BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DESARROLLO SOSTENIBLE EN ESPAÑA EN EL FINAL DEL SIGLO XX

Alfredo Cadenas Marín y otros




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2.1.2 Los Peligros de La Erosión y La Desertificación

El fenómeno de la erosión tiene en España unas características y magnitudes preocupantes. La opinión pública, sin embargo, no parece ser en nuestro país tan consciente de ello como lo es alrededor del asunto del agua y de los residuos urbanos.

La consideración del problema de la desertificación a escala mundial fue introducida en la Agenda 21 de la Declaración de Río de 1992 (capítulo 12 de la sección 2) . En ella se reconoce que la cuenca del Mediterráneo presenta no ya síntomas sino realidades preocupantes. Existen programas de estudio y acción correctiva en el seno de la UE tales como el programa CORINE y el MEDALUS, éste último centrado en el uso del suelo y la desertificación en el Mediterráneo. En España el proyecto LUCDEME está dedicado, desde hace años, a solucionar los problemas de erosión y desertificación en las cuencas ligadas a dicho mar. Asimismo, el Inventario Nacional de Erosión de Suelos (INES) ha actualizado los INES de 9 Comunidades Autónomas. Además, está actualizando los Mapas de Erosión de Suelos desde 2002, de los que ha publicado los de las Comunidades Autónomas de Madrid y Murcia, y pretende actualizar el resto de los mapas para el 2012.

*Análisis de los datos e información existentes y diagnóstico sobre las causas de los procesos erosivos en España.

La degradación del suelo y la desertificación en España se producen como en otros países europeos en varios frentes: la degradación química (lixiviación de nutrientes, liberación de tóxicos, cambios de acidez), física (pérdida de estructura), biológica (pérdida de materia orgánica y de actividad biológica) y la erosiva (pérdida de suelo). Los agentes erosivos de mayor importancia en España son la erosión antropogénica y la erosión hídrica; dentro de esta última, el 30% de los suelos agrícolas están afectados por erosión hídrica grave y el 10% por erosión hídrica muy grave. En España el proceso de desertificación se explica mayormente por efecto de la erosión: el 44% del territorio español, según las autoridades gubernamentales, está afectado por fenómenos erosivos. Según el último informe del Programa de Acción Nacional contra la Desertificación, un 6% del suelo peninsular se ha degradado de forma irreversible.

Relacionado con la erosión y la desertificación está también el fenómeno de la desertización, el cual incluye el despoblamiento y la pérdida de actividad socioeconómica. En España estos problemas están presentes en la realidad actual. Los agentes causantes de la erosión y la desertificación en España, como en otros lugares, son de dos tipos: de tipo natural (erosión hídrica y eólica) y de tipo antrópico (causada por la mano del hombre). Es ésta última la que, a efectos de este estudio, presenta una mayor importancia. Entre los factores tradicionales causantes de la erosión antrópica en España podemos señalar la roturación excesiva de tierras con fines agrícolas y la deforestación de masas arbóreas con fines varios.

Las acciones erosivas antrópicas de origen agrícola más relevantes incluyen:

1. El labrado de surcos a favor de la pendiente; ello es en gran parte debido al régimen de herencia que sustituyó al régimen de mayorazgo en el que una sola persona heredaba la totalidad de las tierras . La consecuencia de esto son los surcos siguiendo la máxima pendiente. Hoy en día aún existen situaciones análogas a la descrita.

2. Laboreo excesivo para rentabilizar activos de maquinaria e insumos externos.

3. Laboreo de tierras marginales, coincidentes con las primeras tierras a abandonar en tiempos de sequía o caída de precios del mercado.

4. Eliminación completa de la cobertura vegetal; una práctica desaconsejable, según el conocimiento de las técnicas agrícolas modernas.

5. Generalización del monocultivo, por querer aprovechar ventajas de especialización productiva.

6. Exceso mecanización agrícola, causante de problemas de compactación.

7. Riego excesivo o con técnicas inadecuadas.

8. Abandono de tierras y pérdida de labores de control de la erosión producida por la acción de la propia naturaleza.

9. Las acciones antrópicas debidas a la ganadería, incluyendo el sobrepastoreo más allá de la capacidad de carga del territorio de sustento.

