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ENSAYO FILOSÓFICO ACERCA DE LA INCERTIDUMBRE CONSTANTE

Deymor Beyter Centty Villafuerte




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CONSTRUYENDO UNA NUEVA ESPIRITUALIDAD: “Una Moral Superior, a la Moral Biológica del Hombre”

Tratamos de trazar un perfil psicológico del hombre. Es decir, encontrar un denominador común que permita definir psicológicamente a la especie humana. Sin embargo, nos tropezamos con la variedad inconmensurable de maneras de comportarse y modos de ser de los individuos y grupos humanos. Precisamente lo que caracteriza al hombre como especie y lo hace diferente de las demás especies animales es la enorme variedad diferencial entre los individuos y grupos que forman la especie humana, en contraste con la uniformidad de comportamientos entre los individuos de las otras especies animales. Sin embargo, además de la heterogeneidad individual encontramos en la “Profundidad” la característica universal que en grado mayor o menor, caracteriza al hombre”- Leopoldo Chiappo.

Leopoldo Chiappo, trata y de hecho, a mi entender, logra explicar satisfactoriamente la esencia psicológica del hombre, el patrón común de nuestra especie, que como el mismo lo señala es heterogénea a diferencia del resto del reino animal, y esta esencia es el hecho de que el hombre es consciente de su existencia, de sus sentimientos, de sus acciones, y logra a diferencia de los animales no racionales, sublimar sus pasiones mediante el pensamiento racional, convirtiendo lo primitivo en algo espiritual, es decir moral. Para entender mejor esto que Leopoldo Chiappo, nos expone en un reciente ensayo, tomemos por ejemplo la pasión natural de los seres humanos por el sexo, el deseo sexual primitivo, sin el cual nuestra especie no hubiese sobrevivido, un impulso que acaba con el acto sexual en sí, y que en ese sentido primitivo no nos diferencian del resto de los animales, que responden al mismo impulso sexual, guiados en la mayoría de sus casos por el sentido del olfato, el sentido más primitivo con el que cuenta nuestra especie.

Pero ¿Qué pasa cuando este impulso, este sentido primitivo, es sublimado por el pensamiento?, cuando ya no solo se trata de satisfacer un impulso sexual, sino se trata de un sentimiento más intimo, en el cual también hay sexo, pero no solo sexo, sino también, ternura, dedicación, sacrificio, entrega y renunciación, por alguien que ocupa nuestros pensamientos, alguien que está presente en cada uno de nuestros recuerdos felices y tristes, y que añoramos cuando se encuentra lejos de nosotros, entonces ya no solo estamos hablando de sexo, sino que nuestro cerebro, mediante el pensamiento, a sublimado está pasión por el sexo opuesto, y lo ha convertido en amor, este proceso reflexivo en particular, este proceso específicamente aquí descrito, es lo que nos hace humanos, es lo que nos hace diferentes, es lo que Leopoldo Chiappo señala, en su último ensayo.

Pero para poder sublimar el sexo, el ser humano debe de haber experimentado antes el placer, el sexo en su más pura esencia, sin inhibiciones de carácter moral religioso, el hombre y la mujer, en base a sus distintas experiencias, aprendieron a descubrir su sexualidad, y en el juego de la seducción, descubrieron que era fácil poseer el cuerpo de el ser deseado. Pero aquel que vivía por la pasión, aquel que vivía visitando varias alcobas, quien beso muchos labios, y sintió muchos cuerpos fusionarse con el suyo, con el tiempo, y haciendo uso del pensamiento, descubrirá que la pasión termina, que el placer es pasajero, y pronto, más de lo que él pudo predecir, conocerá la soledad, sentirá en su interior la necesidad de amar, y si es capaz de reflexionar acerca de su pasado y sus acciones, y de aquello que está por encima de sus instintos, encontrará en el amor la garantía de algo perdurable, y así poco a poco, eliminara la herida que en el alma no cicatrizaba por causa de la ausencia, pero que con el amor, en el tiempo, esta herida logrará cicatrizar, y este proceso de aprendizaje de nuestros sentimientos, es el proceso de sublimación de las pasiones.

Sin embargo, es necesario responder una pregunta, antes de poder definir nuestro perfil psicológico, y es poder definir al hombre, es poder decir con cierta asertividad: ¿Que es el Hombre?, esta pregunta, y sus distintas respuestas han colisionado en el transcurso de los siglos con el pensamiento místico, con el pensamiento religioso, los cuales plagados de miedos, tabús, y mentiras, sostenidas en primer lugar por la ignorancia del hombre primitivo, en un segundo momento por el miedo y en un tercer instante por la asociación que existe históricamente entre el poder formal y el poder religioso. Sin embargo la ciencia, a pesar de todas estas limitaciones, ha tratado de aportar cada día más al conocimiento de nuestra especie, y debido a que no es la intensión del presente ensayo, el sustentar el proceso de desarrollo y origen de nuestra especie, no vamos a profundizar en el tema, sin embargo, nuestras afirmaciones, siempre estarán íntimamente relacionadas con el conocimiento objetivo de nuestra especie.

¿Qué es el hombre?, preguntamos, hoy es mucho más fácil responder a esa pregunta, aunque esta respuesta cada vez implica el uso de mayores elementos de juicio. Podríamos iniciar señalando que el hombre es parte de la naturaleza, porque nuestra esencia está compuesta de los elementos que en ella también existen, somos una combinación CHON: Carbono, Hidrógeno, Oxígeno y Nitrógeno, pero somos fundamentalmente energía, pues, la teoría atómica de Einstein, demostró que todo átomo, puede ser subdividido en partículas subatómicas, una de las cuales es el electrón, que ya no es materia, sino energía pura, entonces podríamos cuestionarnos: ¿Que es lo que somos en esencia?, la respuesta de la ciencia hoy, es que somos un caldo de energía, que se interrelaciona con el mundo exterior, por lo cuál intercambiamos partículas subatómicas de manera constante con otros elementos de la naturaleza, por lo tanto nuestro mundo subatómico, es modificado constantemente por esta interrelación con el mundo exterior. De otro lado, también señalaríamos que como especie, somos parte de un proceso de evolución, cuyo origen se remonta al mar, y cuyo ancestro mas cercado en términos de especie se remonta al Ramapitecús, el cual existió aproximadamente hace 9 millones de años, y del cual debido a un proceso de evolución y selección de las especies, llamado “Hominización”, evolucionamos hasta convertirnos en “Homo Sapiens”, hace aproximadamente 20 mil años antes de Cristo, y que aún seguimos evolucionando, hasta que lleguemos a convertirnos en “Seres Humanos”, cerrando así un ciclo mas en nuestra proceso evolutivo, en ese sentido es necesario el reconocimiento a Charles y Erasmo Darwin, cuyas investigaciones, le llevan al primero a sustentar que el hombre es el resultado de un largo proceso de evolución, en su obra titulada “El origen de las especies”.

El hombre también puede ser definido, tomando en cuenta los vínculos que ha construido con sus semejantes, por eso se señala que el hombre es un ser social por naturaleza, que vive en sociedades con otros miembros de su misma especie, y que han suscrito un contrato con la sociedad, para tratar de vivir en armonía. Aristóteles, señalaba al respecto, que el “Hombre es un animal político por naturaleza”, mientras que Nicolás Maquiavelo, afirmó que el “Hombre es un ser manipulable”. Por último tanto Sócrates como René Descartes, exigen del hombre, aún pruebas mayores para demostrar su existencia, el primero exigía que el hombre debe de conocerse primero a sí mismo, mientras el segundo afirmaba en su famoso “Método del Discurso”: Pienso luego existo.

Todo apunta a que somos seres que habiendo evolucionado en siglos, vivimos en sociedad, y que somos conscientes de que estamos vivos, de nuestras emociones, y del mundo que nos rodea, es decir somos seres racionales; que expresamos lo que pensamos mediante el uso de las símbolos, que son distintas formas del lenguaje que hemos desarrollado en este largo proceso de evolución.

