BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

FAMILIA, IDENTIDAD Y TERRITORIO, ACTORES Y AGENTES EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA

Coordinadoras: Maria Teresa Ayllón Trujillo y Maria Rosa Nuño




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III. La identidad en conflicto y la lucha por el territorio

Las continuas transformaciones llevadas a cabo en las últimas décadas han llevado a los indígenas a realizar una reflexión crítica sobre su historia, y cómo las políticas productivistas no sólo han mermado en más de la mitad su territorio sino también han agotado sus recursos naturales. Se colocan de esta forma en el centro de una gran polémica, ante las negativas consecuencias negativas que la modernización ha tenido para ellos. De ahí, las continúas reivindicaciones por el derecho a crear su propio desarrollo y la autogestión de los recursos productivos, pues lo contrario son atentados a los derechos individuales y colectivos fundados en sus creencias y valores, en definitiva en su identidad.

Por eso hoy nos encontramos con una identidad en conflicto. Pero a través de la misma es posible aprehenderla, definirla, como también comprenderla y explicarla. En un plano más empírico, el análisis en torno a la identidad ha permitido descubrir la existencia de actores sociales, en continua resistencia, por mucho tiempo ocultos bajo sectores sociales con ideologías dominantes. Pero también ha permitido como dirá Gilberto Giménez entender mejor los obstáculos que enturbian las relaciones interétnicas, poniendo al descubierto los mecanismos de la discriminación racial.

Si bien los movimientos indígenas de la década de los ochenta se caracterizaron por estar marcados por una ideología de resistencia, desde la que se reivindicaba la legitimación de sus territorios históricos, también se exigían mejoras en la economía, salud y educación. En la década de los noventa el movimiento purépecha se vio impulsado por nuevos actores sociales cuyas demandas eran de corte político, buscando no solo la participación en la sociedad global sino también el reconocimiento de su alteridad y la toma de control de lo que consideran suyo.

Es importante señalar que las exigencias de los pueblos indios adquirieron un amplio apoyo social a fines del pasado siglo, gracias a la resonancia habida ante determinados acontecimientos y que están en relación al Consejo Mexicano 500 años de Resistencia, o al Levantamiento Zapatista, algo que no sólo actualizó la problemática sino que hizo que los cuanajeños comenzaran a tomar por sí mismos la palabra. En toda esta situación es imprescindible destacar el respaldo que ambos hechos tuvieron a nivel nacional e internacional y a los que se han sumado numerosas ONG´s, organizaciones pro-indígenas, la Iglesia progresista, académicos así como diferentes agencias de cooperación. Por vez primera, los purépechas sienten que no están solos y que existe una misma lucha entre hermanos que comparten los mismos problemas. Así se expresó un líder de Cuanajo:

“Uno debe luchar por lo suyo, porque si no ¿que le vamos a dejar a los hijos?. A los indígenas el último recurso que nos queda, es la lucha como en Chiapas. ¿Por qué cree que el gobierno está llevando últimamente créditos y despensas?, porque ya no sólo los indios son los que están enfadados sino todo el pueblo y es que ya no se aguanta más.

En Cuanajo, se han hecho cada vez más insistentes las movilizaciones y constituyen un desafío frente al poder político y económico que no ven en ellos más que obstáculos para el desarrollo, lo que no es cierto. La población cuanajeña ha ido adaptándose poco a poco a los cambios de la modernidad y son ellos los primeros en querer participar de ellos. En este contexto la comunidad mediante la acción colectiva ha resuelto solicitar la municipalidad. Surge así un movimiento aparentemente nuevo por las formas en que se manifiesta (tanto de expresión, como de acción, por su apego a las leyes) pero, que no es sino en el fondo, un viejo tema: la reivindicación de un territorio del que se sienten dueños, con el derecho a manejarlo autónomamente y ser los primeros beneficiarios de las ganancias de sus proyectos productivos.

"Le decimos al gobierno:

- ¡Reconozca lo que es nuestro!.

Yo no le estoy pidiendo nada porque cuando el gobierno se formó ya los indios

aquí estábamos, ya nosotros en posesión. Por eso reconózcame lo que es nuestro”.

El enunciado no surge de manera fortuita e ingenua, ni siquiera aislada sino como consecuencia de lo que podríamos llamar circulación social de discursos, que se están produciendo en México. Es decir, con anterioridad a 2000, el país vive unos momentos particulares que generan una topografía de situaciones y discursos de enorme trascendencia para los pueblos indios -y entre ellos, destacaremos sucintamente algunos- por considerarlos parte constitutiva del contradiscurso que se da en el interior de Cuanajo. La topografía se refiere a que:

- Desde 1970 el pueblo de Cuanajo ha sido protagonista de una serie de luchas e intentos organizativos a fin de defender su maltrecha territorialidad. Para lo anterior fue necesario el restablecimiento de unas relaciones con el gobierno que se habían enfriado tras la presidencia de Cárdenas. El acercamiento entre el aparato burocrático y el grupo étnico interesaba a ambas partes por igual, aunque los fines eran completamente diferentes. Y así, mientras el Estado trataba de lograr un entendimiento con la intención de aplacar un malestar (que se extendía a lo largo y ancho de México), los cuanajeños defendían “lo suyo” y esperaban el reconocimiento legal de su territorio. A nivel nacional y como resultado de ese intento de connivencia tuvo lugar la creación en Pátzcuaro en 1975, del Consejo Nacional de Pueblos Indios (C.N.P.I.). Pero, el Consejo desde su nacimiento, tuvo los días contados. Tanto como para desaparecer antes de los tres años, pues el gobierno poco dispuesto a atender las reivindicaciones indígenas, se lanzó a una política de gran violencia y represión. El movimiento indígena quedó desarticulado y su reactivación sólo se inició a partir de 1980 con resultados muy dispares e incluso hasta trágicos. Tal fue el caso de Cuanajo que en 1985 y después de un minucioso trabajo para lograr la reorganización de los llamados comuneros en una acción colectiva, terminó ésta con la muerte de cuatro indígenas que reivindicaban la devolución de una serie de tierras usurpadas a lo largo del siglo XX.

