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ANÁLISIS DE SENSIBILIDAD DE LOS DETERMINANTES DEL TIPO DE CAMBIO PESO MEXICANO - DÓLAR ESTADOUNIDENSE

Arturo Morales Castro




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III.2.2 Análisis del tipo de cambio Fix, 1986-2000

De 1986 a 1988, que corresponde al cierre del sexenio del presidente Miguel de la Madrid Hurtado, observamos lo siguiente.

Después de la nacionalización de la banca y de las devaluaciones que dejaron al tipo de cambio en $150.00 pesos por dólar, con una fuerte deuda externa y sin crédito del exterior, el país se encontraba en plena crisis. Esa fue la herencia que dejó el presidente José López Portillo. En 1983 la crisis se recrudeció. Ese año, el PIB cayó a -4.2% a raíz de las devaluaciones. El efecto casi inmediato que se produjo fue el cambio de un déficit a un superávit en la balanza comercial de 6,793 millones de dólares, durante el 1982, con López Portillo, que llegó a 13, 761 millones de dólares, en 1983, con Miguel de la Madrid, a pesar de combinarse con una disminución del precio del barril del petróleo en el ámbito internacional en marzo de ese mismo año.

A finales de 1982, el gobierno de Miguel de la Madrid estableció un tipo de cambio flotante para manejar el valor de los llamados mexdólares a pesos. Los mexdólares –que iniciaron al final del gobierno de López Portillo– eran las cuentas en dólares abiertas en los bancos nacionales, a las cuales se aplicó un tipo de cambio especial para su conversión a pesos (los retiros de esas cuentas se pagaban en pesos y no en dólares). Además, se utilizó el tipo de cambio “controlado” flotante, que comenzó a operar en $95.10 por dólar y sirvió para pagar importaciones y amortización de deuda. Asimismo, se implementó un tercer tipo de cambio, el “libre”, que cotizó en 150.00 por dólar.

En esos tiempos el país estaba fuertemente endeudado, por lo que se inició un periodo de renegociación para sanear las finanzas. Esta etapa cubrió tres procesos: crisis de liquidez, estrategia a mediano plazo y segunda crisis y negociaciones entre 1986-1987.

En 1984, con las medidas tomadas por el presidente, el país presentó un crecimiento de 3.6%. No obstante, la inflación, aunque disminuyó de 80.8% en 1983 a un nivel de 59.2%, continúa en niveles altos: el tipo de cambio se devalúa 41.2% (de acuerdo con la teoría de la paridad del poder de compra) en ese año. El gobierno, aunque con dificultades, empezaba a salir de la profunda crisis de 1982 y 1983. El mejoramiento económico de este año se debió a la recuperación de la inversión, al consumo, a las condiciones financieras de las empresas y a la demanda externa.

En 1985, continuó creciendo le economía a un ritmo del 2.6%, observando una recuperación en el primer semestre, pero disminuyendo en el segundo, debido a la falta de crédito y los aumentos de los precios de productos y servicios importados. La inflación repuntó a un nivel de 63.7%, arrastrando al peso a devaluarse en 113.6%. Además, disminuyeron las reservas internacionales en -2,328 millones de dólares.

Lo anterior se refleja en todas las cotizaciones que presentó el tipo de cambio fix durante el periodo 1986-1988, y se puede apreciar en el gráfico 3.1.

Es importante mencionar en este periodo las crisis de 1986 y 1987. En 1986, la economía cayó en otra recesión y el PIB descendió a -3.8%; la inflación se incrementó a 105.6%: el gobierno se vio obligado a devaluar la moneda en 104.9%, lo cual se reflejó de inmediato en la inflación al consumidor.

