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ESTRATEGIA EDUCATIVA PARA EL DESARROLLO DE LAS HABILIDADES PROFESIONALES DESDE LAS PRÁCTICAS PREPROFESIONALES EN LA ESPECIALIDAD CONTABILIDAD

Aleida Llanes Montes



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1.2.1 Consideraciones teóricas acerca de las habilidades profesionales

En la actualidad, se hace énfasis en la formación y desarrollo de habilidades profesionales. Una definición de este tipo particular de habilidad es ofrecida por Miaris (1982) el que plantea que es “... la disposición a efectuar la acción o el conjunto de acciones productivas de una manera consciente, utilizando correctamente, en situaciones dadas, los métodos oportunos de su realización, logrando adecuados resultados cualitativos y cuantitativos en el trabajo.” (Miaris, A., 1982, p. 66)

Es decir, no es sólo la disposición hacia la acción física que se debe realizar en el proceso productivo, sino hacia lo intelectual también, a partir de la disposición a realizar tareas de determinado puesto de trabajo, encontrar la forma más efectiva para resolverlas, con el ahorro de recursos y el cuidado del entorno laboral, planificarlas anticipadamente y ejecutarlas con exactitud.

En opinión de Márquez (1990) “... son aquellas que garantizan el éxito en la ejecución de la actividad de la profesión y la solución de los más diversos problemas de esa especialidad.” (Márquez, A., 1990, p.18)

En esta definición se destaca la importancia de las habilidades profesionales para lograr un buen desarrollo de las tareas de los puestos de trabajo y la solución de los problemas que se presenten, por lo que se deduce que son aquellas que tienen como base los problemas profesionales de una especialidad determinada, que se reflejan en el perfil ocupacional o el modelo del profesional.

Mestre ( 1995) las define como: “Habilidades previstas en el contenido del proceso docente educativo que se corresponden con los modos de actuación del profesional dado y han de tener un nivel de sistematización tal que, una vez apropiado de ellas, le será posible al estudiante enfrentar y dar solución a múltiples problemas profesionales.” (Mestre, U., 1995, p.21).

Se reconocen como formas de asimilación de la actividad profesional a desarrollar por el sujeto, en correspondencia con las condiciones y los fines perseguidos por él, resultado de la sistematización de la acción subordinada a un fin consciente (para una profesión) y realizada a través de las operaciones como componente ejecutor.

Para Fuentes (1996) constituyen “... el contenido lógico de las acciones que realiza el profesional al interactuar con los objetos de la profesión.” (Fuentes, H., 1996, p.48).

Se identifican como aquellas acciones que se realizan durante la ejecución de la actividad en el puesto de trabajo, es decir, responden a un objetivo; pero además, tienen implícito un sistema operacional que se cumple en un orden lógico y, por lo tanto, en correspondencia con normas y regulaciones que rigen la profesión.

Al analizar cada definición puede observarse que, de forma general, los autores coinciden en que este tipo de actividad se corresponde con los modos de actuación del profesional, reflejados en el perfil ocupacional o modelo del profesional, por lo que garantizan la solución de los problemas profesionales de las diferentes especialidades.

La autora de la presente investigación asume la definición de Mestre (1995), porque considera que el mismo la concibe como parte del contenido, componente del proceso docente educativo, asumido por la autora como Proceso Pedagógico Profesional, y en correspondencia con los modos de actuación que exige el perfil ocupacional del egresado, además de que se analiza como el resultado de la sistematización de las acciones subordinadas a un fin consciente (para una profesión), realizadas a través de las operaciones como componente ejecutor.

El desarrollo de habilidades constituye una problemática bastante generalizada, a pesar de que varios investigadores de la temática han dado las vías para resolver esta dificultad. El desarrollo de la habilidad comienza “... cuando una vez adquiridos los modos de actuación, se ejercita la habilidad en formación, en la cantidad necesaria y con la frecuencia adecuada, de forma tal que cada vez sea más fácil de reproducir.” (Fiallo, J., 2001, p.80).

Al respecto Álvarez (1990) plantea como requisitos importantes para el desarrollo de habilidades: la ejercitación, la determinación de las habilidades a desarrollar en correspondencia con el diagnóstico y el tránsito de los estudiantes por diferentes niveles de dificultad y complejidad.” (Álvarez, R., 1990, p. 27.) Su metodología para el desarrollo de habilidades contempla tres fases: “”orientación del alumno, desarrollo del ejercicio y control de la actividad”” (Álvarez, R.,, 1990, p. ¨28)

Estas fases pueden materializarse en la práctica debido a que cada habilidad incluye las operaciones que permiten al alumno orientarse con relación a las condiciones bajo las cuales transcurre la actividad, así como los procedimientos a emplear en función de los objetivos a alcanzar (componente orientador). A su vez incluye operaciones destinadas a realizar esos procedimientos en función de los objetivos perseguidos (componente ejecutor) y comprobar la puesta en práctica del sistema operacional de forma adecuada y los resultados obtenidos (componente de control).

