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ECONOMÍA POLÍTICA GLOBAL. UNA INTRODUCCIÓN

Antonio Luis Hidalgo Capitán (Coord.)




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CAPÍTULO 8

EL SUBSISTEMA PRODUCTIVO MUNDIAL

Antonio Luis Hidalgo Capitán

Juan Miguel Simarro García

8.1. Los agentes reguladores de la producción de bienes y servicios

El régimen productivo mundial, entendido como los principios, normas, reglas y procedimientos de toma de decisión respecto de los aspectos productivos del sistema económico mundial en torno de los cuales convergen las expectativas de los agentes, tendría su principal exponente en la institución de la libertad de empresa, que funcionaría como un mecanismo de regulación automática de los aspectos productivos del sistema económico mundial.

Pero, junto con dichos mecanismos automáticos de regulación de los aspectos productivos del sistema económico mundial, la misma dispone también de mecanismos de regulación deliberada, como serían los agentes. Entre los agentes reguladores de la producción de bienes y servicios, junto con los gobiernos de los diferentes sistemas económicos nacionales, destacan un conjunto de organismos del Sistema de Naciones Unidas, tales como la Unión Internacional de Telecomunicaciones (1865), la Unión Postal Universal (1874), la Organización de Aviación Civil Internacional (1944), la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (1945), la Agencia Internacional de la Energía Atómica (1957), la Organización Marítima Internacional (1959), la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (1966), la Organización Mundial del Turismo (1970) y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (1970).

Además de estos agentes, existe una serie de organizaciones sectoriales ajenas a dicho sistema, tales como el Grupo Internacional de Estudio del Yute (1884; 2001), el Consejo Internacional de Cereales (1942), la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (1945), la Organización de Países Productores de Petróleo (1960), la Organización Internacional del Café (1964), el Consejo Intergubernamental de Países Exportadores de Cobre (1967), la Organización Internacional del Azúcar (1968), el Consejo Oleícola Internacional (1969), la Organización Internacional del Cacao (1973), la Unión de Países Exportadores de Banana (1974), la Asociación Internacional de la Bauxita (1974), la Asociación Mundial de Productores de Mercurio (1974), la Asociación de Países Exportadores de Mineral de Hierro (1975), la Asociación Internacional de Promoción del Té (1976), la Organización Internacional de Caucho (1979), la Asociación Internacional de Productores de Algodón (1982), la Asociación de Países Productores de Estaño (1982) y la Organización Internacional de Maderas Tropicales (1987).

Y junto a todos estos agentes, las propias organizaciones surgidas de los diferentes procesos de integración regional son también, en muchos casos, agentes reguladores de los aspectos productivos del sistema económico mundial, como sería el caso de la Unión Europea, cuya Política Agraria Común es enormemente influyente en la regulación de la producción agraria mundial.

De todos estos agentes merecen una especial atención la FAO, la ONUDI, la OMT y la OPEP.

8.1.1. La FAO

La Organización para la Alimentación y la Agricultura (en inglés FAO -Food and Agriculture Organization-) es un agente supranacional regulador de los aspectos productivos del sistema económico mundial, en particular de la producción agrícola y de su consumo; dicho agente adopta forma de órgano especializado del Sistema de las Naciones Unidas y su finalidad es erradicar el hambre en el mundo.

Entre sus funciones se encuentran mejorar la nutrición, aumentar la productividad agrícola, elevar el nivel de vida de la población rural y contribuir al crecimiento de la economía mundial.

La organización, creada en 1945, tiene su sede oficial en Roma (Italia) y está integrada por 191 gobiernos, además de la Unión Europea y de un gobierno asociado (Islas Feroe). Estos miembros, representados en la Conferencia, se agrupan en siete regiones a fin de elegir sus miembros en el Consejo (49 miembros, por periodos alternos de tres años). La Conferencia, además, elige por mandatos de sexenios al máximo cargo personal de la organización: el Director.

La agrupación regional vigente y su representatividad en el Consejo es la siguiente: América Latina, con 33 miembros y 9 representantes; América del Norte, con 2 miembros y 2 representantes; Asia, con 23 miembros y 9 representantes; Oriente Medio, con 21 miembros y 6 representantes; Europa, con 48 miembros y 10 representantes; Pacífico Sudoccidental, con 16 miembros y 1 representante; y África, con 48 miembros y 12 representantes.

La Conferencia es el órgano rector supremo de la organización, que define la política de la FAO, aprueba su programa de actividades y su presupuesto y hace recomendaciones a los miembros y a otros organismos internacionales. Cada gobierno tiene un voto en la conferencia. Al reunirse en periodos de sesiones ordinarias cada dos años, hace necesario el funcionamiento de un órgano con capacidad ejecutiva suficiente, el Consejo, que se reúne un mínimo de cuatro veces entre las sesiones ordinarias de la Conferencia.

La FAO publica anualmente su informe El estado mundial de la agricultura y la alimentación.

En la primavera de 2008 se celebró en Roma la Cumbre Mundial de los Alimentos organizada por la FAO con el propósito de debatir y alcanzar acuerdos sobre fórmulas para garantizar la circulación de alimentos en un entorno de fuerte demanda, pobres cosechas y escalada de los precios motivada por el doble efecto de los combustibles (elevación de los costes de transporte y retención de parte de la producción de cereales para biocombustibles). La presión sobre los precios de la base alimenticia de la humanidad (cultivos tales como trigo, arroz y maíz) muestra una tendencia alcista difícilmente reversible en el medio plazo . No obstante, la declaración final de la cumbre fue un documento de intenciones muy criticado por su escasa capacidad transformadora (ni se actuaba sobre la reserva de buena parte de la producción por parte de los grandes productores con fines especulativos, ni se comprometían suficientes recursos financieros por parte de los gobiernos de los sistemas económicos desarrollados para mitigar el incremento del hambre derivado del aumento del precio de los alimentos).

8.1.2. La ONUDI

La Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (en inglés, UNIDO -United Nations Industrial Development Organization-) es otro agente regulador supranacional de los aspectos productivos del sistema económico mundial, en particular de la producción industrial. Como organismo internacional fue creado en 1966, convirtiéndose en parte del Sistema de las Naciones Unidas en 1985. Su sede está en Viena. Esta agencia tiene como finalidad la reducción de la pobreza y son sus funciones: desarrollar actividades productivas, en especial las industriales, por medio del apoyo a las pequeñas y medianas empresas; crear capacidad comercial que permita la exportación de los productos de dichas empresas al ser competitivos; y promover la eficiencia energética y la sostenibilidad de las actividades productivas.

En la actualidad cuenta con 172 miembros, que conforman la Conferencia, que se reúne cada dos años para aprobar el presupuesto y el programa de trabajo, además de definir la política de la ONUDI y eligir a un Director General por mandatos de cuatro años. Cada gobierno cuenta con un voto en la Conferencia.

La Junta de Desarrollo Industrial, que es el órgano ejecutivo de la ONUDI, está conformada por 53 miembros, propone y revisa la implementación del presupuesto y el programa y hace recomendaciones a la Conferencia; se reúne una vez en los años en los que la Conferencia se reúne y dos veces el resto de años.

La ONUDI publica anualmente su Informe sobre Desarrollo Industrial.

8.1.3. La OMT

La Organización Mundial del Turismo (en inglés WTO -World Tourism Organization-) es otro agente regulador supranacional de los aspectos productivos del sistema económico mundial, en particular de la producción de servicios turísticos. La OMT adopta la forma de organismo del Sistema de las Naciones Unidas y tiene como finalidades erradicar la pobreza por medio del desarrollo de actividades turísticas y garantizar la sostenibilidad de las actividades turísticas; y sus funciones son servir de foro para la adopción de políticas turísticas mundiales y servir de vía de transferencia de conocimientos en el sector turístico.

