BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

FAMILIA, IDENTIDAD Y TERRITORIO, ACTORES Y AGENTES EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA

Coordinadoras: Maria Teresa Ayllón Trujillo y Maria Rosa Nuño




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El ciudadano desde el hermetismo. El caso de la Masonería

Alejandro Gutiérrez Hernández

Definir el término ciudadano implica un complejo recorrido por teorías y procesos en la Historia: el proceso de individualización o de la formación de los derechos liberales (liberalismo), libertad de culto, asociación y expresión; el mismo proceso protoindustrial, que hizo emerger la clase burguesa, acompañado de procesos técnicos como la aparición de la imprenta; el avance de la Ilustración y el enciclopedismo. Procesos que se influyeron mutuamente con el protestantismo y la debilitación de las monarquías europeas de origen romano y germano. Todos estos procesos confluyeron en otro de índole mayor como es el proceso de modernización, con su visión universalista, progresista y positivista. Así el nacimiento de la Masonería recrea una República al interior de las Logias que no se aleja demasiado del poder vertical monárquico con su Respetable Gran Maestro, una especie de primum inter paris pero elegible.

En todo caso, la Masonería diseñó un modelo de ciudadano basado en un código moral que se inculca mediante la obediencia y el aprendizaje durante todo un ritual de iniciación. Este es el objetivo concreto que analiza este trabajo, con la finalidad de aportar a los estudios sociales una alternativa más para aproximarse a la construcción de cierta ciudadanía..

Este análisis se estructura en cuatro puntos, en el primero de ellos describimos la masonería, posteriormente definimos su estructura organizativa y fines. En un tercer apartado identificamos la confección de ciudadano que se prescribe en algunas obras literarias masónicas. En el último apartado exponemos nuestras consideraciones sobre el tema.

I. Ciudadanía y Constitución

Suele decirse que el parteaguas para la inauguración del ciudadano, se encuentra en la Revolución Francesa y pareciera que el hito es, sin duda, la “Declaración de los Derechos del Hombre” en Francia, resultado de la lucha liberal que representa el crisol de las distintas ideas filosóficas de la ilustración, que apuntaban ya al nacimiento de este nuevo agente político, que viene a ser vindicado en su presencia y función a partir de la ilustración.

La vinculación del ciudadano con la arena política comenzó ciertamente con el reconocimiento de una serie de derechos individuales que hoy son llamados derechos de primera generación: a la vida, a la libertad, a la igualdad, a la propiedad, la seguridad jurídica y a la dignidad. Estos derechos pueden dividirse en tres: derechos de igualdad, derechos de libertad y derechos de seguridad jurídica, a los cuales cabe agregar las prerrogativas de los ciudadanos que se conocen como derechos políticos, tales son el derecho a votar y ser votado en los comicios electorales, la manifestación pública de las ideas y, recientemente, el derecho a la transparencia.

El significado de ciudadanía tiene una ineludible definición legal que podemos ver en las Constituciones generales de la mayoría de los países Latinoamericanos. En el caso de México, nuestra Constitución general define esta calidad en su artículo 34 . El reconocimiento de la ciudadanía es un evento trascendental en la vida pública del individuo por que conlleva no sólo una pertenencia a determinado territorio nacional, con todo lo que ello implica, sino la capacidad de poder ejercer frente al Estado derechos fundamentales para el desarrollo de la vida diaria , facultades políticas que implican la representación de pensamientos, ideas y valores que le dan identidad al sujeto y adherencia a una determinada comunidad. De esta forma la tabla de valores que identifica al ciudadano está construida con su participación, con la intervención en los distintos sectores sociales y del mismo estado, sin embargo, no sólo el estado ha sido capaz de definir las coordenadas que construyen al ciudadano, también los movimientos sociales diseñan su modelo de ciudadano, la Masonería es un ejemplo. Esta organización ha diseñado su propio modelo ideal de sociedad y de ciudadano y ha tratado de imponer su reconocimiento; como podemos ver y analizar en sus discursos literarios y normativos.

La llamada época moderna construyó sobre la calidad de ciudadano un amplio marco generacional de derechos individuales, poniendo especial énfasis en la participación del sujeto en la toma de decisiones políticas. La Revolución Francesa entregó a los liberales una nueva forma de organizar el juego político, así que luego de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, la pólvora liberal encendió los fértiles campos Europeos y se esparció con singular alegría, sobre todo en las llamadas sociedades de ideas, (entre las que figura la masonería), que pretendían ilustrar al viejo mundo con exóticas ideas llegadas de un místico pasado y del lejano Oriente, pretextando la unión de librepensadores, con supuestos objetivos filosóficos que alcanzaban no sólo la reflexión racionalista de la época, sino el conocimiento místico y esotérico de los antiguos misterios de oriente medio y lejano. Este tipo de clubes sociales se hicieron cotidianos en Latinoamérica a tal grado que se volvieron más aceptados y poco discretos. La tolerancia hacia grupos que presumían su ser liberal se volvió pan de todos los días y en el siglo XVIII, por lo menos en Inglaterra, se hizo pública la que se decía una de las sociedades liberales más enigmáticas de la historia: la masonería.


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