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TEORÍA DEL DESENVOLVIMIENTO GLOBAL CAPITALISTA Y SUS IMPLICACIONES PARA LA TRANSICIÓN SOCIALISTA EN LA PERIFERIA

Yoandris Sierra Lara



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Capítulo 3. Las concepciones posclásicas

La década de los años veinte del siglo XX, iba a encontrar en la Unión Soviética el epicentro del debate conocido como “la polémica acerca de la industrialización”. Los protagonistas de la misma serían los economistas Eugenio Preobrajensky por un lado, y Nikolai Bujarin, por el otro.

Más allá de la polémica en sí y de su gran trascendencia principalmente para la teoría de la construcción del socialismo y la preparación de su base material en un país periférico, consideramos que existen de forma implícita en La Nueva Económica de Preobrajensky ideas muy asociadas a la cuestión específica de las premisas materiales de la transición socialista.

“La ley fundamental de la acumulación socialista originaria aparece como el resorte motor central de toda la economía estatal soviética. Pero esta ley tiene verosímilmente una significación universal […], podemos formular de la manera siguiente esta ley, […] Cuanto más atrasado económicamente, pequeño burgués y agrícola es tal o cual país que pase a la organización socialista de producción, menor es la herencia que recibe en su fondo de acumulación socialista el proletariado del país considerado en el momento de la revolución social […]. Al contrario, cuanto más desarrollado económica e industrialmente es tal o cual país en que la revolución social haya vencido, más importante es la herencia material que recibe de la burguesía el proletariado de ese país después de la nacionalización en forma de industria altamente desarrollada y agricultura organizada de manera capitalista, […]”.

Por nuestra parte, compartimos plenamente el espíritu de esta tesis de Preobrajensky, y planteamos un desarrollo. Es obvio que Preobrajensky parte del desarrollo socioeconómico y político desigual de las naciones capitalistas como un dato concreto para evaluar el aporte que cada tipo de nación lograría hacer a lo que él llama acumulación socialista. Las relativamente más avanzadas aportarían más a la acumulación socialista, las menos avanzadas aportarían menos. En tal sentido, sería favorable un desarrollo superior del capitalismo en estas naciones como antesala del socialismo.

Considerando como tendencia objetiva del sistema capitalista la dinámica de los Modelos Globales de Acumulación Capitalista, podríamos llegar a la idea de que esta afecta el funcionamiento económico de las naciones capitalistas, de modo que además de la diferenciación entre países motivada por la ley del desarrollo económico y político desigual, los países en identidad con ellos mismos encontrarán períodos de mayor o menor potencia económica, en dependencia del tipo de Modelo Global vigente. De tal forma que, extendiendo el alcance de la tesis de Preobrajensky, la dinámica de los Modelos Globales es relevante a la hora de evaluar cuánto puede aportar cada país en un momento determinado a la acumulación socialista.

Preobrajensky establece otra tesis que consideramos fundamental en torno a las premisas materiales de la transición al socialismo, esta referida al Estado y los procesos de nacionalización. Según el autor: “La nacionalización de la gran industria constituye el primer acto de la acumulación socialista, es decir, un acto que concentra en manos del Estado los recursos mínimos necesarios para la organización de la dirección socialista de la industria. […] En cambio, la acumulación socialista originaria, como período de creación de las premisas materiales de la producción socialista en el sentido propio de la palabra, no comenzará sino con la toma del poder y la nacionalización”. Estas tesis resaltan la necesidad de la nacionalización y la concentración de poder económico y político real en manos del Estado burgués como premisa de la transición al socialismo. Sobre esta idea volvemos más adelante.

Para el año de 1936, J. Stalin declaraba en la URSS el arribo definitivo a la sociedad socialista. Tal declaración, evaluada como falsa por los análisis posteriores, prácticamente aniquiló la teorización sobre las premisas materiales y el proceso de transición al socialismo. De hecho, el desarrollo teórico tuvo en el ataque frontal al stalinismo una de sus más evidentes expresiones, personificándose en la figura de Leon Trotsky.