Creada en 1970, la OMT tiene su sede principal en Madrid, lugar, donde se celebró su primera asamblea en 1975, y cuenta en la actualidad con 153 miembros, agrupados en seis Comisiones Regionales (América, África, Oriente y el Pacífico, Europa, Oriente Medio y Sur de Asia).

La Asamblea General es el órgano principal que congrega a todos los miembros, cada uno con un voto, y se reúne cada dos años para definir la política de la OMT, para aprobar el presupuesto y el programa de trabajo y para elegir al Secretario General por periodos de cuatro años. El Consejo Ejecutivo, por su parte, es el órgano de gobierno, formado por treinta miembros (entre los que España es miembro permanente), que está encargado de la ejecución del presupuesto y el programa, y que se reúne dos veces al año.

La OMT publica anualmente su informe regionalizado Tendencias de los mercados turísticos.

8.1.4. La OPEP

La Organización de Países Exportadores de Petróleo (en inglés OPEC- Organization of the Petroleum Exporting Countries-) es un agente regulador supranacional de los aspectos productivos del sistema económico mundial, en particular de la producción de petróleo, que adopta la forma de una organización intergubernamental o cartel de productores. La OPEP, con sede permanente en Viena (Austria), se creó en 1960 a raíz de la Conferencia de Bagdad, siendo sus fundadores Irán, Irak, Kuwait, Arabia Saudí y Venezuela; posteriormente se adhirieron Qatar, Indonesia , Libia, Emiratos Árabes, Argelia, Nigeria, Ecuador , Angola y Gabón.

La OPEP controla, aproximadamente, el 75% de las reservas mundiales de petróleo, el 51% de las exportaciones mundiales, el 43% de la producción mundial de petróleo y la totalidad de la capacidad excedentaria de producción de petróleo del mundo.

Esta organización tiene como finalidades: garantizar un ingreso estable para los sistemas económicos productores de petróleo por medio de la estabilización de los precios del petróleo en los mercados internacionales (eliminando las fluctuaciones); garantizar una oferta eficiente, económica y regular de petróleo a los sistemas económicos consumidores; y garantizar una justa retribución del capital invertido por las empresas en la industria del petróleo. Para ello se manejan las previsiones de evolución de los mercados y, en función de las mismas, se deciden incrementos o recortes concertados de producción. Los ministros del ramo (petróleo o energía de los gobiernos miembros) se reúnen al menos dos veces al año para alcanzar acuerdos en este sentido.

La Conferencia, en la que están representados los gobiernos miembros de la OPEP, es la encargada de coordinar y unificar las políticas petroleras de éstos, mientras que el Secretariado, dirigido por el Consejo de Gobernadores y con un Secretario General al frente, es el principal órgano de apoyo de la misma.

Las decisiones en esta organización se toman por consenso, pero en la medida en que se trata de un cártel basado en políticas concertadas, dejan gran parte de su éxito en manos de la buena voluntad de los gobiernos miembros, dando así protagonismo a las estrategias regidas por lo que se denomina en teoría de los juegos el “dilema del prisionero”; esto es, el incumplimiento del acuerdo no conocido por el resto de los miembros del cártel reporta beneficios importantes al infractor.

El mayor impacto regulador de la OPEP a lo largo de su historia tuvo lugar en 1973, cuando sus miembros decidieron limitar la producción de petróleo provocando con ello la primera gran alza del precio del mismo. Sin embargo, desde entonces las acciones reguladoras de la OPEP, liderada por Arabia Saudí como principal productor mundial, han tratado más bien de estabilizar los precios, con relativo éxito desde mediados de los años ochenta hasta los primeros años del siglo XXI. Pero en los últimos años (hasta el inicio de la crisis global) ni siquiera la actitud estabilizadora de Arabia Saudí, aumentando su producción de petróleo, ha podido evitar, por múltiples factores (conflictos bélicos en Oriente Próximo, inestabilidad política en Venezuela, incremento de la demanda de la demanda de hidrocarburos por parte de sistemas económicos emergentes…) un alza sin tregua de los precios del crudo que amenazan la continuidad del uso de esa fuente energética en el medio plazo .

8.2. Los principales cambios en la producción mundial

La producción mundial ha experimentado en las últimas décadas importantes cambios, algunos cuantitativos, como el fuerte incremento de la producción mundial. Otros cualitativos como el paso del fordismo al posfordismo, como forma de organización de la producción o la aparición del modelo de producción flexible, la fábrica difusa o la maquila.

8.2.1. El fuerte aumento de la producción mundial

La producción agregada de la economía cuantifica la totalidad de los bienes y servicios generados por la misma en un periodo, excluyendo los insumos intermedios. Se suele emplear como magnitud representativa de esa producción agregada el PIB (Producto Interior Bruto).

El PIB mundial ha experimentado un fuerte crecimiento entre 1980 y 2007, multiplicándose casi por 5, con una tasa de crecimiento medio anual superior al 5,8%, en términos nominales (Tabla 8.1). No obstante, la tasa de crecimiento anual del PIB mundial suele caer durante los periodos recesivos y crecer en los periodos expansivos, es decir, que está sujeta a ciclos económicos.

Aunque dicha producción se encuentra altamente concentrada en los sistemas económicos nacionales de la Unión Europea y América del Norte que conjuntamente representan en torno al 60% de la producción mundial.

Además, al tomar en consideración la composición sectorial de la producción mundial, debemos señalar el gran y creciente peso del sector terciario (servicios; en torno al 69% del PIB mundial), frente a un peso moderado del sector secundario (industria y construcción; en torno al 28% del PIB mundial) y la escasa y decreciente importancia del sector primario (agricultura, ganadería, pesca, silvicultura y extracción minera; en torno al 3% del PIB mundial) (tabla 8.1), lo que pone de manifiesto la transición desde una economía mundial de base eminentemente agraria, en sus orígenes históricos, hacia una basada en los servicios, en la actualidad.

8.2.2. Del fordismo al posfordismo

A lo largo del siglo XX las economías capitalistas han sufrido dos importantes revoluciones tecnológicas: la surgida tras la Segunda Guerra Mundial, en los años cuarenta y cincuenta, basada en el uso civil de los grandes avances desarrollados durante la contienda y que abarcan desde técnicas para la organización eficiente de la producción hasta nuevos medios de comunicación; y la surgida tras la crisis económica internacional, en los años ochenta y noventa, con la eclosión de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs). Mientras que la primera de las revoluciones influyó decisivamente en las formas de organización fordistas de la producción, la revolución de las tecnologías de la información y las telecomunicaciones lo hace en las formas de organización posfordista de la producción.

El fordismo fue el patrón de organización de la producción dominante en los sistemas económicos capitalistas occidentales hasta principios de los años setenta del siglo XX . Este modelo se caracterizaba por integrar las características del taylorismo (quiebra de la autonomía responsable del trabajador a favor de una organización científica de las tareas mediante el control estricto de rutinas y tiempos de ejecución) y de la mecanización. Y es que, mientras que el taylorismo deslindaba la organización del trabajo, distinguiendo claramente la administración de la empresa de la ejecución efectiva del trabajo por parte de los obreros, el fordismo mostraba cómo se podía beneficiar la actividad productiva de la automatización de los procesos a través del uso intensivo de las máquinas.

Este modelo generó un incremento de la producción sin precedentes que se orientó al consumo de masas, liderado por una nueva clase obrera crecientemente acomodada gracias a un modelo de regulación favorable (instituciones como la negociación colectiva o el reforzamiento del Estado de Bienestar actuaron en este sentido). De esta forma, el fordismo contribuyó a la consolidación de los mercados nacionales.

