FAMILIA, IDENTIDAD Y TERRITORIO, ACTORES Y AGENTES EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA
Coordinadoras: Maria Teresa Ayllón Trujillo y Maria Rosa Nuño
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Othón Baños Ramírez
Patricia Arias escribió: “La nueva rusticidad tiene cara de mujer”. Yo agregaría, que la nueva ruralidad tiene energía de juventud.
Podría resultar extraño abordar el tema de la praxis ciudadana y política de los jóvenes mexicanos en un contexto rural cuando todos sabemos que México es un país en el que más del 75 por ciento de la población habita en localidades de más de 2,500 habitantes, o sea, consideradas urbanas. Me parece que hay muchísimas razones y ventajas para hacerlo y así entender el régimen quasi democrático que impera en nuestro país. Citaré solamente dos, por supuesto, relevantes en la perspectiva teórica de este ensayo. Primero, permite cuestionar la idea del supuesto alejamiento de la juventud del tema de la política y segundo, es un recurso útil en la caracterización más universal de los procesos observable en la nueva ruralidad mexicana.
En México, el creciente desinterés y desengaño de los ciudadanos por los temas políticos tanto nacionales como locales ha revivido el tema de la ciudadanía desde la política (institucionalizada) y se ha soslayado una reflexión desde la política misma, o sea desde la praxis política universal. Más específicamente, los promotores de la “ciudadanización”, como remedio para los males de la sociedad mexicana, son las cúpulas políticas y el gobierno. Por lo que no es extraño que recojan de una manera sesgada y parcial las demandas de la sociedad civil organizada, o, que interpreten como caprichos de unas minorías las frecuentes movilizaciones sociales. Un interés de arriba hacia abajo por la ciudadanización, revela una preocupación más centrada en la conveniencia que en la real participación ciudadana en los grandes problemas nacionales. Las cúpulas han entendido que la fortaleza y la estabilidad de un orden democrático no sólo dependen de un principio de justicia básico reconocido por un ente jurídico formal, sino fundamentalmente de las cualidades y actitudes de los ciudadanos.
Desde el ángulo institucionalizado de la política, la ciudadanía es un estatus conferido a los miembros con pleno derechos de una comunidad. Todos quienes poseen este estatus son iguales con respecto a los derechos y deberes. La cuestión que debemos discutir a partir de tal definición es el pleno derecho. ¿A cuáles derechos se refiere? ¿Quiénes, en todo caso, ejercen tales derechos? y ¿Cómo se ejercen tales derechos? ¿Son los jóvenes buenos ciudadanos? Intentaré dar aquí una respuesta desde el ángulo de la política. La praxis política de la juventud no es muy regular ni muy visible, tampoco hay estudios más allá de su participación en las urnas electorales. Las movilizaciones estudiantiles son las prácticas políticas más estudiadas y sin embargo la forma cotidiana de practicar la política es casi inexistente, porque requiere una metodología digamos de porte antropológico. En Yucatán y en México en general, se asiste a la emergencia de la juventud como un nuevo actor político, pero todavía sin configurar unas demandas concretas. En este trabajo la praxis ciudadana de los jóvenes yucatecos rurales, por cierto, será analizada en una coyuntura electoral, la cual expresa el quiebre generacional que se está dando en el campo mexicano. Debo añadir que el presente ensayo es parte de una investigación más amplia, a mi cargo, sobre el proceso de construcción de la ciudadanía entre los jóvenes de México, el caso de Yucatán.
I. Nota metodológica
La recolección de información no estadística, de primera mano, está basada en una metodología cualitativa. El primer paso consistió en la selección de una comunidad rural situada a unos 40 kilómetros de Mérida: Chocholá, es una comunidad con alrededor de 4,000 habitantes y no es un modelo de comunidad rural, pero en cambio es una comunidad donde el autor ha hecho estudios previos y un seguimiento de sus procesos sociales y políticos.
Posteriormente, en forma aleatoria, se seleccionaron los y las jóvenes que formarían parte de una muestra de 60 individuos representativa del conjunto. Se procuró entonces contactar e incluirlos(as) en la muestra según su escolaridad, género, estado civil, ocupación, religión y afinidad con algún partido político. Durante los meses de julio y agosto del año 2004 se hicieron entrevistas abiertas semi-estructuradas, cuyas preguntas se avocaron a las prácticas que llevan a cabo en forma normal en el curso de la vida cotidiana. Procuré reconocer el campo de dichas prácticas como son la escuela, el hogar, la comunidad, la empresa, el ejido o cualquier otro tipo de institución. Con la idea de obtener datos más contextualizados y directos, la última etapa del trabajo de campo consistió en organizar mesas de trabajo tipo panel. En cada una de las mesas fueron invitados a participar de 4 ó 5 jóvenes, siempre procurando entre ellos la diversidad y el equilibrio de género. Se llevaron a cabo 5 mesas paneles bajo mi responsabilidad como moderador. En esa calidad puse a discusión varios temas relacionados con la política, la democracia, la ciudadanía y la participación de los propios jóvenes en los procesos electorales. Mediante este ejercicio se registraron ideas y experiencias en vez de respuestas puntuales de los entrevistados.
Sin que este fuera un criterio metodológico inicial, -ya que las elecciones municipales se llevaron a cabo en mayo de 2004, y la etapa de trabajo de campo más intensa se desarrolló durante los meses posteriores de julio-agosto de ese mismo año, justamente cuando había concluido un largo proceso de disputa postelectoral-, pude constatar que en la comunidad la participación electoral de los jóvenes había sido un factor de gran importancia, posiblemente haya sido el fiel de la balanza. No puedo afirmarlo, porque no se nos permitió estudiar el padrón electoral, sin embargo, todo parece indicar que en las elecciones municipales del año 2004 el voto de los y las jóvenes inclinó los resultados para que por primera vez en la historia de la comunidad ganara un partido de oposición la alcaldía local. Cabe aclarar que dicha participación electoral está contemplada como una praxis ciudadana, entre otras, y no como “la” praxis ciudadana . La praxis ciudadana (y política) concreta, como sabemos, responde a varias causas o variables, me extendería demasiado tan sólo enumerar cada una de ellas. Voy referirme a la praxis ciudadana como un reflejo de una cultura política nacional y de una problemática local.
Distinguiré dos tipos de praxis ciudadana: 1) la praxis ciudadana en el contexto de las instituciones políticas (partidos políticos, gobierno, instituciones electorales, etc.) y 2) la praxis ciudadana en el contexto de su entorno de vida, cercana a la vida cotidiana, espontánea, siempre conectada y subordinada al marco regulatorio institucionalizado. La praxis ciudadana de los jóvenes analizada en este trabajo corresponde principalmente a la del primer grupo y enseguida formula algunas reflexiones acerca de la praxis del segundo tipo, o sea de los jóvenes de a pie, no organizados.