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LAS PARTICULARIDADES COMUNICATIVAS EN LA IDENTIDAD DEL TUNERO

Yelenis María Fernández García y otros




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CAPITULO I: REFLEXIONES TEÓRICAS SOBRE IDENTIDAD CULTURAL Y COMUNICACIÓN

La investigación tiene como pilares que sustentan el ejercicio de la crítica bibliográfica: la comunicación, la identidad cultural, cultura popular comunidad y lenguaje, temáticas esenciales para establecer el basamento científico en un estudio que parte de la relevancia que adquiere la identidad nacional, expresión de la conciencia histórica de nuestros pueblos.

Esta práctica permite que el investigador concrete su posición ante el fenómeno investigado, y a la vez sirva de fundamento para aportar criterios y reflexiones esenciales en su estudio.

De igual forma permite constatar conocimientos sobre el eje teórico conceptual y sus basamentos, que son conceptualizados y llevados al tema como elementos de apoyo, pues son tratados por diversos intelectuales tanto del mundo como de Cuba.

Epigrafe1.1 La comunicación: un elemento esencial en la identidad cultural.

Cada sujeto social, individual y colectivo, posee una identidad como conciencia de sí mismo, construida en su interacción con los otros, en un sistema de relaciones sociales de las que es expresión en constante cambio y contradicción.

La identidad es necesidad sentida de arraigo y pertenencia, participación y autorrealización, que se expresa en las formas de actuación humanas a las cuales da sentido y continuidad, ello no implica quietud, sino por el contrario evolución, cambio dialéctico y desarrollo, como expresión de las contradicciones que se superan.

La comunicación desempeña un rol fundamental en la construcción de una identidad, a través de ella los individuos expresan sus criterios, sentimientos, y reflejan rasgos que los unen y a la vez los diferencian.

Desde el surgimiento de la humanidad el ser humano ha sentido la necesidad de llevar mediante el acto comunicativo sus impulsos, deseos, ideas, reflejando características que son propias de un grupo y constituyen elementos necesarios en las relaciones sociales.

A primera vista nada es tan inmediato y natural como comunicarse, el proceso se encuentra automatizado, se es consciente de lo que se está haciendo en el intercambio. Sutil y compleja trama de procesos indispensables para la vida.

De raíz latina communis que quiere decir poner algo en común con otro, hasta la fecha, ha pasado por muchos cambios. Este concepto hace cincuenta años era concebido como transmisión de señales desde una fuente emisora por medio de un canal hacia el perceptor de su destino.

Esta concepción es eminentemente transmisiva, en gran medida debido a la influencia que produjo el modelo de la comunicación de Claude Elwood Shannon (21). El objetivo de esta teoría era lograr la transmisión eficaz de un mensaje con el mayor ahorro de tiempo y energías posibles. Sin embargo, fue extrapolado para explicar el fenómeno de la comunicación interpersonal y ha sido el punto de partida para el resto de las corrientes, modelos y teorías comunicológicas hasta hoy existentes, debido a que fue el primero en señalar los tres elementos fundamentales y funcionales de cualquier proceso comunicativo: un emisor, un mensaje y un receptor.

Shannon propone un esquema del sistema general de la comunicación. El problema consiste, en su opinión, en reproducir en un punto dado, de forma exacta o aproximada, un mensaje seleccionado en otro punto. Este es un esquema lineal, en el cual los polos definen un origen y señalan un fin.

Como este autor resaltan Berelson y Steiner, para quienes el acto o proceso de transmisión generalmente llamado comunicación, consiste en la cesión de información, ideas, emociones, habilidades, y hasta sentimientos, mediante el empleo de signos y palabras. Otra vez se inclinan por la tendencia transmisiva de la información en donde el emisor es el ser que emite y el receptor debe limitarse a recepcionar sin poder opinar.

Por su parte Carl Hovland (22), quién pertenece a la corriente persuasiva señala que “la comunicación es el proceso por medio del cual el individuo transmite estímulos para modificar el comportamiento de los individuos”

La influencia en el individuo es el propósito de esta corriente. Un mensaje se considera persuasivo cuando logra variar el funcionamiento psicológico del individuo, de modo que la persona actúe en correspondencia con el objeto de la persuasión a partir de conductas sugeridas por el persuasor.