La crisis del fordismo devino como consecuencia de la quiebra de la situación de estabilidad y prosperidad, cuyo punto de inflexión histórico podríamos situar en los shocks petroleros de los años setenta del siglo pasado, época que coincide con el agotamiento de la onda tecnológica generada tras la Segunda Guerra Mundial. Además, en los primeros años de la década de los ochenta, el keynesianismo, como ideología dominante que orientaba la política económica, dejó paso al neoliberalismo, que vino impulsado por el liderazgo político del Presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, y de la Primera Ministra del Reino Unido, Margaret Thatcher. Coincidió este momento de cambio con la irrupción de Japón como potencia económica de alcance mundial, nación que lideraría los nuevos modos de organización de la producción.

Sin embargo a finales de los años noventa Estados Unidos lideraba una profunda transformación económica caracterizada por la difusión y el desarrollo de las potencialidades de unas nuevas tecnologías asociadas a la información y las comunicaciones que configuraban una nueva forma de hacer en el mundo de los negocios, con un mercado de capitales dinámico, un impulso de la innovación en laboratorios y universidades, y un nuevo espíritu emprendedor .

De la crisis del fordismo surgió un nuevo modelo de organización de la producción denominado posfordismo y cuya principal seña de identidad es la negación de la organización fordista.

8.2.3. El modelo de producción flexible

El posfordismo, como modelo de organización de la producción , también es conocido como modelo de producción flexible, en la medida en que permite la adaptación de la producción a los requerimientos de la demanda en tiempo, calidad y cantidad, configurando una oferta “a la carta” basada en la diferenciación del producto en un entorno extremadamente competitivo. Así, si el fordismo supuso pasar de la producción artesanal a la producción en serie, el posfordismo supone pasar de la producción en serie a una forma nueva y superior de producción artesanal, de manera que si en el pasado la empresa que estaba más capacitada para estandarizar su producto del modo más eficaz era la más competitiva, hoy día lo es la empresa que está más capacitada des-estandarizar su producción del modo más eficaz.

Por otro lado, la producción flexible es posible gracias a la utilización de una nueva tecnología intensiva en recursos intelectuales (conocimiento, información…) frente a la tecnología del modelo fordista, intensiva en recursos físicos (petróleo, electricidad…). La tecnología digital, basada en instrumentos que utilizan diferentes softwares informáticos a partir de la codificación binaria de la información (0 y 1), ha desplazado a la tecnología analógica, basada en la mecánica y la electrónica; y dicha tecnología digital permite que las máquinas-herramientas puedan ser controladas por un ordenador, desplazando al obrero manual por el operario de sistemas informáticos; control que, por otro lado, permite variar a discreción las diferentes tareas productivas de manera que los productos finales posean un alto grado de diferenciación.

Estos cambios en la producción responden a una serie de cambios en el patrón de consumo desde un consumo de masas a un consumo diferenciado. Dichos cambios obedecen a factores muy diversos, tanto culturales (la reacción del movimiento de Mayo del 68 contra en consumo de masas…), como sociológicos (la incorporación masiva de la mujer al mercado de trabajo…), como económicos (el aumento de la desigualdad en la distribución de la renta dentro de los sistemas económicos nacionales…).

Sin embargo, a pesar de dichos cambios el modelo de producción flexible en realidad adopta, al menos, dos formas diferentes, el toyotismo-kalmarismo y el neo-taylorismo. El primero recibe su nombre de la empresa Toyota, en la medida en que sigue el modelo corporativo japonés, y de la planta de Kalmar de la empresa Volvo, en la medida en que sigue el modelo de implicación social sueco, y suele ser el aplicado por las grandes empresas europeas y japonesas; el segundo recibe su nombre del viejo taylorismo, ahora revitalizado, y suele ser aplicado por las grandes empresas anglosajonas.

Entre las técnicas del modelo toyotista-kalmarista destacan el kaisen, o movilización de la creatividad, que consiste en devolverle al trabajador su capacidad para “pensar” sobre el trabajo, además de “hacer” el trabajo, permitiéndole hacer sugerencias y cambios en un proceso productivo en continuo cambio.

Otra de las técnicas de dicho modelo sería el tanoko, o multiespecialización, consistente en organizar a los trabajadores en equipos que deben realizar una variedad de tareas rotando sus miembros por las diferentes funciones, de manera que los mismos terminen por ser trabajadores polivalentes. La polivalencia reduce así la fatiga del trabajador especializado y permite que los trabajadores puedan diagnosticar y corregir inmediatamente los problemas en la propia línea de producción.

Una tercera técnica sería el just in time, o entrega justo a tiempo, que consiste en sustituir la gestión de stocks por la logística, de manera que tanto los insumos necesarios para el proceso productivo (materias primas y bienes intermedios), como los productos finales del mismo, no necesiten ser almacenados dado que su entradas y salidas de las fábricas aparecen sincronizadas con el ritmo de la línea de producción.

Y, por último, tendríamos la implicación negociada, consistente en hacer partícipes a los trabajadores de la mejora de la productividad, bien sea por medio de incentivos individuales, de equipo, de fábrica, de empresa, de rama o, incluso, de región. Dicha implicación permite que pueda afrontarse la presión de la competencia sin necesidad de acudir a la flexibilidad laboral, vía reducción de plantilla o vía reducción de salarios nominales.

Frente al modelo toyotista-kalmarista estaría el modelo neo-taylorista, centrado no tanto en el aumento de la productividad como en la reducción de costes. El neo-taylorismo se basa en la fragmentación del proceso productivo para poder organizar el mismo por medio de la especialización colectiva en tareas menos complejas, como alternativa a la integración vertical, la rigidez y el monopolio propio del fordismo.

De esta forma, las tareas complejas pero especializadas pueden ser subcontratadas a empresas proveedoras de bienes o servicios intermedios, mientras que las tareas más simples pueden ser trasladadas a plantas de fabricación en sistemas económicos subdesarrollados donde la mano de obra resulte más barata, donde la legislación ambiental sea más laxa, donde se obtenga alguna ventaja por la cercanía de la principal fuente de materia prima o donde se pueda obtener alguna otra ventaja competitiva.

Por último, respecto de las actividades productivas que no puedan ser externalizadas o subcontratadas, la estrategia consiste en aplicar medidas de flexibilidad laboral, bien reduciendo el número de empleados, por medio de contratos temporales o despido barato, o bien reduciendo los salarios reales, por medio de la moderación salarial, el aumento sub-retribuido de la jornada de trabajo o la reducción de las prestaciones sociales.

En conjunto, las diferentes opciones del posfordismo suponen el paso de una organización de las relaciones laborales basadas en el rol dominante del obrero bien remunerado (blue collar), como núcleo estable de la misma, hacia otra organización basada un número relativamente bajo de técnicos muy cualificados, rodeados por una masa de empleados contratados en términos sumamente precarios y un ejército de desempleados con crecientes dificultades de recolocación por la rápida evolución tecnológica.

8.2.4. La fábrica difusa

El concepto de fábrica difusa hace referencia a la dificultad de poder localizar el lugar físico concreto en el que ha sido fabricado un producto; dicho concepto tendría algunas variantes: la fábrica difusa por deslocalización, la fábrica difusa por externalización, la fábrica difusa por virtualización, así como las resultantes de combinar los tres modelos.

a) La fábrica difusa por deslocalización

La fábrica difusa por deslocalización es el resultado de la estrategia de las empresas transnacionales para reducir costes de producción o salvar inconvenientes comerciales, fiscales o ambientales.