Pero si es así, si somos seres racionales, ¿Como se explicarían las atrocidades que nuestra especie a cometido en contra de la humanidad?, de la misma naturaleza. ¿Cuánta racionalidad puede tener la guerra?, ¿Cuánta racionalidad puede haber en las violaciones de menores de edad?, ¿En la depredación de áreas verdes en las ciudades?, ¿En la esclavitud, que no es más que la explotación del hombre por el hombre?, ¿Qué racionalidad existe en la acumulación de bienes materiales, si somos mortales y pasajeros?, ¿Existe alguna racionalidad en el engaño y la traición?

La verdad es, que nos falta como especie tanto que aprender y desarrollar, que hablar de racionalidad, es atribuirle demasiados activos a nuestra especie, que es un 95% emocional y un 5% racional, no porque queramos serlo, sino porque la evolución así nos doto, nuestro cerebro neo nasal y el cerebro emocional, representan aproximadamente el 95% del tamaño de nuestro cerebro (el cual pesa aproximadamente kilo y medio, unas 3 veces más grande que el tamaño del cerebro de los primates no humanos, nuestros parientes mas cercanos), y tan solo una pequeña capa de 4 milímetros representa nuestra neo corteza cerebral, que es la parte racional de nuestro cerebro, la cual nos permite reflexionar, razonar y por supuesto sublimar nuestras emociones, nuestros sentimientos, es lo que nos permite hablar de moral y de ética; es lo que nos permite comunicarnos ahora. Lo importante en todo caso es, que este proceso de evolución de nuestro cerebro y por lo tanto de nuestra inteligencia, no está acabado, sino más bien estamos en pleno proceso de evolución, las potencialidades de nuestra inteligencia son infinitas, hoy recién estamos descubriendo y aprovechando la inmensa capacidad de nuestro cerebro… Somos felizmente una historia inconclusa, y cada vida, cada generación, escribe sobre las paginas que le corresponde escribir su experiencia y aprendizaje de la naturaleza, en la larga historia de nuestra humanización.

En esta última parte del presente ensayo, trataremos de justificar la vigencia de un nuevo código moral, uno que no es impuesto, uno que no ha sido normado por fuerzas sobrenaturales, sino basado en la ciencia, en una praxis racional de nuestra existencia, una praxis que más que científica, apunta a una vida sustentada en la filosofía objetiva de la vida, que nos permita superar la actual moral biológica que práctica el hombre, y que no es una moral elegida por él de manera libre y espontanea, sino, que en la mayoría de los casos, es una moral impuesta por los grupos de poder, que manipulan a las mayorías, haciendo uso de la religión. Esta moral biológica nos esclaviza, no nos hace libres, nos sumerge en el temor, pues, no busca que el hombre comprenda y asimile los aspectos positivos o negativos de una determinada conducta, sino mas bien, se busca que este hombre, asuma ciertos preceptos, mediante el uso de la violencia sea física o psicológica, viva cohibido, viva atemorizado por el castigo, nuestra moral es liberadora, pues, no buscamos que el hombre asuma tal o cual conducta, porque nosotros la recomendemos, sino porque en el proceso liberador de su mente, el mismo reflexione acerca de las ventajas y desventajas de vivir practicando cierto tipo de conducta; nuestra filosofía es simplemente el camino hacia la liberación de la mente, no es un catálogo moral, tan solo es una propuesta a seguir, y como todo proceso de aprendizaje en la vida, se constituye en una metodología moral, que te ayudará a encontrar vuestra propia verdad.

La liberación de la mente y la fuerza del pensamiento, no solo es resaltada por los hombres, sino también por mujeres muy valiosas, porque ellos saben que esta liberación es el camino de la verdad, y la verdad siempre te conducirá a la libertad, una de esas mujeres preclaras, Viviane Forrester, en su conocido ensayo titulado: “El Horror Económico”, señalaba lo siguiente, respecto al poder del pensamiento:

“Porque no hay nada más movilizador que el pensamiento. Lejos de representar una triste abdicación, es la quintaesencia misma de la acción. No existe actividad más subversiva ni temida. Y también más difamada, lo cual no es casual ni carece de importancia: el pensamiento es político. Y no sólo el pensamiento político lo es. ¡De ninguna manera! El solo hecho de pensar es político. De ahí la lucha insidiosa, y por eso más eficaz, y más intensa en nuestra época, contra el pensamiento. Contra la capacidad de pensar… Pero ella representa, y representará cada vez más, nuestro único recurso”

Pero volviendo al tema de la construcción de una nueva moral, sublimando nuestras pasiones, y nuestra propuesta llamada como: “Nueva Espiritualidad”, podría parecer a primera impresión, que esta colisionaría con la racionalidad de nuestras emociones, con el uso del pensamiento y el desarrollo de la conciencia, pues, lo espiritual está asociado a lo religioso, sin embargo no es así, lo espiritual se asocio ya hace tiempo por algunos pensadores destacados, al desarrollo de la conciencia por medio de la meditación y el conocimiento de sí mismo, por ende la sublimación de las pasiones, desde Nietzsche, pasando por Osho, y terminando de alguna manera en Chiappo.

La necesidad del crecimiento espiritual (Nietzsche, utiliza la palabra espiritualizar, en el sentido de transformar el sentido en pensamiento, para él la espiritualización de la sensualidad se llama amor: “La victoria de la estupidez de la pasión me parece la más grande victoria que jamás se haya obtenido: es decir, conservar la pasión pero amasarla con la levadura del espíritu, de la finura, de la cautela de modo que ella se convierta en delicia de la existencia… En el pasado se quería simplemente aniquilar la pasión a causa de su estupidez y de las malas consecuencias que de ellas se derivaban; pero era una segunda estupidez agregada a la primera”), entendido como la búsqueda de una verdad que supere mí actual condición moral – biológica, y que me permita alcanzar la justificación de mí existencia, la reconciliación con la vida y conmigo mismo. La búsqueda de esa verdad no se encuentra en las aulas universitarias, no te la dan los distintos diplomas que obtengas en la vida, ni las medallas, ni las condecoraciones que las personas y las instituciones te otorguen, no se encuentran en los cargos, ni en los puestos que hayas alcanzado, porque todo esto, solo busca la aprobación colectiva de vuestra vida, no te ayuda a encontrarte, la verdad se encuentra en vuestro interior, se encuentra en esa búsqueda infinita que nos permita vivir en armonía con la naturaleza, con la vida, con la existencia misma.

Como hemos señalado el hombre de hoy, es el resultado de un largo proceso de evolución de la materia, somos la cúspide de la evolución de la materia, porque somos materia pensante, ¿Pero que nos hizo evolucionar?, la respuesta es complicada, en la medida que se debe de hacer uso de muchas ciencias, pero a manera de resumen, fueron la combinación de un conjunto de factores, climatológicos, cosmológicos y físicos, que dan origen a nuestra especie, pero lo que hizo que nuestra especie pensara y dejara los árboles, fue el trabajo y una naturaleza adversa a nuestra existencia, lo que hicieron que el hombre, el animal más indefenso de todo el reino animal, tuviese que desarrollar el cerebro para no solo sobrevivir, sino a su vez dominar la naturaleza y ponerla a su servicio, Federico Engels, en su trabajo: “El Papel del trabajo en la transformación del mono a hombre”, explica este proceso con mayor detenimiento. Pero lo que aquí podemos resaltar, es el hecho de que el hombre a través del trabajo, y del trabajo el pensamiento, y del pensamiento la reflexión, ha desarrollado su cerebro hasta dar origen a la neo corteza cerebral, y a partir de esta la aparición del pensamiento filosófico, la vida en sociedad, la praxis social, que es la moral del hombre.