Durante 1987, se logró un crecimiento de 1.7%. La inflación se elevó a niveles estratósfericos en 159.2%. Entonces, el gobierno devaluó la moneda en 159.8%, trasladando una vez más el efecto total de la inflación. En ese mismo año, el 19 de octubre, se dio una fuerte caída en la Bolsa de Valores de Nueva York, el índice industrial Dow Jones de Wall Street se hundió 24.77%, efecto que provocó una depreciación en el ámbito mundial de 700 millones de dólares. Por consiguiente, la Bolsa de Valores de México también se afectó, provocando que las condiciones económicas de México en ese año empeoraran.

En el ámbito interno, el líder sindical Fidel Velázquez demandó la indexación de los salarios a la inflación. Por aceptarlo, el gobierno de Miguel de la Madrid preparó una estrategia para detener la crisis e implementó un plan de choque, que fue anunciado el 15 de diciembre de 1987, el Pacto de Solidaridad Económica (PSE)34

En 1988, debido a factores externos y a las medidas implementadas por el gobierno, la economía prosperó en forma muy modesta, alcanzando el 1.4%. Pero el gran mérito es haber disminuido la inflación a 51.7%, es decir, a la tercera parte del año anterior. Así, el gobierno logró frenar un poco el avance de la hiperinflación. El tipo de cambio se revaluó, disminuyendo en -4.6%, lo que constituyó una de las anclas para lograr el control de la inflación. Y el tipo de cambio se congeló, a partir de marzo, en 2,281.00 por dólar.

De 1988 a 1994 –sexenio de CSG–, observamos lo siguiente:

En el primer año de gobierno, se logró un crecimiento de 3.1%, producto del trabajo realizado en materia económica el año anterior. Dicho crecimiento se combinó con una reducción de la inflación a un nivel de 19.7%, contra el 51.7% de 1988. El tipo de cambio se devaluó en 17.5%. A partir de ese año, se presentó un déficit en la balanza comercial de 2,596 millones de dólares (m.d.d.), y la cuenta corriente fue de 5,821 m.d.d. No obstante, la cuenta de capitales presentó un superávit de 3,176 m.d.d. –después de dos años en que presentó déficit–. Esta situación confirmó el regreso de la confianza de inversiones en México.

En 1990, creció la economía de México 5.1%; pero la inflación ascendió 29.9%, 10 puntos porcentuales arriba del año anterior. La devaluación fue de 11.4%. En este sexenio, se usó el tipo de cambio como ancla para disminuir la inflación, el esquema cambiario fue el de un deslizamiento diario previamente determinado.

En 1990, la balanza comercial fue deficitaria en -4,434 millones de dólares (m.d.d), mientras en el año anterior había sido negativa, en -2,596 m.d.d.

La cuenta corriente en 1990 fue de -7,430 m.d.d., contra la de 1989, -5,821 m.d.d. Pero la cuenta de capitales tuvo un superávit de 8,162 m.d.d.; la de1989 fue de 3,176 m.d.d. Asimismo, las reservas internacionales se incrementaron de 6,860 m.d.d., en el año anterior, a 10,168 m.d.d.

Durante 1990, el ingreso externo de capitales fue positivo, sin embargo, no se esperaba que llegara un nivel de inversiones tan alto y rápido. Ante lo cual, el Banco de México trató de esterilizar la entrada de divisas: por cada dólar que ingresaba al país. El Banco Central tenía que aportar a la economía el equivalente en pesos. Con esto, ingresaba una cantidad equivalente en pesos inferior al 10%, evitando un exceso de circulante en la economía –una cantidad inferior al 100% equivalente–. A pesar de este mecanismo, la liquidez en la economía creció en mayor proporción a la esperada, lo que se tradujo en un aumento de la demanda de bienes y servicios, dando por resultado un fuerte ascenso en la inflación.

El gobierno salinista redobló esfuerzos y reorientó su plan de gobierno hacia la baja inflacionaria. Así, en 1991, la inflación bajó en forma importante, llegando a un nivel de 18.8%. Combinado con un crecimiento moderado del PIB en 4.2%, el tipo de cambio tan sólo se devaluó 4.3%.