Así, algunas empresas transnacionales tratan de evitar los obstáculos al comercio, impuestos por medidas proteccionistas, mediante el ensamblaje de componentes junto al mercado de destino. En otros casos, dichas empresas trasladan las actividades más contaminantes del proceso productivo hacia sistemas económicos nacionales cuyos gobiernos son más tolerantes en materia ambiental. También es común que estas empresas aprovechen las ventajas fiscales que conceden algunos gobiernos, por ejemplo con el mecanismo de las zonas francas exentas de impuestos , para localizar en ellos las tareas productivas que generan el grueso del valor añadido. Además, otras empresas transnacionales localizan las actividades intensivas en mano de obra escasamente cualificada en sistemas económicos nacionales con bajos costes salariales y con legislaciones laborales poco exigentes, siendo la empresa maquiladora el prototipo de este modelo de empresa.

Dicha deslocalización es posible debido a la libertad de movimientos de capitales, a la libertad de establecimiento de empresas, a las facilidades de las tecnologías de la información y las telecomunicaciones y al desarrollo de sistemas de logística y de transporte de bajo coste.

De hecho la deslocalización está íntimamente relacionada con la intensificación sin precedentes del tráfico internacional de mercancías que fluyen entre los distintos espacios que vinculan la producción fragmentada y entre los sistemas económicos nacionales donde se ensamblan los productos finales y los mercados de destino. Dicho tráfico de mercancías, al mismo tiempo, ha permitido el desarrollo de importantes infraestructuras, en su mayoría relacionadas con el transporte marítimo (buques de gran tonelaje, puertos de grandes dimensiones…).

El resultado de todo ello es que cada vez abundan más los productos “assembled in” (ensamblado en) en detrimento de los productos “made in” (fabricado en), en la medida en que muchos productos son realmente fabricados parcialmente en diferentes sistemas económicos nacionales del mundo y sólo es posible conocer el punto de origen del producto final, que se correspondería con el sistema económico nacional en el que los componentes fueron ensamblados.

La deslocalización de la producción por parte de las empresas transnacionales puede realizarse por tres vías:

a) Greenfield o nueva inversión. Consiste en la instalación de una planta de fabricación en un sistema económico nacional distinto del de la casa matriz, por medio de una inversión productiva directa, recayendo sobre la nueva filial parte de la producción que antes se realizaba en la casa matriz.

b) Adquisición. Consiste en la compra total o parcial (aunque haciéndose con el control de la misma) de una empresa con planta de fabricación en un sistema económico nacional distinto del de la casa matriz, ya sea por medio de una OPA (oferta pública de adquisición), una negociación con sus propietarios o comprando en los mercados financieros el número de acciones necesario para controlar la empresa adquirida, recayendo sobre la nueva filial parte de la producción que antes se realizaba en la casa matriz.

c) Fusión. Consiste en la formación de una nueva empresa fruto del acuerdo de integración de empresas independientes y de diferentes sistemas económicos nacionales; con un reparto implícito de las actividades, de forma que algunas de las que antes de la fusión se realizaban en una de las empresas originales pasan después a ser realizadas en plantas de fabricación que originalmente pertenecían a la otra y que se encuentran ubicadas en un sistema económico nacional distinto.

Sin embargo, el punto débil de la fábrica difusa por deslocalización reside en la fuerte dependencia de un transporte de mercancías intensivo en recursos energéticos, fundamentalmente en combustibles derivados del petróleo.

b) La fábrica difusa por externalización

La fábrica difusa por externalización es el resultado de la estrategia de outsourcing o subcontratación de muchas empresas para reducir los costes fijos y aumentar su capacidad de adaptación a los cambios en la demanda.

La subcontratación puede ser de dos tipos: intraindustrial, cuando una empresa compra bienes intermedios o servicios muy próximos a la actividad principal de la empresa, en lugar de realizarlas dentro de la misma empresa (esencialmente componentes diversos); o interindustrial, cuando una empresa compra bienes intermedios o servicios procedente de empresas pertenecientes de segmentos de actividad distintos del de esta, en lugar de realizarlas dentro de la misma (mantenimiento, limpieza, seguridad, asesoramiento, publicidad, comercialización…).

Este modelo permite el desarrollo de una red de pequeñas y medianas empresas cuya actividad depende del suministro de su producción a una única gran empresa o a un grupo muy reducido de éstas; cumpliendo dicho suministro con la filosofía del just in time.

Si bien la externalización permite a las grandes empresas adaptarse con mayor facilidad a los cambios en la demanda, desde una perspectiva sectorial o territorial, lo único que hace es trasladar los costes de dicho ajuste a las pequeñas y medianas empresas proveedoras, que son las que se ven obligadas a aplicar medidas de flexibilidad laboral cuando las grandes empresas deciden reducir su demanda.

La externalización, por otra parte, permite, en algunos casos, que los trabajadores “externos” de una empresa puedan realizar sus actividades productivas desde sus propios domicilios, trabajando a comisión y recibiendo una retribución proporcional a la producción realizada.

c) La fábrica difusa por virtualización

La fábrica difusa por virtualización es el resultado de una aplicación extrema del uso de las nuevas tecnologías de la información y las telecomunicaciones y es más propia de las actividades del sector servicios, y en especial de las llamadas “empresas.com”.

La estrategia consiste en reducir al mínimo los costes fijos de infraestructura y equipamiento al hacer uso del teletrabajo, es decir, del trabajo realizado por un empleado, total o parcialmente fuera de la fábrica y de la jornada laboral (por ejemplo, trabajando desde el domicilio del propio trabajador) y retribuyéndole total o parcialmente en función de los objetivos alcanzados.

Otra vía de reducir los citados costes fijos consiste en sustituir los puntos de venta del producto, así como los de atención al cliente, por una oficina virtual en Internet, o por una oficina telefónica, desde la que se gestionan, en muchos casos de manera automática, los pedidos, su facturación y su cobro.

Así mismo, la virtualización permite que diferentes centros de trabajo de una misma empresa funcionen como una única fábrica en virtud del uso del correo electrónico, de la intranet y de centralitas telefónicas virtuales (que tratan como conexiones internas, sin coste para la empresa, las llamadas entre diferentes centros o con los teléfonos móviles de los empleados).

8.2.5. La maquila

Una maquila o fábrica maquiladora es aquella empresa que importa materias primas, bienes intermedios y de capital, acogida a algún mecanismo de exención de impuestos de importación y exportación, para su transformación o ensamblaje y su posterior exportación, como producto final, normalmente al sistema económico nacional de origen de los insumos importados. Suelen darse dentro de los sectores de confección textil, calzado, juguetería, artículos electrónicos, componentes de automotores…

Su origen se encuentra en la deslocalización, y muchas veces también externalización, de las actividades productivas que no han podido ser automatizadas, que siguen siendo intensivas en mano de obra y que forman parte de producción fragmentada de grandes empresas transnacionales, en su mayoría de origen norteamericano y asiático. Son típicas de sistemas económicos nacionales y regiones limítrofes con los sistemas económicos nacionales desarrollados, tales como: México, Centroamérica y El Caribe (frente a EE.UU.); Filipinas, Indonesia, Malasia, China y el Sudeste Asiático (frente a Australia y Japón); África del Norte y Europa del Este (frente a la Unión Europea).

La principal motivación de dicha deslocalización es aprovechar el bajo precio de la mano de obra de los sistemas económicos nacionales subdesarrollados; aunque requiere de la existencia de mecanismos de exención de los impuestos de importación y exportación, tales como el régimen de zonas francas. No obstante, también influye en la localización de las maquilas el resto de las condiciones laborales, fiscales y ambientales del sistema económico nacional receptor.

Es propio de la maquila la traslación del mecanismo de retribución de la empresa a sus trabajadores, de manera que si la maquiladora cobra de sus clientes por unidad de producto terminado, paga igualmente a sus trabajadores por unidad de tarea concluida, es decir, a destajo. No obstante, la porción del precio de comercialización del producto final que corresponde a los costes laborales es, en la mayoría de los casos, insignificante .