Pero también hemos señalado, que en un momento determinado, los grupos de poder han impuesto sus códigos morales a las mayorías, sumidas en la ignorancia y en el miedo, sin embargo por muchos años, muchos filósofos han tratado de liberar al hombre liberando su mente, mas de 3000 años de lucha, conocida como la lucha entre la filosofía idealista y la filosofía materialista. Hoy gracias a la ciencia, a la democratización del conocimiento y de la información, a la ampliación de la cobertura de la educación, a la separación del poder religioso del poder político, y a la globalización de los medios de comunicación, el pensamiento crítico de la filosofía, tiene cada vez mas eco en las mentes de los hombres, que entienden y comprenden, con mayor racionalidad, los efectos y consecuencias de ciertas conductas, por ejemplo del desastre ambiental en el que estamos comprometidos, el repudio a la violencia y la guerra como medio de negociación entre países, nos hemos sensibilizado como especie con la existencia de pobres y la miseria que padecen muchos pueblos, respetamos la diversidad y divergencia, la cual fue amenazada con el intento de imposición del pensamiento global en la década de los 90, utilizando el neoliberalismo como caballo de Troya, para destruir la identidad de los pueblos del mundo.

Estamos cada vez más cerca, de la ansiada liberación de la mente de los seres humanos, estamos cerca del cambio de esta moral impuesta, la cual se basa en la condición biológica primitiva de nuestra naturaleza humana, además de que esta moral, así concebida, no considera nuestra parte de desarrollo espiritual, que va mas allá del comer, beber, dormir, vestirme o tener relaciones sexuales, sino como lo señalara Nietzsche, se trata de transformar el sentimiento en pensamiento…sublimar nuestras pasiones.

Hay sin embargo, y es nuestro deber mencionarlo, una fuerza que mueve este mundo, la cual, necesariamente influye, en la manera de percibir las cosas, y por tanto determina la sublimación de nuestras pasiones, nos referimos a la “Dialéctica”, la fuerza que hizo que la materia evolucione, la fuerza del cambio contradictorio, presente en el desarrollo de las sociedades, del hombre y de su mente, estudiada por Hegel, Marx y Osho, pero descubierta por Lao Zi, muchos años antes de Cristo, esta dialéctica que está presente en sus versos, escritos en el “Dao De Ping”, y que podríamos revisar para comprender esta fuerza:

Cuando se comprende que la belleza es bella, se conoce la fealdad.

Cuando se conoce que la bondad es buena, se comprende la maldad.

Ser y No-Ser surgen de su opuesto.

Lo Sencillo y lo Difícil se crean mutuamente.

Lo Largo y lo Corto se definen recíprocamente.

Lo Alto y lo Bajo se acompañan uno al otro.

La Voz y el Sonido armonizan.

Lo Anterior y lo Posterior se suceden uno al otro.

El Hombre Sabio actúa en la inacción, enseña sin enseñar.

Las diez mil cosas crecen y se transforman sin cesar.

Crea y cultiva sin clamar posesión.

Actúa y trabaja sin pretender posesión.

Su trabajo concluye y lo olvida.

Por eso es eterno.

En los versos de Lao Zi, se puede observar el movimiento dialéctico, que es la contradicción, pues, el cambio nace de lo opuesto, de esa lucha que existe entre contrarios, pero que se encuentran unidos, porque necesitan uno del otro para existir, en el caso de la belleza, esta no existiría, sino conociéramos la fealdad, por lo tanto lo bello necesita de lo feo para poder saber que es bello, sin fealdad, solo habría una apariencia, todo sería igual, no buscaríamos un cambio, con la fealdad, lo bello toma forma, y el hombre busca lo bello, busca el cambio, construye palacios, escribe melodías hermosas para combatir los sonidos desagradables, y como en nuestro caso, para poder encontrar el amor, es necesario haber conocido el sexo, y de las entrañas del sexo, surgirá el amor.

Lao Zi, considera tres leyes fundamentales como base de su filosofía, las cuales organizó en pares de categorías, que por ser diferentes parecen opuestos, pero en la filosofía de la dialéctica, los opuestos son necesarios, son complementarios, dependen íntimamente uno del otro. Estas categorías filosóficas presentadas por Lao Zi, son: “El Yin y El Yang”, “Ser - No Ser” y “Hacer - No Hacer”. La comprensión integral de este sistema filosófico, nos permitirá entender de mejor manera los hechos cotidianos de la vida, nos permitirán leer en la espontaneidad, la gran lección que nos deparó la vida, y por lo tanto, comprender que todo lo vivido, todas nuestras experiencias hoy, están expresadas en lo que somos, como parte de ese cambio, pero que se da a través de movimientos dialécticos.

El primer par de categorías en la filosofía de Lao Zi, lo constituyen el Yin y el Yang, formas que expresan lo bueno y lo malo, pero que para Lao Zi, estas formas están íntimamente unidas, y por lo tanto presentes en nuestra naturaleza, oponiéndose además en armonía. Karl Marx, siglos después, señalaría que estos contrarios: Lo bueno y Lo malo, además de estar íntimamente unidos, luchan entre sí, y de esta lucha constante surge el cambio, y que este cambio es, esta lucha en constante movimiento. Además entendemos que en este movimiento, está implícita una forma de unidad, que surge de la capacidad de generarse mutuamente, de nacer uno en el seno del otro, como consecuencia de aquello tan diferente que parece opuesto pero que no lo es, en tanto se complementan y dan origen al contrincante aparente.

Sexo y Amor, formas presentadas por años, y por la religión, como opuestos, cuando en realidad uno es el camino que lleva al otro, sino se entiende lo contradictorio de la vida, el movimiento dialéctico de la existencia, se querrá separar al uno del otro, haciéndoles ver como opuestos irreconciliables, santificando a uno y condenando al otro, se penalizará a las personas que se dejen llevar por las pasiones, y se “Premiará”, a aquellos que hayan elegido “Amar de manera Pura”, tanta falsedad contenida en estas prácticas, han generado justamente lo contrario en la sociedad, las personas no saben amar, porque no se les ha permitido vivir su sexualidad, descubrir en el sexo el amor.

Ambos Sexo y Amor, opuestos y unidos a la vez, luchan uno contra el otro, pero se necesitan para poderse definir, cuando las pasiones te han rebasado, cuando habéis conocido tantas mujeres, solo quieres vivir para conocer a aquella con la cual las palabras sobran, a la cual reconoceréis con tan solo mirarla, a aquella mujer que resaltará para ti dentro de la multitud, pero, ¿Como saber que no es pasión lo que sentís, sino amor?, la respuesta la conoce alguien que ha vivido por el placer, y que ahora desea la paz del amor. Y cuando se ama, uno encuentra en el sexo la unión, la fusión con el ser amado, por lo que, para poder reconocer al amor, el sexo es el camino a seguir, pero para llegar al sexo pleno, el amor se convertirá en el acompañante ideal que te llevará a él, y de él a la prolongación del amor, que es la familia.

Otro sentimiento primitivo del hombre, es el miedo, somos seres manipulables, porque justamente tememos, y Nicolás Maquiavelo, así lo demostró en su obra “El Príncipe”, siglos atrás. Considero, después de mucho tiempo de reflexión, que así como el amor es la sublimación del sexo, la sublimación del miedo es el valor, nuestra esencia primitiva es el temer, porque como especie, frente a la naturaleza, evolucionamos débiles, pero de esa debilidad surgió nuestra evolución, como ya lo hemos señalado anteriormente, cuando afirmamos basados en el conocimiento científico, que desarrollamos el cerebro y por lo tanto la “inteligencia”, gracias al trabajo y la reflexión, necesarios para dominar la naturaleza la cual nos era adversa por nuestra condición de especie frágil, en comparación con otras especies.

