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ESQUEMAS PARA LA RECONSTRUCCIÓN DE LOS GRUPOS SUBALTERNOS DE INGLATERRA, 1790–1840

Edgardo Adrián López




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CAPITULO II

[…] El artesanado autónomo de la Edad Media es una clase no dominante […]

Ernest Ezra Mandel

“[… Nuestro] poder no es menor que el de los reyes más poderosos. Pues, ¿quién más afortunado, quién más feliz que un juez? ¿Hay vida más deliciosa que la suya? ¿Existe un animal más temible, sobre todo si es viejo?”

Aristófanes

El plan es detallar lo mejor que sea viable, la integración de los grupos subalternos. En este capítulo se desgranarán los elementos de las clases oprimidas.

1- Discusión y articulación de otra perspectiva factible

Acorde a lo que hemos gubiado, el inglés “embolsa” variadas categorías de actividad, negocios, ocupación e individuos, en una misma “noción” difusa y confusa de “clases medias” o de “muchedumbres”, sin diferenciar entre los que miraban a un pasado precapitalista que se diluía y sin deslindar entre los que apreciaban en negativo el nuevo orden.

La desventaja de ello no es únicamente taxonómica, sino que no posibilita “identificar” quiénes son, de ese vasto conglomerado que son los dirigidos, los que impactaron en la naciente clase obrera, que es el tema, problema y objeto de estudio de Thompson.

En el análisis in progress, nos abocaremos a separar de la “masa” de agentes que incluye en calidad de “trabajadores” explotados por el capital, de “empleados” en sentido amplio, etc., a los que de verdad, componen las intrincadas clases suscitadoras de plus producto . A causa de que en su reverso, se “adivina” quiénes pueden ser las clases propietarias , el panorama con relación a las clases queda plus ou moins, completo o lo suficientemente despejado, como para permitir apuntalar el anticipo que ofreceremos a debate.

Para no demorar la respuesta, diremos que los que incidieron en el proletariado son los artesanos, hombres de oficio y atareados manuales de cualquier índole, tal cual lo había establecido el autor, pero que combatían la diseminación irrefrenable del valor autócrata. No todos los subalternos, sino una fracción “adelantada” y combativa.

Por añadidura, no todos los sujetos mencionados eran una “proto” clase asalariada, sino que se ubicaban en los disímiles registros que “pausan” a los grupos dirigidos . Cierto que como lo señala el historiador, hubo elementos radicalizados de los acomodados que contribuyeron con ideas, proyectos, etc., a la tradición de lucha de una clase obrera en gestación, integrantes que en más de una oportunidad, el autor denomina “clases medias” . Empero, como no nos abocaremos a los elementos de los conglomerados dirigentes en este punto, no expresaremos más de lo anunciado.

Previo a la confección de los esquemas que seguirán, hay que aclarar que no todos los componentes de los subalternados , se pueden asignar a cada punto matemático del espacio geográfico de entonces. Determinados sectores, podían estar separados por cientos de kilómetros de distancia y en cada lugar, podía haber una o dos categorías. Sin embargo, no hemos arribado a ese grado de precisión por la naturaleza de lo consultado.

Grosso modo es viable apoyar que la mayoría de las “ramas” mencionadas en los cuadros, estaban en Londres , en las Midlands , y en los distritos fabriles del norte de la vieja Albión y del oeste :

Si hemos podido “alinear” los esquemas como la continuación de uno solo, optamos por “dividirlo” en múltiples con el horizonte de conservar alguna elegancia expositiva, estilo al que siempre procuramos respetar.

2- ¿De qué nos “hablan” los cuadros?

Nos resulta indelegable, antes de pincelar los corolarios de lo que desplegamos, efectuar acotaciones previas.

La primera de ellas, es que si varias actividades, ocupaciones, tipos de personas y emprendimientos se reiteran en los desiguales “terraplenes” de los esquemas, no se debe a un “descuido” taxonómico ni a que la idea de los conglomerados sociales que defendemos, sea improductiva. La “naturaleza” de la comunidad británica históricamente concreta, es la que presenta las iteraciones aludidas, por cuanto una actividad determinada podía ser pre capitalista y rural, o burguesa y urbana, sin excluir que también pudiera ser capitalista y campestre, o preburguesa y citadina.

El segundo agregado, es que no en todos los ejemplos de ocupación cabía aguardar esta distribución en cada uno de los ítems. Casi siempre, los tejedores figuraban tanto en las capitales como en sus hinterlands, pudiendo o no estar subyugados a maneras de expoliación capitalista. Pero los tejedores propietarios de unas hectáreas, no podían ser, por simple lógica, urbanos sino rurales.

La tercera acotación es que muchas actividades que se enmarcan en cuanto burguesas, no afloraron con el valor autócrata, sino que se constituyeron antes: en plena Edad Media, había peleteros, tejedores, tintoreros, vidrieros, imprenteros, teñidores, etc., etc., pero funcionaban con una dinámica precapitalista. También existieron en el siglo XIX, aunque las actividades pre burguesas no necesariamente, eran de aristas feudales : por ello se dice que eran precapitalistas y no directamente, feudales.