Un enfoque más reciente y que se considera de interés para este estudio es el del español Manuel Martín Serrano, quien define la comunicación como: “interacción que los seres vivos ejecutan para acoplar sus acciones y/o representaciones, mediante el recurso al uso informativo de energías y no mediante el recurso al uso dinámico o físicamente coactivo de las energías o fuerzas físicas puestas en juego”. (1982: 11)

Martín Serrano ve la comunicación como la interacción humana en la que se usa positivamente el intercambio de información, se llega a la comprensión, y a la comunidad de pensamientos.

Otro aporte innegable de su teoría es que advierte que no todo es comunicación, ya que no siempre que dos o más individuos interactúan, se comunican (este es el caso de la energía física coactiva). Separa claramente la simple transmisión de información de la comunicación. De igual modo, le asocia un papel activo a los que intervienen en la comunicación, llamándolos “actores”.

La vinculación de ideas conceptuales sobre comunicación e identidad de un pueblo, nación o comunidad no puede obviarse en las definiciones que realizan investigadores latinoamericanos como Jesús Martín Barbero y Paulo Freire (23).

Para Barbero “Comunicar es hacer posible que unos hombres reconozcan a otros hombres, y ello en doble sentido: les reconozcan su derecho a vivir y pensar diferentemente y se reconozcan como hombres en esa diferencia. Eso es lo que implica y lo que significa pensar la comunicación desde la cultura”. (1994: 93). Aceptar la individualidad, el respeto al otro. En este sentido Paulo Freire refiere que la comunicación es un… diálogo, en la medida en que no es la transferencia del saber, sino un encuentro de sujetos interlocutores..." (1994:45) En esa definición aparece con claridad la identidad de los individuos como eje esencial dentro del proceso comunicativo en la comunidad donde se intercambian no solo palabras, sino también valores, conocimientos, mitos, leyendas, creencias populares, es el dialogo entre los hombres.

Al enmarcar esta concepción dialógica, del máximo representante de la pedagogía liberadora, se evidencia que para Freire el diálogo, es comunicación en el cual existe una relación horizontal, en la cual la confianza, la empatía son premisas básicas para entablar un eficaz proceso de intercambio.

En la edición # 28 de la revista Temas (24), Carolina de la Torre Molina, reflexiona sobre los argumentos necesarios para adentrarse en la problemática de la identidad cultural vista también en el acto comunicativo, como hecho donde el ser humano se reconoce y se siente protagonista del mismo. Una vez más se entrelazan estas definiciones.

Cuando se habla de la identidad de un sujeto individual o colectivo hacemos referencia a procesos que nos permiten asumir que ese sujeto, en determinado momento y contexto, es y tiene conciencia de ser él mismo, y que esa conciencia se expresa (con mayor o menor elaboración) en su capacidad para diferenciarse de otros, identificarse con determinadas categorías, desarrollar sentimientos de pertenencia, mirarse reflexivamente y establecer narrativamente su continuidad a través de las transformaciones y cambios. (2002: 27)

El reconocimiento social, no es algo previamente establecido y pensado sino que como expresa De la Torre:

resulta ser una construcción social que por lo general elaboran los grupos hegemónicos a nivel nacional y que no es algo que está ahí para ser descubierta, no necesita ser pensada, reconocida, establecida y aceptada, es un proceso práctico y comunicativo, o sea social, donde influyen siempre factores internos y externos. (2002:28)

Todo ello conduce el camino en el cual se descubre que la comunicación tiene un significado determinante en la formación de la identidad, pues mediante este proceso se establecen empatías, se logran interacciones con otros integrantes de la comunidad, y son esenciales los mecanismos de poder, educación y seducción, los códigos de la comunicación, así como el lenguaje, lo cual gira en torno al proceso identitario.

