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ESQUEMAS PARA LA RECONSTRUCCIÓN DE LOS GRUPOS SUBALTERNOS DE INGLATERRA, 1790–1840

Edgardo Adrián López




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Capítulo III

Cierto es que la distinción entre los conjuntos tampoco es una diferenciación “quirúrgica”, dado que existen abultados casos en donde no sólo sectores independientes de los grupos dirigidos, sino hasta trabajadores explotados por el capital, pueden acceder a planos de consumo que son propios de los grupos acomodados, tal cual lo adelantamos ut supra. “Respiran” miembros de los conglomerados subalternos que constituyen una especie de “aristocracia”, en palabras de Thompson, que se acercan tanto al umbral de consumo de los grupos hegemónicos, que “oscilan” entre ser integrantes de los conjuntos dirigidos con determinada holgura, y entre ser los primeros miembros de los grupos privilegiados.

Pero los ejemplos que la historia manifiesta, como mucho más intrincados que cualquier teoría (tal cual casi siempre o siempre lo fue, a pesar de los dogmatismos de derecha y de izquierda), también testan con relativo éxito la hipótesis de los conjuntos sociales, dado que puede responder con labilidad a la flexibilidad de los acontecimientos y sus tonalidades. Labilidad de la que carece en absoluto, la teoría ortodoxa de las clases, independientemente de si es o no, “ampliada” con la idea gramsciana de las “clases dirigentes” y de las “clases subalternas”, puesto que cabe interrogar: si los altos funcionarios de la Corte son presuntamente, “clases hegemónicas”, ¿a quiénes explotan?, ¿de quiénes absorben plus producto?, ¿cómo? Y un tendero, un comerciante al menudeo que únicamente hace circular mercancía y que no trata a su stock como capital mercancía, ¿cómo valorizan su supuesto capital?

Modestamente, lo que imaginamos es que ni siquiera la hipótesis gramsciana de las “clases dirigentes” y de las “clases subalternas”, con sus “capas” y “fracciones”, explica de manera satisfactoria, la complejidad de la estratificación social en las comunas históricamente existentes, acorde a lo expresado en reiteradas ocasiones. Si a pesar de las evidencias palmarias, se continúa intentando englobar ese tipo de segmentos en las “clases hegemónicas”, en las “clases subalternas” y en sus “capas” y “fracciones”, las categorías se desvirtúan y pierden habilidad explicativa, a causa de que entonces, se comienza a incluir todo tipo de individuos y de actividades en esos conceptos, llegando a un punto en que de “explanar” cualquier asunto, ya no explican nada.

No es mi proyecto ahondar en algo que ya cuestioné en otros locus (ir a notas 22 y 27 del Capítulo I), pero la teoría de las clases es apelada por Marx de forma exclusiva, para hablar de los métodos de producción en tanto que diferencian épocas: en el modo de génesis de tesoro esclavista, es cierto que insisten dos clases fundamentales en puja, que son los terratenientes esclavistas y los esclavos como fuerza de trabajo productiva. Sin embargo, sólo la necedad leninista y soviética puede continuar apuntalando que en la sociedad esclavista concreta, únicamente se perciben terratenientes y esclavos, lo que no es cierto y es un profundo error histórico. Au fond, cuando el amigo de Engels anhela explanar las sutilezas de la estratificación en las colectividades históricamente existentes, conjuga y completa la hipótesis de las clases con una teoría de los grupos sociales, hipótesis que no estaba explícitamente formulada en una única obra o en unas pocas líneas, sino que había que reconstruirla.

En simultáneo, cuando Marx quiere detallar el funcionamiento de un método de producción de acuerdo al intercambio entre los enormes Sectores I y II, habla de las dos clases nucleares de una comuna, dado que como lo muestra el ejemplo del capitalismo –que es en realidad, la sociedad analizada con los “esquemas de reproducción”, duramente cuestionados por Rosa de Luxemburg –, el resto de los segmentos colectivos consumen o bien parte de la plusvalía y son pues, dependientes de los burgueses, o bien un fragmento de los salarios y están entonces, supeditados a los trabajadores explotados por el capital (f. e., para el caso de la asociación burguesa, los difíciles “cuadros de reproducción” se efectúan detallando los flujos entre los Sectores I y II, presentándolos como intercambios en especie de valores de uso, en tanto flujos de mercancías, como intercambios de productos tasados en dinero o en cuanto flujos traducidos a precios/oro –lo que muestra que al enfocar la reproducción de la sociedad, en X nivel del análisis la colectividad “pierde” el carácter mercantil y se revela que el valor de uso se halla “aplastado” por la reproducción en las comunas mercantiles y presocialistas).

La teoría de los conjuntos mezcla además, una serie de “escalas” o “bases” en la que se apoyan las diferencias sociales que se vinculan no únicamente con la propiedad o control de los medios fundamentales de producción, sino con el control o propiedad de bienes de consumo , con el disfrute del plusproducto, con el control o propiedad de ciertos medios generales de violencia (la policía, el ejército, el Estado), con la disposición del tiempo libre, con una combinatoria de todas esas “escalas”. Se entiende que las clases serán diferenciadas por si poseen o controlan ciertos medios esenciales de producción y por determinado usufructo del tiempo libre de faenas, pero en ausencia de clases y de propiedad privada, los acomodados pueden distinguirse de los no privilegiados por si controlan bienes de consumo, instrumentos de violencia o una combinación de otros factores.

Con lo anunciado, dejamos el terreno desbrozado para las “esotéricas” Conclusiones.


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