Pero ¿Como llegamos a sublimar este sentimiento llamado “miedo”, tan arraigado en nuestras venas, y convertirlo en “Valor”?, parece contradictorio, y de hecho lo es, miedo y valor, son opuestos, pero uno nace del otro, no habría héroes, si no existiesen cobardes, seres manipulables, temerosos de perder cualquier cosa, la mas pequeña cosa que os podáis imaginar, que pueden y de hecho, llegan a traicionar e incluso asesinar a los héroes, tan solo por que no pueden dominar su miedo.

El pensamiento y la reflexión, es el camino para dominar nuestras pasiones, para ello debemos de analizar filosóficamente nuestra vida, y encontrar en aspectos de carácter no material, como el Honor (que a decir de D’alambert, en el análisis del “Espíritu de las Leyes” de Montesquieu, es la ambición y la estima de la dignidad), la Lealtad, la Patria y la Dignidad, ideales más relevantes e importantes, que la simple la acumulación de riqueza, el poseer un automóvil de lujo, ser propietario de una mansión u ostentar un alto cargo en la sociedad.

Este proceso, de espiritualizar nuestras pasiones, en este caso el miedo, nos libera del temor de perder lo material, nos hace seres menos manipulables, porque el miedo, se basa en la posesión, cuando uno se desapega de todo lo material o ideal, que nos ata, nos encadena, el miedo va desapareciendo poco a poco, se hace controlable, y nos hacemos como señaláramos antes, menos manipulables, y por lo tanto enfrentamos a la vida con mayor valor, somos capaces de soportar el sufrimiento, la persecución, la traición, e incluso vamos más allá de todo, buscando encontrar una razón trascendente a nuestra existencia, nos convertimos en este proceso, gracias al desapego, en héroes.

Pero como hemos visto, el valor surge del miedo, y el miedo se conoce mejor con el valor, porque el valiente no está loco, por lo tanto es conciente de sus miedos, los comprende y experimenta; uno es valiente, no porque no sienta miedo, sino porque teniendo miedo a perder, a sufrir, enfrenta concientemente este temor, lucha sin vacilar por ideales mayores al individualismo, lo cual le hace un mejor ser humano, el cual, en el tiempo será reconocido por sus semejantes, Juana de Arco, es una de aquellas personas, que superando su miedo al fuego, a la muerte, enfrentó sus temores, y miro de frente a la cara de sus verdugos, de la muerte misma, porque su amor por Francia y su Fe en Dios, fueron más importantes, que su miedo a morir, y por ello, cualquier soborno, o riqueza ofrecida, carecían de valor para ella, porque era conciente que con su vida, daría una mejor lección a aquellos que temían luchar por aquello que decían amar, pero que por miedo, agachaban la cabeza, aceptando vejaciones y humillaciones de los tiranos, que siempre se aprovechan de esta débil naturaleza nuestra.

Y apropósito de héroes y príncipes, aprovecho esta parte del ensayo, para reflexionar acerca de ellos, y de esta dualidad, que se refleja en estas dos figuras medioevales, pero que significan en nuestra filosofía, algo más que un simple príncipe y un héroe, estas figuras, representan para nosotros la expresión del miedo y el valor, respectivamente, el primero de estos personajes, es abordado y estudiado a profundidad por Maquiavelo, nos referimos obviamente al príncipe, pero el héroe, aquel personaje que desprecia el poder, es muy poco estudiado en la política, porque en el ejercicio de ella, se les trata de destruir, y es por eso que en la ciencia y en la teoría política, se les ignora.

La vida del héroe y del príncipe, existencias contradictorias, pero íntimamente relacionadas, mientras el primero ha desarrollado con su existencia, una espiritualidad superior a la moral biológica, sublimando sus pasiones y sentimientos más primitivos, convirtiendo justamente estos sentimientos en valores objetivos a los cuales ha consagrado su existir o su forma de vivir, el segundo el príncipe, es esclavo del poder, vive aún bajo el influjo de una moral biológica primitiva, decadente muchas veces, ambos sin embargo y a pesar de sus obvias contradicciones, se necesitan para poder lograr un ideal u objetivo social, superior a ambos, como el poder liberar a un pueblo de la tiranía de otro, pero estos, héroe y príncipe, no deben de vivir ni cerca, ni juntos, es difícil que entre ambos se establezca una amistad sincera, pues, como podrán observar, buscan objetivos diferentes, el primero, busca la libertad, de él y de sus semejantes, esta Libertad para el héroe está por encima de todo, incluso de su propia vida, el segundo sin embargo, es siervo del poder (José de Saramago, creía respecto al poder que: “El poder lo contamina todo, es tóxico. Es posible mantener la pureza de los principios mientras estás alejado del poder. Pero necesitamos llegar al poder para poner en práctica nuestras convicciones. Y ahí la cosa se derrumba, cuando nuestras convicciones se enturbian con la suciedad del poder”), por lo que jamás buscará ser libre, y mucho menos querrá la libertad para sus semejantes, porque siendo libres ellos, ya no necesitarían de él.

El héroe, vive recitando unas frases, las cuales ha convertido en su Fe, basa su existir en ellas, las reflexiona siempre en su camino que es muchas veces solitario, y sin que nadie se lo impusiera, ha convertido esta Fe en su deber, es conciente también de aquello que le espera, por ser fiel con la forma en que concibe la vida:

Busco en la muerte, la inmortalidad que me da la trascendencia de una vida digna, una vida basada en el honor,

Busco en mí mente, aquello que me libere de la esclavitud de lo banal, de esta careta que es mi vida.

Necesito sentir la libertad correr por mis venas,

Necesito sentir que mí vida sirve a causas más nobles que la de mí vida banal,

Necesito volar, ¡Sí!, volar tan alto como las estrellas,

Necesito rozar el infinito,

Necesito liberarme de las cadenas de la hipocresía,

Necesito amar la libertad, consagrar mí vida al honor, luchar por aquello que me transforme en un hombre más digno.

Tengo una sed insaciable de libertad,

Y todas mis acciones, me conducen inevitablemente a la muerte,

Mis palabras sinceras y mis actos valientes, harán que algún día mis amigos me traicionen,

Y sin embargo, necesito sentir que ya no soy esclavo del poder, aunque en ello me juegue la vida, y la lealtad de aquellos que dicen amarme.

El poder no me embriaga, el dinero no me seduce y el placer ya no me llena,

Mí única ambición es vivir con dignidad, y mí única esperanza es morir por un ideal,

Necesito sentir que ya no soy un animal primitivo, movido por sus pasiones y sus temores,

Necesito urgentemente saber, que ya no soy un esclavo, que soy libre al fin, de aquello que aparentaba ser.

Tengo sed de libertad, y esta sed es insaciable, es una necesidad más intensa que el poder,

Sé que mi destino, es ser traicionado por quienes dicen amarme, por quienes algún día me alabaron, porque necesitaban que peleara sus batallas,

Mis amigos me darán la espalda y mis enemigos trataran de borrar mí nombre de la historia, y sabiendo esto, aún no puedo dejar de tener sed de libertad.

Mi vida, mí existencia, la cual moldeó este pobre ser, que hoy busca insaciablemente la libertad, desprecia la traición y se duele por la ingratitud,

Pero tan terco nos hizo el destino, que nos hace buscar insaciablemente en el honor, aquellos parámetros que nos diferencien de los animales.

El héroe sabe que el respeto a la palabra empeñada, la lealtad al amigo, y la compasión por el caído, hace de un hombre un ser digno, honorable, porque el honor no se compra con dinero, ni se adquiere con el ejercicio del poder. La traición, que es el acto más vil, la forma más miserable de pagar por la confianza empeñada, y si el objeto de esta traición, es por buscar u obtener el poder, de nada servirá, porque un ser que traiciona, no vive una vida digna, siempre estará reptando cerca de los príncipes para mantener el poder obtenido, que no es ganado con gloria, sino obtenido con la sangre del héroe que fue traicionado, y este traidor, ante los demás, por haber derramado esa sangre digna, jamás podrá levantar la cabeza y mirar el rostro de aquellos que saben que debajo de esos trajes elegantes, y de aquel puesto de privilegio, se oculta un ser miserable, un ser vil y rastrero, que esperara en la muerte, el fin del suplicio de vivir una vida sin honor.