Con acertado ajuste a la contemporaneidad aparecen las reflexiones de Rosalía Díaz sobre identidad cultural:

identificada en este sentido con la percepción, conciencia, modo de actuar y pensar de los miembros de una comunidad, pueblo o nación, acerca del medio natural y social en que se desenvuelven, a la forma en que las personas se conocen como algo singular respecto a otros, mostrado a través de sus sentimientos, actitudes ante la vida, acciones creadoras y expresiones culturales. Un proceso consciente de reconocimiento, asimilación y creación. (2001:26)

En esta relación individuo-comunidad es fundamental para lograr la afirmación de una identidad, en la cual constituyen factores primordiales los elementos geográficos, históricos étnicos, lingüísticos e ideológicos. Y es que la identidad cultural no puede verse como un concepto abstracto, sin una correspondencia clara con la realidad social, sino que se deben buscar sus expresiones en la vida cotidiana, en las imágenes y representaciones sociales de un proyecto que se aspira a alcanzar o crear a partir de la sociedad existente; en las tradiciones que se heredan y que se transmiten a las nuevas generaciones.

Puede afirmarse que la identidad constituye, en esencia, un proceso sociopsicoantropológico de comunicación que es interculturalidad; por tanto, no es suficiente referirse solo a lo distintivo de una entidad cultural, en un momento de su devenir, sino el tipo de relación que ha tenido, tiene o establece con otras entidades culturales, sobre la base de su dialéctica fenoménica, no congelable.

Las relaciones de los individuos son esenciales a la hora de analizar su identidad cultural, al verse desde el enfoque comunicativo se puede concluir que el hombre se interrelaciona con su entorno social, donde vive y participa. Es algo más que transportar un mensaje, es el proceso que incluye la respuesta, la interpretación y la réplica, cerrando el circuito significante que va del emisor al receptor y viceversa.

En este marco se concibe que si las palabras son el reflejo de las cosas, la comunicación es el reflejo del entendimiento. La comunicación es diálogo directo del hombre con el hombre, en todo su repertorio de intercambios, desde los más elementales hasta los más complejos. En la comunicación afluyen todos los conocimientos y los descubrimientos del hombre para hacer comprensible cuanto le rodea.

Es el medio seguro para una eficiente relación en todos los campos en que el hombre se desenvuelve, por ello se hace necesario que se practique en cada momento de la vida, así permite comprender, aclarar y sobre todo utilizar la retroalimentación para tomar decisiones e influir en los demás.

En el siglo XX aparecen tres modelos comunicativos que transforman las concepciones sobre la comunicación: el de Shannon, analizado inicialmente, el de Manuel Martín Serrano también interpretado en la investigación y el de la comunicación comunitaria de Mario Kaplún que parte de la acción y la participación para entender las concepciones comunicativas en las comunidades:

Este esquema propone partir de una realidad con características propias, diagnosticadas previamente para en conjunto con los comunitarios lograr una concientización de sus problemáticas y comprender que la solución debe partir de un desarrollo endógeno, que se revierte en la transformación de la comunidad.

ACCIÓN →___ REFLEXIÓN →___ ACCIÓN

Este último modelo es el más cercano a lo que ha sido y pretende ser la forma de relacionarse los seres humanos dentro y fuera del sistema, un marco de gestión del conocimiento, donde cada reto o problema requiere de un encargo que implica atender y entender el entorno, y la problemática que nos plantea con sus posibles soluciones. Comprender ese conocimiento en un plan de acción o proyecto y hacer actuar a los comunitarios para solucionar los problemas. Por consiguiente ser actores o gestores del cambio.

Este modelo se inscribe dentro de un cuerpo teórico-práctico denominado: comunicación popular - educativa - participativa - alternativa.

El origen del mismo está en los movimientos de la población campesina, que al no verse favorecida, se organiza en grupos rurales y emigra hacia las ciudades, dando lugar a organizaciones vecinales y barriales que desarrollan movimientos comunitarios donde la comunicación adquiere gran importancia, de manera que se favorecen las relaciones de horizontalidad y participación. Surgen así medios alternativos de comunicación con el objetivo de reflejar la realidad de los comunitarios, espacios para intercambiar y expresar las tradiciones, los elementos autóctonos de cada localidad.

Los movimientos populares hacen alianza con grupos tecno-urbanos que aportan los métodos educativos y el conocimiento de los procesos comunicativos, todo lo cual va conformando paulatinamente un cuerpo de teoría y de métodos prácticos sobre comunicación comunitaria, de la cula se deriva la popular, temática necesaria para analizar los procesos identitarios de una comunidad

Las principales fuentes teóricas de este enfoque son la Pedagogía del oprimido de Paulo Freire y la Escuela de Frankfurt (25) esta última comienza sus estudios en los años 20 y sus máximos representantes son Teodoro Adorno, Enzensberger, y Habermas.