El cuarto agregado es que el Estado inglés poseía “zonas” de ocupación en las que operaba como capitalista. Los empleados ahí eran proletarios, por más que laborasen para una entidad estatal; había pues, un capitalismo “de” Estado .

La quinta acotación es que las “escuelas” (distinguidas o no) para damas , indican que tales organismos (tal como lo sugerimos en los cuadros ), no únicamente separaban a las féminas que asistían a una u otras instituciones, sino a las mujeres pobres que no lo hacían.

Por añadidura, eran dispositivos (en el sentido foucaultiano) que domesticaban a las féminas en “sus” roles, pautados por una lógica tremendamente represiva en lo corporal, sexual, emocional y psíquico, además de ser duramente patriarcalista .

Las mujeres de los subalternos, eran domesticadas por el triste hecho de ser paridoras, de ser amas de casa sometidas a la autoridad de sus parejas y de los ancianos varones, y por la disciplina de las infinitas formas de labores en las que tenían que emplearse como ocupadas.

Eso muestra, allende los desatinos antropológicos y evolucionistas de El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado , que ese textum sirve para enlazar modos de familia, estrategias de reproducción de lo “doméstico”, formas de autoridad, métodos de ejercicio del poder, formas de sexualidad, modos para la génesis de hijos, formas de matrimonio, métodos de vínculo entre género, formas de “moldeado” de la libido, el Inconsciente y el deseo, vías de herencia, modos de seducción, formas de “educación” sexista y métodos de producción. En simultáneo, se pueden vincular los índices de crecimiento vegetativo, de natalidad, de mortalidad, de fertilidad, de edad al casamiento, etc., esto es, los índices estrictamente demográficos.

A esas “escuelas” para damas, se les pueden contraponer las instituciones educativas de cualquier índole (dominicales, de medio tiempo, nocturnas, etc.), gestionadas por los dirigidos “más” alfabetizados, por maestros elementales y/o profesores rebeldes , consustanciados con la resistencia a las repercusiones “nebulosas” del plusvalor, f. i., como la del nacimiento de un genuino Estado “policial”.

Además de revelarse en ello la solidaridad y el humanitarismo entre los integrantes de los conglomerados subalternos, se explicita que la lucha entre los dos enormes grupos sociales y que la refriega entre las clases en particular, casi siempre adopta un aspecto que es cultural, tal como lo anticipamos en los esquemas.

A pesar de lo tosco, es como si hubiera una educación, una cultura y un acceso a bienes simbólicos estimados en el mercado de trabajo y en el resto de los ámbitos vitales, para acomodados, por un lado, y para no privilegiados, por el otro.

Genuinamente, se llega a una situación de cuasi apartheid cultural y simbólico, por el que los subalternos son desprovistos de las armas culturales y simbólicas (e. g., el uso diestro de la lectoescritura), para ser dominados por ese costado también.

Id est, no únicamente son empobrecidos, explotados, arrinconados en la miseria, el hambre y la marginalidad, sino que se los despoja de las herramientas esenciales, en la fase de la grafosfera, para elevar sus conciencias e ideologías políticas rebeldes . Sin exageración, son expropiados educativos, culturales y simbólicos.

Lo sexto a delinear es que el autor menciona a herreros radicales que, por su tipología, eran agentes de oficio (algunos pudieron ser artesanos o “híbridos” entre lo artesanal y el oficio en sí). Esos hombres de oficio, que pueden ser improductivos o independientes, acorde a la situación, pueden ser portadores de ideologías y de conciencias políticas más ácidas e insurgentes, sin ser clases dominadas. Dichas ideologías y conciencias políticas serían más rebeldes comparativamente, que las ideologías y conciencias cinceladas por las mismas clases oprimidas (aunque en determinadas ocasiones puntuales, tales hombres de oficio ejercieron el “rol” de clases esclavizadas).

Thompson evalúa que ese tipo de sujetos de oficio, y de artesanos y de ocupados no calificados similares en la posesión de dichas ideologías y de tales conciencias insurgentes, son las “multitudes” que son algunos de los “antecesores” de la clase obrera. El tema es que el historiador sostiene que antes de la emergencia del proletariado consciente de sí, no había clases dominadas, a causa de basar sus opiniones en fracciones sociales que efectivamente, no son con frecuencia, clases.

Enlazado con lo que se adelanta, hubo intelectuales de la estatura de los diversos clérigos, filósofos, poetas, escritores, historiadores , entre otros, encargados de crear, expandir, diseminar y reproducir sistemas simbólicos (entre los que figuran las ideologías que legitiman las desigualdades, y la “racionalidad” de las diferencias entre los grupos y entre las clases), que apuntalan el statu quo. En los términos de Legendre , gestan sistemas simbólicos que inducen que los sectores populares y las clases sometidas, amen el orden que los aplasta.


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