BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DESARROLLO SOSTENIBLE EN ESPAÑA EN EL FINAL DEL SIGLO XX

Alfredo Cadenas Marín y otros




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2.2.3 La Energía En España Ante El Reto De La Sostenibilidad

La transformación energética está intrínsecamente ligada al crecimiento económico y a toda actividad humana en general. Durante siglos la humanidad ha venido explotando recursos naturales y energéticos accesibles desde el punto de vista tecnológico para generar valor añadido y riqueza. Pero junto a la consideración de la relevancia histórica de los procesos de producción clásicos, y de enorme importancia, es la escasa o nula atención prestada históricamente al carácter entrópico de dichos procesos. Es decir, a la disminución en el valor energético de la materia (o fuente de energía) tras cada transformación, y en el aumento de energía disipada en la biosfera.

En España, lo mismo que en otros países de su entorno, se han iniciado, o se están iniciando, acciones integrales de desarrollo para mejorar la situación energética en relación con el medio ambiente y la salud humana, entre otros aspectos. Muchas de estas estrategias, llamadas acertadamente de desarrollo sostenible, no son uniformes ni siguen un patrón espacio/tiempo preestablecido; más bien, nacen a partir de iniciativas de muy distintos sectores sociales y organismos, y su implantación se lleva a cabo en el ámbito local. La coordinación agregada de estas iniciativas (por ejemplo a escala nacional) está empezando, en estos últimos años, a recibir especial atención desde los entes públicos.

2.2.3.1 La Energía Como Sector Clave en El Tránsito Hacia el Desarrollo Sostenible Español

Un primer acercamiento al análisis del sector energético español desde la perspectiva del desarrollo sostenible, podría comenzar por establecer un marco de referencia desde el que fuera posible asumir el calado y la importancia relativa de este sector en todas sus vertientes . En este sentido, la Figura 2.2 trata de establecer las coordenadas necesarias, tanto para entrar a discutir la situación actual española como para definir posibles estrategias futuras.

En primer término se sitúan las Necesidades (en este caso energéticas) de los individuos y sociedades actuales (desarrolladas o en vías de desarrollo). La mayor parte de los problemas sociales existentes pueden atribuirse a ellas, ya que dichas necesidades son, normalmente, en parte inducidas por la propia dinámica del esquema social vigente.

El análisis integrado del ciclo energético, desde la extracción y uso de fuentes energéticas hasta su transformación y consumo, se fundamenta en la determinación de las Causas que generan problemas en los patrones de desarrollo socioeconómico actuales. En el caso concreto de España, podemos identificar y destacar varios asuntos de fundamental interés. La siguiente Tabla 2.2 sintetiza, para el caso español y el año 2003, los datos más relevantes acerca de las fuentes energéticas usadas en el ciclo energético descrito, lo que, en cierta medida, ofrece una perspectiva española de los problemas de sostenibilidad.

Es destacable la escasa producción primaria de recursos energéticos a escala nacional, dónde la energía nuclear ocupa la primera posición en lo referente a producción de energía. Por otra parte, los combustibles sólidos (7.144 Ktep ), especialmente el carbón, son una fuente energética relativamente abundante en nuestro país, aunque a un alto coste de extracción. El caso de la industria extractiva del carbón en el norte de la península es un claro caso de conflicto ente las tres dimensiones de la sustentabilidad, donde la reducción a costo plazo de los conflictos sociales se hace a costa de la sustentabilidad económica y ambiental. Concretamente, tal y como se explica en un epígrafe posterior, dedicado a la Comunidad Autónoma de Asturias, el desmantelamiento de las ya obsoletas minas asturianas representaría la pérdida de empleo para numerosas familias. Quizá la alternativa sería realizar una “reconversión energética” a largo plazo, incentivando el abandono progresivo y gradual de la actividad minera y creando paralelamente alternativas de empleo para los descendientes de los que hoy trabajan en las minas en actividades energéticamente más limpias, que contribuyan a un modelo energético más sostenible, tales como las energías renovables, para las que existe un significativo potencial en la región.

España tiene uno de los índices de dependencia energética más elevados de toda la UE (1985-60.6% / 1997-71.9%, 2003-79%). Este elevado índice se pone de manifiesto al comprobar que el petróleo y el gas natural son los recursos principales en cuanto a sus niveles de importación: 61,91 Mtep y 11, 54 Mtep respectivamente (datos de 1997). Según la Estrategia Española de Eficiencia Energética (2004-2012), durante el año 2000, España importó el 75% de sus productos energéticos, frente al 50% de media de la UE.

