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ECONOMÍA POLÍTICA GLOBAL. UNA INTRODUCCIÓN

Antonio Luis Hidalgo Capitán (Coord.)




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QUINTA PARTE

ASPECTOS TEMPORALES

En esta parte del documento se presentan los aspectos temporales de la economía mundial, en especial su pasado inmediato, su presente y su futuro inmediato.

El capítulo 12, “La evolución de la economía mundial”, estudia cómo evolucionan los sistemas sociales en el tiempo, cuáles fueron los antecedentes inmediatos del actual sistema económico mundial (la crisis de las economías capitalistas durante las décadas de los setenta y ochenta), en qué consiste la crisis global que sufre dicho sistema a finales de la década del 2000 y qué futuro inmediato le espera.

CAPÍTULO 12

LA EVOLUCIÓN DE LA ECONOMÍA MUNDIAL

Antonio Luis Hidalgo Capitán

12.1. La evolución de los sistemas sociales

Pese a mantener una cierta estabilidad estructural, ningún sistema social, permanece invariable para siempre, sino que va evolucionando en el tiempo a lo largo de una trayectoria relativamente estable de desarrollo y, aunque las perturbaciones tanto internas como externas puedan generar una tendencia a sacar al sistema de la trayectoria, los mecanismos de regulación del mismo tienden a devolverlo a su trayectoria habitual.

Dicho de otro modo, las múltiples perturbaciones que permanentemente sacuden a un sistema social son continuamente neutralizadas por el funcionamiento de los mecanismos de regulación de dicho sistema, garantizando así la estabilidad estructural del mismo. Gran parte de dichas perturbaciones son neutralizadas por las instituciones reguladoras, mientras que otras requieren de las decisiones ex profeso de los agentes reguladores.

Estos mecanismos de regulación, en cuanto limitan la deriva del sistema en su evolución, contribuyen a la conformación de una trayectoria evolutiva, y dado que aquellos son el resultado de la aplicación de la ideología dominante, dicha trayectoria será una trayectoria ideológica. Así, mientras los citados mecanismos cumplan correctamente su función, la evolución de un sistema social vendrá guiada por la ideología dominante.

Sin embargo, cuando una perturbación no pudiese ser neutralizada por los mecanismos de regulación de un sistema social, para evitar que dicho sistema entrase en una situación de profunda inestabilidad estructural, los agentes podrían adoptar decisiones que generasen pequeños cambios estructurales para permitirle a dicho sistema una mejor adaptación a la nueva situación; dichos cambios garantizarían una nueva estabilidad estructural, que sería igualmente coherente con la organización del mismo y con la ideología dominante. Estos cambios los podemos denominar cambios estructurales menores para diferenciarlos de los cambios estructurales mayores, que serían el resultado del cambio de la ideología dominante.

Un cambio ideológico implica necesariamente un cambio brusco de trayectoria evolutiva, el desplazamiento del sistema desde una trayectoria evolutiva a otra. Y esto es así en la medida en que de la aplicación de una nueva ideología derivarán nuevas instituciones reguladoras y nuevas decisiones reguladoras, e incluso nuevos agentes reguladores.

Pero dicho cambio ideológico no se producirá con facilidad y será más probable si el sistema social se aproxima a una situación de inestabilidad extrema, como sería el hecho de que el sistema se encontrase en medio de una crisis estructural; entendiendo por crisis estructural el aumento del desorden y de la incertidumbre en el seno del sistema social, provocado por el bloqueo de mecanismos de regulación.

No puede precisarse a priori si una crisis será, o no, estructural hasta que no se desarrolle en su plenitud. Sin embargo, bastaría con que una combinación de perturbaciones no pudiese ser neutralizada por los mecanismos de regulación del sistema para que dicha situación podamos considerarla como una crisis estructural. Y dicha situación se produce cuando existe una incompatibilidad, tanto del marco institucional como del referente ideológico de las decisiones de los agentes, con el reestablecimiento de la estabilidad estructural del sistema.

En este caso, los diferentes agentes, desbloqueando comportamientos inhibidos por la hasta entonces ideología dominante, se apresuran a romper con las instituciones y a iniciar estrategias de supervivencia o a construir nuevos mecanismos de regulación del sistema social conforme a los valores ideológicos que consideren más adecuados en ese momento; y dependiendo de qué agentes consigan que sus acciones condicionasen más las acciones de otros agentes, así será la nueva ideología dominante, las nuevas instituciones y las nuevas decisiones de la mayoría de los agentes del sistema social, produciéndose entonces un cambio ideológico y un consiguiente cambio de trayectoria evolutiva.

Recapitulando, un sistema social puede sufrir en cualquier momento una crisis estructural, impredecible a priori, de la que, o bien surgiría un cambio ideológico que le permitiese a dicho sistema mantener su identidad y evolucionar por una nueva trayectoria, o bien el sistema se desintegraría como tal por la perdida de su identidad, dando lugar a un sistema social diferente o a un grupo de sistemas sociales igualmente diferentes.

También sería posible que ciertos agentes con ideología diferente a la dominante, tratasen de provocar un cambio de trayectoria evolutiva cuando el sistema social no se encontrase aún ante una crisis estructural; pero, a menos que el sistema social hubiese sufrido un cambio de trayectoria poco tiempo atrás, el esfuerzo que dichos agentes tendrían que realizar lo hace muy improbable. Luego, la mejor estrategia de los agentes opuestos a la ideología dominante, y empeñados en provocar un cambio de trayectoria, consistiría en estar preparados para poder ofrecer una alternativa ideológica en el momento en el que sistema se encuentre ante un crisis estructural, de forma que ello permita al sistema transitar por una nueva trayectoria evolutiva tras recuperar su estabilidad estructural manteniendo su identidad.

12.2. Los antecedentes del sistema económico mundial

Antes de que el proceso de globalización permitiera la conformación del sistema económico mundial (capitalista, neoliberal y autónomo), la economía mundial era el resultado de la interacción de diferentes sistemas económicos nacionales (capitalistas, keynesianos y autónomos, por un lado, y socialistas, centralmente planificados y autónomos, por otro ); de hecho la economía mundial era, en realidad, una economía internacional, es decir, una economía resultante de las relaciones entre naciones.

12.2.1. Los sistemas económicos capitalistas nacionales

Los sistemas económicos nacionales previos a la aparición del sistema económico mundial, con la excepción hecha de los sistemas socialistas, eran una serie de sistemas económicos capitalistas nacionales autónomos que podían distinguirse, en su mayoría , en el ámbito de los fenómenos económicos después de la Segunda Guerra Mundial. En dichos sistemas la ideología dominante era el keynesianismo, y de ella derivaban las principales instituciones reguladoras y las principales decisiones de los agentes reguladores de dichos sistemas.

El keynesianismo puede definirse como aquella ideología, o lo que es lo mismo, como aquella serie de ideas y valores concernientes a la regulación de los sistemas económicos capitalistas nacionales, que tiene como fundamento la intervención del Estado en la economía, para corregir los fallos del mercado por medio de la política monetaria, la política fiscal, la política de controles directos y la política de provisión pública de bienes y servicios. Dicha ideología inspiraba la mayoría de las decisiones de los agentes reguladores de los sistemas económicos capitalistas nacionales hasta los años setenta, además de la mayoría de las instituciones reguladoras nacionales.

Entre las principales instituciones reguladoras derivadas del keynesianismo destacan la planificación indicativa de la economía , el Estado del Bienestar , el déficit público a corto plazo , la política monetaria expansiva, la negociación laboral colectiva, el patrón cambios-oro y el GATT; mientras que entre los principales agentes reguladores de inspiración keynesiana destacan los gobiernos de los sistemas económicos capitalistas nacionales, los sindicatos y asociaciones patronales nacionales y algunas organizaciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Bajo el keynesianismo, los sistemas económicos capitalistas nacionales siguieron trayectorias evolutivas semejantes pero independientes, desde mediados de los años cuarenta hasta principios de los años setenta del siglo XX, disfrutando de una gran prosperidad.