La libertad, que no es más que vivir en coherencia con lo que se pregona, y pregonar lo que se piensa, y pensar objetivamente, dejando atrás nuestro pasado primitivo, es el fin de toda existencia. La libertad, que es la que nos hace verdaderamente seres humanos, es un bien que no se adquiere con dinero, no se roba con la traición al hombre digno, ni mucho menos se obtiene con el ejercicio de poder, como sucede también con el honor. La libertad es un bien que se adquiere con una existencia digna, coherente, con una existencia basada en la búsqueda de la verdad, en la necesidad de trascender, por eso es que pocos o casi ningún hombre rico o poderoso es digno y libre.

La libertad, es un bien que la existencia le dio al héroe como premio por una vida digna, honorable, pues sus meritos, no fueron robados, ni regalados, el héroe gano con su sangre cada uno de esos honores, gano con su esfuerzo el reconocimiento de sus semejantes, el héroe con sus acciones se gano la admiración de sus amigos y enemigos, pero también se gano la envidia del mediocre, del incapaz, del cobarde, quien pronto le traicionará, porque no soporta el prestigió que el pueblo le ha regalado al héroe. El héroe con sus acciones valientes y dignas, infundió temor en sus enemigos, y no solo a ellos, sino que también lamentablemente infunde temor en el príncipe, al cual sirvió con lealtad, y que muy pronto lo ha de entregar a sus enemigos para que sea destruido, y con ello aparentemente el respeto que el pueblo le ha regalado al héroe, ¡Que tal error!, al contrario esa traición inmortalizará al héroe, y envilecerá aún mas al príncipe, porque lo que no saben aquellos que quieren destruir al héroe, es que ni la envidia, ni la traición, ni la muerte, acabaran con la inmortalidad del héroe, pues, este vivirá en la memoria de su pueblo, al cual le regalo con su existir, con esa vida digna, una inspiración para que sus semejantes puedan ser mejores seres humanos.

La historia reivindico a Jesús, muy a pesar de aquellos que lo traicionaron, mataron o envidiaron, Jesús fue un héroe de carne y hueso, no un rey, sus enemigos no pudieron matarle, porque él nos enseño que como hombres podíamos ser mejores, Jesús, el maestro filósofo, con su vida y sobre todo con su muerte, nos regalo la esperanza de la evolución de nuestra especie, Él, un ser humano verdadero, un hombre que supero su condición biológica, y sublimó sus pasiones y sentimientos, es la muestra de que aún nos falta mucho camino por recorrer, Jesús, que es uno de los héroes más importantes de la historia, sabía que la firmeza de sus palabras, le conducirían inevitablemente a la muerte, porque en sus palabras estaba contenida la verdad, y la verdad siempre ofende al príncipe, que vive rodeado de mentiras y aduladores.

Jesús, el maestro filósofo, que entendió que la trascendencia era más importante que la riqueza, nos enseño, que el camino para ser mejores seres humanos, era el dominio y la sublimación de nuestras pasiones, las cuales nos hacen seres primitivos, resistentes a la evolución y al cambio, Jesús, tenía sed de libertad, y sus palabras provocaban sed de libertad a sus discípulos, una sed que no se podía saciar ni con vino, ni con agua, sino con el desarrollo de la conciencia y la búsqueda de la trascendencia, que no es otra cosa, más que darle un sentido a nuestra existencia.

El segundo par de categorías en la filosofía del Dao, lo conforman, aquello Lao Zi, denominó como “Ser” y “No Ser”, que es en verdad una segunda ley en la dialéctica, una ley que explica el movimiento de las fuerzas en la naturaleza, para Lao el “Ser” expresaba la sustancia, su configuración y composición, lo que es notoriamente perceptible, expresa lo evidente, lo denso, lo que existe, lo visible, denota en otras palabras lo que se es. Por otro lado en la filosofía de Lao, el “No - ser”, expresa el cambio, la transformación necesaria del ser, el movimiento que es constante en la naturaleza, lo sutil, lo imperceptible de las cosas, de los hechos, aquello que escapa a nuestros sentidos, expresa el vacío o vacuidad de Sartre.

En la filosofía de Lao, el “Ser” y el “No Ser”, expresan lo cambiado y lo cambiante, lo denso y lo sutil, lo sereno y el movimiento, ambos Ser y No Ser, se dan origen mutuamente, se sostienen y se nutren de manera permanente, y todo esto genera la transformación de cada uno. El “Ser”, está referido a lo cambiado, a lo que necesita permanecer en su estado actual para no ser considerado caduco, el “No Ser”, sin embargo, se refiere a lo que está por cambiar, a lo que necesita cambiar de manera constante para sobrevivir, para conservar su esencia, para seguir siendo lo que es, es decir, para seguir existiendo.

Esta categoría de pares, que contienen dos estados de la vida, lo que es y lo que cambia, expresan, a partir de un par de conceptos los cuales son inversos, y no por eso, existe entre ellos antagonismo, esto es, que ambos estados no se excluyen mutuamente, sino mas bien existe entre ellos, una sucesión infinita de cambios que dan origen a todos los acontecimientos en la vida, que explican el proceso incesante de cambio en el universo, es decir de la materia. La filosofía de Lao Zi, en sí expresa, con una precisión asombrosa, la imagen de un universo en constante cambio, la imagen de un universo eternamente inacabado, por lo tanto, la historia de nuestras vidas que son parte de ese universo, están siempre inconclusas, nuestras vidas se recrean de manera constante en el cambio, pero un cambio basado en lo que fuimos, es decir, que el cambio expresa evolución, porque mejoramos lo que fuimos, no mutamos en otras formas distintas, simplemente recreamos nuestro ser en el cambio.

Esta segunda ley de Lao, quizás y de hecho, nos permite explicar, como es que de un ser pasional, nos convertimos en un hombre que vive convencido del amor, ¿Pero cuando fue que cambiamos?, ¿Cuándo aprendimos a Amar?, ¿Cuándo entendimos que la pasión por pasión, no llena nuestras vidas?, ¿En qué momento sentimos la necesidad de Amar?, la respuesta a todas estas preguntas, es sencillamente que cambiamos de manera constante, en la medida que íbamos viviendo, experimentando con el sexo, en cada capítulo de nuestras vidas que fuimos dominados por la pasión, cambiamos, cuando sentimos soledad después de cada noche de pasión carente de amor, cambiamos cuando sentimos el vació invadir nuestras vidas, cuando después de una relación fallida venía otra relación fallida, cambiamos cuando nos dimos cuenta que si se trata de pasión, casi todos los cuerpos nos brindaban la misma sensación de placer, y tan solo nos dejaban, aquella añoranza angustiante por ser amados.

Es que nuestro ser cambio de manera imperceptible, cambio de manera cuantitativa muchas veces, pero esos cambios, no podían ser percibidos de manera simple, sino mediante una observación controlada de nuestras emociones, de nuestros sentimientos, pero en un momento determinado nosotros cambiamos de manera cualitativa, entonces el cambio se hizo visible, y fue cuando encontramos en el amor, aquella sensación sublimada que llenaba aquel vació que sentíamos, cuando éramos amantes del placer.