En cuanto al consumo interior cabe señalar la aparente importancia del petróleo como fuente energética principal en nuestro país que, con casi 60 Mtep de consumo en 1997, representó el 53,5% del total, siguiendo una tendencia similar en la actualidad (50% de consumo de energía primaria en 2003). La energía nuclear, los combustibles sólidos, y el gas natural son, en cuánto a volumen de consumo, las siguientes fuentes de mayor relevancia en España (siendo de destacar el crecimiento reciente del consumo de gas natural). Por último, las energías renovables (hidráulica, eólica, biomasa, solar...) representan alrededor del 7% del total de la energía consumida anualmente en nuestro país.

La Tabla 2.3 y la Figura 2.3 muestran comparativamente la participación de diferentes fuentes en el consumo energético (primario) en España y la UE-15.

Puede observarse que el petróleo y tiene un mucho mayor peso en el mix energético nacional que en el europeo, mientras que en el mix europeo hay una mayor participación del gas natural en la misma proporción.

La participación relativa del resto de fuentes energéticas es más o menos parecida, siendo de destacar la mayor importancia relativa de la energía hidráulica y del carbón, y la menor de la energía nuclear. En cuanto al consumo de energía final por sectores, es importante reseñar el peso del transporte, que es significativamente mayor en España que en la UE. La participación de la agricultura y la industria es mayor, mientras que las del sector residencial y servicios es menor (Tabla 2.4).

Las tendencias energéticas nacionales, en lo que se refiere a la estructura de los recursos utilizados, parecen regirse, principalmente, por el precio del barril de petróleo y, de forma colateral, por las iniciativas de políticas y estrategias económicas para promocionar otro tipo de recursos energéticos. En este sentido, sería deseable una disminución en el uso del petróleo (precios elevados y fluctuaciones cíclicas muy marcadas de los mismos) y del carbón (emisiones elevadas), frente a un incremento del gas natural (buen sustituto del petróleo en muchas aplicaciones) y, por supuesto, un importante incremento en la utilización de los recursos energéticos renovables, donde España tiene claras ventajas comparativas frente al resto de sus socios europeos.

En referencia a los sectores mayoritariamente responsables tanto de la generación como del consumo de energía (Ministerio de Industria y Energía, 2002), hay que señalar la importancia relativa del sector industrial, cuyo consumo energético (final) en 2002 fue de 35.634 Ktep, lo que representó cerca del 37,3% del total nacional. Muy de cerca le siguió el sector transportes, con un consumo en el mismo año de 34.377 Ktep (35,9%). El sector doméstico-residencial, mayoritariamente, y otros (“usos diversos”), aportaron el26,8% (25.619 Ktep) al consumo español de energía final.

*El sector eléctrico condiciona la permanencia del modelo de sostenibilidad seguido por España

El sector de la electricidad, que en muchos casos tiene un carácter de horizontalidad (puesto que puede extenderse a distintos sectores económicos clásicos) representó en 2000, aproximadamente, un 18% (16,2 Mtep) del total de la energía consumida en nuestro país.

Con referencia a las tendencias futuras del sector eléctrico, existen innumerables escenarios posibles. En primer lugar, el proceso de liberalización del sector (cuyo pistoletazo de salida se produjo en 1997, ha obligado a la reestructuración de todas las grandes empresas eléctricas españolas. Además, las normas de libre competencia vigentes y aplicables en la UE pueden propiciar un cambio en los enfoques y estrategias empresariales de los antiguos monopolios. En este sentido, la electricidad pasa a ser un producto cada vez más transparente de cara al consumidor final, el cual comienza a tener poder de decisión sobre el tipo de energía que le interesa comprar. Así, no sería nada descabellado prever una mayor orientación hacia el servicio al consumidor por parte de las empresas eléctricas (de hecho, ya pueden percibirse algunos movimientos en este sentido). Asimismo, el sector eléctrico es el que tiene una mayor capacidad de expansión en el uso y aplicación de tecnologías de generación renovables. Por lo tanto, es previsible un aumento considerable en el uso de los recursos renovables. Un drástico incremento en el uso del gas natural, sustituyendo al petróleo, es también enormemente probable y así lo manifiestan la mayoría de previsiones energéticas europeas (CE, (1999a): Energy Outlook).


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