BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

FAMILIA, IDENTIDAD Y TERRITORIO, ACTORES Y AGENTES EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA

Coordinadoras: Maria Teresa Ayllón Trujillo y Maria Rosa Nuño




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IV. La masonería en San Luis Potosí

Eloy Vázquez Leos describe en varias obras cortas el desarrollo de la masonería potosina y en el caso de la incursión de la mujer en los malabares del liberalismo masón son textos obligados La acción liberal de la masonería en San Luis, así como su obra La masonería femenina en San Luis Potosí. En estos texto Eloy Vázquez da cuenta de los movimientos políticos hacia el interior de la masonería mexicana y sobre todo potosina, aportando en con estos textos un aspecto poco visto en esta parcela de la historia: la mujer masona como agente de cambio y consolidación de un ser liberal, como producto netamente mexicano. Basada en el trabajo de Eloy Vázquez Leos Sofía Álvarez Del Castillo publica en una revista electrónica un breve pasaje de la vida masónica femenina de finales del siglo XIX. No hay muchos textos como éste y en general no hay textos que describan la vida cotidiana en la organización, por lo que parece de bastante interés reproducir el documento:

“Son las ocho de la noche del 14 de septiembre de 1891 y ahí se encuentra Margarita González, bien sentadita y emperifollada a la usanza de la época […] Afuera se oyen incesantes los taconeos de algunas damas que como ella también fueron convocadas a la cita, que entre sorbos de chocolate caliente y pláticas nerviosas dejan entrever su curiosidad ante tal invitación. La sala está pues, cuajada de mujeres, bocadillos de hojaldre y de una nube de perfumes caros de notas amaderadas y frutales y entre chisme y chisme pueblerino, estas quince mujeres esperan a que Doña Ma. Luisa Bustamante viuda de Páramo les devele la causa de su presencia. Entonces, cuando ya nadie llega, cuando los chismes escasean y las charolas con panecillos se vacían, la señora Bustamante se aclara la garganta y les dice:

— Nuestro presidente, Don Porfirio Díaz con la anuencia de nuestro señor gobernador Carlos Diez Gutiérrez reconoce la importancia de las agrupaciones liberales. Señoras, en pocas palabras nos da absoluta libertad para pensar y actuar en beneficio del nuevo orden social.

Tales son las palabras de la señora Bustamante, quien tiene la orden expresa de crear asociaciones que difundan la cultura y el conocimiento bajo la doctrina del liberalismo, eso sí, sin saber a ciencia cierta que esas agrupaciones servirán como instrumentos del control político […] Margarita González entiende a medias esas libertades, pertenece a una sociedad en que las huellas extranjeras están confusamente permeadas con lo propio, con lo mexicano. Esos mestizajes dieron también como resultado el adoctrinamiento, que se enfocó a cambiar la estructura interna de México desde siglos anteriores. Margarita vive en un San Luis Potosí en el que la división de clases sociales es una herencia de los estratos marcados por la conquista española, en la que la explotación de los recursos naturales, principalmente los de las regiones mineras del centro y del norte, constituyen la base de la estructura productiva.

Así pues, más por política que por convencimiento real, estas quince mujeres son iniciadas en una sociedad secreta, dando pues, por resultado, la primera logia masónica femenina en San Luis Potosí a la que pusieron por nombre: “Martha Washington” en honor a la esposa del presidente de los Estados Unidos de América, George Washington […] A esta primera logia masónica en el estado y tercera en el país, le corresponde el número ordinal: 156.

Margarita González no sabe que ya para esas fechas existen en nuestra ciudad unos veinte centros masónicos e ignora también, que el ocho de agosto del mismo año, y solamente un día después del nacimiento de la Gran Logia del Potosí, por mandato de Porfirio Díaz, su brazo derecho, Don Emilio G. Cantón, vino a dar posesión a las representantes del órgano masónico femenino en una de las casonas de la calle Cinco de Mayo […] Margarita sabe que muchas de sus hermanas extranjeras tienen grados masónicos muy avanzados tanto en el Rito escocés como en el York. Ella está acostumbrada a convivir con extranjeros, es lo propio, y no le incomoda relacionarse con familias cuyo primer apellido es americano, inglés o alemán y el segundo, mexicano o español. Ella sabe que la entrada a México de empresas foráneas y con ello, la de miles de personas ajenas a nuestra cultura, establece un mestizaje más necesario aún que el de la colonia. Sabe, que San Luis jamás podrá presumir ser un pueblo hecho de una sola sustancia, que para ser lo que somos, las ideologías se mezclaron intensamente. Tal vez por esa razón, hemos sido el segundo baluarte de los movimientos reformistas y revolucionarios de la nación.

Margarita González, contesta a las mismas preguntas que nosotras: ¿Qué le debe la mujer a Dios? ¿qué se debe a sí misma? ¿qué debe a sus semejantes? Y, como Catalina Schaud, otra hermana, contesta que “A Dios le debe la vida” A sí misma se debe la buena conducta y sus semejantes les debe un trato inmejorable, como el que se da a ella misma, les debe, sus bienes.

El sonido de espadas inunda el lugar y para de súbito para escuchar:

— Yo Margarita González de mi libre y espontánea voluntad, bajo mi palabra de honor y a presencia de esta respetable logia, juro solamente que no revelaré jamás los secretos que me fueren confiados a ningún profano, sino aun verdadero y fiel hermano del rito, y esto en caso necesario después de haberlo reconocido como tal; que ayudaré en cuanto puedan mis proporciones a cualquier hermano que se halle necesitado, sea del rito que sea, que lo auxiliaré.