8.3. El papel de la tecnología y la energía en la producción

Las actividades productivas son altamente dependientes de dos factores, la tecnología y la energía, por ello no podemos dejar de prestar atención al papel que juegan ambas en la producción.

8.3.1. La revolución tecnológica y las tecnologías de la información y las telecomunicaciones

La revolución tecnológica de las décadas de los ochenta y los noventa del siglo XX tuvo su origen en las inversiones que en I+D+I realizaron las grandes empresas de los sectores de la electricidad y la electrónica, la mecánica, la aeronáutica y la química, y, en algunos casos, también los gobiernos de los sistemas económicos capitalistas nacionales a partir de la década de los setenta, cuando fueron conscientes de que la onda tecnológica posbélica estaba llegando a su fin.

Fruto de dichas inversiones surgieron una serie de nuevas tecnologías, más intensivas en recursos intelectuales (información, conocimiento….) que en recursos físicos (materia, energía…), que se fueron concentrando en cuatro campos: nuevos materiales, biotecnología, energías renovables y tecnologías de la información y las comunicaciones; de todas ellas, las que más impacto han tenido en el aparato productivo mundial han sido las tecnologías de la información y las comunicaciones, también conocidas como TICs.

En el campo de los nuevos materiales destacan el descubrimiento de nuevas cerámicas, nuevas aleaciones y nuevos plásticos, que ofrecen ventajas como una mayor conductividad, un mayor aislamiento térmico, una mayor resistencia, una mayor ligereza o una mayor maleabilidad, lo que ha permitido importantes aplicaciones en las industrias aeroespacial, aeronáutica, mecánica y electrónica, además de en la construcción y la medicina. Junto a todos estos macromateriales, más recientemente han surgido los nanomateriales, que serían nuevos materiales a escala molecular, entre los que destacan las nanopartículas de óxidos metálicos, las nanoarcillas y los nanotubos de carbono, y cuyas aplicaciones más conocidas comienzan a estar en los campos de la electrónica, la construcción, la mecánica, la química, la energía, la cosmética, la farmacia, la medicina y la biotecnología.

Por lo que se refiere a la biotecnología, los grandes avances producidos en los campos de la ingeniería genética (genomas, transgénicos, clonación…) y la bioquímica (antibióticos, vacunas, hormonas, fármacos, diagnósticos moleculares, biocatalizadores, biocombustibles, plásticos biodegradables…) están teniendo importantes aplicaciones en la medicina, la agricultura, la ganadería, la regeneración del medio ambiente y las industrias agroalimentaria, farmacéutica, química, petroquímica, minera, metalúrgica y textil.

También en el campo energético se han producido grandes avances; unos relacionados con procedimientos de ahorro energético (motores, electrodomésticos e iluminación de bajo consumo, acumuladores eléctricos…) con grandes aplicaciones en las industrias automovilística, aeronáutica y eléctrica; y otros relacionados con el aprovechamiento de energías alternativas a los combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón), tanto no renovables (nuclear) como renovables (solar, eólica, maremotriz, hidroeléctrica, geotérmica y biomasa –incluyendo biocombustibles-), con grandes aplicaciones en la industria petroquímica, eléctrica, así como en la agricultura (sustitución de cultivos para la alimentación por cultivos para la producción energía) y, lógicamente, en el consumo doméstico de energía (paneles solares, acumuladores, biodiesel…).

Pero sin duda las nuevas tecnologías que más impacto han tenido en la producción mundial han sido las tecnologías de la información y las comunicaciones; dichas tecnologías pueden ser clasificadas en cuatro grupos:

a) Microelectrónica, basada en la reducción del tamaño de los componentes electrónicos y que incluiría todos los desarrollos referidos a los microcircuitos y los microprocesadores (microchips).

b) Informática, basada en el tratamiento de la información y que incluiría todo lo referente a software, hardware y equipamiento periférico de los ordenadores.

c) Telecomunicaciones, basadas en la transmisión de la información, que incluiría todos los avances en materia de telefonía digital, fija, móvil y vía satélite, de Internet, intranet y correo electrónico, de la televisión y la radio por cable, digital y vía satélite…

d) Automatización, basada en la producción integrada por ordenador y que incluiría todas las innovaciones vinculadas con el control de procesos por medio de máquinas inteligentes capaces de reaccionar ante cambios en el medio o ante indicaciones de un operador.

El impacto de las tecnologías de la información y las comunicaciones en la producción estaría, por tanto, vinculado con su utilización en el proceso productivo, tanto en la agricultura (riego controlado por ordenador…), la ganadería (identificación de animales por microchips…), la pesca (GPS para la navegación…), la extracción minera (detección de recursos por sondeos digitales…), la industria (producción integrada por ordenador…), la construcción (edificios inteligentes…) como en los servicios (banca y comercio virtual…).

Pero además ha permitido la aparición de nuevos sectores productivos (informática, telecomunicaciones, robótica…) que se han convertido en sectores clave de la economía mundial, ayudando en muchos casos a la conformación de grandes conglomerados empresariales por medio de la fusión-absorción de empresas de diferentes sectores (informática, Internet, telefonía, radio, televisión, prensa, editorial, cine, parques de atracciones…) .

Aunque, tal vez, uno de los mayores impactos productivos de las tecnologías de la información y las comunicaciones haya sido la modificación en la gestión administrativa de las empresas, de forma tal que el ordenador y la conexión a Internet se han convertido en dos herramientas indispensables del funcionamiento cotidiano de cualquier empresa, igual que podrían serlo la electricidad o el teléfono, de tal manera que, cuando alguna de estas herramientas falla paraliza gran parte de la actividad de muchas empresas.

Y en el caso concreto de Internet, al margen de haber permitido el nacimiento de las “empresas.com”, éste ha permitido crear una quinta dimensión del universo, el ciberespacio, donde las relaciones virtuales son punto de partida para relaciones reales, y las llamadas “autopistas de la información” juegan a principios del siglo XXI el papel de infraestructuras que desempeñaron el ferrocarril en el siglo XIX y las redes de carreteras a mediados del siglo XX.

Por otro lado, el desarrollo de las telecomunicaciones, del que Internet es su máximo exponente, ha supuesto que el espacio físico y la distancia ya no sean obstáculos para muchos tipos de relaciones, entre ellas los negocios, el trabajo, el consumo, la compra-venta, etc., por lo que puede afirmarse que estamos asistiendo al “fin de la geografía”.

No obstante, a pesar de la importancia de las nuevas tecnologías en la producción mundial, conviene señalar que su difusión es desigual entre las empresas, los sectores y las economías nacionales, dado que la aplicación de las mismas requiere de ingentes desembolsos financieros y de una cultura empresarial y un marco social que sirva de soporte a las mismas; y eso es algo que las empresas, sectores y economías nacionales con baja productividad difícilmente pueden asumir, por lo que nos encontramos con empresas, sectores y economías nacionales con nivel de desarrollo tecnológico inferior al que podrían tener, lo cual es sin duda una de las causas de los desiguales niveles de rentabilidad, expansión y desarrollo.

8.3.2. El fin del petróleo barato y las energías alternativas

El subsistema productivo mundial se ha caracterizado en las últimas décadas por una especial intensidad en el consumo de recursos energéticos, tanto los procedentes de fuentes primarias como secundarias.

Las fuentes de energía primarias son aquellos recursos que pueden proporcionar energía que no necesita ser transformada para su aprovechamiento; entre ellas destacan: el petróleo, el gas, el carbón, la biomasa, los materiales radioactivos, el movimiento del agua, el calor de la tierra, la luz y el calor del sol, el viento…. Hoy por hoy resulta fundamental la apuesta por aquellas fuentes de energía renovables, que permiten el desarrollo de energías tales como la hidroeléctrica, la maremotriz, la geotérmica, la solar, la eólica o la basada en la combustión de la biomasa, en detrimento de las hasta ahora hegemónicas fuentes de energía no renovables (petróleo, carbón, gas y, en menor medida, materiales radioactivos), que han permitido el desarrollo de energías como la nuclear y las basadas en los combustibles fósiles.

