BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

RECUERDOS NO OLVIDADOS. MEMORIAS Y TESTIMONIOS PERIODÍSTICOS

Raúl Quintana Pérez




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LOS PRIMEROS DE RR

Orestes Valera y Ricardo Martínez fueron los primeros locutores de la radio Rebelde, en Alto de Conrado, próximo al campamento del Che, en Pata de la Mesa. Por ello el testimonio de ambos es de gran valor a los efectos de estos recuerdos no olvidados.

Años después de aquel episodio, a nuestra solicitud, Orestes rememora:

"Nosotros recordamos, recordamos después del llamamiento que se hizo desde la Sierra Maestra, invitando a los periodistas cubanos a visitar la zona de operaciones, que constituyó para nosotros una gran alegría recibir al primer periodista cubano que se atrevió a destruir la prohibición que la tiranía había impuesto a los compañeros de la prensa, tratando de impedirles el acceso a la Sierra Maestra. Pocos días después de la primera transmisión de Radio Rebelde, vimos llegar al compañero Quintana, primer periodista cubano, de extraordinario prestigio y ampliamente conocido en nuestro sector por su larga trayectoria en el periodismo, que se había arriesgado, por decirlo así, llegar hasta la Sierra Maestra con la perspectiva de informar al pueblo, rompiendo la censura que imponía la tiranía a los medios masivos de comunicación y brindar una idea sobre la situación del Ejército Rebelde en la Sierra Maestra. Repito que fue una gran satisfacción el encuentro con él, que recordamos llegó acompañado del entonces director de Radio Rebelde, Luís Orlando Rodríguez y permaneció varios días con nosotros. Y si mal no recuerdo, con la disposición de ayudar a la redacción de algunos materiales para transmitir desde nuestra emisora".

Ricardo interviene:

"La visita del compañero Quintana a la Sierra, según yo lo recuerdo, tuvo además de los aspectos señalados por Orestes, otro significado muy interesante, tomando en cuenta las condiciones en que nos encontrábamos allí. Nosotros, tanto Orestes como yo, procedíamos de La Habana. Habíamos trabajado precisamente en el mismo sector radial en que laboraba Quintana en esos momentos, y aunque no nos conocíamos de entonces, en aquellos días surgió una cordial y sincera amistad entre nosotros. Y además, recibimos con todo ese interés de conocer de boca de é, noticias relacionadas con la capital, de donde habíamos salido hacia la Sierra; y Quintana nos suministró toda aquella información relacionada con el desarrollo de la lucha clandestina en la ciudad y el ambiente revolucionario que existía en las zonas urbanas. Ello nos sirvió de gran estímulo, pues en la soledad de las montañas, lejos de toda comunicación con la población, después de muchos meses en la Sierra, su información resultó realmente importante para nosotros".

Orestes agrega:

"Es por eso precisamente que destaco la alegría que nos proporcionó la presencia de Quintana en la Radio Rebelde. Y es que nosotros habíamos recibido a otros periodistas, pero extranjeros todos. Increíblemente a la Sierra habían llegado numerosos periodistas de distintos órganos de prensa, de diferentes continentes, pero no había llegado todavía, como periodista propiamente, ningún cubano".

En relación con la edición de "El Cubano Libre", otra de las tareas encomendadas por el Che a los que trabajaban en la emisora, Orestes recuerda:

"Ya El Cubano Libre se venía editando desde hacía algunos meses. Ricardo y yo nos hicimos cargo de esa tarea conjuntamente con las transmisiones de Radio Rebelde, a partir de febrero del 58. Allí disponíamos, tanto para preparar la programación de la radio, como para la trascripción de los materiales, de una vieja, realmente viejísima, máquina de escribir, pero que funcionaba maravillosamente. Este periódico, cuyo acceso a las masas era muy limitado, por su difícil distribución en el llano, resultaba un complemento de la Radio Rebelde, aunque las informaciones principales, y sobre todo las relacionadas con las acciones militares y otros artículos y comentarios escritos por el Che y otros compañeros, se transmitían a través de la emisora. Sin embargo en El Cubano Libre aparecían distintas secciones, muy variadas, que de verdad hacían agradable su lectura. Solo contaba con algunas páginas, y aún en aquellos tiempos iniciales, las transmisiones eran muy limitadas, pues no pasaban de 15 o 20 minutos. Y en el periódico se podían acumular más materiales y hasta dibujos y caricaturas que confeccionaba Eduardo, viejo aficionada a la pintura, pese a que la tirada la hacíamos en un rudimentario mimeógrafo. El Che le pedía a veces a Ricardo filigranas, a veces bastante complejas y difíciles, porque carecíamos de los materiales indispensables. Yo creo que Ricardo podría hablarnos algo sobre esto, que creo es interesante y muy poco conocido"

Ricardo relata al respecto:

"Lo que más recuerdo de esa etapa son los dibujos que hacer para el periódico, lo cual se lograba perforando los esténciles, pero un día al Che se le ocurrió cambiar determinados aspectos del formato de El Cubano Libre. Éste quería que fuera lo más parecido posible al que editaron los mambises en el siglo pasado, y no sé como lo obtuvo, pero trajo de algún museo un ejemplar de la edición mambisa original y me lo entregó. Yo traté, basándome en el titular de ese ejemplar de cumplir la difícil misión, pues además El Cubano Libre Mambí era de mucha más calidad que el nuestro, incluso tirado en imprenta. No creo que quedó del todo bien, pero se logró el objetivo con el Escudo de Cuba y la consigna Libertad o Muerte, en lugar de Independencia o Muerte, que era el lema del periódico de 1868. Esto es algo que no se había referido nunca. Por otro lado, hay que destacar la permanente preocupación del Comandante Guevara porque no fallaran las transmisiones de radio, ni faltara el papel, tinta y otros materiales para imprimir nuestro diario. Todo ello tenía que transportarse a través de las líneas enemigas, luego de obtenerlos en las ciudades más próximas a la Sierra.

Ya en plan de rememorar a la distancia de más de un cuarto de siglo, Ricardo se refiere a un episodio curioso relacionado con el Che:

"Realmente hay muchas anécdotas que tienen que ver con las relaciones que nosotros sostuvimos con el Che. Ya decía de su constante preocupación por todo lo relacionado con la propaganda de las ideas revolucionarias y la lucha guerrillera. Pero ahora recuerdo algo que relato por primera vez. Che poseía una pipa que nunca utilizaba para fumar. El tenía otra para esos fines. Esa pipa la llevaba siempre encima como una especie de souvenir. Pero un día me confió una nueva tarea; que grabara en la pipa, con una cuchilla, el nombre de cada donde se había desarrollado un combate, o una emboscada, en la cual él hubiera participado. Así lo hice durante meses. Pero llegó el momento en que tuve que decirle; mire Che, es que ya no hay espacio donde poner un nombre más…."

- ¿Y se conoce a donde fue a parar esa pipa? - pregunté.

"Realmente no lo sé…Incluso después que nosotros nos separamos del Che, cuando la emisora se trasladó hacia la Comandancia de Fidel, en La Plata, no tuvimos más relación con él. Si me consta que Che la guardaba con gran cariño, no sé por qué razón. Ojalá aparezca algún día, pues es realmente una pieza de museo."

Ricardo señala un hecho histórico:

- La primera vez que el Comandante en Jefe visitó la Radio Rebelde es a raíz del revés de la huelga de abril de 1958. A los pocos días llegó Fidel a la emisora, cuando se encontraba con nosotros el periodista argentino Ricardo Massetti, que hizo sendas entrevistas a Fidel y al Che. El motivo de la visita era brindar una información dirigida a nuestro pueblo con el objetivo de explicar de las últimas acciones victoriosas de nuestras tropas y tratar de levantar el ánimo de la población luego del fracaso de la huelga y la sangrienta represión desatada por las fuerzas represivas del régimen.