12.2.2. La crisis estructural de los años setenta y ochenta

Sin embargo, la aparición de una serie de perturbaciones, en unos casos externas a dichos sistemas y en otros casos internas a los mismos, que no pudieron ser neutralizadas por sus mecanismos de autorregulación, desembocaron en una crisis estructural que afectó, con diferentes ritmos, al conjunto de los sistemas económicos capitalistas nacionales desde principios de los setenta hasta mediados de los ochenta. La principal manifestación de esta crisis estructural fue un fenómeno, desconocido hasta entonces, al que se denominó estanflación, y que consistía en la combinación de estancamiento económico, desempleo e inflación .

La citada crisis estructural tuvo múltiples dimensiones tales como la crisis del sistema monetario internacional, las crisis del petróleo, las crisis del fordismo, la crisis fiscal y la crisis de la deuda externa.

a) La crisis del sistema monetario internacional

La crisis del sistema monetario internacional estalló en 1971 cuando el Presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, decretó la inconvertibilidad del dólar en oro, poniendo con ello fin al patrón cambios-oro establecido en la Conferencia de Bretton Woods de 1944.

El patrón cambios-oro se basaba en el mantenimiento de un tipo de cambio fijo de todas las monedas de los sistemas económicos capitalistas nacionales con el dólar y de éste con el oro, de forma tal que todas las monedas tenían como referente indirecto el oro. El fundamento de dicho patrón estaba en la garantía de la Reserva Federal de Estados Unidos de cambiar por oro los dólares que le entregaran los bancos centrales de otros sistemas económicos, por lo que era indiferente para dichos bancos centrales acumular sus reservas en oro o en dólares.

El problema comenzó cuando, a finales de los años sesenta, Estados Unidos empezó a tener importantes desequilibrios en su balanza de pagos, debido a un importante déficit comercial, generando con ello una importante salida de dólares de su sistema. Ante la reducción de la masa monetaria interna, la Reserva Federal comenzó a imprimir más dólares, sin tener la suficiente correspondencia en oro, lo cual hizo que en la práctica el dólar perdiera su equivalencia con el oro (el precio del oro expresado en dólares aumentó en los mercados de metales precios, los bancos centrales que tenían gran cantidad de dólares en sus reservas comenzaron a plantearse solicitar su conversión en oro ante la Reserva Federal…).

Al haberse roto en la práctica la equivalencia dólar-oro establecida en Bretton Woods, la declaración de Nixon no hizo sino confirmar una realidad, el dólar ya no estaba anclado al oro. Y ello generó una gran inestabilidad en los mercados de divisas que tuvo como consecuencia principal el abandono de los tipos de cambio fijos de las monedas de los principales sistemas económicos capitalistas nacionales y la depreciación del dólar respecto de las mismas, cuyo valor pasó a estar determinado por la ley de la oferta y la demanda.

Los intentos posteriores por reconstruir un sistema monetario internacional basado en tipos de cambio fijos fracasaron, el FMI perdió su función de autoridad monetaria internacional y la flotación de las monedas aumentó la inestabilidad de los sistemas económicos capitalistas nacionales durante la década de los setenta.

b) Las crisis del petróleo

Ante la depreciación del dólar, siendo éste la divisa en la que se realizaban la mayoría de las transacciones comerciales internacionales, los ingresos reales de los sistemas económicos productores de materias primas (comercializadas en dólares) también cayeron; y esto afectó especialmente a los sistemas económicos exportadores de petróleo, algunos de los cuales se habían agrupado años atrás en la OPEP.

La pérdida de poder adquisitivo de estos sistemas, unida al valor estratégico que había adquirido el petróleo (por la dependencia que de él tenían la mayoría de los sistemas económicos capitalistas) y a su utilización política en medio del conflicto árabe-israelí, propició que la OPEP, actuando como un cártel de productores, decidiera restringir la producción de barriles de petróleo. Y ello generó un fuerte aumento de su precio en 1973 y 1974.

Dicho aumento alteró enormemente el funcionamiento de los sistemas económicos capitalistas nacionales al provocarles importantes déficits comerciales, difíciles de evitar a corto plazo. En un primer momento, muchos agentes valoraron el aumento del precio del petróleo como un fenómeno coyuntural; sin embargo, el paso del tiempo terminó por convencerles del carácter estructural del fenómeno, ya que el precio del petróleo jamás volvió a recuperar su nivel previo a 1973.

La situación de inestabilidad se agravó aun más cuando dicho precio volvió a subir entre 1978 y 1980, como consecuencia de la contracción de la producción derivada del triunfo de la Revolución Islámica en Irán y de la Guerra Irán-Irak. Para entonces, los sistemas económicos capitalistas nacionales que no habían iniciado ya una reconversión productiva, comenzaron a plantearla.

La reconversión productiva se centró, en un primer momento, en la búsqueda de alternativas energéticas al petróleo (energía nuclear, energía hidroeléctrica, energía térmica derivada del carbón, biocombustibles…) y en la búsqueda de procedimientos ahorradores de combustible (eficiencia energética), además de en la puesta en explotación de nuevos yacimientos petroleros (Mar del Norte…) y de viejos yacimientos hasta entonces poco rentables (Texas…). Y todo ello bajo el impulso de los gobiernos de los sistemas económicos capitalistas nacionales como principales agentes reguladores.

c) La crisis del fordismo

La crisis del modelo de producción fordista de los sistemas económicos capitalistas nacionales derivó, en parte, de los shocks petroleros, pero también del agotamiento de la onda tecnológica iniciada tras la Segunda Guerra Mundial y de la ruptura de la organización fordista del trabajo.

La investigación básica presenta rendimientos decrecientes y, tras casi treinta años explotando las innovaciones de origen bélico de principios de los años cuarenta, sin inversiones significativas en investigación básica, la onda tecnológica estaba perdiendo fuerza; algo a lo que debió unirse el hecho de que la cadena de montaje fordista presentaba escasa capacidad de adaptación a los cambios en la demanda (que cada vez exigía una mayor diferenciación del producto) y escasa flexibilidad para sustituir trabajo por capital en partes de dicha cadena (debido al surgimiento de cuellos de botella); todo ello desembocó en una pérdida de rentabilidad de las empresas de base tecnológica. Y dicha pérdida de rentabilidad afectó también a todas las actividades productivas intensivas en recursos energéticos (debido a los shocks petroleros).

Por otro lado, el aumento de los precios del petróleo generó la llamada espiral precios-salarios; dado que todos los bienes y servicios que, en su producción o transporte, utilizaban petróleo tenían mayores costes y éstos se trasladaron a los precios generando inflación; dicha inflación hacía perder poder adquisitivo a los trabajadores, que presionaban por la subida de sus salarios dentro del marco de negociación colectiva del fordismo; de esta forma, la subida generalizada de los salarios se trasladaba como coste a los precios generando inflación; inflación que volvía a generar aumentos salariales; y así sucesivamente. Y las altas tasas de inflación desestabilizaron aún más a los sistemas económicos capitalistas nacionales.

