BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

FAMILIA, IDENTIDAD Y TERRITORIO, ACTORES Y AGENTES EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA

Coordinadoras: Maria Teresa Ayllón Trujillo y Maria Rosa Nuño




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IV. La acción colectiva como valor identitario en la formación de ciudadanía

La acción colectiva entre la población indígena ha sido una constante y se ha mantenido en el tiempo bajo diferentes formas. Una de ellas fue el Comisariado de Bienes Comunales, ente organizativo que a través del tiempo quedó imbuido de una identidad en la que se miraban todos y cada uno de sus miembros. El Comisariado poco a poco fue creciendo y desarrollándose, teniendo como objetivo la satisfacción de los intereses comunes de la población, ya que difícilmente las unidades domésticas por separado lo habrían podido conseguir. Es por eso que, la institución quedó legitimada, al tiempo que se impuso entre sus miembros el valor de la lealtad, bajo fuertes compromisos morales, so pena de ser excluido de la Comunidad.

Desde finales del S. XIX sus funciones comenzaron a debilitarse. Las razones las ofrecen los miembros de la comunidad al expresarse de la siguiente manera:

- Celso: “El hecho de que ya no sea comunidad Cuanajo se debe al gobierno. Cuando llegaron los presidentes, Cuanajo dejó de ser comunidad. En ese tiempo estaba mejor lo de la comunidad. Lo poquito que se ganaba, alcanzaba. Luego además de lo que se sacaba del campo, uno llevaba una burrada de leña a vender a Pátzcuaro y ya.

- José Luis: Por eso se llamaba comunidad porque andenantes se trabajaba en común. Todos trabajaban las horas que podían para trabajar y dejaban todos al igual de trabajar. Todos sembraban, todos cosechaban y se repartía por igual. Entonces era muy difícil convencer a una comunidad de invadir, porque todos iban, como vamos a suponer, como abejas. Todos salen unidos. Unidos todos iban a luchar, todos iban a sembrar, todos iban a cercar. Así se trabajaba. Pero nuestro pueblo dejó de trabajar así por el gobierno que empezó a hacer escrituras y puso la pequeña propiedad y por eso es que nos invadieron.

Cuando llegó la tienda el gobierno dijo que cada quien tenía que pagar impuestos prediales. Al gobierno le interesa trabajar así porque cobra por cada uno de los predios y no por lo que decide la asamblea general de la comunidad. Ahora por medio de la escritura dice: si no pagas te embargo. Pero en comunidad, la constitución habla muy claro, no se pueden embargar, eso lo dice el Art. 52. Pero el gobierno cobra por las tierras escrituradas. No es legal lo que cobra, lo está robando, pero está cobrando. Todo lo que les ha pasado a los pueblos indígenas es por el gobierno.

Eso, se mencionaba anteriormente, antes de Salinas de Gortari. Salinas entró y modificó la Ley Constitucional del Artº 27 y ora ni el Artº 51 de la Ley Federal de Reforma Agraria, menciona ya las comunidades. Lo que está tratando el gobierno es desaparecer las comunidades, para poder él vender a los Estados Unidos. Pero los indios somos duros y nos levantamos así a luchar cuando ya efectivamente no se aguanta”.

Y es que, efectivamente, tal y como explica Luis, tras la Independencia, los nuevos gobiernos no tuvieron más horizonte que lograr la modernización de México. Una de las vías para conseguirlo era la reforma económica junto con la de la administración burocrática (Fossaert, 1994), de manera que con ambas la comunidad indígena vio cómo se desmantelaba el Comisariado a favor de nuevas autoridades que desafiaban su poder. Pero además a través del decir de Luis accedemos a las condiciones estructurales y coyunturales que se refieren a la dominación que el Estado ejerce por medio de los aparatos político-ideológicos sobre la vida económica y cultural de los grupos indígenas.