El hombre busca el desapego, cuando en su interior el ego, ha sido dominado, pero ¿Como ha logrado esta transformación?, al igual que como el amor, el ego no se domina de la noche a la mañana, y el hombre no se desprende de lo material de manera fácil, sino como producto de una serie de cambios, que ha ido experimentando en su camino a la sabiduría, hay que reconocer en primer lugar que uno tiene un ego y este ego te domina, para poder luego enfrentarle, tratar de controlarle, reconociendo lo limitado de nuestro ser, lo incorrecto de dejarnos dominar por el conocimiento, y sobre todo de creer que el fin de la vida sois vos, y que existe algo mas allá de lo que aparentamos, algo que está en nuestro interior, y ese algo sois vos, el verdadero yo, pero todo este cambio, es un proceso de cambios sucesivos, que vamos experimentando, los cuales podemos percibir, cuando el hombre inteligente, se ha convertido en hombre sabio, desapegándose de lo material y dominando su ego.

Al respecto Lao, en el Dao, escribe unos versos relacionados a esta segunda Ley, que deseo compartir, por su contenido, su manera sencilla de expresar su filosofía, y por último porque son palabras muy bellas:

La fama o nosotros mismos, ¿Qué es lo que amamos más?

Nosotros mismos o los objetos materiales, ¿Qué tiene más valor?

La pérdida del yo o la posesión de los objetos, ¿Cuál es el mayor mal?

Por tanto: El que ama más, da más,

El que acumula mucho, pierde mucho.

El hombre contento no tropieza con la desgracia;

Aquél que sabe cuándo parar, no entrará en riesgos,

Y perdurará largo tiempo.

El hombre sabio, vive en el desapego, porque sabe que nada es nuestro, no poseemos nada, ni la tierra donde está construida nuestra casa, pues, en cualquier momento la naturaleza reclamará su posesión, si los terremotos que azotan la tierra, y los tsunamis que destruyen pueblos enteros no te lo han recordado, aprovecho esta oportunidad para hacerlo, el hombre es parte de la naturaleza, y la aprovecha para su beneficio, la transforma, es cierto, pero no la posee, poseerla o presumir hacerlo, es presuntuoso, egoísta e ignorante, es ofensivo para aquella que nos permitió evolucionar, y para aquella que nos acoge en la vida y en la muerte, si queréis poseer la tierra, estarás en desarmonía con la naturaleza, en desequilibrio y vuestra vida estará condenada a la servidumbre.

El amor tampoco se puede poseer, el amor se encuentra, y si tenéis la suerte de encontrar a la persona amada, no creáis que sois propietario de esa vida que se entrego libremente a vos, nadie es dueño de nadie, decidimos querer, decidimos amar y entregarnos al ser amado, pero jamás perdemos nuestra libertad, siempre podemos irnos, alejarnos del ser que amamos, cuando este amor se ha consumido, se ha acabado, si tantas personas que han salido de vuestra vida no te lo han recordado, aprovecho esta oportunidad para recordaros, que no somos dueños de las personas que amamos, y si deseamos poseerlas, de seguro sufriremos, y las haremos sufrir a ellas, el amor es libre, por eso nos entregamos, no nos compran o nos vendemos, y si así sucediese, que nos vendiésemos, que pobres seres seríamos al vivir siendo propiedad de un amo.

Lao, en otro verso, nos recuerda, que parte de estos cambios, empiezan obviamente por cambiar nosotros, dominando nuestros instintos primitivos, y como a través de este dominio se producen los cambios cuantitativos, que nos llevan al cambio de cualidad. Lao señala:

Aquél que conoce a los demás es erudito;

Aquél que se conoce a sí mismo es sabio.

Aquél que conquista a los demás tiene fuerza física;

Aquél que se conquista a sí mismo es poderoso.

Aquél que se halla satisfecho, es rico;

Aquél que es persistente, tiene fuerza de voluntad.

Aquél que no pierde su raíz, perdura.

Aquél que muere, pero preserva a Dao, tendrá larga vida.

Si la naturaleza como hemos señalado, basados en lo que la ciencia ha demostrado, cambia, convirtiendo la energía en materia, y la materia en energía, si producto de una gran explosión (el Big Bang), la expansión del universo permitió la formación de galaxias, y dentro de esas millones de galaxias, aparecieran sistemas solares, y dentro de esos sistemas solares, se diera origen a la existencia de planetas y de todos esos planetas, la distancia de uno de ellos con respecto al sol, y el hecho de que esta estrella llamada sol, tuviese un tamaño determinado, y que sus rayos solares, permitiesen la aparición de materia viva en la superficie del planeta, y que de esa materia viva evolucionase el hombre, millones de cambios imperceptibles, que dieron origen a nuestra especie, y nuestra especie al sistema de relaciones que hoy conocemos como sociedad, y que esta sociedad, cambiase en el tiempo, pasando de formas de producción primitivas, a formas de producción de tipo esclavista, feudal y capitalista, la evolución de nuestra especie, y por lo tanto de nuestra sociedad, deben de dar origen a una sociedad distinta, una sociedad que ya se está germinando en el seno de la sociedad actual, pero cuyos cambios, como en el caso del amor y de la conversión del hombre inteligente en sabio, por ser cuantitativos y múltiples no se pueden percibir de manera fácil, sino mediante una adecuada medición de estos cambios, nos referimos por lo tanto a una sociedad humanizada, debido a que el hombre ha podido sublimar sus pasiones, dominando mediante el pensamiento filosófico su naturaleza primitiva, y encontrando además en este tipo de pensamiento, una manera de existencia, que le permite vivir en el estado del desapego, en armonía con la naturaleza. Basado en todo esto, es que nos atrevemos a señalar que:

“La búsqueda de esta comunión o armonía con la naturaleza, el encontrarse consigo mismo, el asimilar nuestro pasado como la gran lección de lo que somos hoy, reconciliarnos con nuestros actos, nos permitirá existir hoy con el único sentido de ser intensamente, de conciliar por fin la felicidad, de volar sin alas, de poder elevarnos por encima de las montañas más altas, de perdernos en la infinidad de nuestros pensamientos, de vivir intensamente, comprendiendo que este minuto de vida es una gran oportunidad de cambiar, y así sin quererlo y como consecuencia del existir, construir con la calma de la paz y de la verdad, un futuro mejor para nosotros y para todos, mas humanizado, mas estético, más racional y basado en una ética humana espiritualizada”.

Hoy personas, tan influyentes como el doctor Daniel Goleman, priorizan otros aspectos no materiales en las relaciones de los hombres, trata de valorar la capacidad del hombre de poder dominar sus pasiones, de poder controlar sus sentimientos, pero para ello, la sociedad del futuro, debe de preocuparse en formar al hombre bajo otra concepción, por eso afirma en su trabajo titulado “Inteligencia Emocional”, que:

“Imagino un futuro en el que la educación incluirá como rutina el inculcar aptitudes esencialmente humanas como la conciencia de la propia persona, el autodominio, la empatía, y el arte de escuchar, resolver conflictos y cooperar”

Finalmente en el tercer par de categorías, que conforman el sistema filosófico de Lao Zi, expresado en el Daoísmo, Lao considera que la única manera correcta de actuar, es “No - Haciendo”. Pero, ¿Que significa actuar en el “No - Hacer”?, no implica de ninguna manera adoptar una actitud pasiva o contemplativa de la vida, implica hacer, implica acción, pero vista de una manera distinta a la tradicional, significa en pocas palabras, poder aprovechar el movimiento natural de los acontecimientos, los cuales son dialécticos, pues, una verdad de hoy es negada por otra verdad, y esta nueva verdad a su vez es negada por la primera, dando origen a una nueva verdad basada en la primera, debemos de asumir por tanto que somos como el resto de los seres a nuestro alrededor, parte inseparable de la “Naturaleza”, y por lo tanto podemos aprender de ella y de su lógica contradictoria, la mejor manera de ser y de hacer.