La espiral precios-salarios supuso además la ruptura de la relación salarial; ruptura que también fue debida a otros factores. La relación salarial del fordismo se basaba en la idea de que los salarios podían crecer a medida que crecía la productividad; sin embargo, el crecimiento de los salarios, empujado por la inflación derivada del alza de los precios del petróleo y por los deseos de los empresarios de garantizar la paz social en un contexto de inestabilidad laboral (huelgas, absentismo…), se combinó con una reducción de la productividad por el agotamiento de la onda tecnológica y la escasa flexibilidad de la cadena de montaje para adaptarse a cambios tecnológicos parciales y cambios en la demanda. El resultado directo fue una pérdida de la rentabilidad de la mayoría de las empresas.

En este contexto, en los sistemas económicos capitalistas nacionales se iniciaron procesos de reconversión industrial, que tuvieron como consecuencia inmediata el despido de millones de trabajadores y el cierre de miles de fábricas, con la consiguiente reducción de la producción. Las empresas que sobrevivieron a esta reconversión industrial se redimensionaron, redujeron su consumo energético, comenzaron a invertir en I+D y a buscar nuevas formas de organización de la producción.

Pero el resultado directo de la crisis del fordismo fue la contracción de la producción, el aumento del desempleo y el aumento de la inflación, es decir, la estanflación.

d) La crisis fiscal

Los Estados de los sistemas económicos capitalistas desarrollados también sufrieron su propia crisis. Al aumento de los costes de funcionamiento, derivados directamente del uso de unos combustibles más caros, hubo que unir el alza generalizada de los salarios de los trabajadores públicos, bajo la misma lógica de la espiral precios salarios; además, la falta de rentabilidad de las empresas obligó a los Estados a acudir en su rescate para evitar los cierres masivos por medio de subvenciones públicas, y aún así tuvieron que hacer frente a los gastos derivados del pago de los subsidios por desempleo del creciente número de trabajadores que perdían sus empleos. El resultado de todo ello fue un aumento espectacular del gasto público de dichos Estados.

Pero por otro lado, los ingresos públicos cayeron ante el estancamiento económico; el consumo se contrajo y con ello los ingresos por impuestos al consumo; los beneficios empresariales disminuyeron y con ello los ingresos por impuestos de sociedades; y los numerosos desempleados tributaban menos por los impuestos sobre la renta que cuando estaban ocupados.

La combinación de ambos efectos generó un importante déficit fiscal en los sistemas económicos capitalistas nacionales, que algunos gobiernos trataron de paliar por medio de la monetización del mismo, es decir, emitiendo deuda pública, que, al no ser adquirida por los inversores en un contexto de incertidumbre, fue adquirida por los bancos centrales por medio de la emisión de más moneda. Y este aumento generalizado de la masa monetaria generó la pérdida de valor de las monedas de dichos sistemas respecto de los bienes y servicios que podían adquirirse con ellas, es decir, generó un aumento generalizado de los precios, o lo que es lo mismo, más inflación.

e) La crisis de la deuda externa

No obstante, en algunos sistemas económicos capitalistas nacionales, en especial en los subdesarrollados, en los que el fordismo había tenido un menor desarrollo, los primeros impactos de la crisis fueron menores; y lo fueron también en parte por el fuerte endeudamiento en el que incurrieron; endeudamiento derivado del aumento de los precios del petróleo.

El aumento de los precios del petróleo generó la acumulación de gran cantidad de dólares (petrodólares) en manos de individuos vinculados con los gobiernos de los sistemas económicos exportadores de petróleo; dichos recursos fueron colados en su mayoría en la banca comercial transnacional, que para poder ofrecer una retribución necesitaba prestarlos. Sin embargo, en un contexto de crisis, los potenciales inversores privados se habían refugiado en posiciones conservadoras, posponiendo sus decisiones de inversión hasta que mejorasen las expectativas.

La banca internacional se vio entonces obligada a buscar nuevos clientes y los encontró en los gobiernos y en algunos grandes empresarios de sistemas económicos subdesarrollados, los cuales de repente tuvieron un acceso fácil y barato al crédito extranjero. Estos agentes, sobre todo gobiernos, incurrieron en importantes déficits fiscales que pudieron financiar gracias a la emisión de deuda pública (que fue adquirida por la banca comercial transnacional) y a la concesión, en menor medida, de créditos por parte de organismos internacionales.

En un primer momento, con un dólar depreciado y unos tipos de interés internacionales muy bajos (en algunos momentos llegó a haber tipos de interés real negativos), la deuda externa no supuso mayor carga financiera ni para empresarios ni para gobiernos. Sin embargo, el problema vino cuando en 1981 el Presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, decidió aplicar una política neoliberal de estimulo de la economía estadounidense que, entre otras medidas, incluía la subida de los tipos de interés.

En ese momento, gran parte de los inversores que estaban esperando la mejora de las expectativas comenzaron a comprar deuda pública estadounidense (mejor retribuida que otras deudas por la elevación de los tipos de interés), generando importantes flujos de capital hacia los Estados Unidos; dichos flujos, su vez, propiciaron el aumento de la cotización del dólar en los mercados de divisas y la subida del tipo de interés en la mayoría de los sistemas económicos capitalistas desarrollados (ante la imitación de otros gobiernos de que para evitar una masiva salida de capitales, decidieron incrementar sus tipos de interés y retribuir así mejor su deuda pública).

En este contexto, el sistema económico de Estados Unidos inició su salida de la crisis, seguido por otros sistemas económicos capitalistas desarrollados, mientras que en los sistemas económicos capitalistas subdesarrollados altamente endeudados la crisis empezaba a sentirse de forma más acentuada.

Estos sistemas económicos vieron como, en un intervalo breve de tiempo, el servicio de la deuda que debían pagar cada año crecía de forma alarmante, en la medida en que dicho servicio había de ser satisfecho en dólares (y el dólar se estaba apreciando) y su valor dependía de la aplicación del tipo de interés variable (y el mismo estaba aumentando). La situación se fue haciendo cada vez más insostenible para los gobiernos de los sistemas económicos endeudados hasta que el del México decretó la suspensión unilateral del pago de su deuda externa en 1982, siendo seguido por algunos otros gobiernos latinoamericanos.

Los sistemas económicos altamente endeudados se vieron obligados a renegociar el pago de su deuda externa; y ello les llevó, por un lado, a endeudarse aún más para pagar el servicio de la deuda y, por otro, a aceptar las condiciones económicas y políticas que les impusieron los agentes prestamistas. Y, además, tuvieron que aumentar el volumen de sus exportaciones para obtener con ello más dólares para el pago del servicio de la deuda, con lo que inundaron los mercados de materias primas, propiciando con ello la caída de los precios de las mismas, con lo cual no se consiguió el objetivo buscado.

La crisis de la deuda externa no comenzó a superarse hasta que el dólar volvió a depreciarse a partir del Acuerdo Plaza del G-7 en 1985.

12.2.3. El triunfo del neoliberalismo

La crisis que soportaron los sistemas económicos capitalistas nacionales en los años setenta y ochenta resultó ser de tal calado que su superación era incompatible con el marco institucional keynesiano y con las decisiones de unos agentes reguladores inspirados en el keynesianismo.

Y ante la falta de respuesta del keynesianismo muchos agentes comenzaron a proponer medidas de política económica al margen de dicha ideología. Así, estaban desde los que abogaban por una intervención aún mayor del Estado, por medio de una planificación imperativa (al estilo de los sistemas económicos socialistas) y la nacionalización de las empresas privadas, hasta los que responsabilizaban de la crisis a la intervención del Estado en la economía y proponían la retirada del Estado para dejar que el mercado se autorregulara.

Sin embargo, la llegada al gobierno de los principales sistemas económicos capitalistas nacionales de líderes políticos conservadores, asesorados por economistas neoliberales, (Margaret Thatcher, en Reino Unido en 1979; Ronald Reagan en Estados Unidos en 1981; Helmut Kohl en Alemania en 1982; y Nasuhiro Nakasone en Japón en 1982) y el control que aquellos ejercieron sobre organismos internacionales como el FMI y el Banco Mundial, a cuyo frente colocaron a otros economistas neoliberales, hizo que la mayoría de los principales agentes reguladores de los sistemas económicos capitalistas nacionales cambiaran de ideología y comenzaran a desarrollar un marco institucional neoliberal.

