AUTOESTIMA Y MOTIVACIONES SOCIALES EN ESTUDIANTES DE EDUCACIÓN SUPERIOR

Mónica Válek de Bracho

CAPITULO I
FUNDAMENTACIÓN

Planteamiento y Formulación del Problema

El siglo XXI ha llegado con una serie de demandas y retos importantes en todos los ámbitos del quehacer humano: económico, social y cultural. Todo esto aunado a una profundización en la revolución tecnológica, hizo posible que se derribaran antiguos muros y ocasionalmente aparecieran otros invisibles al ojo humano, pero igualmente evidentes. La comunicación y sus diferentes enfoques tecnológicos serán indicativos inequívocos de cuan desarrollada se encuentra una nación, asistiendo entonces a otra tipología de división entre países: los que dominan la tecnología a todos los niveles y aquellos para quienes esta herramienta imprescindible está vetada.

 En este contexto surge el término globalización como un concepto que expresa la ruptura de lo local y en general la mundialización de toda actividad humana, sin la pérdida de la identidad cultural de los países. Dentro de un mundo tan cambiante, complejo y dinámico como el actual, Latinoamérica esta llamada a enfilarse en forma definitiva al siglo XXI. Lo inminente de esta situación exige que de una vez por todas, el hombre descubra la manera de aprovechar al máximo sus potencialidades, trabajando desde  las  mismas,  sumándolas  a  su  favor  en  la construcción  de  su destino individual, el cual no está divorciado en lo absoluto del derrotero que sigue la sociedad en general.
En este sentido la educación proceso social de carácter universal, mediante  el  cual el hombre aprende su propia cultura, tiene como propósito transferir a las nuevas generaciones conocimientos, valores, normas, habilidades y actitudes, de forma que capacite al individuo para vivir  y servir a la sociedad. Por lo que es evidente, la necesidad de mancomunar esfuerzos en atención a la población que en la actualidad se encuentra en etapa de formación.

En los albores del nuevo siglo se observa una demanda sin precedentes en la educación superior, y una mayor toma de conciencia de la importancia que ésta reviste para el desarrollo sociocultural y económico, y para la construcción del futuro, de cara al cual las nuevas generaciones deberán estar preparadas con nuevas competencias, nuevos conocimientos e ideales. Por su parte la educación superior se enfrenta a desafíos y dificultades relativos al financiamiento, equidad, acceso a los estudios, una mejor capacitación de personal, la formación basada en competencias, la mejora y conservación en la calidad del aprendizaje con el uso de nuevas tecnologías.

En el compromiso de cumplir con los retos propuestos por el nuevo siglo, la educación debe estructurarse en torno a los cuatro aprendizajes fundamentales, que en el transcurso de la vida serán para cada persona, como lo señala Delors (1996), en el informe a la UNESCO, los pilares del conocimiento: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir, aprender a ser; proporcionando al individuo el desarrollo de sus capacidades profesionales, despertar la curiosidad intelectual, la  innovación, despertar el sentido crítico, ejercitar la memoria y el pensamiento; procesos estos que se enriquecen de todas las experiencias y se adquieren permanentemente.
En tal sentido la mayoría de las instituciones educativas, han aperturado diversos servicios tendientes a   subsanar esta necesidad. Una gama de expectativas, demandas, diferencias individuales, actitudes y aptitudes se entretejen en la nueva relación profesor- estudiante, estudiante- estudiante, lo cual hace el proceso de intercambio de saberes aún más complejo. No perdiendo de vista en lo absoluto la importancia que revisten dos conceptos fundamentales: autoestima y motivaciones sociales, los cuales a su vez influencian de forma directa todo su ser.
  
   Desde esta perspectiva, a lo largo de su historia el hombre ha intentado definir aquella energía extraordinaria, por medio de la cual es capaz de sobreponerse a sus limitaciones, luchando con renovadas fuerzas cuando todo apostaba en su contra. Comenzando como lo señala Barroso (1998), a conceder importancia a entidades abstractas del aparato psíquico, como el “yo”, el “sí mismo”, “el propio”, “el impulso”, “la voluntad”. De esta manera los autores existencialistas, según el mencionado investigador conceden a la experiencia de las personas un puesto relevante. Otorgándole un objetivo distinto a la Psicología como ciencia, ya que no trata los comportamientos aislados, sino al hombre como un sistema.                                      

Tratando de profundizar estas ideas Coopersmith (1976), señala que la autoestima es la evaluación que el individuo hace de sí mismo expresando una actitud de aprobación o desaprobación e indica la extensión en la cual el individuo se cree capaz, significativo y exitoso. Como todo mecanismo psicológico está relacionado con la seguridad emocional, diferenciándose de los biológicos pues estos últimos satisfacen las necesidades básicas: hambre, sed, sexo, poder, no obstante es igualmente necesaria para el ser humano.
En tal sentido la dinámica de la vida moderna, trae consigo el temor a la deshumanización del mundo, directamente vinculado con la evolución tecnológica. La educación como principio fundamental debe contribuir al desarrollo global de cada persona: cuerpo, mente, sensibilidad, espiritualidad, responsabilidad, etc. Todo ser humano deberá en consecuencia, como lo señala Delors (1996), gracias a la educación recibida en su juventud, de estar dotado de un pensamiento autónomo y crítico, de elaborar juicios propios, para resolver qué hacer en diferentes circunstancias de la vida.