“La naturaleza es la piedra de toque de la dialéctica, y las modernas ciencias naturales nos brindan como prueba de esto un acervo de datos extraordinarios copiosos y enriquecido cada día que pasa, demostrando con ello que la naturaleza se mueve, en última instancia, por los causes dialécticos y no por los carriles metafísicos, que no se mueva en la eterna monotonía de un ciclo constantemente repetido, sino que recorre una verdadera historia. Aquí, hay que citar en primer término a Darwin, quien, con su prueba de que toda la naturaleza orgánica existente, plantas y animales, y entre ellos, como es lógico, el hombre, es el producto de un proceso evolutivo que dura millones de años, ha asestado a la concepción metafísica el más rudo golpe” – Federico Engels.

Lo citado anteriormente, señalado hace más de un siglo por Engels, ratifica nuestra filosofía, ratifica nuestra concepción natural de la vida expuesta hasta la fecha en el presente ensayo, y sobretodo ratifica, que esta naturaleza cambia y se mueve de manera dialéctica, y que el hombre al ser parte de esta naturaleza, está regido por las leyes de la dialéctica.

Vivir en el estado del “No - Hacer”, significa fundamentalmente no competir, ni mucho menos enfrentarse al cambio universal, a la lógica dialéctica de la naturaleza, sino por el contrario tratar de armonizar con ella, aprovechando su sentido y cadencia, su movimiento dialéctico para beneficio de nuestro desarrollo como personas. Vivir en el estado del “No - Hacer”, es existir en armonía con la naturaleza, es actuar sin agredirla y menoscabarla, es vivir respetando a la naturaleza y las leyes que rigen su desarrollo.

Lao señala al respecto en el Dao lo siguiente:

“El que busca conocimiento trata de aprender día por día; el que estudia a Dao trata de perder día por día. Porque perdiendo sin cesar se logra el “No – Hacer”. No haciendo se hacen todas las cosas”.

El hombre y la sociedad que no respetan a la naturaleza, están condenados a sufrir las consecuencias de su “Hacer”. Por muchos años, hemos considerado a la naturaleza propiedad del hombre, sujeta a la explotación de sus recursos, a la destrucción de sus paisajes naturales, a la depredación de sus especies, incluso a la lotización de sus tierras con un fin mercantil, hemos despreciado a la naturaleza, porque la creemos sometida al hombre y sus necesidades, pero olvidamos que esta naturaleza es nuestro origen y esencia, que surgimos de ella, y ella generó en su movimiento dialéctico, las condiciones para que podamos evolucionar, nos brindó los recursos para que sobrevivamos, pero nuestro “Hacer”, sin reflexión, nuestra lógica sin evolución, ha generado con la producción capitalista, que prioriza la ganancia antes que la vida, la contaminación de los ríos, la depredación de los bosques y las áreas verdes del mundo, la emisión excesiva de contaminantes y la creación irracional de residuos tóxicos, los cuales están destruyendo las condiciones mínimas que necesita nuestra especie para poder sobrevivir.

Toda esta irracionalidad financiera, está muy lejos de una lógica económica, y mucho más lejos aún de una racionalidad ambiental, la naturaleza sufre cambios que ya no puede mitigar, el “Hacer”, sin reflexión, sin cambio, sin prever que una verdad siempre es negada desde su interior, dando origen a una antítesis de esa verdad, la cual es negada nuevamente por la verdad, para dar origen a una nueva verdad, nos puede conducir a actuar dentro de una irracionalidad, a vivir en desequilibrio con la naturaleza, con la vida misma, el calentamiento global, el efecto invernadero, la lluvia ácida y la destrucción de la capa de ozono, amenazan la existencia de nuestra especie, vivimos en un tiempo donde el agua es un recurso escaso, los polos se descongelan, los nevados pierden su cobertura de nieve, y las poblaciones comienzan a pelear por el uso del agua.

Toda esta irracionalidad ambiental, producto de actuar oponiéndonos a la naturaleza, a la vida, de “Hacer”, tratando de cambiar el rumbo natural de las cosas, de vivir de manera arrogante destruyendo la vida, la naturaleza a nuestro paso, nos hace vivir en desarmonía, y cuando un hombre o sociedad no vive de manera armónica con la naturaleza, entonces es antinatural, sufrirá y hará sufrir, y estará condenado a la extinción por su “Hacer”, que no es más que actuar de manera arrogante, tratando de cambiar la lógica dialéctica que rige la vida, es forzar a las cosas a que se den como una las planifica, pero siempre terminaran diferentes a lo que nosotros lo planificamos, porque al forzar un hecho, sacándole de la lógica natural de las cosas, este hecho no armónico con la naturaleza, será dañino para la vida, se convertirá en enemigo de la armonía y con el tiempo nos traerá dolor, sufrimiento, desaliento y vació.

Lao Zi, señala respecto de la armonía lo siguiente en uno de los versos que escribió en el Dao:

Aquél que es pleno en su virtud interior es como un niño. (...) Sus huesos son blandos, sus músculos tiernos, pero su asidero es fuerte.

Aunque no conoce la unión del macho y de la hembra, sus órganos pueden excitarse, lo que significa que está repleto de esencia.

Aunque llore todo el día, su voz no enronquece, lo que significa que su natural armonía es perfecta.

Conocer la armonía es estar en consonancia con lo eterno, y conocer la eternidad se llama discernimiento.

Apegarse al disfrute de la vida causa desdicha. Disipar la esencia conduce al agotamiento.

Quien se opone a lo natural, está condenado al sufrimiento, porque el hombre que vive en armonía con la naturaleza, respeta sus leyes, respeta su lógica, y siempre está en equilibrio, sabe esperar, sabe perder, saber sufrir y llorar, y entiende que todo es parte de la vida, no ambiciona nada, solo vive intensamente cada instante que la vida le regala. El hombre que se opone a estas leyes, aquel que no vive en armonía con la lógica dialéctica de la vida, sufre porque trata de torcer lo natural a su favor, pero cuando algo se tuerce, cuando algo se modifica ya no es natural, y lo que no es natural como en el caso de la contaminación ambiental, tarde o temprano, se nos revertirá para hacernos sufrir, para causarnos dolor, desesperación y angustia.

Si buscas el amor, si tratas de conquistar a alguien, si tratas de poseer a una mujer que no te ama, estarás “Haciendo”, es decir actuando de manera lógica formal, pero la vida no es lógica, es dialéctica y por lo tanto lo que debes de hacer es mas bien “No - Hacer”, que implica más bien lo contrario no buscar, no suplicar, no poseer, el amor no se busca, ni se compra, no se conquista como se conquistaba en el Medioevo un pueblo, sometiéndole por medio de la violencia o infundiéndoles temor, el amor se encuentra, pero hay que saber reconocerle, he allí el actuar en el “No Hacer”, porque para reconocer al ser amado, hay que tener cierta sabiduría, porque hay que ver más allá de la conveniencia, la apariencia o la belleza exterior, más allá del placer que domina nuestras acciones e impulsos.

El amor no puede hacerte sufrir, el amor no te condena, ni te esclaviza, el sexo si, la pasión y la obsesión si lo hacen, y muchas veces confundimos el amor con la pasión, el sexo y la obsesión, y decirnos: “Sufro por amor”, y la sociedad comercializa nuestro dolor, alienta esta confusión, vive de ella; la venta de licor, de drogas, de regalos, de música, la producción de películas, todas estas cosas están basadas en esta confusión. El hombre que busca a una mujer por un estereotipo de belleza, está obsesionado con esa mujer, no la ama, y como su obsesión no es natural, puede destruir a esa mujer sino le corresponde o destruirse así mismo, tantos suicidios y asesinatos, tienen justificaciones en un “Amor” no correspondido.

Si el hombre busca a una mujer por el placer, si se casa con ella por el sexo, es muy probable que abandone a esa mujer, y busque otras nuevas experiencias de placer, y dirá en su defensa: “Ya no te amo”, la verdad es que nunca la amo, solo la deseo, y el deseo se acaba, el deseo aparece y desaparece, es algo psicológico, es como cuando uno desea una torta de chocolate, cuando se come la torta, el deseo disminuye, porque ya fue satisfecho, y cuando se come la torta de manera consecutiva, cuando se come a diario, el deseo disminuye aun mas, es más te llega a causar malestar, el amor es más que deseo, implica por supuesto deseo, pero es más, sino se acabaría y te causaría malestar, el amor es un misterio, es un descubrir a diario.