Pero el neoliberalismo se extendió también por muchos de los sistemas económicos capitalistas subdesarrollados que, al estar altamente endeudados, durante la década de los ochenta se vieron obligados aplicar las políticas económicas neoliberales auspiciadas por el FMI y el Banco Mundial, si querían renegociar su deuda y poder contar con los recursos financieros que dichos agentes podían proporcionarles (condicionalidad cruzada) .

Las primeras propuestas neoliberales estuvieron dirigidas a la recuperación del dinamismo económico y de la estabilidad, destacando entre ellas las políticas del gobierno de los Estados Unidos bajo la Administración Reagan. Los neoliberales sostenían que la utilización de la política fiscal para estimular la demanda agregada en un contexto de estanflación era ineficaz y defendían la conveniencia de utilizar una política monetaria antiinflacionista y una relajación de la presión fiscal; siguiendo estos postulados, la Reserva Federal de Estados Unidos contrajo la oferta monetaria generando una fuerte subida de los tipos interés, que a su vez provocó una masiva entrada de capitales en Estados Unidos que comenzó a reactivar la economía; por otro lado, el Tesoro de Estados Unidos redujo los tipos impositivos aumentando la renta disponible de los ciudadanos, los cuales reactivaron al mismo tiempo su consumo y su ahorro. Otros gobiernos conservadores aplicaron políticas similares que estabilizaron y reactivaron sus economías.

A partir de aquí, el neoliberalismo se impuso como ideología dominante por su capacidad para sacar a los sistemas económicos capitalistas nacionales de la crisis. Y sus postulados, impulsados por los gobiernos del G-7 y organismos internacionales controlados por éstos, como el FMI, el Banco Mundial o la OCDE, comenzaron a aplicarse, antes o después, en todos los sistemas económicos capitalistas nacionales e, incluso, en los nuevos sistemas económicos capitalistas procedentes de los antiguos sistemas económicos socialistas nacionales.

Pero, al mismo tiempo que los sistemas económicos capitalistas nacionales abrazaban el neoliberalismo, éstos comenzaban a integrarse de forma acelerada en un único y nuevo sistema económico capitalista casi-mundial de carácter neoliberal, el sistema económico mundial.

De todo ello se derivaron cambios en los marcos institucionales de los sistemas económicos capitalistas nacionales, con la desaparición de ciertas instituciones (por ejemplo, el patrón cambios-oro o la necesidad de autorización administrativa para la circulación de capitales entre sistemas económicos nacionales) y la aparición de instituciones nuevas vinculadas con la regulación del sistema económico mundial (por ejemplo, la libre fluctuación de los tipos de cambio en los mercados de divisas o la libre circulación de capitales entre sistemas económicos nacionales); además, aparecieron nuevos agentes reguladores del sistema económico mundial (por ejemplo, la OMC, el G-8 o el Foro Económico Mundial ) y otros se transformaron (por ejemplo, el cambio de funciones del FMI).

Este sistema económico mundial ha venido siguiendo una trayectoria evolutiva marcada por la regulación neoliberal hasta el año 2008, cuando aparecieron una serie de perturbaciones de lo que parece ser su primera crisis estructural.

12.3. El futuro del sistema económico mundial

El sistema económico mundial ha venido evolucionando por una trayectoria neoliberal desde principios de los años noventa hasta 2007, con tasas de crecimiento económico ascendentes y superiores al 3%, como media del periodo (gráfica 12.1).

Este dinamismo económico generó un ambiente de optimismo que hizo creer a muchos agentes en las ventajas del neoliberalismo como ideología, que pasó a convertirse en una especie de “pensamiento único”, reforzando la teoría del “fin de la historia” .

12.3.1. La crisis estructural de finales de la década de los 2000

Sin embargo, todo ello cambió a partir de 2007 cuando se combinaron cuatro importantes perturbaciones, una subida sin precedentes del precio del petróleo, una subida sin precedentes del precio de los alimentos, una depreciación sin precedentes del dólar y una contracción sin precedentes del crédito bancario. Dichas perturbaciones desestabilizaron el funcionamiento del sistema económico mundial, dando lugar a una caída de la producción mundial (que en 2009 fue del 0,58% del PIB; grafica 12.2), a un gran volumen de destrucción de empleo en todo el mundo y a una fuerte disminución de la tasa de inflación en la mayoría de los sistemas económicos nacionales (con la posibilidad de que algunos de ellos cayeran en la deflación ).

A juzgar por estos síntomas (decrecimiento, desempleo y deflación), algunos agentes han creído ver en esta situación una crisis estructural como la que vivieron los sistemas económicos capitalistas nacionales en los años treinta del siglo XX (la Gran Depresión); crisis que se superó por medio de la aplicación de políticas económicas derivadas del keynesianismo, que pasó a convertirse en la ideología dominante.

Coincidiendo con dichos agentes en que nos encontramos ante una profunda crisis estructural del sistema económico mundial, cuya estabilidad no puede recuperarse aplicando políticas económicas derivadas del neoliberalismo, las causas de esta crisis son diferentes.

En el transfondo de las cuatro perturbaciones citadas (subida del precio del petróleo, subida del precio de los alimentos, depreciación del dólar y contracción del crédito bancario) se encuentra el comportamiento de innumerables agentes económicos, a lo largo y ancho del todo el sistema económico mundial, que consiste en adquirir un activo cualquiera a un precio bajo y venderlo cuando el mismo haya aumentado de precio, sin realizar ninguna actuación sobre el activo que aumente su valor, más que dejar transcurrir el tiempo; dicho de otro modo, la especulación parece ser la causa última de la primera gran crisis del sistema económico mundial.

Y ello es así porque el neoliberalismo ha convertido al sistema económico mundial en un “gran casino”, modificando la naturaleza capitalista de dicho sistema hasta convertirla en lo que se ha venido en llamar el “capitalismo de casino”. La especulación, en especial la financiera, pero también la inmobiliaria, ha permitido la aparición de una serie de agentes económicos que ganan dinero “apostando” a que un determinado activo, que han adquirido a bajo precio, podrá ser vendido a un precio mucho mayor. Entre los principales especuladores se encuentran los fondos de inversión y los fondos de pensiones.

El resultado de todo ello ha sido una hipertrofia del subsistema financiero mundial, un subsistema que se encuentra sobredimensionado en relación con el valor de la producción mundial . La aparición de los derivados financieros (futuros, opciones, swaps…) supuestamente destinados a reducir el riesgo de otros activos en la práctica han servido para facilitar la especulación financiera, convirtiendo el riesgo de los activos subyacentes en un riesgo sistémico (se pone en riesgo al conjunto del subsistema financiero mundial).

De hecho las cuatro perturbaciones antes citadas pusieron en riesgo el funcionamiento del sistema económico mundial, aunque sólo una de ellas llegó a desencadenar la crisis.

a) La fuerte subida del precio del petróleo desde 2007 hasta mediados de 2008

Aunque con una tendencia creciente desde 2003, desde 2007 hasta mediados de 2008 el precio del petróleo se disparó desde los 58 dólares por barril de Brent hasta los 147 dólares .

Dicho alza, si bien tiene importantes componentes reales desde el lado de la oferta y desde el lado de la demanda, no puede ser entendida sin tomar en consideración el componente especulativo. Por diferentes razones (inestabilidad en países exportadores, agotamiento del petróleo…) se crearon unas importantes expectativas sobre un elevado precio futuro del petróleo que atrajo a los capitales especulativos a este mercado.