Las condiciones climáticas y de relieve (laderas de gran pendiente y longitud) del territorio español lo hacen especialmente proclive a la erosión. En España el 36% de la tierra está ocupada por cultivos y alrededor del 27% es terreno forestal desarbolado, entendiendo como tal: prados naturales, pastizales y barbechos con monte abierto. En ambos la tasa de erosión es elevada excepto si se realizan prácticas de conservación del suelo, por ahora bastante escasas. Por otro lado, en el terreno forestal arbolado (33%) la tasa de erosión es menor (del orden de un 24%) o inexistente.

Los mapas erosivos de España arrojan unas pérdidas medias anuales de 23,4 toneladas por hectárea, aunque existen casos extremos de cientos de toneladas, mientras que la tasa de creación del suelo se sitúa alrededor 2 g/Tm/Ha. anual.

Por cuencas fluviales, las más afectadas son la del Guadalquivir (44,63 toneladas por hectárea y año), la del Júcar (28,8 ton/ha•año) y la del Ebro (28,17 ton/ha•año), cuando la pérdida tolerable de suelo estaría en torno a 5-10 ton por hectárea y año. Con relación a las distintas Comunidades Autónomas españolas, las seis mayormente afectadas (siguiendo un índice de erosión descendente de grave intensidad y muy difícil corrección) son: Murcia (47,7%), Andalucía (40,7%), Madrid (30,7%), Castilla - La Mancha (30,4%), Aragón (28,8%) y Comunidad Valenciana (28,6%). En media nacional el 21,7% del territorio nacional está afectado por erosión grave, un 26,7% por erosión moderada, un 11,1% por erosión leve y en un 40,5% la erosión es inapreciable. Por el contrario las Comunidades con menor incidencia de la erosión son: País Vasco (58,7% en buen estado), Cantabria (57,7%), Cataluña (57,5%), Canarias (50,2%) y Galicia (49,9%). Es decir, las zonas de menor erosión coinciden con aquellas áreas próximas al mar Cantábrico. En las islas, mientras Canarias presenta un nivel de erosión más bien bajo, Baleares se ve afectada por erosión en distintos grados en casi el 70% de su territorio.

**Evaluación de las soluciones al problema de la erosión y desertificación en España.

Hace algunos años se realizó en España un intento de estimación que valoraba en dinero los costes de la erosión y de las medidas de recuperación y lucha contra la misma. Los costes se cifraron en unos 325 millones de euros (actualmente se ha calculado que podrían superar los 360 millones). Estos costes pueden desagregarse en las siguientes partidas: 1) Por un mayor uso de fertilizantes para contrarrestar pérdidas de productividad: 50%, 2) Por efectos derivados de las inundaciones: 45%, 3) Por costes adicionales para corregir o compensar pérdidas productivas: 5%.

Sin embargo esta valoración subestima el coste social real pues no se tienen en cuenta otras pérdidas de valor de los activos ambientales y de los servicios derivados de ellos. De cualquier modo, la magnitud de estas cifras y su irreversibilidad implican que será necesario tomar medidas tanto correctoras como preventivas de la erosión, lo cual se efectúa en un número de casos muy inferior al que sería necesario dada la gravedad del problema descrito.

No obstante lo anterior, las estrategias de conservación y recuperación del suelo deben plantearse desde una perspectiva integral, contemplando el contexto económico-social que circunda al territorio erosionado y la viabilidad tanto de las acciones correctoras como de las preventivas. Desde el punto de vista estrictamente productivo, que no ambiental, en ocasiones la rentabilidad futura de la corrección no corresponde con el gasto en el que se incurre pues en muchos casos el suelo sólo admite una agricultura poco productiva y, por tanto, marginal.

Sin embargo merece la pena destacar prácticas agroecológicas en España como son los sistemas adehesados y los cultivos de laboreo mínimo con una rentabilidad social, de todo tipo, más elevada que la corrección de suelos y posterior puesta en cultivo indiscriminado. De cualquier modo, seguramente la política pública más aconsejable es la de la información y concienciación de los agentes económico-sociales involucrados acerca de las técnicas y orientaciones productivas más aconsejables. Es por ello necesario un apoyo público dirigido a la adopción de prácticas de conservación del suelo (al estilo de las medidas agroambientales incluidas en la Política Agraria Común (PAC) de la UE, aplicable a España, y algunas de las medidas estructurales directamente dirigidas a la corrección y prevención de la erosión y la desertificación, como es el caso de los fondos estructurales y de los fondos de cohesión europeos).


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