Si en general la actitud de la población indígena fue la sumisión, en los últimos tiempos ha comenzado a cambiar, influidos por los medios de comunicación pero también por las pláticas que reciben de algunos partidos, maestros y asociaciones pro-derechos humanos. A través de ellos, hay una toma de conciencia de que en democracia se adquieren deberes, como también derechos, por eso saben los cuanajeños que tienen derecho a opinar libremente, a votar, o a participar en la toma de decisiones. Cansados de esperar ante las promesas de los diferentes gobiernos y comparando su situación -con la de otros grupos más favorecidos- se encuentran con un sentimiento, cada vez más fuerte, de privación respecto a sus aspiraciones , como al acceso a la justicia y a los derechos sociales, civiles y políticos que le son inherentes por ley. De este modo, ha ido imponiendo un pensamiento propio, que le permite identificar los desajustes que se producen entre la realidad y sus expectativas, entre lo ajeno y lo propio. Todo ello servirá de base para una acción que se encuentra latente y como valor de su identidad -que se fomenta cada día más, sobre la base de la justicia.

Así pues, una forma de expresar la ciudadanía es a través de la participación en movimientos sociales con objeto reivindicar una identidad y una serie de oportunidades, que forman parte de los derechos que creen tener aquellos que las demandan por medio de una acción colectiva.

Desde hace algunos años se viene fraguando en Cuanajo un nuevo movimiento en relación a la solicitud hecha al gobierno del estado de Michoacán para constituirse en un municipio.

Alcanzar la municipalidad significa para los cuanajeños poner fin a la disputa secular de intereses, adquiriendo con ésta un equilibrio en las relaciones de poder y exclusión de que han venido siendo objeto. Es por lo que, la búsqueda de este objetivo común se convierte en un fuerte cohesionador del grupo, lo que resulta significativo, pues durante décadas han estado expuestos a un continuo proceso de división. Sobre el particular se manifestó Marco, un muchacho joven con estudios y que trabaja en el Palacio de Gobierno de Pátzcuaro y José de 47 años y que durante algunos años estuvo al frente de la tenencia de Cuanajo:

- Marco: “Nuestro pueblo siempre ha estado sujeto a una autoridad mestiza, que es la que administra nuestros recursos, los impuestos e incluso el dinero que el Estado concede a las comunidades indígenas y que luego nos son escatimados. Es por eso que queremos independizarnos de Pátzcuaro”.

- José: Mire, por aquí, cualquier pueblo de la Meseta ha recibido más ayuda y apoyo que Cuanajo y eso porque Cuanajo está más a la orilla de la Meseta. Eso no es justo. Por eso Cuanajo tiene que luchar para que él solo se autogestione y ya no dependa de instancias intermedias de gobierno.

Es que a los pueblos indios nos tienen a menos y hay que luchar. Nosotros tenemos que trabajar para nuestros hijos y para bien de todos”.

A través de la argumentación puede colegirse la frustración y desilusión de que es sujeto la población de Cuanajo al verse completamente minimizada por un Estado que sólo reclama la participación de los indígenas en las elecciones, como mano de obra barata o para la extracción de sus recursos naturales, en este caso el agua y la madera. Sin duda en las palabras de José encontramos la práctica del funcionamiento ideológico desde donde se definen unas relaciones y unos actores sociales: los dominados y los dominantes. El decir de José no es exclusivo de él sino que forma parte de un discurso de resistencia generalizado en contra del poder. De ahí la insistente pregunta por parte de los cuanajeños ¿qué recibimos a cambio?. Antes que nada, es importante precisar, que un intercambio debe tener una correspondencia proporcional y es indispensable que las partes que entran en juego observen unos valores y unas percepciones cognitivas similares, o en su defecto, traten de ser comprendidas. La experiencia de los cuanajeños es que todas las adaptaciones, renuncias y concesiones que les han solicitado los grupos con intereses económicos han generado una nula reciprocidad, un principio éste que preside todas las relaciones sociales purépechas incluidas las mantenidas con la naturaleza.

Desde Salinas de Gortari, la praxis discursiva del Estado ha logrado quizá, un objetivo no propuesto y es el de interpelar a los marginados como sujetos autónomos, en tanto se inaugura una nueva etapa de relaciones Estado-sociedad por las que el primero reparte responsabilidades a los segundos. Ahora el actor social debe configurarse como sujeto autónomo, del que se espera una participación activa. Por eso ahora más que nunca los cuanajeños intentan apegarse al lenguaje institucional y a las reglas del juego para el logro de sus objetivos. Basta para ello remitirse al siguiente comentario:

“Hacemos todo lo que es la ley, todo lo que dice la Constitución, todo lo que dice ahí, o sea lo que reglamenta la ley, eso lo hacemos, porque si hacemos lo que dice la ley y si a veces así con la ley nos lleva por otro camino, imagínese cuando ya andamos fuera de la ley, entonces andamos todo lo que marca la ley”.