En la educación liberadora de Freire se propone un esquema que enfatiza en el papel de la actividad del sujeto como vía para alcanzar niveles superiores de reflexión y acción.

Esta modalidad de la comunicación comunitaria es concebida como proceso de interacción social democrática, basada en el intercambio de signos, por medio del cual los seres humanos comparten voluntariamente experiencias bajo condiciones libres e igualitarias de acceso, diálogo y participación.

Las concepciones en que se sustenta esta perspectiva según las reflexiones de Freire son:

• La comunicación es entendida en su carácter democrático y por tanto, transformador.

• Es un proceso (el resultado alcanzado no es, por tanto, lo fundamental)

• Implica: diálogo, comunidad, horizontalidad

• El criterio de eficacia es la reflexión, la acción.

• La comunicación es siempre de doble vía, participativa y al servicio de las mayorías.

• De la retroalimentación, se pasa al concepto de PREALIMENTACIÓN:

Búsqueda inicial entre los destinatarios para que los mensajes los representen y reflejen. Es el punto de partida de toda acción comunicativa.

• La función del comunicador es recoger las experiencias de la comunidad, seleccionarlas, ordenarlas y devolverlas a los destinatarios, de tal modo que estos puedan hacerlas conscientes, analizarlas y reflexionar. (Colectivo de autores,2002,68)

Esta comunicación comunitaria parte de las formas cotidianas de comunicarse el pueblo y se centra en la educación y en la participación como alternativas de un modelo de gestión del conocimiento generado dentro de las comunidades campesinas y urbanas de América Latina, y que actualmente tiene un empleo más extensivo.

La comunicación popular se utiliza para gestionar soluciones alternativas de todo tipo en las comunidades y organizaciones populares, además de aumentar la conciencia política en las mismas. Tiene un amplio impacto en lo económico, político, social y, por ende, en lo cultural.

Dentro del proceso comunicativo lo popular siempre ha tenido una configuración especial, quizás porque en muchas ocasiones se ha confundido la comunicación popular con el carácter masivo de los medios de comunicación (radio prensa y televisión). Según esta acepción comunicación popular es lo opuesto a la comunicación masiva, aquella que utiliza los medios grupales, de elaboración artesanal y uso restringido, como un boletín de una organización de base, un periódico mural, una presentación de teatro callejero, la utilización de un video o diapograma en una sesión de trabajo en grupo y la radio comunitaria.

Una primera aproximación a la comunicación popular según los criterios de Carlos Núñez en su artículo: “Permiso para pensar” de la Revista América Libre, número 2 de abril-mayo de 1993, lleva a distanciarla de esta connotación tan difundida, que coloca en el centro de la problemática comunicacional a los medios.

El acento debe estar puesto en los procesos comunicativos que se dan en los espacios cotidianos de los sectores populares. Y define Núñez: como una posición activa, propositiva y no solo reactiva sino que son las estategias reales de comunicación del pueblo, de sus códigos, lenguajes, y significados que asume al igual que la educación popular el valor de lo personal, de lo subjetivo y lo intimo y lo sepa desarrollar y relacionar con lo grupal, lo colectivo, y lo masivo. (Núñez, 1993,53)

Desde esta óptica, los procesos de comunicación forman parte activa del complejo tejido de relaciones sociales y culturales que se han ido constituyendo históricamente. En ellos los sectores populares muestran, comparten y recrean las claves y códigos que les son propios, manifestándose allí aquellas profundas intuiciones vitales a través de las cuales van modelando los perfiles de su identidad.

Los procesos de comunicación expresan y constituyen esa identidad, porque son lazos de relación, espacios de encuentro, referencias comunes. En ellos se transparenta la memoria colectiva y la energía creadora; las rebeldías inmemoriales y los anhelos irrenunciables; la visión del mundo y de sí mismos; los saberes y las ignorancias, las fuerzas y las debilidades, las afirmaciones y las perspicacias. Los procesos de comunicación construyen identidad porque producen sentidos comunes desde el interior de dinámicas sociales, económicas, políticas y culturales más amplias. Por ello no es posible entenderlos de manera abstracta sino en la relación con el contexto histórico del que forman parte los sectores populares.