El régimen cambiario continuó siendo de un deslizamiento previamente establecido, y el tipo de cambio siguió usándose como ancla, con el objetivo de disminuir la inflación. Sin embargo, la balanza comercial creció más. En 1991, se incrementaron el déficit a -1,330 m.d.d., y el de cuenta corriente a –14,160 m.d.d. Por otro lado, también siguió avanzando el ingreso de capitales, obteniéndose un superávit en la cuenta de capitales de 24,934 m.d.d., por lo que ésta continuó subsidiando a la cuenta corriente.

En 1992, se redujo el crecimiento a 3.6%. Esto contribuyó a un mejoramiento en el abatimiento de la inflación, que disminuyó nuevamente, llegando a un nivel de 11.9%. Asimismo, la política cambiaria devaluó al peso en sólo 1.2%.

El régimen cambiario continuaba siendo de un desliz predeterminado, pero reduciéndose significativamente respecto de los años anteriores. La balanza comercial siguió deteriorándose y el déficit fue de -20,677 m.d.d., acompañado del déficit en cuenta corriente de -22,624 m.d.d. No obstante, la cuenta de capitales presentó superávit de 26,573 m.d.d., suficiente para soportar la cuenta corriente. Y las reservas internacionales llegaron a los 18,554 m.d.d.

En 1993, la economía perdió dinamismo y el Producto Interno Bruto (PIB) se incrementó tan sólo 2.0%. Esto, en parte, fue causado por el gobierno para lograr la tan ansiada inflación de un dígito, que se logró en este año. La inflación al consumidor fue de 8.0%, soportada por una política cambiaria, en la cual el tipo de cambio se revalúo en 0.1%.

Al desacelerarse la economía, el déficit en la balanza comercial se redujo en 5 m.d.d. respecto de 1992, éste llegó en 1993 a -18,891 m.d.d. A su vez, el déficit de la cuenta corriente también tuvo una ligera reducción de -20,407 m.d.d. Por su parte, la cuenta de capitales registró un superávit de 32,488 m.d.d.

Las bajas tasas de inflación permitieron que durante varios años hubiera descenso en las de interés –lo que abarató el crédito–; además, por la entrada constante de capital al país, facilitaron la disponibilidad de recursos para otorgar créditos (sin embargo, los bancos dieron crédito en forma indiscriminada). En esos años, subieron las compras de toda clase de bienes, se dieron muchos créditos hipotecarios para adquirir autos, etcétera. Todo esto fue posible gracias a que el horizonte de planeación tanto de empresas como de particulares se realizó a tasas de interés accesibles derivadas de la reducción en la inflación.

La inversión extranjera que llegó a México en ese año –1993– comprendió 22,118 m.d.d. Pero el 80% era de cartera, es decir, de corto plazo; se podía ir en cualquier momento, dejando vulnerable la economía. Recordemos que la cuenta corriente con respecto del PIB se encontraba en una relación de 5.1%, lo que representaba un indicador preventivo en la economía nacional.

El 1 de enero de 1994 entró en vigor el TLC entre México, Canadá y EE.UU., al mismo tiempo, se dio a conocer el movimiento guerrillero del EZLN en Chiapas.

En ese año, el PIB creció 4.4%; la inflación fue de 7.1% (inferior a la de 1993); el tipo de cambio controlado llegó a 3.4386 al 30 de noviembre de 1994 –hasta esta fecha la devaluación fue de 10.7%–. Asimismo, en este lapso, el déficit comercial fue el más alto, alcanzando -24,267 m.d.d., y el correspondiente en cuenta corriente se situó en -27,268 m.d.d. Por el lado de la cuenta de capitales, el superávit disminuyó considerablemente a 14,584 m.d.d., con lo cual ya no fue posible subsidiar la cuenta corriente, que constituyó 6.3% en relación con el PIB.