Sin lugar a dudas la autoestima juega un papel preponderante en la vida de todo ser humano, puesto que de acuerdo a su autoimagen, a la opinión que tenga de sí mismo, de forma directamente proporcional va a ser su desempeño como individuo y posteriormente como ciudadano de un mundo cada vez más complejo, ayudándolo en ocasiones a salir a flote de situaciones adversas.

La situación descrita anteriormente, lleva a intuir que cada persona debe prepararse para la vida con las mejores herramientas que tenga a su alcance. Desde esta perspectiva al tiempo que el individuo se prepara intelectualmente, se debe fortalecer la autoestima con el propósito de garantizarle en cierto modo la consecución de otros aspectos intrínsecamente relacionados con su personalidad y su diario desempeño.

Es necesario señalar que el valor de la autoestima para la supervivencia es realmente evidente en la actualidad. Ésta que siempre ha sido una necesidad psicológica, se ha convertido en una necesidad económica, dado que es un requisito para la adaptación a un entorno cada vez más complejo, desafiante y competitivo. Por sí misma no garantiza la obtención de todo cuanto sea necesario, empero una vez afianzada ayuda al individuo a sobrellevar posibles frustraciones a lo largo de su vida.

Esta tendencia casi obliga a desarrollar el mencionado dispositivo entre la población en general y en los estudiantes en particular, aunado a la imperiosa necesidad de obtener lo mejor en cuanto a resultados, con énfasis en que dichos efectos sean duraderos y permanentes en el tiempo, en un intento de garantizar a su vez que el éxito tan deseado sea una realidad tangible.

En este sentido la autoestima, como lo señala Cortés (1999), es una organización relativamente estable y duradera de creencias, percepciones, conocimientos y valoración de naturaleza individual, que rige la conducta conciente y coherentemente. Es decir, la autoestima comprende lo que se piensa de sí mismo, la evaluación y los sentimientos expresados al respecto, lo que da origen a la conducta individual. Es claro que la autoestima no es sustituta del conocimiento y de las habilidades necesarias para actuar con efectividad en la vida, pero aumenta las posibilidades de poderlas adquirir.

Ahora bien, además de la autoestima existe otro de ingrediente que impulsa al individuo hacia sus metas: las motivaciones sociales. Según Mc Clelland (1970)”la motivación vendría a ser constituida por los racimos de expectativas o asociaciones que se forman y crecen alrededor de experiencias afectivas” (p.1).  Por lo tanto, las experiencias infantiles que se integraron a la personalidad del individuo, serán determinantes en las diversas formas de conducta tendientes a satisfacer el impulso otorgado por la motivación.  Es decir, el individuo persigue objetivos a los cuales fue orientado desde su niñez.

Es oportuno destacar que las sociedades industrializadas promueven la motivación al logro, como una manera de obtener éxito y garantizar el futuro desde el punto de vista económico. Como contraparte las sociedades no industrializadas promueven la motivación al poder, como el medio de obtener estabilidad en  el futuro, es decir aliarse con el grupo predominante para garantizar su propia preeminencia.
    
     Desde esta perspectiva, lucía preocupante como en Venezuela muchos estudiantes de todos los niveles quedaban excluidos del sistema educativo formal, eran simplemente desertores del mismo, o pasaban a engrosar el índice de repitientes. Las causas de ésta situación provenían de un sinnúmero de factores, desde el abandono de los estudios por causas económicas, hasta la falta de cupo en las diversas instituciones, pasando por la escasa motivación a lo largo de su vida estudiantil. Ciertamente es difícil encontrar estudiantes enfilados hacia el logro en una sociedad que no lo promueve.

Es claro que ésta población sin oportunidades de estudio, al margen del sistema educativo, veía mermada tanto la posibilidad de conseguir un trabajo digno, que llenara sus expectativas, como la realización de su proyecto de vida, truncando de manera abrupta sus ilusiones de construir un futuro para su familia y para sí mismo.

No obstante, las nuevas políticas educativas tendientes a la democratización de las oportunidades de estudio, cambiaron notablemente el panorama, desencadenando una situación particularmente interesante: personas que habían desertado de sus estudios se incorporaron con nuevos bríos a los distintos niveles, ocupando los diferentes programas concebidos a tal fin. Lo cual a su vez trajo como consecuencia una gran demanda que tanto instituciones públicas, como privadas se apresuraron a cubrir.

De suerte que se vivencian una serie de situaciones novedosas dignas de ser estudiadas en profundidad, lo cual a su vez redundaría en innumerables beneficios al proceso. No obstante, es pertinente relacionar la autoestima y las motivaciones sociales en estudiantes universitarios, como una forma de inferir la influencia en su desempeño. Por lo anteriormente planteado se hace necesario determinar: ¿Cómo se relacionan la autoestima y las motivaciones sociales en los estudiantes de Educación Superior?

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