Una segunda aproximación a esta temática aparece en el artículo de Oscar Jara: “Los procesos de Comunicación Popular” en la Selección de Lecturas de Comunicación Social II.

esfuerzos intencionados que se impulsan al interior de esas prácticas comunicacionales populares con el fin de fortalecer el protagonismo social y político de los sujetos populares: con el propósito de dinamizar educativamente la capacidad crítica y creadora de la gente; de manera que se consoliden aquellos factores de identidad que permitan la liberación de aquellas potencialidades de las clases populares que han sido frenadas, deformadas, cooptadas y apropiadas por las clases y sectores dominantes, que han sido impregnadas de la lógica de la dominación. (Portal, 2002,80)

En el texto compilado por Raiza Portal Moreno también refiere que estos procesos de comunicación desde la base educativa buscan contribuir en la construcción de una alternativa popular y democrática de la sociedad y que se ubican dentro de las dinámicas de los movimientos sociales, reforzando sus capacidades organizativas y autogestionarias, sus capacidades de ejercer poder en los distintos espacios de la vida social.

Dentro de la comunicación popular el investigador Oscar Jara propone analizar las formas cotidianas de comunicación del pueblo que constituyen las manifestaciones que articulan el sentir, el vivir y el actuar de los sectores populares en lo cotidiano. Entiéndase cotidiano como lo que se adhiere al modo de vida del pueblo, a sus tiempos de consumo, tiempos libres, de labor y de reproducción de su fuerza de trabajo.

Algunas de esas formas manifiesta Jara en su artículo son:

-Los relatos o referencias a mitos y leyendas que expresan no una determinada cosmovisión, sino también una actitud de la gente ante la realidad. Son referencias simbólicas que circulan de forma oral y pasan de generación a generación construyendo el imaginario social que forma parte de la memoria colectiva de la gente, y expresan como el pueblo ha ido registrando su historia, esa que deriva en valores y normas de comportamiento.

-Transmisión de saber popular, referida a conocimientos adquiridos con base en el procesamiento constante de la experiencia empírica y transmitida directamente a cada generación. Los temas son casi inagotables; clima, geografía, historial local, zootecnia, producción de artesanías, carpintería, entre otros.

-Dichos y refranes, expresan una determina lógica y transmiten pautas morales de referencia colectiva. Su carácter simbólico permite recrear su contenido ante diferentes circunstancias, y en ocasiones son ejercicios de abstracción bajo conceptualizaciones propias.

-Festividades, tanto religiosas o no, en las que se ejercitan rituales que van sedimentando referencias comunes a los largo del tiempo. Los Carnavales que forman parte de las expresiones culturales de resistencia y de necesidad de ruptura con lo establecido.

-Ritmos, melodías y canciones, que generan una sintonía automática entre quienes los sienten propios y se convierten en lenguajes para expresarse y compartir.

-Los chistes, cuyos contenidos generalmente se basan en referencias sociales, políticas y morales más o menos explícitas. Circulan de país en país, sin ser transmitidos por ningún medio masivo y se van adaptando a situaciones locales, o nacionales.

-Las dramatizaciones colectivas espontáneas, que realiza la gente en las zonas rurales, o urbanas, como forma de defender sus intereses ante la presencia de una técnica, un funcionario del estado o el encuestador de una institución. (Jara, 2002,86)

Esta comunicación es un modelo antagónico al modelo de comunicación vigente. La comunicación alternativa y popular trata de rescatar y recuperar la cultura popular convirtiéndola en sujeto de información. En donde se busca la empatía, es decir la participación afectiva y por lo común emotiva de un sujeto en la realidad ajena que constituye uno de los más destacados factores en la comunicación devolviendo el papel protagónico a las personas.

El mensaje cualitativo crea nexos, conciencia, estimula la socialización, recrea, educa y entretiene, pero su función principal es la de recuperar la historia, y las tradiciones, y por consiguiente la identidad cultural de un individuo, comunidad o nación. Busca espacios para sentar su presencia, aportando conocimientos, elementos para elevar el nivel del lenguaje.