Por su parte, Zilberstein (1998) considera que el docente, para poder dirigir científicamente el proceso de formación de las habilidades durante la actividad, debe conocer sus componentes funcionales (las acciones y operaciones que realizará el estudiante), las que estructurará de modo que: se repita un mismo tipo de acción (que sean suficientes), impliquen diferentes modos de actuar (que sean variadas) y estén en función del desarrollo de los alumnos (que sean diferenciadas).” (Zilberstein, J., 1998, p.4).

Es importante que el estudiante conozca las acciones y operaciones que realizará, para que asuma la tarea con responsabilidad y esté consciente del resultado que tiene que alcanzar, así como del procedimiento que seguirá hasta lograrlo, de modo que se sienta implicado, seguro y motivado con el trabajo, y sea capaz de realizar un autocontrol sobre cada paso que ejecuta y de autovalorarse en el desempeño de su rol profesional.

Es por ello que el estudiante tiene que conocer las acciones a realizar para el registro y control de todos los hechos económicos, de lo contrario no podrá realizar la actividad si no dispone de manera consciente de una orientación con este fin; no se puede olvidar que “... el desarrollo se produce, según Vigotsky, citado por Rodríguez, M. (2000), debido a dos factores fundamentales: la actividad y la orientación.” (Rodríguez, M., 2000, p.31).

Para el desarrollo de habilidades en el proceso pedagógico profesional es necesario organizar las tareas para el trabajo independiente de los estudiantes por los diferentes puestos de trabajo en un sistema coherente; tareas en las que estén presentes: objetivos, conocimientos a asimilar, habilidades a desarrollar, valores a reforzar, métodos o modos en que se llevará a cabo la acción y la evaluación, que posibilita comprobar si se ejecutan correctamente o no.

La autora considera necesario profundizar en algunos aspectos, en primer lugar: el diagnóstico, donde se hace necesario partir del análisis del concepto de zona de desarrollo próximo de L. S. Vigostki (1987): “... la diferencia entre el nivel de desarrollo actual y el nivel de desarrollo potencial, determinado mediante la resolución de problemas con la guía o colaboración de adultos o compañeros más capaces. “ (Vigotsky, L. S., 1987, p. 35).

En este se ofrece una concepción de avanzada, fundamental para comprender cómo trabajar con las diferencias individuales de los alumnos, bajo la orientación del profesor u otra persona capacitada, y la necesidad de organizar un Proceso Pedagógico Profesional donde se tenga en cuenta su exploración (diagnóstico), de modo que se conciba con un enfoque científico que permita trazar una estrategia de trabajo en la que se ofrezca, oportunamente, la ayuda que el educando requiera para avanzar, y en esto juega un papel importante la estructura de la habilidad y los conocimientos que dominan los estudiantes hasta ese momento, así como las limitaciones, potencialidades, aspiraciones, necesidades de aprendizaje y expectativas que tienen para enfrentar el aprendizaje de la nueva asignatura y crecer como personas.

En el caso específico de la práctica preprofesional, es necesario también explorar las características de las entidades laborales donde se ubicará a los estudiantes, así como las necesidades actuales y perspectivas de desarrollo empresarial en el territorio y la preparación de los tutores.

La orientación es esencial para lograr una dirección eficiente del desarrollo de habilidades profesionales; se requiere garantizar que sea general, clara y precisa de las acciones a realizar, de forma tal que el estudiante tenga una base orientadora de la acción independiente, completa y generalizada.

Con una adecuada orientación, ejecución y evaluación, los conocimientos prácticos sobre las condiciones de la acción pueden ser adquiridos por el estudiante individualmente, mediante la utilización de la documentación técnica, la observación directa en los puestos de trabajo y la consulta bibliográfica, especialmente a los catálogos y revistas donde aparecen las instrucciones sobre el modo de empleo de las nuevas tecnologías y materiales.

La esfera motivacional es la que moviliza, orienta y sostiene a la persona en su actuación, por su parte lo cognitivo instrumental corresponde a los conocimientos que posee la persona, el autoconocimiento de sí mismo y las ejecuciones de su actuación personal (hábitos, habilidades y capacidades), lo cual indica que para lograr un desarrollo adecuado de las habilidades profesionales el estudiante debe estar motivado por la actividad que realiza.


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