La entrada de capitales especulativos adquiriendo barriles de petróleo a futuro disparó el precio del crudo, lo cual sirvió de confirmación de las expectativas, que de esta forma se auto-cumplían, generando nuevas expectativas sobre un alza aún mayor del precio, que volvían a auto-cumplirse.

De no haber estallado la crisis financiera mundial a mediados de 2008, que modificó drásticamente las expectativas, el precio del petróleo podría haber seguido subiendo, desestabilizando aun más el sistema económico mundial.

Una prueba de la importancia de las expectativas y de la especulación en el precio del petróleo está en el hecho de la contracción de la demanda de crudo, derivada de la caída de la producción, no justifica por si sola una reducción del precio desde los 147 dólares de mediados del 2008 hasta los 36 dólares de finales .

De todas formas, la fuerte subida de los precios del petróleo se trasladó enseguida a los precios de los combustibles, desde ahí a los del transporte y a la inflación, aunque sus efectos quedaron suavizados, fuera de la órbita del dólar, por depreciación de dicha moneda en el mismo período. No obstante, de haber continuado subiendo el precio del petróleo (o de haberse mantenido alto), pronto el modelo de fábrica difusa por deslocalización hubiese empezado a resentirse, dada la enorme dependencia que tiene del transporte y éste del petróleo.

b) La fuerte subida del precio de los alimentos desde 2007 hasta mediados de 2008

Algo muy similar a lo acontecido a los precios del petróleo, aunque con menos intensidad y más drásticas consecuencias, le sucedió al precio del resto de las commodities (energéticas, minerales y alimenticias). De todas estas alzas las que supusieron una mayor perturbación para el sistema económico mundial fueron las referentes a los alimentos (maíz, trigo, arroz, soja…).

Junto con los componentes reales que justifican parcialmente esta subida, tanto por el lado de la oferta (malas cosechas…) como por el de la demanda (aumento de la demanda de alimentos en sistemas económicos emergentes…), debemos destacar el papel jugado por la especulación sobre los futuros de las commodities.

A modo de efecto contagio, por la similitud de los mercados de commodities, los mismos capitales especulativos que invertían en petróleo a futuro lo hacían en minerales y alimentos a futuro, generando un alza de precios que a su vez generaba expectativas de precios futuros más altos; que a su vez se veían favorecidas por una supuesta demanda futura creciente de productos agrarios para fabricar biocombustibles como alternativa a un petróleo caro que se agotaba.

Así los precios de los productos alimenticios crecieron como media más de un 60% en año y medio, generando una crisis alimentaria en muchos sistemas económicos subdesarrollados (Centroamérica, Caribe, Magreb, África, Sudeste Asiático, Pacífico…), que desencadenaron importantes algaradas populares ante la imposibilidad de adquirir los alimentos básicos al precio de mercado.

Esta crisis alimentaria, que llegó a ser objeto de atención de una cumbre de la FAO en 2008, podría haber desencadenado una crisis de mayores dimensiones de no ser por el estallido de la crisis financiera a mediados de 2008. Dicha crisis, junto con la caída de los precios del petróleo, modificó drásticamente las expectativas de unos precios altos de los alimentos (y del resto de las commodities), lo que hizo cesar la especulación y permitió una bajada de dichos precios hasta niveles previos a 2007.

c) La fuerte depreciación del dólar desde 2007 hasta mediados de 2008

La cotización del dólar frente al euro pasó de los 1,25 dólares por euro a comienzos de 2007 hasta los 1,60 dólares por euros a mediados de 2008 . Con independencia de algunos problemas de la economía real de Estados Unidos (elevados déficit público y exterior, pérdida de competitividad…), muchos analistas coinciden en señalar que el dólar estuvo muy afectado en este período por unas expectativas auto-cumplidas de depreciación, lo que dio pie a la especulación contra el dólar en los mercados de divisas.

Lo más significativo es que cuando estalló la crisis financiera en Estados Unidos a mediados de 2008, el dólar, lejos de depreciarse aún más, comenzó a apreciarse, pasando de cotizaciones próximas al 1,60 a cotizaciones próximas al 1,25 a finales de 2008 . Y ello pone de manifiesto como desapareció la especulación en el mercado de divisas.

La depreciación del dólar afectó negativamente a los socios comerciales de Estados Unidos en Europa y Asia, que vieron reducida la competitividad vía precios de sus productos. La única ventaja que tuvo dicha depreciación para dichos socios fue la compensación del alza del precio del petróleo, cotizado en dólares.

d) La fuerte contracción del crédito desde mediados de 2008

La bajada de los tipos de interés en Estados Unidos, para reactivar la economía tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, originó un fuerte endeudamiento hipotecario que permitió un gran dinamismo en el mercado inmobiliario de dicho sistema; ello hizo crecer las expectativas de precios altos de los bienes inmuebles, que al igual que otros activos atrajo a los capitales especulativos y generó una burbuja inmobiliaria.

En dicho contexto, los bancos de Estados Unidos desarrollaron las hipotecas subprime, unas hipotecas de alto riesgo de impago compensadas con altos tipos de interés. El alza de los precios de los inmuebles, impulsado por la especulación, funcionaba como un seguro para dichas hipotecas, pues en caso de impago, los bancos podían ejecutar las hipotecas, vender los inmuebles y recuperar el dinero prestado.

El problema surgió cuando la subida de los tipos de interés en Estados Unidos entre 2004 y 2006 frenó la compra-venta de inmuebles y generó expectativas auto-cumplidas de descenso de los precios de los inmuebles, además de disparar el número de impagados. Este hecho hizo quebrar a algunas entidades dedicadas al crédito hipotecario en Estados Unidos y generó caídas de la bolsa.

Pero dicha crisis hipotecaria se hubiese circunscrito al ámbito nacional de Estados Unidos de no ser porque los bancos habían “titulizado” sus hipotecas subprime como estrategia para obtener mayor liquidez con la que seguir operando. La emisión de obligaciones, respaldadas con diferentes hipotecas, entre las que se encontraban las subprime, que a su vez se incorporaban como por parte de otros activos aún más complejos, generó una serie de activos opacos cuyo respaldo efectivo se desconocía. Dichos activos fueron vendidos en los mercados financieros mundiales y adquiridos por innumerables bancos y fondos de inversión y de pensiones por todo el mundo.

Cuando se desató la crisis hipotecaria en Estados Unidos, el valor de dichos activos opacos en los mercados financieros mundiales se desplomó y ante la imposibilidad de venderlos a buen precio, las entidades financieras de los diferentes sistemas económicos nacionales optaron por mantenerlos como parte de su activo. Y cuando dichas entidades acudieron al mercado interbancario para obtener los créditos que necesitaban para realizar sus operaciones, se encontraron con que ninguna entidad se arriesgaba a prestar dinero a otra de la que se desconocía el valor real de su activo contaminado con activos financieros opacos respaldados con hipotecas de Estados Unidos.

Al quedarse gran parte de los bancos del mundo sin liquidez, la primera decisión que adoptaron fue restringir el crédito a sus clientes, empezando por los menos solventes; y esto afectó tanto a los créditos personales al consumo (utilizados para financiar la compra de bienes de consumo duraderos –automóviles, electrodomésticos…-) como a los créditos hipotecarios.

Así, a partir de mediados de 2008, con la restricción del crédito en la mayoría de los sistemas económicos nacionales, se frenó bruscamente la compra-venta de bienes inmuebles y de bienes de consumo duraderos, con la consiguiente paralización de los sectores de la construcción y del automóvil, entre otros, además de los sectores auxiliares de éstos en todo el mundo. A partir de aquí, se frenó la inversión en dichos sectores y aumentó el número de desempleados procedentes de los mismos, que a su vez redujeron su consumo, dando lugar a una caída de la demanda agregada que trasladó la crisis al resto de los sectores de la economía, en especial a los servicios (que son los que tienen una mayor elasticidad renta).