Para F. Ossandón está representa una realidad determinada. Es una alternativa propia, una práctica educativa, contraria a la marginación, y a la opresión. Toda comunicación popular es parte y representa un proyecto popular comunitario. Una alternativa que incluye “el derecho a pensar, a elaborar un decir y compartirlo con los demás”

La comunicación como la asume Paulo Freire logra la incorporación de las mediaciones sociales y culturales. Incorpora las subjetividades y permite una interacción simbólica propia de la matriz cultural. Reconoce la identidad cultural colectiva en el discurso de resistencia apropiándose de los nuevos cambios socio-culturales y las transiciones políticas. Hoy está vinculada precisamente en la formación del hombre nuevo, donde prevalezca la integridad y la autogestión con creatividad permanente.

Muchas de las reflexiones anteriores sobre comunicación e identidad no logran abarcar la temática de la identidad en su compleja integralidad por ello se propone analizar otros enfoques desde una perspectiva más amplia.

Desde que aparece como término en el siglo XV en nuestro idioma la identidad, ha sido muy un término muy tratado y polisémico, así lo expresó la investigadora Maida Acevo Rivera en conferencia impartida sobre identidad y políticas culturales en la Maestría en Desarrollo Cultural Comunitaria, Las Tunas, 2007.

En la actualidad aporta dos ideas básicas que tienen gran relevancia para cualquier investigador: la primera, es la que relaciona entre sí similitud y diferencia, y la segunda, son los rasgos identitarios.

El estudio toma como fundamento teórico el de las identidades sociales porque posibilita explicar, y comprender en profundidad la esencia del problema científico. En las reflexiones de Maritza García Alonso y Cristina Baeza en su libro Identidad cultural e investigación también se piensa sobre este aspecto.

… “más allá de las dos dimensiones directamente reconocibles de la identidad como concepto, a saber : la que se concibe como imagen o representación elaborada, cargada de “esencialismo” o congeladora de rasgos – en tanto fijados - ,(…); y, la que refiere una realidad empírica, es decir, la existencia de diferentes grupos coexistentes e interrelacionados bajo determinadas condiciones y a los que llamamos identidades fenoménicas, es posible y necesario percatarse también de que existe otra dimensión de función cognitiva. (…) Esa dimensión está dada por el hecho de que el concepto de identidad sirve para analizar con nuevo rigor los espacios socioculturales en cualquier nivel de resolución adoptable”.

En un colectivo interactúan diferentes individualidades que conforman ese grupo, en ocasiones sus diferencias y similitudes permiten caracterizarlos, es decir, describirlos, como una unidad, a partir de ahí se logra adquirir todo el conocimiento sobre esa comunidad. En estas ideas las autoras también enfatizan que

“…si para los grupos humanos, la conciencia de su sentido de pertenencia, su “mismidad” (…) les permite transformar de alguna manera el caos y dar forma a su mundo y entorno, creando significación y atribuyendo sentidos, entonces la función cognitiva – en la concepción de la identidad cultural – tiene por delante de velar esa configuración fenoménicamente existente de grupos (…) en su devenir, la autoconciencia, mundo de significados y sentidos, proyectos o propuestas, condiciones y situación real de esos grupos con sus proyectos en el andamiaje total del espacio sociocultural analizado, y la fuerza social que representan. Configuración y dinámica de reconfiguraciones de ese espacio, sin exclusiones”. (García y Baeza; 2002: 17)

Una vez más los integrantes de la sociedad tienen la función social de lograr con el trabajo y las relaciones sociales, que afianzan el sentido de pertenencia, y el reconocimiento, el desarrollo endógeno de sus comunidades: espacios culturales donde se construye el conocimiento y el ser humano impulsa proyectos para trasformar la realidad.

En el caso del modelo teórico para la identidad cultural de las autoras antes mencionadas García Alonso y Baeza Martín (1996: 11) refieren “como finalidad presentar un aparato conceptual-instrumental que permite interpretar la diversificada información obtenida en los distintos ámbitos de indagación en los cuales se intente desentrañar procesos interculturales característicos". La lectura y análisis de la fuente denota que la misma constituye una propuesta loable para hacer más objetiva la concepción del fenómeno estudiado.

