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HISTORIA NATURAL DEL HOMO SCIENTIPHICUS O CARTA DE UN PRIMATE A LOS ANTROPÓLOGOS

Alfonso Galindo Lucas




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Capítulo 2: EL SER HUMANO Y SU MEDIO

Como especie animal, proveniente de una determinada adapatación al medio, el ser humano desarrolla su actividad en un determinado ecosistema. El ecosistema de nuestros ancestros determina (como se expondrá más adelante) las características del humano actual, pero las tecnologías que acompañan a éste le permite colonizar entornos para los que no está tan bien adaptado físicamente. De hecho, el medio en que se desenvuelven hoy las personas no es ya un medio natural, sino artificial. Desde la invención de la agricultura, hace unos 10.000 años, el ser humano se ha convertido en un factor determinante para la evolución de otras especies animales y vegetales y forma parte del entorno en que éstas evolucionan. La palabra 'holoceno' designa aquella etapa en la historia del planeta Tierra en que su fisonomía se configura, entre otros factores, por la acción humana.

Por lo tanto, la supervivencia de las demás especies depende de su grado de adaptación al ser humano. La humanidad no sólo vive en un ecosistema, sino que es un ecosistema. Las especies evolucionan o se extinguen, en función de la forma en que los humanos se comportan. Las ratas, los virus, determinadas pulgas y mosquitos especializados en humanos, los perros y los animales de granja; todos ellos existen gracias a los humanos; otros animales, en cambio, dejaron de existir: Los moa, los dodos, el mamut, el alca gigante, el lobo marsupial, el uro, el quebrantahuesos andaluz, etc.

Pero, además del medio físico, los humanos nos desenvolvemos en un medio social e institucional, que llega a ser incluso más determinante para la supervivencia que el frío, los depredadores, las indigestiones, etc. En el famoso Crack de 1929, mucha gente se suicidó por la simple impresión del fracaso: Iban a quedar en la misera; ni siquiera estaban preocupados por la cárcel y la deshonra, como el suicidado de Enron. Tal vez hiciera buen tiempo, gozaran de buena salud o tuvieran familiares que los alimentarían; en sentido estricto y pensando con frialdad, la mayoría de ellos no tendrían por qué morir; de hecho, si no se hubiese inventado el derecho de propiedad, todos sus problemas habrían quedado reducidos a nada.

2.1. El ser humano y su tiempo

Hace algo más de diez mil años, surgió todo lo que hoy consideramos determinante de nuestro modo de vida y gran parte de lo que se ha defendido como características definitorias de la especie humana: La agricultura, la ganadería, el patriarcado, la historia, la superpoblación, el sedentarismo, las ciudades. Todo eso no se debió a una decisión de la humanidad, ni siquiera de ninguno de sus líderes. Nadie dijo: he inventado la agricultura; y nadie respondió, pues a partir de hoy mandamos los hombres. Tampoco nadie decidió que ya no era necesario tener un conocimiento del medio natural para poder ganarse la vida. Hubo un trasfondo material: El deshielo.

El fin de la última glaciación ocurrió en una época en que la especie humana estaba plenamente formada con sus razas; el hombre de neandertal y el homo erectus tal vez habían legado sus genes a las generaciones de aquella época (yo sostengo que sí), pero sus modos de vida se habían extinguido con el mamut. A decir verdad, al mamut le quedaban algunos milenios de supervivencia en Asia, especialmente en zonas remotas y en especies pequeñas de mamut. Esta época, el inicio de la edad de los metales, está poco documentada, porque es unos milenios anterior a la escritura.

La bonanza del clima proporcionó nuevas expectativas a aquellos humanos que habían evolucionado como comedores de grano. La superpoblación puso fin al nomadismo cazador y la agricultura y la ganadería terminaron por inventarse (ver. 9.3). Las nuevas clases dominantes utilizaban la historia para legitimarse y la afinidad entre la cultura y el poder hizo que ésta se convirtiese en una característica humana definitoria. Posiblemente, el invento de la historia fue ligeramente anterior y sobrevivió adaptándose a las nuevas condiciones del medio: El surgimiento de los terratenientes. El mito del diluvio universal provenía seguramente de las grandes inundaciones que fueron consecuencia del deshielo.

Como hoy se sabe (v. p. ejl, Sykes, 2003: 232), la formación de un enorme lago en Norteamérica y su desbordamiento en el Atlántico hizo subir el nivel del mar de forma rápida y dramática. Se formó el Golfo pérsico y el Mar Rojo, en cuestión de días. Sin duda, esto traumatizó tanto a los sobrevivientes que la historia se contó a las generaciones que acabaron escribiendo los antecedentes del génesis bíblico.

El mundo céltico utilizaba un calendario-alfabeto, basado en la floración de las distintas especies vegetales. El año empezaba en la fiesta de Halloween, que hoy para nuestros hábitos gregorianos se da en llamar el uno de noviembre. Pero en aquél entonces, era el día del tejo, la víspera el mes del abedul, el primero de los trece meses del año. Tengamos en cuenta que trece meses de veintiocho días da 364 días, de modo que se le añadía uno más, el de todos los difuntos. Este día, situado aproximadamente en el término medio entre equinoccio de otoño y el solsticio de invierno, era el día en que florecía el abedul, árbol medicinal y balsámico. Según Robert Graves, el orden de los árboles-meses, cuyas iniciales eran las letras de este calendario-alfabeto, eran los siguientes: Abedul, serbal, fresno, aliso, sauce, majuelo, roble, acebo, avellano, vid, hiedra, escoba, saúco. Otros autores, que dicen haber observado el orden de floración introducen algunos cambios, corrigiendo el orden de los meses tercero a quinto. De todas formas, cabe la posibilidad de que los nombres célticos no designen exactamente a las especies que hoy se creen traducción de esos nombres. Por ejemplo, la vid podría no ser una vid, sino una cucurbitácea o una guirnalda. El Tejo, árbol sagrado, ese sí lo podemos designar inequívocamente. Usted se preguntará ¿Por qué el abeto o el pino, tan abundantes en Europa en aquél entonces, no figuran en el calendario? Las coníferas son usadas por su madera, sus piñones o su resina (trementinas), pero por un motivo biológico no pueden estar en este calendario: Son de hoja perenne y florecen en cualquier época.

Con los avances en el conocimiento científico de nuestro pasado, el humano aprendió a contar el tiempo por décadas, siglos, milenios, épocas, decenas de miles de años, periodos prehistóricos, centenas de miles, millones... miles de millones de años.


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