BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DESARROLLO SOSTENIBLE EN ESPAÑA EN EL FINAL DEL SIGLO XX

Alfredo Cadenas Marín y otros




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2.2.1.4 Los Sistemas Forestales Ante El Reto De La Sostenibilidad

Las diferentes formas de control de la naturaleza que ha ejercido el hombre a lo largo de la historia han originado la transformación de los ecosistemas naturales, alejándolos cada vez más de sus características originales. De los aprovechamientos (casi exclusivos) cinegéticos y de recolección se ha pasado mediante la acción humana a formaciones cada vez más abiertas, capaces de mantener una actividad económica fundamentalmente basada en la ganadería. Es decir, se ha simplificado el sistema natural para aumentar su productividad. El caso extremo de esta simplificación y de este aumento de la capacidad productiva es la intensificación agrícola, en la que se reduce al mínimo la estructura y funcionalidad del sistema forestal. En España, durante siglos, ésta ha sido la pauta escogida generación tras generación.

Dentro de este proceso de simplificación asociado a la utilización de los sistemas forestales por el hombre hay situaciones intermedias que representan un compromiso entre el aprovechamiento de los recursos que ofrece el sistema forestal y el mantenimiento de un grado aceptable de funcionalidad y estructura del mismo. En líneas generales se trata de sistemas en los que se complementan elementos propios de la madurez (árboles y formaciones arbustivas) con otros de mayor simplicidad (pastizales, cultivos, animales domésticos), que constituyen los componentes productivos del sistema. De esta forma, coexisten vestigios del ecosistema original inmersos en una matriz formada fundamentalmente por comunidades seminaturales, favorecidas por el hombre y su actividad. Entre ambos tipos de componentes se establecen unas relaciones de alta dependencia que se traducen en el mantenimiento de la estabilidad y persistencia del conjunto, compatibilizando la supervivencia de elementos propios del bosque con un uso sostenido de sus recursos. La sociedad se beneficia así de los bienes y servicios (tangibles o no) que el funcionamiento del sistema forestal le ofrece. Esta debería ser la pauta a seguir en España en el futuro.

Los paisajes de la Península con formaciones adehesadas, prados de media montaña separados mediante setos, bosques de galería, etc. son ejemplos de las situaciones antes mencionadas. Aunque en su origen pueden estar relacionadas con procesos naturales (fuego, procesos diferenciales de erosión y sedimentación, aludes, factores oroclimáticos, explotación por herbívoros silvestres...), el hombre ha sido en gran medida el responsable de la creación y conservación de este tipo de sistemas. De hecho, en España, la configuración actual de estas estructuras reticulares es el resultado de una progresiva acomodación histórica entre la actividad tradicional continuada del hombre y los elementos naturales: el hombre contribuye al sistema con procesos de selección y con la creación de estructuras del paisaje que condicionan en parte la evolución del sistema natural y favorecen su productividad. Por eso, en el futuro, lo pertinente y adecuado será dirigir la actividad económica hacia el aprovechamiento óptimo de los flujos y recursos que el sistema forestal ofrece, conservando al mismo tiempo la funcionalidad del mismo (conservación con uso). Nos hallaríamos así muy cerca del nivel teórico de gestión sostenible de los sistemas forestales, que sería aquel en el que la extracción es equivalente al crecimiento de la biomasa. Estas prácticas constituyen, por tanto, un ejemplo válido de un modo de explotación sostenible de los sistemas forestales, basado en el conocimiento del funcionamiento del sistema natural, y fruto de la adaptación de la actividad económica a los flujos del mismo.

Los problemas que amenazan los sistemas forestales españoles en la actualidad (deforestación, incendios, expansión agrícola, urbanización), resultado en parte de una actividad económica desordenada, hacen necesario un nuevo marco de gestión sostenible que no puede perder de vista la referencia a los sistemas forestales tradicionales. El mayor conocimiento actual de la estructura y el funcionamiento de los mismos hace posible poner en práctica una explotación de los recursos forestales (en sentido amplio) ajustada a los flujos de materiales y energía que lo conforman. Este ajuste entre flujos económicos y ecológicos resultaría en un sistema que podríamos denominar sano, en el que el sistema económico satisface racionalmente sus necesidades de materiales y energía, y el sistema forestal conserva a su vez el grado de funcionalidad que permite su mantenimiento a largo plazo.

En diversos lugares de este libro tanto relativos a la situación y perspectivas del desarrollo sostenible en distintas CCAA como en los epígrafes, como éste, relativos a cuestiones relevantes al proceso de cambio de rumbo hacia la sostenibilidad, el asunto de los recursos forestales aquí presentado es valorado y documentado con apreciaciones adicionales.

2.2.1.5 La Pesca En España: Un Problema De Sostenibilidad No Resuelto

España es un país de gran importancia en el ámbito mundial de la pesca. Según datos del MAPA, en 2002, su flota superaba 14.000 buques y los 1,2 millones de kW de potencia. Es fuente directa de empleo de más de 56.000 personas y de muchas más indirectamente, pudiendo estas últimas triplicar la cifra anterior. Además, si este análisis descendiera al ámbito local y regional observaríamos que, frecuentemente, constituye una actividad económica imprescindible en muchas localidades y pueblos de España. Esta situación no sólo es propia del momento actual pues su trascendencia para la población española en términos productivos era, si cabe, muchísimo mayor en épocas pasadas e incluso remotas.

