BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DESARROLLO SOSTENIBLE EN ESPAÑA EN EL FINAL DEL SIGLO XX

Alfredo Cadenas Marín y otros




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2.2.1.2 El Espacio Rural: Situación Y Perspectivas

Desde hace varias décadas, los espacios rurales del territorio español han sufrido transformaciones de una importancia y una rapidez raramente alcanzadas en la historia. La interpenetración económica y la evolución de las tecnologías influyen en las transformaciones de las zonas rurales, que continuarán modificándose en años venideros.

Estos cambios recientes se han traducido en una diversificación creciente del espacio rural. Por ello es tan importante una estrategia de desarrollo y una política de planificación territorial adecuada, con actuaciones tendentes a promover las dinámicas locales de desarrollo del tejido productivo, las zonas rurales de pequeñas y medianas dimensiones y la equidad entre zonas rurales y urbanas.

El fenómeno del declive demográfico, que fue una de las características de las décadas pasadas en las zonas rurales, es ahora mucho más selectivo. En este trabajo, los epígrafes dedicados a Asturias, Castilla-La Mancha y Navarra dan idea de éste fenómeno social.

Las tendencias recientes muestran que debe distinguirse entre las zonas rurales en proceso de despoblación continuo de aquellas en las que la evolución demográfica se ha estabilizado y aquellas otras en que la población ha aumentado por razones demográficas naturales o de inmigración de “nuevos rurales” procedentes del medio urbano. El declive de algunos territorios rurales se ha acentuado, mientras que otros registran una reactivación muy significativa.

En las zonas rurales caracterizadas por una tradición rural profunda, o que están aisladas, es donde más se manifiesta el declive demográfico, que suele ir acompañado del éxodo de jóvenes y de un progresivo envejecimiento de la población. Las zonas más afectadas en este sentido se sitúan en Andalucía, Extremadura y Castilla y León, cuyo estudio particularizado no ha sido incluido en el presente libro.

La agricultura, que antaño ocupaba a la mayoría de la población activa, tiende cada vez a hacerse una actividad más minoritaria incluso en las zonas con baja densidad de población. Actualmente, las dinámicas de creación de empleo no agrícola son las que desempeñan el papel más importante en la capacidad de atracción de las zonas rurales (sector terciario).

Ya no existe una conexión tan directa entre las pérdidas de empleo agrícola y la despoblación. Aunque, en algunos casos, los dos fenómenos son paralelos (como en Teruel y Huesca donde el empleo agrícola cayó en más de un 30% durante la década de los 80). Por otro lado, algunos espacios poco poblados encuentran ventajas comparativas derivadas del desarrollo de nuevas actividades vinculadas a la evolución social: turismo verde, actividades de ocio o de salud, segundas residencias, etc.

La prolongación de la esperanza de vida, la mejora de las condiciones de jubilación y ciertos problemas asociados con las condiciones de vida en las grandes ciudades (congestión del tráfico, por ejemplo) favorecen la migración, o incluso el regreso, de jubilados a zonas rurales suficientemente dotadas de servicios. Así ocurre, por ejemplo, en todo el litoral mediterráneo.

Otra tendencia bastante marcada en España es el efecto de absorción de los grandes centros urbanos y de las zonas costeras, que puede estar perjudicando a las zonas rurales del interior. Por otra parte diversos factores explican el crecimiento de las ciudades de medianas dimensiones que es en parte consecuencia de las externalidades negativas derivadas de la aglomeración en los grandes núcleos urbanos:

• La descentralización de determinadas funciones administrativas en beneficio del nivel regional;

• Su mejor dotación en infraestructuras, que aumenta su atractivo (el de las ciudades medianas) para el desarrollo de actividades de producción, consumo y servicios;

• Una calidad de vida superior a la predominante en los grandes centros urbanos;

• La integración de la presencia regional o local en la estrategia de la distribución comercial y de los servicios bancarios;

• Y la revolución de las comunicaciones modernas, que ha liberado a determinadas actividades económicas de la obligación de concentrarse geográficamente.

Aunque el mundo rural sigue dependiendo mucho de la actividad agrícola, algunas actividades complementarias, como el turismo rural, la industria o la artesanía, han estructurado y dinamizado el paisaje económico. Estas zonas rurales suelen ocupar una posición intermedia entre las zonas cercanas a las grandes aglomeraciones urbanas o turísticas y los espacios rurales muy poco accesibles.

Desde un punto de vista prospectivo, cabe preguntarse por la permanencia de los sistemas de pluriactividad de los agricultores con el paso de una generación a otra. En efecto, puede tratarse de una fase transitoria en la diversificación económica de las zonas rurales.


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