De esta forma, el crecimiento económico en todo el mundo se ralentizó (llegando a ser negativo), aumentó el desempleo y disminuyó la inflación, dando como resultado una crisis económica mundial, o crisis global, de origen financiero, que guarda ciertas similitudes con la Gran Depresión de los años treinta del siglo XX.

12.3.2. Otras perturbaciones que amenazan la estabilidad del sistema económico mundial

Pero a pesar de la magnitud de esta crisis económica mundial, existen otras tres perturbaciones que amenazan con desestabilizar el funcionamiento del sistema económico mundial a medio plazo si los diferentes agentes reguladores no toman las decisiones oportunas. Dichas perturbaciones son el calentamiento global, la proliferación nuevos virus y el aumento de la brecha desarrollo-subdesarrollo.

a) El calentamiento global

Parece que en la actualidad ya nadie discute que el sistema económico mundial se enfrenta a un calentamiento global cada vez mayor, que, si no se frena, acabará elevando el nivel del mar, modificando las corrientes oceánicas y el clima en todo en mundo, con los consiguientes efectos sobre la redistribución de la población en el planeta para adaptarse a las nuevas condiciones.

Si dicho cambio global se produjese de forma más o menos brusca los efectos económicos serían de tal magnitud que podrían provocar incluso la desaparición del sistema económico mundial .

Sin embargo, detener el cambio climático, o por lo menos frenar la velocidad a la que se produciría, requiere de la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, en especial de CO2, y ello implica una modificación de nuestro patrón energético-tecnológico basado en la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural), lo que implica ir más allá del poco ambicioso Protocolo de Kyoto e incluso de las propuestas que empiezan a realizarse para un Protocolo de Kyoto II. Implica el desarrollo de sistemas de transporte basados en la electricidad, en los biocombustibles, en la energía nuclear, en la energía solar, en la energía eólica o en la combinación de éstas. Implica la sustitución del gas natural de uso industrial o doméstico por electricidad. Implica el cierre de las centrales térmicas o su transformación para que utilicen exclusivamente biomasa. E implica la reforestación de gran parte del planeta para aumentar así los sumideros de CO2.

b) La proliferación de nuevos virus

Desde la aparición los virus del Évola y del SIDA (VIH) a finales de los años setenta y comienzos de los ochenta del siglo XX , la amenaza del surgimiento de nuevos virus con altas tasas de mortalidad y de propagación ha sido una gran preocupación para los agentes reguladores de los aspectos sanitarios del sistema económico mundial, tales como la Organización Mundial de la Salud (OMS; 1948), gobiernos nacionales, empresas farmacéuticas…

Las amenazas de pandemia sobre el sistema económico mundial han aumentado en los últimos años con las mutaciones del virus de la gripe (influenza), dado su alto nivel de propagación y la posibilidades de que dicho virus se recombine con variantes de influenza aviar o porcina, lo cual podría dar lugar a un virus con altas tasas de mortalidad.

Gracias al proceso de globalización, y en especial a la gran movilidad de personas y de mercancías, las posibilidades de que una epidemia se convierta en pandemia, afectando al conjunto del sistema económico mundial, son muy altas. Y los costes económicos de una pandemia son elevados, no sólo por los costes derivados del combate de la misma, sino por lo que representa de limitación de la movilidad de personas y mercancías y por el pánico que genera.

c) El aumento de la brecha desarrollo-subdesarrollo

La endogeniezación del problema del subdesarrollo derivado de la globalización hace que aumento de la brecha desarrollo-subdesarrollo sea el origen de muchas perturbaciones internas del sistema económico mundial.

El empeoramiento relativo de las condiciones de vida de los ciudadanos en los sistemas económicos subdesarrollados genera fenómenos complejos como el terrorismo internacional , la piratería internacional y los movimientos migratorios regulares e irregulares.

De todos ellos el que más importancia reviste es el referido a los movimientos migratorios. Las migraciones contemporáneas son un mecanismo de reequilibrio territorial de la relación recursos/población; dado que los recursos económicos se acumulan en unos determinados territorios (sistemas económicos desarrollados) y la población en otros (sistemas económicos subdesarrollados), aparecen problemas de abundancia relativa y de escasez relativa en diferentes partes del sistema económico mundial; y las migraciones corrigen dichos problemas. Sin embargo, dicha corrección genera conflictos distributivos entre los inmigrantes y los residentes en los sistemas económicos desarrollados, que no quieren compartir su abundancia con aquéllos, y que desarrollan mecanismos de limitación de las migraciones (cupos, leyes de extranjería, policía migratoria, expulsiones de inmigrantes, incentivos de retorno, racismo y xenofobia…); los inmigrantes, por su parte, también desarrollan mecanismos de defensa (organizaciones no gubernamentales, radicalización ideológica y religiosa, manifestaciones, algaradas populares, crimen organizado…).

El conflicto distributivo derivado de las migraciones contemporáneas se ha convertido en una fuente permanente de perturbaciones internas del sistema económico mundial.

12.3.3. El cambio de ideología y los nuevos agentes reguladores

Durante los últimos años, los agentes reguladores del sistema económico mundial han ignorado la importancia de las perturbaciones que venían sacudiendo a dicho sistema (subida del precio del petróleo y de los alimentos, depreciación del dólar, contracción del crédito, calentamiento global, nuevos virus, aumento de la brecha desarrollo-subdesarrollado), deslumbrados por el optimismo del “fin de la historia”.

Sin embargo, la crisis estructural que se inició a mediados de 2008 dejó sin capacidad de reacción a los principales agentes reguladores, es decir, los gobiernos de las grandes potencias, los organismos de las Naciones Unidas y el G-8. Las instituciones reguladoras neoliberales habían fallado en su capacidad de neutralizar la perturbación originada por la crisis de las hipotecas subprime y muchos agentes reguladores no encontraron en su referente ideológico, el neoliberalismo, la inspiración para tomar decisiones reguladoras que neutralizaran dicha perturbación.

a) El cambio de ideología

En este contexto aparecieron diferentes agentes con diferentes propuestas, cada una de ellas inspiradas en una ideología diferente. Dichos agentes podríamos clasificarlos en los siguientes grupos:

a) Los neoliberales radicales ortodoxos, que proponían no hacer nada, a la espera de que la “destrucción creadora” le devolviera la estabilidad al sistema económico mundial, asumiendo los efectos socioeconómicos de una profunda crisis como “daños colaterales”.

b) Los neoliberales reformistas, que proponían reformar los mercados de trabajo para hacerlos más flexibles (“abaratamiento del despido”) y facilitar la contratación cuando pasé la crisis.

c) Los neoliberales neomonetaristas, que proponían la utilización de la “política monetaria”, por medio de una fuerte “reducción del tipo de interés” oficial de los bancos centrales para así estimular el crédito.

d) Los neoliberales garantistas, que proponían que las operaciones de créditos y los depósitos del sistema económico mundial fuesen respaldadas por la “garantía” de los gobiernos nacionales y los bancos centrales para devolver la “confianza” en el subsistema financiero mundial.

e) Los neoliberales pragmáticos, que proponían “desintoxicar” el subsistema financiero mundial creando “bancos malos”, de capital público, que compraran a la banca privada los “activos tóxicos”, respaldados por hipotecas, en un proceso de “nacionalización de pérdidas” que permitiese a dicha banca recobrar su actividad, como si no hubiese sucedido nada.