Leon Trotsky es reconocido en el plano teórico por su autodenominada teoria de la “Revolución Permanente”. En la obra de Trotsky, especialmente en “La Revolución Permanente” y “La Revolución Traicionada” aparecen profusamente estudiados mediante un método crítico los procesos y dinámicas más acuciantes de la construcción del socialismo en la Unión Soviética durante las primeras décadas del experimento. No obstante, este autor realiza importantes aportaciones generales a la cuestión de la transición al socialismo, cuestiones que priorizaremos en este apartado.

Acerca de la transición, Trotsky plantea que existen dos alternativas posibles, tanto en el plano teórico como efectivo: “Caben en esto dos variantes fundamentales. Una es ir - …- hacia la consolidación económica de la dictadura del proletariado en un solo país hasta que la revolución proletaria internacional consiga nuevos triunfos: es el punto de vista de la oposición de izquierdas. Otra es encerrarse en la edificación de una sociedad socialista nacional aislada "dentro de un plazo histórico rapidísimo”: es la posición oficial de los dirigentes de hoy. Son dos concepciones completamente distintas, y en fin de cuentas contradictorias, del socialismo. De ellas se desprenden dos estrategias y dos tácticas radicalmente diversas” .

Las últimas palabras son fundamentales en esta problemática. No solo a nivel de táctica o de acción práctica es un imperativo la distinción, sino que, como se desprende de la propia necesidad práctica, la teoría ha de adecuarse creativamente a esa consideración. Sobre todo la teoria económica de la transición al Socialismo. A su vez, el autor fustiga la posición stalinista que proclamaba posible la aparición de un estado socialista aislado: “Proponerse por fin la edificación de una sociedad socialista nacional y cerrada, equivaldría, a pesar de todos los éxitos temporales, a retro-traer las fuerzas productivas deteniendo incluso la marcha del capitalismo. Intentar, a despecho de las condiciones geográficas, culturales e históricas del desarrollo del país, que forma parte de la colectividad mundial, realizar la proporcionalidad intrínseca de todas las ramas de la economía en los mercados nacionales, equivaldría a perseguir una utopía reaccionaria” .

En su contexto histórico, esta aseveración trotskista estaba enfilada contra la pretensión de Stalin de vulgarizar al extremo la teoria marxista – leninista de la transición al socialismo, al obviar un paso fundamental presente de una u otra manera tanto en la doctrina de Carlos Marx, Lenin y el propio Trotsky, dígase la necesaria Revolución Socialista Mundial como verdadero contexto de liberación nacional y construcción socialista. El sentido final de la concepción de Trotsky pudiera sintetizarse en sus propias palabras cuando afirma:

“El esquema de desarrollo de la revolución mundial, tal como queda trazado, elimina el problema de la distinción entre países "maduros" y "no maduros" para el socialismo, en el sentido de la clasificación muerta y pedante que establece el actual programa de la Internacional Comunista. El capitalismo, al crear un mercado mundial, una división mundial del trabajo y fuerzas productivas mundiales, se encarga por sí solo de preparar la economía mundial en su conjunto para la transformación socialista. Este proceso de transformación se realizará con distinto ritmo según los distintos países. En determinadas condiciones, los países atrasados pueden llegar a la dictadura del proletariado antes que los avanzados, pero más tarde que ellos al socialismo” .

La consideración de Trotsky acerca de la imposibilidad de la construcción del socialismo en un país aislado y retrógrado – para emplear sus propios términos -, no invalida la aspiración de luchar por el socialismo como alternativa a la sociedad capitalista en las naciones subdesarrolladas. De hecho, reconocía todo su valor histórico y legitimidad a la Revolución Socialista de Octubre: “…, de esto no se deduce, ni mucho menos, la conclusión de que la Revolución de Octubre haya sido históricamente "ilegítima", conclusión que huele a un filisteísmo impúdico. La conquista del poder por el proletariado internacional no podía ni puede ser un acto simultáneo en todos los países. La superestructura -y la revolución entra en la categoría de las "superestructuras"- tiene su dialéctica propia, la cual penetra autoritariamente en el proceso económico mundial, pero no suprime, ni mucho menos, sus leyes más profundas. Y ahora da la clave de su reconocimiento a esta Revolución: “La Revolución de Octubre ha sido "legitima", considerada como primera etapa de la revolución mundial, que necesariamente tiene que ser obra de varias décadas. El intervalo entre la primera y la segunda etapa ha resultado más largo de lo que esperábamos. Pero no por eso deja de ser un intervalo, ni puede convertirse en época de edificación de una sociedad socialista nacional” .