En esencia, el modelo teórico de la identidad cultural de García y Baeza (1996) se estructura sobre la base relacional y funcional de seis componentes:

1. Sujeto de la cultura. 2. Otro significativo. 3. Sujeto de identidad.

4. Actividad identitaria. 5. Objetos de la cultura. 6. Objetos de identidad.

La relación y funcionalidad de los componentes anteriores, en torno al proceso de formación y desarrollo de la identidad cultural, se expresan a partir de la interacción comunicativa entre un sujeto de cultura (grupo humano, socialmente organizado en cualquier nivel de resolución sociológica, que se comporta como heredero, autor, actor y trasmisor de una cultura geográfica e históricamente condicionada) y el otro significativo (otro sujeto de cultura), que al actuar como alter en el proceso comunicacional y generar los procesos de diferenciación-identificación propicia el desarrollo de la actividad identitaria (un complejo proceso de acciones materiales y espirituales, que lleva a cabo el sujeto de cultura en el proceso de comunicación con otros sujetos de cultura).

La actividad identitaria conduce a la transformación del sujeto de cultura en sujeto de identidad (sujeto de cultura que, en el proceso de comunicación con el otro significativo, se ha diferenciado de éste y ha reconocido como sujeto actuante su identidad cultural), el cual se cimienta en los valores culturales que evidencian y definen su identidad.

Los valores se distinguen de los objetos de cultura (son todas las producciones materiales y espirituales que el sujeto de cultura elabora) y se denominan valores u objetos de identidad (son producciones materiales y espirituales del sujeto de identidad objetivadas). Por todos estos procesos, gracias a la influencia de la memoria histórica, se conserva el conjunto de valores culturales identitarios que refrendan, sustentan y estructuran la identidad.

Maritza García y Cristina Baeza aportan elementos esenciales que deben estudiarse dentro de este término al denominar

“un grupo social determinado o sujetos de la cultura, dentro de la identidad cultural y ésta como producción de respuestas, como heredero y trasmisor, actor y autor de su cultura, que se realiza en un contexto geográfico dado y como consecuencia del principio socio psicológico y antropológico de diferenciación-identificación en relación con otros grupos o sujetos, culturalmente definidos”. (García y Baeza: 2002, 110)

El estudio teórico del fenómeno de la identidad revela la amplitud cosmovisiva de su esencia y lo profundamente polémico que resulta su contenido. Estas cuestiones son evidentes a partir de la diversidad de posturas intelectuales y presupuestos que asumen y defienden los estudiosos del tema.

La identidad es diferenciación. Existe cuando un grupo humano se autodefine, pero a la vez es necesario que sea reconocido, como tal, por los demás. Es producto del devenir histórico y atraviesa distintas etapas; donde continuamente se están reproduciendo, situaciones que le permiten desarrollarse y enriquecerse o debilitarse e incluso desaparecer, entre las que se distinguen las formas cotidianas de comunicación que contribuyen en el reforzamiento del sentido de pertenencia, de los valores identitarios de una región.

La identidad presenta distintos niveles de concreción, que se reflejan en la vida cotidiana y en la cultura popular. Como fenómeno social permite la integración de grupos nacionales afines, a partir de la existencia de intereses culturales comunes, lo que hace posible la formación de identidades supranacionales

La identidad de un grupo no significa que todos sus miembros sean iguales, sino que se apropian de la diversidad, la heterogeneidad; aunque predomine lo común como regularidad. El individuo, no solo se reconoce como miembro de un grupo; sino que se percata de su cercanía con respecto a los demás miembros de su comunidad.

Este proceso se sustenta en la subjetividad humana y constituye un factor de objetivación práctico social de sus valores. Su estructura es dialéctica y compleja, en ella las formas superiores contienen o reflejan, de alguna manera, las inferiores. La misma parte de elementos simples como los ajuares domésticos, las vestimentas, los mitos, las leyendas, el lenguaje se manifiesta en la idiosincrasia, las costumbres, tradiciones y el sistema de valores. Marca la cultura popular y se expresa teóricamente en el pensamiento social y las creaciones artístico-literarias de una comunidad humana.

El tópico de la identidad ha sido tratado sobre todo por la emergencia de los movimientos sociales que han tomado por pretexto la identidad de un grupo (étnico, regional, y nacional.) o de una categoría social (movimientos feministas, por ejemplo) para cuestionar una relación de dominación o reivindicar una autonomía. En diferentes puntos del planeta, los movimientos de minorías étnicas o lingüísticas han suscitado interrogaciones e investigaciones sobre la persistencia y el desarrollo de las identidades culturales.