- Las políticas de ajuste económico aplicadas desde la década de los ochenta, han conllevado enormes costos sociales que se han ido traduciendo en el deterioro del nivel de vida , así como la caída de la producción, el empleo y la consiguiente migración.

- En 1991 como contrarréplica a los magnos festejos de la Celebración del V Centenario (ratificados oficialmente por todos los Estados de América Latina, Portugal y España en la I Cumbre Iberoamericana celebrada en junio de 1992), nace el Consejo Mexicano 500 Años de Resistencia. El Consejo ha sido considerado como la experiencia organizativa más importante después de la C.N.P.I. y de la cual emergieron demandas que todavía hoy en día se mantienen y que están en relación a la constitución del indígena como sujeto político.

- La Reforma del Artículo 27 mediante el que se abría el mercado de tierras al tiempo que se proclamaba que el reparto agrario había concluido, cerrándose la etapa iniciada bajo el mandato de López Portillo.

- La modificación del Artículo 4º Constitucional en 1992, mediante el que se hace por vez primera un reconocimiento expreso de los pueblos indios y su cultura como parte integrante de la Nación . La modificación se efectuó después de las recomendaciones del F.M.I. y B.M. con objeto de dignificar a la población indígena antes de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio (T.L.C.AN.).

- Las implicaciones negativas que en lo político, económico y social se estaban previendo ante la firma del T.L.C.A.N. ya que suponían la capitalización absoluta de la economía junto a la competitividad productiva con mercados internacionales antes nunca vista. El malestar tomó máxima expresión cuando en 1994 se produjo el levantamiento indígena de Chiapas poco antes de que entrara en vigor el Tratado.

- Al tiempo que se llevaban a cabo las anteriores reformas, se producía el adelgazamiento de las instituciones gubernamentales así como el de los subsidios a la producción del campo; se ponía fin a los créditos y al financiamiento de las actividades agrícolas.

- Las controversias constitucionales interpuestas por las comunidades indígenas en contra de la iniciativa de ley para la reforma de los derechos y cultura indígena (Ley de la Cocopa 2001).

Todo este conjunto de acontecimientos fueron acumulándose hasta lograr la interpelación polémica de los afectados, tal y como muestra el contradiscurso argumentativo del jefe de tenencia o estos otros de dos líderes de la comunidad:

“El gobierno ya no atiende nada, ya no resuelve nada… Es que ellos hacen lo que quieren y hasta ahí. Y si uno va a reclamar alguna cosa, un litigio de su tierra… nunca tienen nada pues, nunca le resuelven nada, no le hacen caso. Y, ¿cómo se va resolver esto?, pos como decía la noticia a plomasos”.

“”Más antes en S. Gregorio cogieron muchas tierras de nosotros. El Comisariado dijo a la gente de aquí que S. Gregorio podía hacer uso de esas tierras, que ellos tenían papeles (escrituras falsas) y que nosotros porque habíamos estado disfrutando de ellas, que podíamos continuar cogiendo ocote. Y sí la gente fue y se llevaba a casa su ocote hasta que un día pues, ya no se pudo y ya no dejaron más y así se agandallaron aquellos esa parte nuestra”.

En casi todas las argumentaciones, los purépecha imprimen un tipo de formación social, ideológica y discursiva propia, que se encuentra en contradicción a la sostenida por los grupos de poder y de gobierno. Nos tropezamos pues, frente a un conjunto de discursos político-declarativos marcados por la tensión debido a las formaciones imaginarias que los diferentes actores sociales hacen con respecto a la investigadora y/o cualquier otro interlocutor mestizo, fundando una estrategia de orden para su discurso.

Visto así, la tierra y sus recursos no son una posesión pasiva tal y como es entendida en el mundo moderno sino que en la tierra se plasma un modo de pensar y de sentir del propio sujeto, como también la tierra lo hace sobre el individuo. Es decir que, entre la tierra y el hombre se establece una relación dialógica, estrecha y recíproca que llega a personalizarse y por la que crea una identidad frente a todas las demás. Eso sólo es posible cuando existe un sentido de valor que no es comparable con ninguna otra cosa, aunque el dinero está cambiando la visión, al elevarse como valor absoluto y equivalente incluso a los de carácter sagrado.

Las transformaciones que el mundo moderno trata de imponer bajo su modelo de productividad ha llevado a Cuanajo a protagonizar numerosas situaciones de rebeldía y eso a pesar de definirse como “un pueblo donde la gente es noble y tranquila”. Todo lo contrario. A través de las argumentaciones de la población indígena nos encontramos unas formaciones ideológicas que hacen de su palabra un instrumento de acción y batalla, con el fin de provocar la adhesión, de aquellos quienes escuchan su causa. En esas argumentaciones se materializa una visión que poco tiene de individual, por el contrario se inscribe dentro la participación plural y en última instancia de la acción colectiva, que ha de ser entendida más como un resultado, que como punto de partida (Melucci, 1994:125).


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