Si asumimos al pie de la letra el criterio de Trotsky, el cual nos parece en principio válido, la Unión Soviética nunca llegó a conocer verdaderamente la sociedad socialista, y difícilmente cualquier otra sociedad periférica logre hacerlo sin una revolución socialista mundial mediante. Queda claro que el rol histórico de las revoluciones socialistas periféricas es desatar la revolución socialista mundial que justificaría materialmente la aniquilación universal del capitalismo y su sustitución por la nueva sociedad socialista.

Desde el punto de vista específico de las premisas materiales de la transición al socialismo, Trosky sostiene que “El capitalismo ha preparado las fuerzas y las condiciones de la revolución social: la técnica, la ciencia, el proletariado”.

Aparece ya aquí una referencia directa a la ciencia y la técnica como premisa material de la transición al socialismo en el contexto del capitalismo, lo que es evidentemente sintomático del papel que estas comenzaban a desempeñar en la economía y sociedad capitalista de la época. El aspecto de la técnica es muy relevante. El desarrollo tecnológico en el capitalismo ocurre de forma cíclica, contradictoria. Aparece lo que Carlota Pérez llama oleadas de desarrollo, muy interrelacionadas con los ciclos económicos largos. Estas ideas son profundizadas en la segunda parte de este libro, pero baste acá resaltar que la potencia tecnológica del capitalismo está expuesta a movimientos recurrentes, oscilatorios, y esto es, en nuestra opinión, clave para comprender la influencia específica del factor tecnología presentado por Trosky en las condiciones de realización efectiva de las premisas materiales de la transición al socialismo.

Otro centro importante de discusiones teóricas estuvo en Europa Occidental en el contexto de la II Internacional. Entre los grandes teóricos de esta organización destacan Rudolf Hilferding y Rosa Luxemburgo.

Rudolf Hilferding aparece como otro gran teórico de filiación marxista, aunque en algún momento rompe con esta posición. De su obra magna El Capital Financiero comentó Lenin se trataba de un análisis teórico extremadamente valioso de la fase última de desarrollo del capitalismo.

Es precisamente en El Capital Financiero, donde Hilferding expone de forma sintética el vínculo concentración del poder económico político – capital financiero – dictadura del proletariado, vínculo que, en nuestra opinión, actúa como premisa material de la transición socialista en la concepción de Hilferding.

Según él: “Es una ley histórica que: en las formaciones sociales basadas en antagonismos de clases, las grandes revoluciones sociales no se producen hasta que la clase dominante ha alcanzado el nivel más alto posible de la concentración de su poder. [...]Así, pues, la victoria del proletariado está unida a la concentración del poder económico en manos de unos pocos magnates capitalistas o asociaciones de magnates y a su dominio sobre el poder del Estado. [...] El capital financiero en su perfección significa el grado más elevado de poder económico y político en manos de la oligarquía capitalista. Es la culminación de la dictadura de los magnates capitalistas. [...] En el choque violento de los intereses hostiles, la dictadura de los magnates capitalistas se convierte, finalmente, en la dictadura del proletariado”.

La obra escrita fundamental de Rosa Luxemburgo es La Acumulación del Capital, libro surgido a decir de la propia autora a partir del contacto de ella con la teoría marxista de la reproducción del capital social y la explicación de sus modelos de relación intersectorial.

Luxemburgo entiende que el problema de la realización se destraba si se rompe con el supuesto marxista de una economía cerrada y se acepta que la realización de la plusvalía correría de la mano de grupos, sectores, clases o incluso naciones no puramente capitalistas. Esto indica dos posibles escenarios. La existencia de grupos, sectores y/o clases no capitalistas al interior del país capitalista, o simplemente países no capitalistas en el mundo.

Esta concepción, lleva a pensar que el capitalismo además de las fuerzas que lo empujan materialmente, encuentra acicates y/o motivaciones objetivas que lo atraen y lo mantienen en constante y necesaria expansión.