Las fuentes de energía secundarias, por su parte, son aquellas que surgen como resultado de la aplicación de transformaciones físico-químicas que determinan una mayor eficiencia energética respecto de la fuente primaria de la que proceden; entre ellas destacan: la energía eléctrica y los combustibles.

A pesar de que las previsiones de disponibilidad de fuentes de energía primaria señalan una reducción de las reservas disponibles de combustibles fósiles, que han sido durante decenios la parte fundamental de la oferta mundial de energía primaria, el petróleo sigue siendo la fuente hegemónica, aunque el gas natural y las energías renovables vienen ganando en importancia en las últimas décadas.

Sin embargo, la amenaza del cambio climático, el agotamiento de estos recursos y la concentración geográfica de oferta determinan un apoyo generalizado a las fuentes de energía alternativas (especialmente renovables), por parte de los sistemas económicos nacionales energéticamente dependientes. Esto debe dar lugar, al cabo de no demasiados años, a una reformulación del modelo de generación energética vigente.

Revisemos a continuación las bases del actual modelo mediante el análisis de las fuentes primarias de energía más relevantes.

a) El petróleo

El petróleo es una fuente de energía no renovable y de stock (combustible fósil) , que además es la principal fuente de energía primaria (más del 33% de la energía primaria total) y, por tanto, el principal componente del modelo energético del sistema económico mundial.

Los derivados del petróleo presentan múltiples aplicaciones, ya que pueden ser empleados: como fuente de energía secundaria (combustibles) para el transporte, la calefacción y la generación de energía eléctrica; como materia prima para la lubricación y el asfaltado; y como materia prima para la industria petroquímica. Sin embargo, de entre todos los usos de dichos derivados destaca su empleo en el ámbito del transporte, ya que a esta función se dedica más del 50% del crudo, estando el 90% del transporte mundial impulsado por los derivados del petróleo.

Teniendo en cuenta la dependencia energética que el sistema económico mundial tiene del petróleo, uno de los elementos más importantes a considerar es su precio. El precio del petróleo ha resultado ser muy inestable desde la crisis de 1973, y la gráfica de su evolución registra cuatro importantes picos (gráfica 8.1). Si nos fijamos en el precio del crudo Brent, que es el precio de referencia en la mayor parte de Europa, tanto en términos nominales y como reales, en las últimas décadas, este ha sufrido importantes alzas: 1973-1974, 1978-1980, 1991 y 2003-2008.

La primera de dichas alzas (1973-1974) obedeció al acuerdo de la OPEP de recortar su producción en el contexto de la Guerra del Yom Kippur, entre Egipto e Israel. Dicho recorte obedeció fundamentalmente a dos razones; una política, que fue la ejecución de un embargo comercial de petróleo a los sistemas económicos desarrollados, en tanto que eran aliados de Israel su enfrentamiento con los sistemas económicos árabes de Oriente Medio; y otra económica, que fue el interés por aumentar los ingresos que los sistemas económicos productores recibían por un recurso estratégico (que se comercializaba a un precio muy bajo para ser un recurso natural no renovable de stock cuyo consumo reduce la riqueza de sus propietarios).

La segunda de las alzas del precio del petróleo (1978-1980), estuvo principalmente relacionada con la inestabilidad que vivió la región de Oriente Medio tras el triunfo de la Revolución Islámica en Irán y durante el conflicto que enfrentó al segundo y tercer productor mundial, la Guerra Irán-Irak, hechos que contrajeron severamente la producción mundial de petróleo.

Sin embargo, a partir de principios de los ochenta del siglo XX, ante la relativa estabilidad de Oriente Medio, la pérdida de cohesión interna de la OPEP y la explotación de nuevos yacimientos petroleros (Mar del Norte, Alaska, México, Nigeria… ) el precio del petróleo se mantuvo relativamente estable y barato hasta principios del siglo XXI, con la excepción del alza de 1991. Ésta fue la tercera de las alzas y se debió a la contracción de la producción mundial derivada de la invasión de Kuwait por parte de Irak y la consecuente intervención de Estados Unidos en lo que se conoce como la Primera Guerra del Golfo.

Sin embargo, la era del petróleo barato (1980-2003) parece haber llegado a su fin con la cuarta de las alzas (2003-2008). La última etapa de subida de precios comenzó en 2003 con la huelga petrolera en Venezuela, la irrupción de grupos armados enfrentados con las petroleras extranjeras en Nigeria y la invasión de Irak por parte de Estados Unidos (Segunda Guerra del Golfo).

La explicación de esta última alza es compleja, dado que incluye causas estructurales y causas coyunturales, y su fin ha estado vinculado con la irrupción de la crisis global, por lo que cabría suponer que una vez superada la crisis el precio del petróleo podría recuperar la tendencia alcista interrumpida, a menos que se aproveche la crisis para modificar el modelo energético del sistema económico mundial.

Entre las causas que se encuentran por el lado de la demanda, estaría, primero, la inestabilidad política de algunos productores (Venezuela, Nigeria y, sobre todo, Irak, convertido en campo de batalla del terrorismo islamista, además de Irán, bajo la amenaza permanente de intervención militar de Estados Unidos, y los puntuales conflictos de Rusia con Chechenia y Georgia), que afectaba negativamente a las expectativas sobre la evolución futura del precio del petróleo .

También, dado que la mayor parte de los contratos de compra-venta de crudo no son contratos spot, es decir, al contado, sino que son contratos a futuro, que se negocian en los mercados de derivados financieros, una parte del aumento del precio del petróleo derivaba de la actividad especuladora de inversores financieros cuyo interés no se centraba tanto una verdadera adquisición de crudo como en la plusvalía que podían obtener al comprar un activo financiero (un “futuro” de petróleo) barato y venderlo caro.

Y además existía una importante presión real por parte de los sistemas económicos emergentes, en especial China e India, que vienen aumentando de forma significativa su consumo per cápita (aunque todavía están muy lejos del nivel de consumo de Estados Unidos que es el principal consumidor per cápita del mundo).

Por el lado de la oferta, las causas eran aún más variadas. En primer lugar, el 63% de las reservas mundiales de petróleo se encuentran en una región tan inestable políticamente como Oriente Medio, donde Arabia Saudí, el mayor productor mundial, posee el 13% de las reservas, seguido por los convulsos Irán e Irak. Esta concentración tan sensible han hecho que la mayor parte de la oferta esté continuamente amenazada, con el consiguiente efecto sobre los precios, vía primas de riesgo; algo que también se vio influido por el hecho de que otros grandes productores como Rusia, Venezuela o Nigeria también poseían un cierto riesgo de inestabilidad política.

Además, la oferta de crudo es esencialmente inelástica a corto e, incluso, a medio plazo, ya que la localización, la prospección y la puesta en explotación de nuevos yacimientos constituye un proceso habitualmente complejo; proceso que va ganando cada vez más en dificultad por la necesidad de explorar nuevos yacimientos en regiones en las que el crudo no aflora tan fácilmente como en las arenas del desierto de la península arábiga, como es el caso de las regiones próximas al Ártico, el Golfo de México, las costas de Brasil… A dicha inelasticidad también contribuía el hecho de que la capacidad de refino instalada, pese a haber venido creciendo en los últimos años de manera significativa, de acuerdo con la tendencia general del consumo, la ocupación de la misma era muy notable, estando casi al límite, por lo que resultaba muy difícil aumentar la oferta de derivados del petróleo de forma significativa.