El último año de gobierno de CSG estuvo lleno de incidentes, como el asesinato de Luis Donaldo Colosio, candidato a la presidencia por parte del PRI. Esto sucedió en marzo, entonces las reservas internacionales se encontraban alrededor de los 29,000 m.d.d., pero a partir del suceso, continuaron disminuyendo.

Se perdió la confianza que se creó cinco años antes del sexenio salinista. Empezó a haber fuga continua de capitales, a pesar del gran esfuerzo de la administración salinista por conservarlos. Una de las medidas tomadas ante la situación fue emitir tesobonos por aproximadamente 30,000 m.d.d. Esto se hizo con el objetivo de que los inversionistas extranjeros y nacionales conservaran sus capitales dentro del país, ya que los tesobonos tenían cobertura cambiaria, es decir, valor cotizado en dólares.

Sin embargo, también hubo factores externos que motivaron que el capital siguiera saliendo del país. Uno de los más importantes –que se considero en el modelo de sensibilidad del tipo de cambio planteado en este trabajo– fue el incremento de las tasas de interés en EE.UU. Este factor se combinó con la situación económica, política y social de México durante 1994. Todo esto derivó en una de las crisis más fuertes del mundo moderno, ya que se dio un cambio estructural en la economía de México y el régimen del tipo de cambio de un deslizamiento diario de la moneda entre bandas cambiarias pasó a ser tipo de cambio flotante.

Todo lo expuesto anteriormente se resume en el gráfico 3.2 que se presenta a continuación:

Entre 1994 y 2000 –sexenio zedillista–, es importante destacar las crisis de 1994-1995 y de 1997, y sus consecuencias en el tipo de cambio.

Crisis de 1994-1995. La irrupción del EZLN provocó la fuga de capitales extranjeros. Á la vez, se observó en EE.UU. un incremento sostenido de la tasa de interés, factor que ocasionó movimientos de capitales hacia ese país. En cuestión de días, se presentó en México otra fuga considerable de capitales, lo que provocó que el secretario de Hacienda y Crédito Público, junto con los principales representantes de diversos sectores del país, devaluaran la moneda en 15%. Esto reflejó, una vez más, el sacrificio del criterio económico-financiero a favor de consideraciones político-populares.

Entonces, se generó gran desconfianza y nuevamente hubo fuga de capitales, con lo cual el país quedó prácticamente sin reservas en el Banco Central. La primera variable que recibió el impacto fue el tipo de cambio, que cerró en diciembre de 1994 en $4.9950 pesos por dólar; ello implicó una devaluación de la moneda en 45.2% (contra el $3.4386 con el que terminó en noviembre de 1994).

Cabe mencionar que al devaluarse la moneda, el Banco de México se retiró del mercado cambiario, y a partir de ese momento el precio del peso se dejó a la fuerza de la oferta y la demanda.

La devaluación provocó un fuerte incremento en las tasas de interés. Empresas y personas físicas endeudadas con los bancos enfrentaron desde entonces grandes problemas. La cartera vencida de los bancos empezó a crecer y fue imposible hacer frente a las obligaciones adquiridas con anterioridad, puesto que las tasas de interés, en ese entonces, eran bajas y acordes con la inflación de los últimos años –que inclusive fue de un dígito–.

El Banco de México, a partir de este momento y hasta la fecha (Abril de 2002) continúa con un tipo de cambio flotante como estrategia base de su política cambiaria35.

En 1995, la caída del PIB de México descendió a -6.2%; la inflación se fue de un dígito a 52%; y la depreciación de la moneda fue de 54.9%. Si tomamos en cuenta a partir del 30 de noviembre de 1994, la devaluación más la depreciación alcanzó más del 100%.