Esta fuerza de atracción sería la incesante búsqueda de territorios, países o mercados no capitalistas para incorporarlos a su lógica reproductiva. Los límites del capitalismo estarían entonces no ya en sus contradicciones internas, es decir, no en las fuerzas que lo empujan, sino en los propios límites económicos, geográficos y espaciales que encuentra este sistema para su expansión, o sea, en las fuerzas que lo atraen. De hecho, Luxemburgo plantea su hipótesis de la transición al socialismo sobre esta base.

“De este modo, el capital va preparando su bancarrota por dos caminos. De una parte, porque al expansionarse a costa de todas las formas no capitalistas de producción, camina hacia el momento en que toda la humanidad se compondrá exclusivamente de capitalistas y proletarios asalariados, haciendo imposible, por tanto, toda nueva expansión y, como consecuencia de ello, toda acumulación. De otra parte, en la medida en que esta tendencia se impone el capitalismo va agudizando los antagonismos de clase y la anarquía política y económica internacional en tales términos, que mucho antes de que se llegue a las últimas consecuencias del desarrollo económico, es decir, mucho antes de que se imponga en el mundo el régimen absoluto y uniforme de producción capitalista, sobrevendrá la rebelión del proletariado internacional que acabará necesariamente con el régimen capitalista”.

En Teoría del Desarrollo Capitalista, Sweezy expone su concepción de la transición socialista en estrecho vínculo con su interpretación del imperialismo. Según él, el imperialismo tiene dos límites fundamentales. El primero de ellos asociado a la interacción de sus aspectos nacionales e internacionales. “La fuerza de oposición crucial tiene su origen dentro de las naciones capitalistas – las filas de clase se aprietan cada vez más y el conflicto de clase aumenta en intensidad, la clase obrera se ve obligada a adoptar una posición anticapitalista y a proponerse como meta la realización del socialismo – pero serán las guerras de redivisión las que establecen las condiciones para su triunfo” […] “El segundo límite fundamental para el imperialismo surge de las relaciones entre la metrópoli y la colonia”.

Esto ocurre de dos maneras. En primer lugar el imperialismo crea en las colonias problemas económicos y sociales imposibles de resolver bajo tal esquema de dominación. En segundo lugar, las condiciones de vida se agravan para casi todas las clases y grupos sociales y son así arrastrados a la lucha por la independencia nacional. Coexiste así un movimiento prosocialista en el Norte y un movimiento nacionalista en el Sur. Para Sweezy, este movimiento nacionalista es llevado a cabo por segmentos de la burguesía nacionalista que cede su puesto a las fuerzas revolucionarias y el movimiento termina siendo también en el Sur un movimiento socialista .

Aún cuando pudiera haber en esta perspectiva aspectos rescatables, es evidente que no ha sucedido lo que Sweezy concebía casi como una necesidad histórica. En realidad han pesado más los elementos de aburguesamiento de la clase obrera vistos ya arriba que las contradicciones entre esta y la capitalista, eso en los países centrales, y en los países periféricos pudiera concebirse como tendencia que se refuerza y atenúa regularmente, pero no como un movimiento absoluto y sobre todo generalizado. De cualquier forma, en esta investigación tomamos mucho del espíritu de Sweezy en nuestra interpretación del desenvolvimiento global del capitalismo.

El polaco Oskar Lange es ampliamente conocido en la literatura económica socialista por su concepción del socialismo de mercado. No obstante, también realizó importantes estudios acerca de la cuestión de las premisas materiales de la transición al socialismo.

Lange identifica como premisas materiales de la transición al socialismo las contradicciones entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción expresadas concretamente en la aparición y consolidación del capitalismo de Estado y las agudas contradicciones de clase dentro de la sociedad capitalista . Y precisa atinadamente que “Las relaciones socialistas de producción sólo se establecen después de la victoria de la revolución proletaria, en consecuencia, después de la adquisición del poder político por la clase trabajadora .

Es significativo, desde nuestra perspectiva, la siguiente afirmación de Lange: “Cuanto más desarrollado está el capitalismo monopolista de Estado, mayores son los medios del Estado capitalista heredados por el nuevo Estado socialista” .

Estas tesis vienen a sumarse a las ya vistas de Marx, Lenin, Preobrajensky y Rudolf Hilferding, donde se resalta la necesidad de la nacionalización y la concentración de poder económico y político real en manos del Estado como premisa de la transición al socialismo, aún cuando se trate de un Estado burgués. Aquí, al igual que la tesis de Lenin sobre el Capitalismo Monopolista de Estado como antesala del socialismo, es importante distinguir si se le debiera dar una interpretación histórica o funcional.