Algunos de estos movimientos son muy antiguos (los kurdos). Pero sólo han llegado a imponerse en el campo de la problemática de las ciencias sociales y humanísticas en cierto momento de su dinamismo que coincide, por cierto, con la crisis del Estado-nación y de su soberanía atacada simultáneamente desde arriba (el poder de las firmas multinacionales y la dominación hegemónica de las grandes potencias) y desde abajo (las reivindicaciones regionalistas y los particularismos culturales) (Lapierre: 1984, 197).

Las nuevas problemáticas introducidas por la dialéctica entre globalización y neolocalismos, así como por la transnacionalización de las franjas fronterizas y, sobre todo, por los grandes flujos migratorios del mundo subdesarrollado que hoy subyacen en el corazón de las naciones desarrolladas, lejos de haber cancelado o desplazado el paradigma de la identidad, contribuyen a reforzar su pertinencia y operacionalidad como instrumento de análisis teórico y empírico.

Los estudios teóricos de identidad en América Latina demuestran la preocupación constante de los intelectuales de esa región del planeta, así se destaca el filósofo mexicano Leopoldo Zea; mientras que en Cuba cobran fuerza desde la década de los 90, especialistas de distintas disciplinas que unieron sus esfuerzos para enfrentar el tema desde un punto de vista transdiciplinar, en este sentido el Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello ha ocupado un lugar de avanzada.

La profesora Alina del Pilar Mora Sánchez, profesora instructora de Filosofía de la Facultad de Ciencias Médicas Julio Trigo López, Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana, realizó un material donde propone un acercamiento a los disímiles estudios que en Cuba se han realizado hasta el momento por especialistas en el tema sobre el concepto de identidad.

“En la actualidad la globalización neoliberal y el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación marcan las problemáticas esenciales que conducen a una enajenación despersonalizante en que se han internacionalizado gustos, costumbres, y valores. Donde se reniega a lo autóctono, al lenguaje propio de las culturas para asumir otros”.

La profesora de la Universidad de La Habana Dra. Isabel Monal se refiere al concepto como ”conjunto amorfo, extenso y complejo que constituyen las variadísimas creaciones socioculturales de los pueblos y comunidades, con su carga de valores, costumbres, maneras de vida, creaciones artísticas y literarias elaboradas”...ello implica acercarse al problema teniendo en cuenta su complejidad y su amplitud, lo que es posible en la medida en que cultura y valores sean presentados en sus relaciones múltiples, y en que no se limiten a una visión concreta y precisa donde no se puedan manifestar las interdependencias.

Es un fenómeno complejo, que encierra tendencias ocultas, tiene momentos de continuidad y permanencia, que deben estudiarse desde una visión interdisciplinaria que implique una cooperación simple en la que cada disciplina mantiene sus conceptos y una cooperación orgánica fecunda que produciría conocimientos y categorías.

Entre las limitaciones encontradas en el estudio de la investigadora resaltan la inseguridad epistemológica que incluye no ver las contradicciones, problemas, y dificultades que encierra, a causa de su objeto de estudio impreciso y complejo. En este sentido cabe se puede preguntar ¿por qué un conjunto amorfo, si están bien definidas las identidades en cada una de las comunidades, pueblos o naciones? A pesar de las múltiples miradas que encierra esta definición no se puede pasar por alto el aporte innegable al reconocer los elementos autóctonos de un grupo, sus mitos, costumbres y modos de vida.

Cada individuo que nace en una sociedad determinada, con una cultura determinada, en ella se forma como sujeto capaz de relacionarse con los demás de intercambiar no solo sus experiencias sino también su cultura, sus sentimientos, costumbres, mitos, tradiciones, esas que identifican a una comunidad en su cotidianidad.

La identidad no es una esencia inmutable, sino construcción cultural e histórica que cambia, a través del tiempo, en la cual la comunicación se disemina en todos los espacios, y nunca va ha estar atrapada en la verticalidad, ni es absoluta. La comunicación popular se adhiere al modo de vida del pueblo, de una comunidad dada, a sus tiempos de consumo, tiempos libres y de labor. La comunicación popular debe apostar por la transformación social.


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