Por otro lado, tras el intenso proceso de nacionalización de las explotaciones petroleras iniciado por los gobiernos de los sistemas económicos productores en los años setenta del siglo XX, la mayor parte de la producción mundial está en manos de empresas petroleras públicas, que explotan los yacimientos nacionales y cuya lógica de funcionamiento es la de obtener los mayores ingresos posibles con los que financiar las arcas de sus Estados; las siete empresas públicas más importantes serían la saudí Saudi Aramco, la rusa Gazprom, la china CNPC, la iraní NIOC, la venezolana PDVSA, la brasileña Petrobras y la malaya Petronas.

No obstante, junto a ellas estarían las “supermajors”, seis empresas transnacionales privadas que operan en diferentes sistemas económicos nacionales del mundo, ExxonMobil (con casa matriz en Estados Unidos), Royal Dutch Shell (con casa matriz en Holanda y Reino Unido), BP (con casa matriz en Reino Unido), Chevron Corporation (con casa matriz en Estados Unidos), ConocoPhillips (con casa matriz en Estados Unidos) y Total S.A. (con casa matriz en Francia). Sin embargo, los sistemas económicos productores cada vez son más exigentes en sus acuerdos con las transnacionales petroleras, fijando royalties e impuestos cada vez más elevados (como mecanismos para que una mayor porción del valor del crudo se quede en el sistema económico productor), y dicha presión se ha venido trasladando a los precios .

Pero además los Estados de diferentes partes del mundo, después de innumerables catástrofes ambientales y humanas por vertidos de crudo y explosiones, también han venido imponiendo importantes restricciones a las compañías petroleras en materia de transporte del crudo y sus derivados, exigiendo grandes medidas de seguridad en los oleoductos y los petroleros .

En suma, la intrínseca limitación de la oferta, el alza de los costes de producción, el fuerte incremento de la demanda, las expectativas pro-alcistas y la gran especulación existente en los mercados de futuro, junto con las limitaciones que a corto y medio plazo presentan las fuentes de energía alternativas han presionado al alza los precios del crudo hasta julio de 2008.

Desde ese momento, la expansión de la crisis global y sus efectos vinculados (cambio de expectativas, reducción drástica de la especulación, contracción de la demanda, aumento de la cotización del dólar…) han provocado una caída muy brusca de los citados precios y su evolución futura dependerá mucho del desarrollo de dicha crisis, aunque muchas de las causas que han estado detrás de esta última alza tiene un carácter estructural y en el futuro seguirán presionando al alza el precio del petróleo.

b) Las tradicionales energías alternativas

Los problemas de calentamiento global han obligado en los últimos años a introducir importantes cambios en el uso de la energía en los sistemas económicos nacionales desarrollados (especialmente en los europeos). Las limitaciones en cuestión vienen impuestas, por un lado, por las autoridades político-administrativas y, por el otro, por las preferencias manifestadas por los consumidores.

En el primer caso tenemos el esfuerzo exigido para la reducción de emisiones de los denominados gases de efecto invernadero. La necesaria adopción de las mejores tecnologías disponibles para el desarrollo de los procesos industriales involucrados supone un gran esfuerzo económico por parte del sector. Las mayores exigencias en lo que a reducción de la concentración de compuestos como el azufre en los combustibles determina inversiones también en ese sentido.

Los consumidores, por otra parte, también manifiestan unos niveles de concienciación ecológica creciente, que trasladan de un modo u otro a sus hábitos de consumo. Hay un sector de la población comprometido con la causa de la sostenibilidad que, en la medida de lo posible, opta, si está a su alcance, por el empleo de energías más limpias.

Todo esto, junto con el alza de los precios del petróleo entre 2003 y 2008, ha provocado un mayor uso de las energías alternativas tradicionales; aunque su futuro incremento está limitado por las emisiones de CO2 que generan algunas de ellas y por la moratoria nuclear existente en muchos sistemas económicos nacionales (sobre todo europeos) y las limitaciones políticas del uso de la energía nuclear (por ejemplo, en Irán).

b.1) El gas natural

El gas, como fuente de energía primaria no renovable y de stock, a pesar de ser una fuente energética más eficiente, por su mayor poder calorífico, y más limpia, por generar menores emisiones de gases de efecto invernadero en su combustión, que el petróleo, comparte con el crudo muchas de sus características. En primer lugar, se origina en condiciones muy específicas, en periodos de tiempo muy largos y sus disponibilidades presentan una gran concentración geográfica similar a la del petróleo; en segundo lugar, requiere de unos elevadísimos costes de producción y exige una logística sumamente compleja; y en tercer lugar, como combustible fósil genera la emisión de gases de efecto invernadero. Todo ello limita las posibilidades del uso masivo del gas como alternativa al petróleo, pese a que representa más del 20% de la energía primaria total.

b.2) El carbón

Tampoco parece que el gran protagonista de la Revolución Industrial sea una adecuada alternativa, ya que presenta graves dificultades. A pesar de la existencia de importantes reservas en el Este de Europa y Asia, al tratarse de una fuente de energía primaria no renovable y de stock presenta importantes limitaciones: las dificultades que genera su transporte; su limitación en cuanto a poder calorífico; y, fundamentalmente, los costes medioambientales en los que se incurre por su empleo, ya que su combustión genera una elevada emisión de gases de efecto invernadero.

A pesar de que el repunte en los precios del crudo ha dado lugar a una importante recuperación en su nivel de consumo (que había descendido bruscamente como consecuencia de las restricciones en su empleo a la que los cambios tecnológicos han dado lugar) la cuestión ambiental impone una presión que dificulta sobremanera su utilización. No obstante, hemos de señalar que aún una parte importante de las centrales térmicas emplean este combustible, que además representa en torno al 25% de la energía primaria total.

b.3) La energía hidráulica

El movimiento del agua es una fuente de energía primaria renovable de flujo. Utilizada desde hace siglos en las norias, en la actualidad esta fuente de energía se basa en el aprovechamiento de los saltos de agua para la impulsión de turbinas que generan electricidad. En los sistemas económicos nacionales montañosos han tenido décadas atrás una importancia fundamental en la extensión de la electrificación; sin embargo, dependen de la orografía y de la pluviosidad para que existan unos caudales suficientes, por lo que su uso se encuentra bastante limitado, representando en torno al 2,5% de la energía primaria total. Además, pese a ser una energía limpia, por lo que a emisiones directas de CO2 se refiere, la construcción de embalses da lugar a otros problemas ambientales, como la alteración de los ecosistemas o las emisiones de CO2 fruto de las obras.

b.4) La energía nuclear

La radioactividad del uranio y otros materiales es una fuente de energía primaria no renovable de stock y la única fuente de energía tradicional que podría servir de alternativa al petróleo, hecho éste que ha reabierto el debate acerca del uso de la energía nuclear.

Tras la Segunda Guerra Mundial, los avances experimentados en materia nuclear en el terreno militar fueron transferidos a la industria. Surgió así la energía nuclear de “fisión”, que es la que proviene de la división del átomo, ya que al romperse los núcleos pesados mediante su bombardeo se generan reacciones en cadena que liberan gran cantidad de energía.

Durante los años setenta y ochenta del siglo XX, como consecuencia de la crisis energética y en un escenario de revisión del patrón de consumo energético, se produjo el boom nuclear, con la proliferación de centrales nucleares en los sistemas económicos desarrollados (capitalistas y socialistas). Dicho boom contó con un fuerte apoyo por parte de organismos internacionales ,, grandes empresas y gobiernos y se vio favorecido por el hecho de que el uranio, combustible principal, se encuentra mejor repartido en términos geográficos que el petróleo.