Cuando el hombre, busca a una mujer por interés, estará condenado a la esclavitud, a perder su libertad, a estar sometido a los deseos de aquella que compró su cuerpo, pero no su mente, y esta falta de armonía entre mente y cuerpo, con el tiempo traerá la insatisfacción, el vació, el hastió, produciendo entre ambos hostilidad y violencia. El amor es dialéctico, y hay que saber observar su movimiento natural, hay que actuar en el “No hacer”, es decir observando ese movimiento y actuando bajo esa lógica.

La verdad inicial del amor, la tesis primigenia, primitiva si deseáis llamarla así, es que el amor es pasión, sexo, uno busca a una compañera por atracción, busca en ella placer más allá de nuestro cuerpo, el amor se basa en las apariencias, en cosas que nos atraen de la otra persona, por lo tanto vivimos el amor en el placer, pero este placer, el sexo por sexo, la atracción física inicial, esa verdad, nos va dejando después de cada relación un vació, el cual al inicio no podemos explicar, sentimos una leve sensación de soledad y de miseria, y creemos que debemos de experimentar aún mas placer, pero las sensaciones que surgieron al interior de esta verdad se agudizan mas y las sentimos más, nos hacen seres más miserables, tristes y solitarios, a pesar de que tenemos el objeto de nuestro placer recostada al lado de nuestro, aparece entonces una nueva verdad que niega a la inicial, una antítesis, el placer no es amor y no nos llena, nos hace miserables, sublimamos el placer, pero no nos quedamos allí, construimos de esta negación una nueva verdad basada en la inicial, el amor es sexo pero más que sexo, el amor no se busca, se reconoce, se encuentra, el amor no nos hace sentir miserables, nos llena, el amor no satura, es un misterio, el amor es vivir en equilibrio, es amor es renunciación sin perder la libertad, el amor en pocas palabras es una síntesis.

Y como podrán observar ustedes, esta tercera categoría filosófica de Lao, no es más que la tercera ley general de la dialéctica, la ley de la negación de la negación, que fue estudiada por Hegel y perfeccionada por Marx y Engels, uno de los cuales sostenía que:

“¿Qué es, pues, la negación de la negación? Una ley extraordinariamente general, y por ello mismo, extraordinariamente eficaz e importante, que rige el desarrollo de la naturaleza, de la historia y del pensamiento; una ley que, como hemos visto, se impone en el mundo animal y vegetal, en la geología, en las matemáticas, en la historia y en la filosofía” – Federico Engels.

Finalmente, un ejemplo mas acerca de esta ley fundamental, lo podemos observar, cuando al igual que no podemos pedirle a una semilla entre nuestros dedos, que nos dé un fruto, sin antes haberla sembrado, y que de esa semilla, después de haber preparado el terreno donde la hemos sembrado, y de haberle regado con dedicación, surja una planta, la cual aun debemos de abonar y cuidar para que crezca y se desarrolle, negando su esencia de semilla, y con el tiempo nos dé un fruto que niegue a la planta porque es una forma distinta, pero que en su interior contiene nuevas semillas, lo cual nos indica que tiene en su esencia la verdad inicial, ese fruto aún tendrá que madurar para ser recogido y luego consumido, este proceso aquí descrito es natural, y el hombre debe de respetar ese proceso para obtener frutos, de no hacerlo se opondrá a la naturaleza, la dañara, la trastocará y por lo tanto, hará sufrir al hombre. Así debemos de observar al amor dentro de esa lógica y esa armonía.

El “No Hacer”, implica hacer las cosas sin oposición a lo natural, es observar cómo se desarrollan los fenómenos, y vivir en armonía con ellos, implica desarrollar la paciencia y la renunciación, como principales virtudes, implica dejarse llevar por la existencia, implica vivir con sabiduría nuestra vida objetiva, muriendo y naciendo de nuestras cenizas, cuantas veces sea necesario morir y nacer, porque la vida y la muerte es relativa, como relativa es la materia y la existencia, al respecto de todo lo expuesto en esta parte, la cita Osho, respecto a la vida y la muerte, presentada en su libro “El Arte de Morir”, es hermosa:

¿Cuándo comienza exactamente la vida? Es un proceso que no tiene ni fin ni comienzo. Nunca empieza. ¿Cuándo está muerta una persona? ¿Muere cuando deja de respirar? Muchos yoguis han demostrado científicamente que pueden dejar de respirar y seguir vivos y luego regresar. De modo que el dejar de respirar no puede ser el final. ¿Dónde acaba la vida? Nunca acaba en parte alguna, nunca empieza en ninguna parte. Estamos sumergidos en la eternidad. Hemos estado aquí desde el mismo comienzo, si es que hubo alguna vez un comienzo, y vamos a seguir aquí hasta el final, si es que va a haber un final. De hecho no puede haber un principio ni puede haber un final. Somos vida, aun cuando la forma cambie, los cuerpos cambien, la mente cambie. Lo que llamamos vida es solamente la identificación con un determinado cuerpo, con una determinada mente, con una determinada actitud, y lo que llamamos muerte no es más que el salirse de esa forma, de ese cuerpo, de esa idea. Cambias de casa.

La vida es dialéctica, lo sabio es vivir en armonía con ella, no oponernos a su lógica, no enfrentarnos a su desarrollo, para ello debemos de reinventarnos mil veces, debemos de aprender a desapegarnos de lo material, esto nos permitirá vivir en armonía con ella, porque quien nada tiene, nada teme, y nada pierde, por lo tanto es libre de seguir cualquier camino, la vida es un misterio, la vida es un regalo, no hay más que descubrirla, la vida hay que vivirla y aprender de las experiencias para ir evolucionando, para desarrollar como personas, para ser síntesis de lo que fuimos y de nuestras contradicciones.

La vida es poesía, es magia, pero si vivís esclavo de vuestras pasiones y temores, si vivís esclavo de vuestra apariencia, de la careta que construisteis para ser “Exitoso”, te estáis perdiendo la vida, esta única existencia objetiva, donde sois consciente de que estáis vivo. La felicidad no radica en cuanto habéis acumulado en la vida, sino la manera que vivisteis la vida, la intensidad de vuestras emociones, el tiempo que estuvisteis consciente de que estabas vivo, la felicidad, son aquellos momentos en que distéis un beso con ternura, con amor, el tiempo que pasasteis con los seres que te amaban, no el tiempo que perdisteis con los que os adulaban y condecoraban, la “Felicidad”, es haber vivido haciendo aquello que te da libertad, aquello que te llena, a pesar de que no te hacia rico, la “Felicidad”, está en poder encontrar a aquella persona que te acepta con tus virtudes y defectos, aquella persona que no le interesa vuestro dinero o fama, aquella persona que comparte con vos, vuestros sufrimientos, que seca vuestras lagrimas en vuestros momentos de dolor, aquella que os brinda un hombro sincero donde llorar y mostrarte humano y vulnerable, es aquella persona especial, que te alienta a seguir, en momentos cuando el mundo te está pateando en el piso de mala manera, es aquella mujer que sale por las calles contigo agarrándote la mano, cuando el resto de personas te niegan, la “Felicidad”, mis queridos amigos, es poder reconocer en los ojos del ser amado, vuestra esencia, todo eso es la “Felicidad”, y también la vida, no te la pierdas, porque ningún momento del pasado ha de regresar, y el presente que no vivís con intensidad, muy pronto, más rápido de lo que creéis se convertirá en el pasado, aquel pasado que de manera absurda volverás a añorar…


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