Sin embargo, con la depreciación del peso, se fomentaron las exportaciones, lo que hizo que el descenso del PIB no fuera notable. Se generaron un superávit en la balanza comercial de 2,164 m.d.d.; en la cuenta corriente, de 321 m.d.d.; y en la cuenta de capitales, de 15,046 m.d.d. Esta situación se dio gracias a los préstamos del FMI, EE.UU. y el Banco Mundial (BM): 50,000 m.d.d. Así, nuestro país pudo hacer frente a sus compromisos (entre ellos, 30,000 m.d.d. de tesobonos, que en su mayoría pertenecían a extranjeros).

Cuando se otorgó el paquete de préstamo financiero a México, los benefactores impusieron varias condiciones. Por ejemplo, el Banco de México debería presentar y dar a conocer el monto de sus reservas internacionales semanalmente; lo que antes se hacía sólo tres veces al año. Además, diariamente, el comportamiento de la base monetaria.

En 1995, durante los meses que duró la negociación para los préstamos a México, se presentó gran inestabilidad económica, política y social. En el caso del préstamo estadounidense, el presidente Clinton tuvo que presionar al Congreso de su país para que lo autorizara.

La necesidad de préstamos, el impacto de las tasas de interés externas, la afectación por movimientos en los flujos de capital externo –en especial si se trata de mercados emergentes–, la incidencia por crisis o impactos por fluctuaciones en la bolsa de valores de otros países (el índice industrial Dow Jones de EE.UU., por ejemplo), los flujos externos producidos por el comercio internacional, entre otros, son indicadores de la gran dependencia y/o afectación que tiene México del exterior. Estos factores provocan movimientos en nuestra bolsa de valores y afectan las tasas de interés y la inflación, que alteran el flujo de capital. Adicionalmente, se combinan otros fenómenos económicos, políticos y sociales del país.

Regresando a 1995. El gobierno de Zedillo anunció en marzo de ese año un nuevo pacto, en donde implementaba medidas e incrementos. Por ejemplo, el aumento del IVA del 10% al 15%. La medida buscaba, por la vía fiscal, detener la carrera inflacionaria, además de ingresar más recursos al gobierno. Lo que pretendía Zedillo era estabilizar las principales variables macroeconómicas, labor muy difícil ya que la confianza en el país y en el gobierno estaba deteriorada.

La crisis de México afectó a Latinoamérica. El impacto fue llamado “efecto tequila”, que consistió en “contagiar” nuestra crisis económica a otros países.

1996 presentó mejores condiciones y el PIB creció 5.2%, debido, en parte, al nivel tan bajo al que llegó el crecimiento en el año anterior. Pero la inflación se redujo hasta 27.7%, y la depreciación del tipo de cambio (medida con la modalidad fix, llamada por el Banco de México tipo de cambio para solventar obligaciones en moneda extranjera) fue tan sólo de 1.7%. Así, podemos observar que en el corto plazo el tipo de cambio no obedeció a la diferencia de inflación entre México y nuestro principal socio comercial, EE.UU.

En 1996, la balanza comercial disminuyó a 115 m.d.d., contra 2,164 m.d.d. de 1995. Se inició de nuevo un déficit en la cuenta corriente por un monto de -1.588 m.d.d., subsidiado por el superávit en la cuenta de capitales por 4,069 m.d.d. Pero se incrementó la llegada de inversión extranjera en 12, 840 m.d.d. –70% fue de inversión extranjera directa–. Tal situación devolvió la confianza a los inversionistas en México, que gustan de los proyectos a largo plazo.

Es importante mencionar que en 1996 el precio internacional del barril de petróleo se incrementó, permitiendo que la mezcla mexicana de exportación se vendiera a 18.9 dólares por barril, contra el 15.7 de 1995. Eso favoreció la situación del país.

De igual forma, las reservas internacionales brutas en 1996 llegaron a 17,509 m.d.d., y las reservas internacionales netas alcanzaron 4,361 m.d.d. en este año, contra una cifra negativa de -1,546 m.d.d. en 1995. Estos indicadores ya comenzaban a mostrar resultados muy positivos, luego de que el país estaba hundido en una severa crisis.