Sin embargo, el uso de la energía nuclear presenta también importantes limitaciones, como el alto coste de construcción de las centrales nucleares y las limitadas reservas de uranio . Pero éstos no son los únicos inconvenientes; los problemas ambientales son también muy significativos, dado que no es tecnológicamente posible la destrucción de los residuos nucleares y éstos deben ser almacenados durante cientos de años lejos de espacios habitados (minas, desiertos, profundidades marinas…) por el riesgo de radiación nuclear; además existe el riesgo de exposición nuclear de la población residente en las proximidades de las centrales nucleares en caso de accidente . Todos estos problemas determinaron en los años noventa una moratoria nuclear en la mayor parte de los sistemas económicos desarrollados ante la gran presión que la sociedad civil impuso a los gobiernos . Aun así, la energía nuclear representa en torno al 7,5% de la energía primaria total.

Sin embargo, la energía nuclear parece haberse convertido en una fuente de energía más limpia que el petróleo, el gas o el carbón habida cuenta de que no genera gases de efecto invernadero, lo que está provocando que sea vista con una perspectiva menos crítica por una parte de la sociedad civil.

No obstante, el futuro de la energía nuclear parece estar no en la fisión, sino en la energía de “fusión”, que aprovecha la energía liberada al unir dos núcleos atómicos mediante un proceso de agitación térmica, de manera que el núcleo resultante presenta una masa inferior a la suma de las masas previas. Ésta es una energía aún más limpia en la medida en que los residuos son menos contaminantes , pero por el momento con la tecnología disponible dicha fuente de energía no es rentable.

c) Las nuevas energías alternativas

Junto a las tradicionales energías alternativas, existen otras que pese a su escaso uso (en conjunto representan poco más del 10% de la energía primaria total) tienen un gran potencial. De todas ellas, sólo se han desarrollado industrialmente la energía solar y la eólica, encontrándose la biomasa, y en especial los biocarburantes, seriamente cuestionada por su impacto indeseado en el precio de los alimentos y por los altos costes que implica la puesta en funcionamiento de las plantas que permitan un aprovechamiento económico eficiente.

Además, por otra parte, se señala reiteradamente que las patentes e innovaciones en el campo de nuevas energías alternativas están bajo el control de las compañías vinculadas a la producción de energía con fuentes tradicionales (especialmente el petróleo y la energía nuclear), lo que dificulta el crecimiento autónomo, es decir, no incentivado por instituciones públicas, de la industria asociada a estas nuevas energías.

c.1) La energía solar

La radiación solar, como recurso natural renovable de flujo, se utiliza para realizar un aprovechamiento térmico, mediante colectores solares planos, concentradores, hornos solares o helióstatos, o un aprovechamiento eléctrico mediante placas fotovoltaicas .

Uno de los mayores problemas que tiene es su escasa eficiencia con la tecnología disponible, de forma que sólo sirve como fuente complementaria de energía, incluso para el suministro doméstico. Sin embargo, sus ventajas son muchas, ya que se trata de una fuente de energía limpia, inagotable y disponible en todo el planeta, aunque varíen las horas de insolación dependiendo de la región .

c.2) La energía eólica

Conocida desde hace siglos, la energía eólica consiste en el aprovechamiento de la fuerza del viento mediante molinos de viento, en el pasado, y mediante aerogeneradores, que vierten a la red eléctrica la energía obtenida, en la actualidad; siendo el viento una fuente de energía primaria renovable de flujo.

Siendo recurso inagotable y energía limpia (si despreciamos el efecto que la contaminación acústica supone), tiene como limitación la necesidad de contar con una fuerza impulsora del viento constante y lo menos variable posible; además, al igual que ocurre con la solar, hoy por hoy precisa de fuentes complementarias para dotar de autonomía a los equipamientos que pueden funcionar gracias a la misma.

c.3) Las energías maremotriz y geotérmica

La fuerza del agua marina (olas y mareas) es una fuente de energía primaria renovable de flujo, utilizada desde hace siglos en los molinos mareales. La energía maremotriz si bien es inagotable y limpia, su disponibilidad depende de la cercanía a la costa y se encuentra técnicamente poco desarrollada.

Al igual que la maremotriz, la energía geotérmica viene siendo utilizada desde hace siglos en las termas. Sin embargo, recientemente ha experimentado una gran expansión cuando la tecnología disponible ha permitido utilizar el calor del interior de la Tierra para producir electricidad; siendo dicho calor una fuente de energía primaria renovable de flujo. Igualmente es limpia e inagotable, pero encuentra dificultades en su almacenamiento para su aprovechamiento en espacios distantes a aquellos en los que se genera y depende de unas particulares condiciones geológicas que sólo se dan en puntos muy concretos del planeta, por lo que su uso es también limitado .

c.4) La biomasa y los biocarburantes

La biomasa es una fuente de energía primaria renovable de stock que se utiliza desde hace siglos, por ejemplo para cocinar y para climatizar las viviendas, adquiere hoy día gran importancia en la medida en que la combustión de ciertas materias de origen orgánico permite el aprovechamiento del calor generado en centrales térmicas técnicamente adaptadas para ello. Aunque se libera CO2 en su producción, éste es de origen orgánico, por lo que siempre que exista una renovación de la fuente de materia orgánica (reforestación, cultivo…) dicha renovación funcionará como sumidero de CO2, siendo así cero el saldo neto de emisiones.

De entre todas las formas de biomasa, en los últimos años han adquirido gran protagonismos los biocarburantes, en la medida en que pueden ser una alternativa a los carburantes derivados del petróleo; aunque se ha cuestionado su viabilidad económica. Dentro del grupo de los biocarburantes los más importantes son el biodiesel, un aceite orgánico, y el bioetanol, un alcohol; aunque ambos biocarburantes pueden utilizarse de manera independiente de los derivados del petróleo, lo habitual es mezclarlos en diferentes proporciones con gasóleo, el biodiesel, y con gasolina, el bioetanol.

El principal problema de los biocarburantes estriba en las materias primas que se utilizan para su elaboración. El bioetanol proviene, fundamentalmente, de la cebada, el maíz, el trigo, la remolacha y la caña de azúcar; y el biodiesel proviene de la palma, el girasol, la soja y la colza. Este origen ocasiona que los precios de dichas materias primas se vean presionados al alza al derivarse una parte de la producción destinada al consumo humano y animal hacia el sector energético para elaborar carburantes. Además la roturación de nuevas superficies de cultivo da lugar a deforestación y a una mayor competencia por el agua de riego.

Como elementos que dificultan, adicionalmente, el éxito de estas propuestas tenemos cuestiones tales como que el bioetanol requiere para su conducción de oleoductos con dedicación exclusiva, además de que al tener el etanol afinidad con el agua, ello requiere precauciones especiales en el almacenamiento. El biodiesel, en comparación con el bioetanol, tiene un poder calorífico un 28% mayor, contamina menos y el coste energético de su obtención es un 25% menor, además de no presentar dificultades logísticas.

No obstante, el empleo de biocarburantes tiene, por el contrario, una serie de ventajas, como el que su producción podría aliviar la dependencia que el sector del transporte tiene del petróleo (regiones como la europea destinan más del 50% del consumo de petróleo al transporte), o el que con los biocarburantes se reducen de manera significativa (entre un 35% y un 74% -en el caso del biocarburante procedente de la caña de azúcar-) las emisiones de gases de efecto invernadero. Además recientemente han surgido los biocarburantes de segunda generación, que evitan el conflicto con la seguridad alimentaria y el medio ambiente, al aprovechar de manera eficiente los residuos de la poda y de la madera (chopo, eucalipto…), la paja de los cereales, las algas… como materia prima de la que obtener dichos biocarburantes, aunque su desarrollo aún es muy limitado.

Bibliografía

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Cuenca García, E. (2004): Organización Económica Internacional, Pearson, Madrid.

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Sempere, J. y Tello, E. (dirs.) (2007): El final de la era del petróleo barato, Icaria, Madrid.


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