de la capacidad competitiva del país; más bien al revés, contribuyeron a la disminución de la productividad y de la eficiencia de las empresas domesticas, como consecuencia de la falta de inversiones. O sea, la habilidad de un país para competir se ve afectada por las políticas macroeconómicas, pero no es del todo un fenómeno macroeconómico (HAQUE, 1995) .

La relación existente entre la competitividad internacional de los países y la actuación de las empresas está fuertemente correlacionada, pues un país es competitivo si tiene productos o servicios competitivos. Para el autor citado, una empresa es considerada competitiva si es capaz de mantener sus beneficios a lo largo del tiempo, y para eso debe incrementar tanto su mercado de actuación como sus ingresos. Simétricamente, una economía es vista como competitiva si es capaz de crecer sin sufrir restricciones por las dificultades en la balanza de pagos. Además, la competitividad de un país no puede ser sencillamente juzgada por su actuación en el mercado internacional, sino que debe considerarse también su capacidad para sostener el crecimiento económico durante algún período de tiempo.

Las diversas teorías del comercio internacional desarrolladas en el transcurso de los años buscaron explicar principalmente el origen de las diferencias en los patrones del comercio entre los países y los factores determinantes de la competitividad internacional. Inicialmente, las primeras teorías sobre el comercio internacional iniciaron un abordaje que explicaba las diferencias internacionales en los patrones del comercio por las diferencias entre las características (ventajas comparativas) de los países, un aspecto macroeconómico. En los últimos tiempos, las teorías han pasado a encontrar explicaciones para tales diferencias a partir de los análisis microeconómicos realizados en las empresas, considerando sus características, su manera de organización y sus estrategias competitivas como determinantes del desempeño exportador. Además, esas teorías han tratado de forma distinta el papel de la tecnología y de la acumulación de conocimientos como instrumentos de diferenciación de los patrones de comercio entre los países (VALERI, 2006).

Según Molero y Valadez (2005:85), actualmente es un hecho reconocido que la tecnología es una pieza clave en el desempeño competitivo de las empresas.

Las nuevas tecnologías de la información y comunicaciones, y en especial Internet, se incorporan cada vez más a la gestión y suministro de este tipo de actividades , ya que permiten a las empresas oferentes llegar a todos los rincones del mundo, además de utilizar las nuevas tecnologías como un instrumento de apoyo a las tareas físicas que se realizan para entregar las mercancías y personas que se transportan o el conocimiento que se transmite.

En este mismo sentido, C. G. Del Río (1988:38) también expone la importancia de la innovación tecnológica con la competitividad y el mercado internacional de servicios.

La innovación tecnológica por un lado y la acuciante necesidad de las distintas economías de alcanzar mayores niveles de competitividad, mediante la reducción de costes de producción por otro, han sido – y siguen siendo – los factores determinantes del fuerte avance de los servicios (…). Una vez más el proceso de innovación tecnológica ha hecho posible que muchas empresas tradicionalmente catalogadas como manufactureras o industriales, hayan pasado a actuar, de forma creciente, en el suministro internacional de servicios.

Dado que es un hecho que las empresas de servicios están incrementando significativamente sus esfuerzos tecnológicos, particularmente aquéllas cuya actividad está en los servicios intensivos en conocimiento. Es de esperar, por tanto, que la relación entre estas variables y la competitividad sea de carácter positivo (MOLERO y VALADEZ, 2005:86).

Finalmente, en las economías modernas están cada vez más asociadas las complementariedades entre distintos sectores originadas por los encadenamientos y correlaciones entre tecnología, competitividad y exportaciones . La tecnología de la información permite una creciente transportabilidad de las actividades de servicios, particularmente aquéllas más restringidas por las distancias geográficas o temporales entre producción y consumo. Las exportaciones de servicios adquieren cada vez más importancia en el escenario internacional (MOREIRA et al., 2006). La ventaja comercial se revela a través de la evolución de las exportaciones, que reflejan mejoras en la competitividad (DÍAZ DE LA GUARDIA y ZAYAS, 2005:54), y la tecnología pasa ahora a desempeñar un papel dinámico en el comercio internacional (RUIZ, 2007).

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