Surge entonces por nuestra parte una pregunta:

- Ustedes, además de sus funciones como los primeros locutores de la Radio Rebelde, según se recoge en el libro de Ricardo sobre la historia de la emisora insurreccional, participaron en acciones de la guerrilla. Pero ello, ¿fue antes o después de salir al aire la emisora?

- Inicialmente cuando Orestes y yo nos incorporamos a la Columna 1, en 1957, ni remotamente podíamos pensar en emisoras de radio en aquellas condiciones, en que la guerrilla estaba en desarrollo e incluso no teníamos un campamento fijo para pernoctar, como lo tuvimos después. Estábamos en constante movimiento, en la fase nómada de la guerrilla, como decía el Che. En esa época éramos combatientes guerrilleros y participamos en distintos combates y pasamos por todo el rigor de la lucha. Al siguiente año, cuando se crearon las condiciones y Eduardo Fernández trajo la emisora, se nos sacó de la guerrilla para trabajar en la misma dada nuestra experiencia como locutores. Pero esto no implicaba que cambiáramos de condición. No pasábamos de un tipo de guerrillero a otro. Seguíamos siendo combatientes, y posteriormente tuvimos que seguir participando en los combates, pero ya en funciones de locutores; demandar de los soldados de la tiranía su rendición y hablarles de su difícil situación cuando estaban cercados por las tropas rebeldes. Pero nunca pensamos que era una condición distinta y seguíamos siendo combatientes guerrilleros.

Orestes Valera, recuerda:

- Por aquellos días anteriores a la huelga de abril, Fidel emplazó a través de Radio Rebelde a la prensa nacional para que concurriese, por medio de sus representantes, al escenario de la lucha en la Sierra Maestra, como lo hacían los periodistas extranjeros. Por supuesto, el régimen negó la autorización a la prensa cubana para visitar el campo de operaciones y conocer la actitud del Movimiento 26 de Julio.

Ese llamamiento estaba contenido en un editorial de Radio Rebelde, que expresaba:

- Venid periodistas cubanos a los campamentos de la Revolución y veréis a un Ejército Rebelde y a una población civil de millares de almas, recibir los beneficios del régimen democrático de derecho, justicia y libertad. Y como normas jurídicas, penales y civiles, tutelan la conducta en las regiones ocupadas. Y que la urgencia de la tarea militar no impide al combatiente cuidar la función civil, como meta del esfuerzo revolucionario. Y junto a la Revolución, esperanza de la patria, también veréis, en el espectáculo mismo de la Sierra, el luto y la ruina, la represión y el crimen, como huellas ominosas e imborrables que, en las familias y hogares campesinos, deja la impiadosa tiranía.

Por aquella fecha, estando yo aún en La Mesa, arribó una joven campesina, agraciada, menuda, despierta, con gran disposición para cooperar en lo que hiciera falta. Procedía de la zona de Sevilla Arriba, en Niquero. Era Olga Guevara.

Como ella misma rememora:

- Nosotros vivíamos en una zona de los alrededores de donde se produjo el desembarco del Granma. A mi hermano, después del desembarco, lo hicieron prisionero y lo torturaron durante siete días. Después lo asesinaron junto con otros 32 campesinos. Enterrados todos juntos casi a flor de tierra, sus cuerpos fueron devorados por los perros jíbaros. Cuando asesinaron a mi hermano, uno que se salvó, me dijo que saliera de allí, porque me habían delatado. Inmediatamente salí para Palma Soriano y allí estuve trabajando con el Movimiento hasta que se decidió mi traslado a la Sierra.

Olga, quien pronto conquistó el grado de primer teniente por su ejemplar actitud y espíritu combativo fungió primero como cocinera en La Mesa, maestro de los rebeldes, locutora de Radio Rebelde y siempre abnegada guerrillera. La recuerdo con gran admiración, aunque nunca volví a verla


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