Hay un deseo por establecer una nueva relación de poder basada en el diálogo, en el respeto mutuo con el Estado en el que quepa la participación ciudadana igualitaria de todos los grupos que forman la sociedad pluricultural mexicana, lo que significa restaurar la confianza, una confianza sustentada en valores éticos y por los que quedarían forjada la gobernabilidad.

Desde 1996, el barrio de S. José, encabeza el movimiento que está en relación a la solicitud de que el pueblo pase a la categoría de municipio y su población sea considerada como sujeto de derecho capaz de controlar su propio desarrollo y autogestión. Eso implica la obtención de transferencias, facultades y funciones de los órganos centrales así como de la apropiación adecuada de estrategias de desarrollo. El proyecto cuenta con muchas dificultades pues la gente aún no entiende bien lo que comportará esa autonomía. Para unos los esfuerzos a realizar son excesivos, poniéndose así en una balanza el contrapeso que suponen de un lado los costos y de otra, los beneficios de la acción y evidentemente a unos les interesa más que a otros. En S. Miguel no todos están de acuerdo pues piensan que ser cabecera implicará nuevos gastos e impuestos en consumos tan básicos como el agua. Por eso, hasta el momento, el barrio se siente un poco reacio a la aspiración de sus vecinos. Hasta el año 2000, se calculó que los defensores de la municipalidad sumaban un 37%. Sus líderes no han perdido las esperanzas y piensan que cuando las cosas se expliquen mejor y pase más tiempo (el proyecto es muy reciente), se irá ganando un mayor número de adeptos como se ha podido comprobar hasta la fecha.

El malestar indígena es hoy un hecho y ha ido conformando un sujeto respondón. Y eso, debido en buena parte a la postura de abandono que el gobierno ha mantenido con respecto a las minorías. Como contraparte, los de Cuanajo ya no ven en el Estado ese carácter providencial y casi religioso que sostuvieron hacia él en épocas pasadas. Al contrario, han iniciado una crítica profunda acerca de la manipulación del que se sienten objeto.

Conscientes de su historia, de sus problemas, los cuanajeños se lanzan a conquistar el espacio perdido. Bajo la nueva personalidad política que la Constitución les proporciona, pretenden moldear poco a poco una nueva relación con las autoridades centrales. No quiere decir esto que nieguen la legitimidad de esas autoridades, sin embargo ahora se esfuerzan para someterlo a cierta forma de control y obligación, para ganar la comunidad una independencia alejándose de la dominación consuetudinaria que han venido padeciendo.

Así pues el nuevo sujeto comienza a insertarse en un movimiento político que se ve alimentado por un proceso cultural e identitario. En ocasiones la población se siente ignorante y sin posibilidades para enfrentar muchos de los cambios. Eso ha dado lugar a nuevas alianzas entre los cuanajeños. Y es que, el fortalecimiento de lazos al interior de la comunidad se observa como tarea imprescindible para la consecución de los objetivos propuestos. La cooperación entre los vecinos ya se ha puesto en marcha con fines laborales, educativos y de formación. Entre los últimos cabe destacar la creación de talleres de medicina tradicional, apicultura, bordado, mobiliario junto a otros referidos a derechos humanos. Desde luego hay que señalar que el proceso no es homogéneo y que hay personas que prefieran mantenerse al margen, ya que en sus cálculos, ven más costos que ganancia en la cooperación.

De cualquier forma, el nuevo sujeto social manifiesta hoy un fuerte carácter trasgresor, crítico con respecto a su consuetudinaria actitud sumisa. He intentado observar su desobediencia y su continua resistencia a través de sus argumentaciones, como a partir de sus acciones colectivas. También ha resultado de gran interés ver cómo los cuanajeños perciben al otro, porque a partir de él se inicia una construcción del individuo como sujeto perteneciente si bien a un grupo indígena, también simultáneamente como mexicano y con el deseo de participar de la vida social, política y económica.

Antes de terminar es necesario precisar que el estudio de la nueva acción colectiva de Cuanajo es de enorme relevancia porque mediante ella es posible ver la estructuración de un orden social, que ha mantenido a los grupos indígenas acallados en el tiempo, al no contar con una coyuntura favorable para su expresión.


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