Crisis de 1997. El PIB aumentó 6.7%, y los esfuerzos respecto de la inflación también fueron prometedores: se redujo 15.7%.

Como México creció económicamente, se presentaron déficits en su balanza comercial –que en 1997 fue de -8,210 m.d.d., junto con el de la cuenta corriente por -6, 334 m.d.d.–; la cuenta de capitales presentó un superávit por 15,763 m.d.d.; la inversión extranjera creció en 16,630 m.d.d. –del cual el 77% pertenecía a inversión extranjera directa–.

En este mismo año, el gobierno de México liquidó por completo su deuda con el tesoro de EE.UU. El precio de la mezcla mexicana de petróleo se redujo a 15.3 dólares por barril, lo que no afectó el comportamiento de la economía de México. Las reservas internacionales llegaron a 28,003 m.d.d.

Ese año –1997–, en un esfuerzo del gobierno por fincar bases sólidas para evitar crisis posteriores en la economía, y siguiendo el ejemplo de las naciones asiáticas, se implementó el Programa Nacional de Financiamiento del Desarrollo 1997-2000 (PRONAFIDE), cuyos objetivos eran:

1. Alcanzar una tasa de crecimiento mayor al 5%, consistente en el crecimiento anual de la fuerza laboral.

2. Crear y fortalecer de manera sostenida y permanente las fuentes de financiamiento internas.

3. Evitar la vulnerabilidad de la economía ante los flujos de recursos externos.

4. Perseverar en la generación de un ambiente macroeconómico estable.

5. Incrementar el bienestar social.

En el documento de dicho programa se señalaban, como antecedentes históricos, las características de las crisis recurrentes de los últimos 20 años en México, que tenían en común un bajo nivel de ahorro interno y elevada dependencia en el ahorro externo. Con base en lo anterior, esos factores indicaban que tanto la teoría económica como la evidencia empírica confirman la existencia de una relación positiva entre ahorro, inversión y crecimiento. Y, continuaba el documento, en la mayoría de los casos, un cociente de inversión/PIB de 25% era necesario para alcanzar tasas de crecimiento superiores al 5%. En algunos países asiáticos contaban hasta con 30% de ese cociente.

El razonamiento anterior se fundamentaba sobre un cociente de inversión/PIB de 25%, con el cual se podía lograr una tasa de crecimiento del 5% promedio anual. Con esto sería factible la generación de 1 millón de nuevos empleos por año.

Para poder cumplir con las metas que se fijaron en el PRONAFIDE, fue necesario mantener las finanzas públicas en equilibrio a través de una política económica y fiscal acorde con los criterios del FMI: el déficit publico no es permitido; la inflación debe ser baja; el tipo de cambio, estable; y el nivel de endeudamiento, entre los parámetros permitidos por dicho organismo.

Además, se debería mantener un tipo de cambio estable y fuerte, pero no sobrevaluarse demasiado, ya que si el diferencial inflacionario entre México y EE.UU. fuera menor para el periodo de 1997-2000, se puede apreciar paulatinamente el peso, y en consecuencia, provocar un abaratamiento de las importaciones y fomentar el consumo interno en detrimento del ahorro interno. En consecuencia, se requería de una inflación baja, un tipo de cambio estable y fuerte; estimular el ahorro, elevar el consumo, y aumentar las exportaciones. Pero si el peso se fortalece y baja la inflación, es necesario atender el tipo de cambio para no sobrevaluarlo demasiado; es importante cuidar su nivel para que éste permita mantener la inflación a la baja, estimule el ahorro, mantenga las importaciones a niveles razonables y evite el exceso de consumo interno.

El gráfico 3.3 del tipo de cambio FIX en el periodo 1995–2000, ilustra lo anteriormente descrito.

Luego de analizar el comportamiento, por sexenios, del tipo de cambio fix, a partir de la crisis de 1986 hasta el 2000, a continuación presentamos la descripción estadística del tipo de cambio en el mismo periodo.


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