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HISTORIA NATURAL DEL HOMO SCIENTIPHICUS O CARTA DE UN PRIMATE A LOS ANTROPÓLOGOS

Alfonso Galindo Lucas




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9.5. El vergonzoso tema de la inmigración

Estuve a punto de denominar a este capítulo “evolución demográfica” o algo similar, pero en el fondo, hay que reconocer que este ensayo no está dirigido únicamente al homo scientiphicus, sino en general, a todos los demás primates. Por eso, hay que hablar del vergonzoso tema de la inmigración.

El siglo XVII fue una etapa de gran recesión económica mundial, pero se dejó sentir, sobre todo en España, la metrópolis de lo que todavía era un gran imperio. Curiosamente, a principios de ese siglo, las autoridades decretaron la expulsión de los judíos (que eran los que prestaban dinero) y de los moriscos (que eran los que ponían ladrillos); la España de entonces se hizo más cristiana y más pobre que nunca. Hoy, el gobierno francés realiza políticas tendentes a expulsar a los gitanos y, en general, en todos los países europeos, se somete al trabajador extranjero a una presión burocrática y una vigilancia (vulnerando libertades y garantías fundamentales, como la presunción de inocencia) nunca antes experimentadas, desde que el partido nazi fue derrotado, en 1945. Esto hace pensar que estamos en una crisis económica premeditada y que la prioridad de los gobiernos no es reactivar la economía, sino salvaguardar una imprecisa noción cultural, que muchos denominan “la identidad nacional”.

En el siglo XIX existía la esclavitud y, en mi ciudad, uno de los cargamentos se sublevó en el muelle (antiguo Puerto Chico, donde hoy está el Campo del Sur) y consiguió escapar con ayuda de la población local. No fueron a ninguna parte; se naturalizaron gaditanos y se mezclaron, legando sus genes a las familias más antiguas de la ciudad. Esta circunstancia se ha podido rastrear por el hecho de que los albaranes de embarque llevaban identificado a cada esclavo con un apellido y por otro, más curioso, de que estos apellidos se hayan conservado. Estos apellidos fueron legados a recién nacidos e inmortalizados en el Registro civil. Aparentemente, las autoridades de aquella época eran más conservadoras y la esclavitud era legal, pero ahora podemos preguntarnos qué pasaría a un africano si viniese a mi ciudad de forma clandestina. ¿Qué posibilidades tendría de legar su apellido a un español, con las trabas burocráticas que existen hoy? A esas trabas hay que añadir el hecho de que Cádiz ya no es un puerto de mar cosmopolita, sino un lugar agradable ocupado por funcionarios de acento castellano. El conservadurismo en Cádiz es considerable y la gente no es tan hospitalaria como antaño.

Como he defendido en otros ensayos (2009a), el trabajador extranjero es el soporte de la economía y es el tipo de trabajador peor tratado, no sólo en cuanto a derechos laborales, sino en la misma limitación de sus derechos, libertades y garantías fundamentales. A principio de los 90, todavía se consideraba este tipo de derechos como aplicables indistintamente a súbditos españoles y ciudadanos de otros países. Se incluían otros derechos sociales, como la asistencia sanitaria gratuita inmediata. Con las sucesivas leyes de extranjería, los trabajadores extranjeros se han convertido en ciudadanos de segunda clase, aunque no en concepto de esclavos, sino de extranjeros. Sin embargo, la figura del trabajador comunitario y el turista europeo configura una masa mucho más numerosa y, sobre todo, muy perniciosa para la economía. Muchos entienden que los denominados “guiris”, los europeos ricos, vienen al Sur a dejar dinero y los inmigrantes a llevárselo, pero en términos macroeconómicos, los datos desmienten esta suposición:

* Los inmigrantes fundan empresas y crean empleo. Han salvado el déficit de la Seguridad social, pero no se van a ver recompensados por mejores prestaciones, porque se avecina una gran reforma, con el pretexto de las previsiones para dentro de unos años. Las inmigrantes han ejercido el cuidado de las personas dependientes, permitiendo la emancipación de la mujer española.

* Los turistas elevan los precios al consumo y, sobre todo, el de la vivienda. No ejercen, sin embargo, ningún efecto de elevación de salarios, puesto que son normalmente contratados (o pensionados) en sus países de origen.

Aún así, la gente normal está cada vez más enfadada por los inmigrantes, especialmente, con los no-católicos. Todo esto se debe a la propaganda ejercida por poderes extra-oficiales, como la derecha católica o los “verticatos” (los sindicatos mayoritarios).

En el marco legislativo actual, la desprotección del trabajador extranjero llega a extremos brutales. Los campos de concentración creados en regiones periféricas de Europa, como Melilla, son una oportunidad de oro para maltratadores con uniforme y cierto poder (afortunadamente, la mayoría de oficiales de los cuerpos armados son gente desinteresada, eso también se ha demostrado) debido a las lagunas legales, la falta de control y, sobre todo, la desprotección del inmigrante que denuncia (puede suponerle al denunciante la deportación y la pérdida de toda oportunidad para defenderse).

Por otra parte, desde los años 90, la carga administrativa (aparte de sobornos más o menos institucionalizados) ha supuesto a los trabajadores extranjeros un coste por persona muy elevado (que también ha supuesto un medio importante de financiación de organismos oficiales).

Es espectacular consumismo que practicamos, nos hace pensar a los españoles antiguos que el modelo capitalista proporciona bienestar, pero eso no significa que esté basado en el bienestar, sino en la opresión de otros seres humanos (tanto en la metrópolis, como en origen). Evidentemente, no es sostenible.

En resumen, lo que encuentro alarmante es que las élites económicas a nivel mundial, después de privatizar todo beneficio público, socializar sus pérdidas privadas, desmantelar los servicios como la educación, la sanidad o la tutela judicial, promover reformas laborales, etc., puedan convencernos para que culpemos a los inmigrantes de la desaparición del "Estado del Bienestar". Si la gente “normal”, los que dicen de sí mismos que son cristianos y defensores de los derechos y libertados fundamentales, pudieran hacerse una idea de cuál es la situación fáctica y jurídica del trabajador extranjero en Europa... Confundir las causas y las consecuencias de la inmigración es un error común que puede traer consecuencias prácticas injustas, discriminatorias, inhumanas.


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