*Análisis de la situación actual y de las perspectivas de futuro.

Actualmente el sector pesquero español se enfrenta al gran reto de compatibilizar la conservación de los recursos pesqueros con la de mantener el volumen de pesca. La renovación de la flota pesquera española ha sido en los últimos dos decenios un asunto prioritario. El pescado capturado descendió de 1,1 millones de toneladas en 1998 a poco más de 850.000 toneladas en 2002. Más del 1% de la pesca mundial proviene de barcos españoles, según la FAO.

La demanda de productos pesqueros es abastecida en un 60% con capturas procedentes de otros países; España adquiere pescado de Argentina, Ecuador, Estados Unidos, Marruecos, Namibia, Mauritania, Francia, Reino Unido, Holanda, Italia, Dinamarca y Portugal. Las importaciones en 2003 fueron de más de 1,6 millones de toneladas frente a cerca de 870.000 toneladas exportadas.

En España se consumen unos 27,8 Kg por persona y año, de los cuales la mitad es pescado fresco. La variedad de especies de pescado consumidas es enorme. Igualmente España ocupa los primeros lugares del mundo por volumen total consumido.

Para abastecerse debidamente, y dada la existencia del Derecho Internacional del Mar, la flota española de altura ha tenido que ajustarse a las condiciones y a las normativas vigentes a escala internacional, sobre todo como consecuencia de las sucesivas ampliaciones de las Zonas Económicas Exclusivas y la existencia de acuerdos y procedimientos de explotación conjunta (joint ventures) con los Estados y flotas poseedores de caladeros explotables.

Por su enorme interés para el abastecimiento de los países de la UE y para el desarrollo económico de terceros países, se han creado sucesivos Programas de Orientación Plurianual (el último, POP IV). Estos programas POP tratan de adaptar la capacidad de la flota pesquera a la población real de peces disponibles en los caladeros no agotados. En las propias aguas comunitarias la tasa de explotación ha llegado a ser tan elevada como para poner en peligro la recuperación biológica de los recursos pesqueros. En el citado POP IV se estableció para el periodo 2000 – 2006 una reducción de la capacidad de pesca del orden del 20-30% en algunos caladeros y del 15% como media. Sin embargo, debido al incremento anual continuado de la eficacia de los buques pesqueros que conllevan los avances tecnológicos, los POP no han conseguido lograr una reducción de la capacidad pesquera, por lo que no se han puesto en marcha nuevos POP.

Por todo lo anterior, el desarrollo sostenible con relación a la pesca es de mayúscula importancia para la sociedad española: de una parte sus patrones de consumo alimentario se basan, en cuanto a contenidos proteicos, en el pescado; de otra, la gran mayoría de los caladeros próximos a la costa española se encuentran ya muy sobreexplotados. Así mismo, el derecho internacional y los propios intereses de los países con caladeros aprovechables van progresivamente reduciendo el volumen de capturas permitidas. Además los países del Magreb exigen como contrapartida a que se ejerza la pesca en sus aguas exclusivas una mayor apertura comercial agrícola, en particular en frutas y hortalizas, entrando en competencia con la propia y muy importante producción española.

**Diagnóstico sobre las soluciones dadas a los problemas planteados.

La acuicultura ha reemplazado en parte la obtención de pescado mediante la pesca. Así, España durante mucho tiempo se ha venido situando en el segundo productor mundial de pescado en acuicultura, por detrás de Japón y en el segundo productor mundial de mejillón después de China. Ello quiere decir que el modelo de desarrollo seguido en cuanto a recursos pesqueros ha resultado ser, como cabía esperar, insostenible. La acuicultura puede tener aún recorrido tras la mejora de las técnicas y el gran número y capacidad de enclaves (entre embalses y lugares marinos) susceptibles de aprovechamiento piscícola en España. Pero a medio y largo plazo esta situación, de seguro, llegará también a los límites de su capacidad de carga, tal y como ya ha ocurrido en otros lugares del planeta.

La solución única al dilema del mantenimiento de la actividad económica ligada a la pesca y la capacidad de recuperación del stock de peces pasa, por tanto, por tratar este recurso y activo ambiental como un verdadero recurso renovable. Se debe por tanto llevar a cabo una adecuada gestión sostenible del recurso, lo que implica el rediseño no tanto de las técnicas sino de las instituciones y reglas del juego pertinentes.

Finalmente, a este respecto es preciso señalar que cerca del 40% de las quejas respecto al medio ambiente en Europa corresponden a España señalándose, particularmente, que la situación del Mediterráneo es grave. Las ONGs y asociaciones ecologistas han denunciado repetidamente la ejecución de “malas”, por ilegales, artes de pesca y el peligro de extinción de muchas especies marinas, tanto de flora como de fauna. La contaminación marina de origen fluvial y marítimo también contribuye a este fenómeno. En este sentido, la situación y decisiones relativas a las Islas Baleares están teniendo especial relevancia para el resto del país. Afortunadamente las estrategias de desarrollo sostenible planteadas y aplicadas en dicha Comunidad Autónoma por lo menos han tomado en consideración, junto a otros peligros, la situación que acabamos de describir.


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