f) Los neoliberales transparentistas, que proponían ligeras reformas en el funcionamiento del subsistema financiero mundial para evitar que los activos y las actividades financieros pudieran ser “opacas”, eliminando el “secreto bancario” de los “paraísos fiscales” y regulando claramente la “titulización” de determinados activos.

g) Los intervencionistas neokeynesianos, que proponían un nuevo protagonismo de la “política fiscal”, en especial con “planes de estímulo económico” de origen fiscal, tales como “reducciones de impuestos personales”, “aumento de gasto público en obras de infraestructuras” y “transferencias directas a sectores estratégicos” (construcción, automoción…).

h) Los intervencionistas regulacionistas, que proponían una mayor “intervención del Estado” en la economía por medio del uso de la “política de controles directos”, en especial, en los subsistemas financieros nacionales para reducir la “especulación”.

i) Los intervencionistas nacionalizadores, que proponían la “nacionalización”, parcial o total, temporal o permanente, de las empresas privadas con problemas económicos (bancos, constructoras, empresas automovilísticas…).

j) Los intervencionistas nacionalistas, que proponían la “reversión de la globalización”, por medio de limitaciones a la libre circulación de mercancías, capitales y trabajadores, para evitar los “males económicos importados”.

k) Los socialistas, que proponían el “abandono del capitalismo” y la “transición hacia el socialismo”, bien a escala global, o en su defecto a escala nacional.

l) Los sostenibilistas, que proponían un “cambio del modelo productivo” teniendo como referencia tanto el crecimiento a largo plazo, como la puesta en valor del medio ambiente (energías renovables, lucha contra el cambio climático, empleo verde…)

De todos estos grupos, los neoliberales radicales ortodoxos y sus propuestas fueron rápidamente ignorados por el resto de los agentes, que se sentían apremiados para tomar medidas. Las propuestas de los neomonetaristas fueron las primeras en ser tomadas en consideración, pero pronto demostraron ser ineficaces ante la desconfianza reinante en los mercados interbancarios por la inclusión de activos tóxicos en los balances de las entidades financieras. A aquellas le siguieron las propuestas de los neoliberales garantistas, que si bien evitaron el colapso del subsistema financiero mundial en el último trimestre de 2008, ni consiguieron reactivar la economía, ni corregir el problema de fondo (la existencia de activos tóxicos en los balances de los bancos). Las propuestas de los neoliberales pragmáticos debieron esperar hasta el segundo trimestre de 2009 cuando Barack Obama anunció la creación de un banco malo en Estados Unidos y el BCE anunció la compra de cédulas hipotecarias europeas. Casi al mismo tiempo, en la Cumbre del G-20 de abril de 2009, algunas propuestas de los neoliberales transparentistas, como la de eliminar los paraísos fiscales, fueron tomadas en consideración.

Las propuestas de neoliberales reformistas, que un primer momento parecieron ser ignoradas, cobraron gran importancia en el seno de la Unión Europea tras el rescate de Grecia e Irlanda en 2010 ante la imposibilidad de financiar su déficit públicos en los mercados de deuda, bajo la premisa de que había que “calmar a los mercados financieros” aplicando las políticas neoliberales “correctas” (reforma fiscal, reforma laboral, reforma del sistema de pensiones…).

Las que parecen que sí han sido asumidas de manera casi universal y parecen estar dando sus frutos , han sido las propuestas de estimulo económico de los intervencionistas neokeynesianos, asumidas y aplicadas por la mayoría de los gobiernos de los sistemas económicos nacionales, en especial de los desarrollados. También las propuestas de los intervencionistas regulacionistas tuvieron eco en la Cumbre del G-20 de abril de 2009 y se concretaron en la creación del Consejo de Estabilidad Financiera, como futura autoridad reguladora del subsistema financiero mundial, ajena al Sistema de Naciones Unidas.

Menos importancia han tenido las propuestas de los intervencionistas nacionalizadores, ya que la nacionalización sólo ha alcanzado a determinados bancos cuya quiebra podría haber desencadenado un colapso del subsistema financiero mundial, siendo dichas nacionalizaciones, en algunos casos, parciales y, en casi todos, temporales y excepcionales. Tampoco los intervencionistas nacionalistas parecen haber tenido mucha influencia ya que, salvo algunas reacciones de corte populista, la inmensa mayoría de los agentes coinciden en que un problema global requiere de una solución global. Y mucho menos eco aún han tenido las propuestas de los socialistas, ya que, salvo determinadas medidas en Venezuela o Bolivia, más vinculadas con el carisma de sus presidentes que con una respuesta real a la crisis, las mismas han sido rechazadas por la inmensa mayoría de los agentes reguladores mundiales.

Las propuestas sostenibilistas han tenido su mayor exponente en la Estategia de Economía Sostenible de España y en la política económica y ambiental de Estados Unidos.

Por tanto, los grupos ideológicos más influyentes parecen ser los regulacionistas, los neokeynesianos, los reformistas y los sostenibilistas, seguidos de los transparentistas y los pragmáticos, y, dependiendo de cuáles de ellos consigan ser determinantes en la salida de la crisis estructural que atraviesa el sistema económico mundial, así será la futura ideología dominante en el nuevo sistema económico mundial, que todo apunta a que seguirá siendo capitalista, aunque no parece que vaya a ser neoliberal.

b) Los nuevos agentes reguladores

La crisis estructural ha hecho surgir nuevos agentes reguladores del sistema económico mundial, o al menos ha dado un mayor protagonismo a agentes reguladores poco influyentes.

En primer lugar, los gobiernos de las grandes potencias parecen haber dejado de ser neoliberales. La llegada de Barack Obama a la presidencia de los Estados Unidos ha supuesto la salida de los neoliberales de uno de los gobiernos más influyentes del mundo y su sustitución por intervencionistas neokeynesianos (los más influyentes) y regulacionistas (aunque neoliberales transparentistas y pragmáticos siguen teniendo algo de influencia, no tanto por su defensa del mercado sino por la oportunidad de las recomendaciones que se apartan de la ortodoxia neoliberal). El gobierno de Gordón Brown en el Reino Unido también supuso un giro intervencionista, respecto del neoliberalismo de su predecesor, a pesar de haber sido el principal impulsor de las medidas garantistas, y se ha concretado en la defensa de las posiciones neokeynesianas, principalmente, y regulacionistas, en menor medida; no obstante, la llegada de James Cameron al gobierno ha colocado a los neoliberales reformistas al frente de la política económica británica. Los casos de los gobiernos del Presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, y de la Canciller de Alemania, Angela Merkel, son también muy significativos, pues aunque procedentes ambos de partidos políticos de centro-derecha, supuestamente más próximos al neoliberalismo, se han convertido en firmes defensores de las propuestas regulacionistas, tal vez debido a la fuerte tradición regulacionista de Francia y de la Alemania Oriental (de la que procede Merkel); no obstante, la reelección de Merkel como Canciller, tras sustituir a los socialdemócratas por los liberales en su coalición de gobierno, ha supuesto un nuevo auge de los neoliberales reformistas, que también ganan influencia en el gobierno de Sarkosy, además de en el Banco Central Europeo.