-Margarita tembló un poco, en su juramento ante el Ara, símbolo de ningún Dios conocido para ella, pero prosiguió— …Espero ser firme y constante a esta promesa que hago en vuestras manos sobre los Estatutos Generales de la Orden, y sobre esta espada, símbolo del honor y la justicia, más si por desgracia faltare algo, consiento en que todos mis hermanos se manifiesten contra mi persona, procuren, traten y consigan por fin, mi total exterminio.

Margarita no adivinó que la muerte de Francisco Bustamante, la independencia de la Gran Logia del Potosí, la separación de la obediencia a la Gran Dieta, el comienzo de la política nacional antiporfirista encabezada por los viejos liberales del verdadero juarismo y por los nacientes grupos magonistas, la proximidad del siglo XX y los rumores de una revolución, iban a cambiar el panorama de la masonería potosina.

Así, desde el 13 de diciembre de 1892 al primero de agosto del 93, la Logia femenina Martha Washington dejó de trabajar debido a los cambios políticos en la máxima jefatura del país. Sin embargo, en 1895, en el octavo día del séptimo mes de Nizanc año luminar de 5655, un abecedario extraño de puntos, cuadros, círculos y líneas cruzadas, sólo entendible para los iniciados, marcó las órdenes secretas dadas a la logia “Martha Washington” para reanudar sus trabajos.

Margarita González tuvo desde esa noche del 14 de septiembre de 1891 la misma luz que tenemos esta noche nosotras”.

Las obras de Eloy Vázquez dan muestra de que existe aún una multitud de historias que aun no son contadas; sobre todo deja ver la posibilidad de abordar los archivos masónicos para ver el rol de la mujer en los cambios coyunturales de fines del siglo XIX y principios del XX y así, entender con mayor precisión el itinerario del liberalismo decimonónico en nuestro país. El rastreo de estos personajes de la vida masónica, nos podría dar una mejor oportunidad de valorar las variables y las constantes que incidieron en la conformación de un ser nacional, que se inauguraba como un ser moderno y progresista. No está muy claro que tanto las ideas masónicas, liberales, anticlericales y anticonservadoras lograron colarse a la cúspide del gobierno, aunque es claro que a fines del siglo XIX la masonería mexicana se entrega al mandato de Porfirio Díaz, no queda muy claro por que en la provincia, de conservadoras formas y protocolos, se dio la participación de estos grupos de hombres y mujeres con la dura carga antinómica de su ser religioso y su ser liberal.

Beatriz Urias, analiza una serie de publicaciones masónicas de 1930 a 1945 y alcanza a ver en ellas, cómo la actitud y el pensamiento anticlerical y progresista de la masonería, influye fuertemente en la construcción de políticas públicas orientadas a la higienización social. Urías se pregunta en su análisis acerca de la manera en que el programa de “mejoramiento de la población” o de “ingeniería social” fue recuperado y difundido por las revistas masónicas mexicanas de amplia circulación ente 1930 y 1945. En otros términos Urías explica que la intención ulterior de su trabajo es la de “Subrayar el interés por realizar nuevos estudios que examinen el papel de las logias, de las sociedad de ideas y de las agrupaciones teosóficas en la configuración del sistema político posrevolucionario.” En su trabajo Beatriz Urías ubica los puntos de convergencia entre el nuevo estado revolucionario y la masonería, ubicando los siguientes temas compartidos por estas entidades así:

“Un primer punto de convergencia es que tanto los masones como el nuevo grupo en el poder y un sector de la clase media integrado por intelectuales y artistas, acordaron una función importante al nacionalismo al considerar que, después de una guerra civil, el país debía reunificarse ideológicamente a través de una reelaboración de la identidad nacional. […] Desde una perspectiva a la vez autoritaria, pragmática y empresarial, una vez terminada la fase armada de la Revolución estos militares concibieron la política como una vía para modernizar al país y sacarlo del atraso económico e ideológico en el que se encontraba, en este contexto la organización masónica emergió como un nuevo poder moral, capaz de sustituir a la religión y de ofrecer formas alternativas de espiritualidad. Las logias funcionaron como escuelas de prelación para el ejercicio del poder, formando ideológicamente a los aspirantes a la función pública a través de la valoración del espíritu laico, la secularización, el amor al trabajo y el carácter empresarial. Así mismo, la masonería abrió la posibilidad de que la nueva clase en el poder se ejercitara en destrezas políticas clase como la práctica de la oratoria. El simbolismo masónico proporcionó además, ritos para sacralizar el poder y legitimarlo, debido a que los rangos y las promociones que existían dentro de la jerarquía masónica tenían también un valor en el ámbito político.

[…] el masón promedio correspondía al “tipo ideal” de ciudadano que el programa de “ingeniería social” intentaba forjar. La mayor parte de los miembros regulares de las logias eran profesionistas de clase media, pues la masonería rechazaba la admisión de analfabetas o miserables, a pesar de que promocionaba obras de beneficencia y programas de ayuda para las clases menesterosas”.

Urías concluye su trabajo, refiriéndose a que el estado posrevolucionario y la masonería mexicana proyectaron “regenerar” a la sociedad en tal grado y sentido que fueron coincidentes y complementarios, reforzándose mutuamente. Señala que si bien el programa de ingeniería social promovido por el Estado dependió básicamente de canales adecuados para su difusión en la sociedad

“Queda por definir si otros canales o conductos fueron construyéndose en paralelo, y si puede hablarse de las existencia de un entramado de redes sociales por donde transitaron los postulados de la ideología posrevolucionaria y del nuevo nacionalismo” así que considera que […] “la historiografía del siglo XX mexicano tendría que estar abierta a considerar no sólo la acción del Estado posrevolucionario, sin también la naturaleza de la sociedad que dio sentido y difusión a los proyectos estatales. El estudio de la masonería constituye un espacio privilegiado para explorar esta vertiente interpretativa”.


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