Y en segundo lugar, dos agentes reguladores marginales creados en 1999 han cobrado un protagonismo muy singular, el Grupo de los Veinte (G-20) y el Consejo de Estabilidad Financiera (antes Foro de Estabilidad Financiera).

b.1) El G-20

El Grupo de los 20 (G-20, o más correctamente el Grupo de los Veinte Ministros de Economía y Gobernadores de Bancos Centrales), es un agente supranacional universal regulador del sistema económico mundial formado por los ministros de economía y los gobernadores de los banco centrales de veinte sistemas económicos (de los diecinueve sistemas económicos nacionales más importantes del mundo y del sistema económico europeo –UE-); entre dichos sistemas económicos nacionales se encuentran los del G-8 (Estados Unidos, Canadá, Reino Unido Francia, Italia, Alemania, Japón y Rusia) y once sistemas económicos emergentes o de reciente industrialización (Arabia Saudí, Argentina, Australia, Brasil, China, India, Indonesia, México, Corea del Sur, Sudáfrica y Turquía). Dicho agente fue creado a iniciativa del G-8 en 1999 al objeto de incluir a los sistemas económicos emergentes en la regulación del sistema económico mundial.

Se trata de un foro de cooperación y consultas entre los gobiernos de diferentes sistemas económicos y ciertos organismos internacionales sobre temas relacionados con el subsistema financiero mundial, que estudia, revisa y promueve discusiones sobre temas relacionados con la estabilidad financiera de los sistemas económicos desarrollados y emergentes.

Colectivamente, los sistemas económicos miembros del G-20 representan en torno al 90% del PIB mundial, el 80% del comercio mundial y las dos terceras partes de la población mundial repartida por los cinco continentes.

Hasta la crisis global de 2008, el G-20 fue un agente regulador de escasa relevancia; sin embargo, desde entonces se ha reunido cinco veces (noviembre de 2008, en Washington; abril de 2009, en Londres; septiembre de 2009, en Pittsburgh; en junio de 2010, en Toronto; y en noviembre de 2010, en Seúl) a nivel de jefes de Estado y de gobierno para tratar sobre la reforma del funcionamiento del sistema económico mundial.

En la Cumbre de Washington, junto con los 19 líderes nacionales y presidente de la Comisión Europea, asistieron los jefes de gobierno de España y Holanda (como representantes de la Unión Europea), y como invitados un representante de las Naciones Unidas, del FMI, del Banco Mundial y del Foro de Estabilidad Financiera; mientras que en la de Londres, al llevar el presidente de la República Checa la representación de la Unión Europea, se invitó, de forma excepcional, a los jefes de gobierno de España y Holanda, además de un representante de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), de la Nueva Alianza para el Desarrollo de África (NEPAD), de la de OMC, del FMI, del Banco Mundial y del Consejo de Estabilidad Financiera; en Pittsburgh, la representación de la Unión Europea la correspondió al presidente de Finlandia, y fueron invitados de nuevo los jefes de gobierno de España y Holanda, además de otros representantes de organismos internacionales tales como la ONU, el FMI, el Banco Mundial, OMC, el Consejo de Estabilidad Financiera, la OCDE, la OIT, la ASEAN y la NEPAD; en Toronto, la representación de la Unión Europea la pasó a ostentar definitivamente el Presidente del Consejo Europeo, y también asistieron como invitados los jefes de Estado o de gobierno de España, Holanda, Vietnam, Etiopía, Malawi y Nigeria, además de otros representantes de organismos internacionales como la ONU, el FMI, el Banco Mundial, la OMC, la OIT, la OCDE, el Consejo de Estabilidad Financiera, la ASEAN, la NEPAD y la Unión Africana; y en Seúl, asistieron como invitados los jefes de Estado o de gobierno de España, Vietnam, Etiopía, Malawi y Singapur, además de otros representantes de organismos internacionales como la ONU, el FMI, el Banco Mundial, la OMC, la OIT, la OCDE, el Consejo de Estabilidad Financiera, la ASEAN, la NEPAD, la Unión Africana y el Grupo para la Gobernaza Global.

En la Cumbre de Londres se certificó el abandono del neoliberalismo como ideología dominante en la regulación del sistema y se adoptaron importantes medidas para tratar de neutralizar las perturbaciones que sacuden y pueden seguir sacudiendo al sistema económico mundial; entre ellas destacan la defensa de los paquetes de estímulos económicos aprobados ya por muchas gobiernos (para reactivar las economías), la supresión de los paraísos fiscales y el secreto bancario y el aumento de la regulación financiera mundial (para corregir el capitalismo de casino), la reforma y el fortalecimiento financiero del FMI y del Banco Mundial y la culminación de la Ronda Doha de la OMC (para evitar que la brecha desarrollo-subdesarrollo se agrande por la crisis mundial), el fomento de las energías alternativas (para combatir el calentamiento global). Aunque en las Cumbres de Toronto y Seúl los mandatarios europeos (Merkel y Sarkozy, sobre todo) han insistido sobre la necesidad de retirar los estímulos en aras de la sostenibilidad fiscal, y ello pareciera apuntar a un cierto rearme neoliberal.

b.2) El Consejo de Estabilidad Financiera

El Consejo de Estabilidad Financiera, creado en 1999 bajo el nombre de Foro de Estabilidad Financiera, es un agente regulador supranacional ajeno al Sistema de Naciones Unidas, encargado, en un primer momento, de promover la estabilidad financiera internacional a través de un mayor intercambio de información y de una mayor cooperación en la supervisión financiera y la vigilancia de los mercados; aunque tras la Cumbre de Londres del G-20 en abril de 2009 pasó a estar encargado de la regulación directa de los aspectos financieros del sistema económico mundial.

Dicho agente estaba formado hasta marzo de 2009 por representantes de las instituciones financieras internacionales, de las agrupaciones internacionales de los reguladores y supervisores, de los comités de expertos de los bancos centrales y de las autoridades nacionales encargadas de la estabilidad financiera de los sistemas económicos del G-7 más otros cinco sistemas económicos con importantes centros financieros (Australia, Hong Kong, Holanda, Singapur y Suiza); desde marzo de 2009 lo integran también representantes del resto de sistemas económicos del G-20 (Argentina, Brasil, China, India, Indonesia, Corea del Sur, México, Rusia, Arabia Saudí, Sudáfrica y Turquía), además de España y la Comisión Europea.

12.3.4 La salida de la crisis estructural

Las crisis estructurales son por su naturaleza impredecibles, ni se sabe a priori cuando una perturbación va desestabilizar al sistema económico mundial, ni cuando la aplicación de determinadas medidas va a devolverle la estabilidad al mismo. Lo que sí podemos afirmar es que el sistema económico mundial se encuentra inmerso en una crisis estructural profunda de la que sólo se podrá salir tras abandonar los postulados neoliberales; y esto es algo ya ha sido asumido por la mayoría de los agentes reguladores del sistema económico mundial que han dejado de ser neoliberales.

Han dejado de ser neoliberales, pero aún no saben lo que son. Aún no existe una ideología dominante que inspire las decisiones reguladoras de dichos agentes ni se han desarrollado las nuevas instituciones reguladoras.

El sistema económico mundial se encuentra ante una bifurcación evolutiva y debe elegir una nueva senda, y dependiendo de que agentes consigan que sus propuestas devuelvan la estabilidad a dicho sistema, así será la ideología dominante y las instituciones reguladoras. Por el momento es difícil predecir cuales de los distintos agentes que están haciendo propuestas se convertirán en los más influyentes.

Lo que parece claro es que estamos ante “el fin del fin de la historia” y ante el “principio del principio del futuro”.

Bibliografía

Hidalgo Capitán, A. L. (2007): El sistema económico mundial y la gobernanza global. Una teoría de la autorregulación de la economía mundial, Eumed.net, Málaga, edición electrónica gratuita disponible en línea en http://eumed.net/libros/2007b/280/indice.htm.

Fukuyama; F. (1992): El fin de la historia y el último hombre, Planeta, Barcelona.

Strange, S. (1986): Casino Capitalism, Basil Blackwell, Oxford.

Palazuelos Manso, E. (coord.) (1988): Dinámica capitalista y crisis actual, Akal, Madrid.


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