Histórica en el sentido que señala grado de madurez acumulativa del capitalismo, funcional por su parte señala grado y tipo de funcionamiento económico. Consideramos que estos autores lo ven desde una perspectiva histórica. En tal sentido es válida, pero en nuestra opinión, si se tiene en cuenta la dinámica de los Modelos Globales de Acumulación Capitalista como tendencia histórica del sistema, debería tener una lectura también funcional. Dígase, cómo el movimiento objetivo y recurrente de estos Modelos Globales afectan el grado de funcionalidad de esta antípoda masiva de la clase obrera que es el Estado burgués.

Charles Bettelheim desarrolla una serie de importantes ideas en torno a problemas medulares relacionadas en gran medida con la cuestión de las premisas materiales y el proceso de transición al socialismo propiamente dicho. Es el caso de las diferencias esenciales existentes entre nacionalización y socialización; el papel de las relaciones monetarios mercantiles y la ley del valor en la economía socialista y lo que él llamó “adaptación de las formas de propiedad al grado de desarrollo y al carácter de las fuerzas productivas”.

Concentrémonos primeramente en la problemática nacionalización – socialización. Según Bettelheim, nacionalización es sinónimo de estatización, mientras que socialización “implica una capacidad social para contabilizar y distribuir los medios de producción y los productos”.

Así aparece que la nacionalización de la propiedad antecede necesariamente a la socialización socialista de dicha propiedad. De esto es consciente el propio Bettelheim cuando refiere que: “La propiedad estatal es una condición necesaria para la socialización al nivel del Estado, pero aún no constituye”. Y complementa su visión sobre la interacción dialéctica de ambas categorías con la siguiente afirmación: “Para que haya socialización al nivel del Estado, éste debe tener la capacidad de disponer efectiva y eficientemente de los medios de producción y de los productos. Sin esta capacidad, existe una nacionalización sin socialización. Una capacidad como ésta es el resultado de un desarrollo histórico, se encuentra vinculada al propio desarrollo de las fuerzas productivas, y a la transformación correlativa de las relaciones de producción”.

En otro nivel de su análisis, Bettelheim valoró las formas de propiedad más coherentes a lo que definía como grado de desarrollo y carácter de las fuerzas productivas. Bettelheim desarrolló un método para medir el grado de socialización. A partir del diagnóstico, se recomendaba aplicar los más altos tipos de socialización en relación con el más alto grado de desarrollo y carácter de las fuerzas productivas, y viceversa.

Esta lógica está claramente contextualizada en la economía que ya comenzó la transición socialista. Sin embargo, es nuestra opinión, que su espíritu puede ser empleado para interpretar la cuestión de la preparación de las premisas materiales de la transición al socialismo en el contexto del capitalismo.

Precisamente, en la parte III del libro introducimos la categoría grado de correspondencia fuerzas productivas – relaciones sociales de producción capitalista, que en algún sentido puede considerarse relacionada con la de Bettelheim, pero que nos permite comprender cómo la dinámica de los Modelos Globales de Acumulación Capitalista, considerada como tendencia histórica del sistema, establece temporalmente un grado de correspondencia alternativamente elevado o bajo que termina condicionando las premisas materiales de la transición al socialismo.

Desde el punto de vista teórico – práctico, Ernesto Che Guevara, realiza indiscutibles aportes a la doctrina marxista sobre el socialismo. En sus trabajos, conferencias, discursos, etc, se pueden hallar excelentes tesis acerca de la construcción de la sociedad socialista. Ahora, desde el punto de vista de las premisas materiales y de la transición consideramos que las siguientes son algunas de las más ilustrativas de su pensamiento.

“En el esquema de Marx se concebía el período de transición como resultado de la transformación explosiva del sistema capitalista destrozado por sus contradicciones; en la realidad posterior se ha visto cómo se desgajan del árbol imperialista algunos países que constituyen las ramas débiles, fenómeno previsto por Lenin. En estos, el capitalismo se ha desarrollado lo suficiente como para hacer sentir sus efectos, de un modo u otro, sobre el pueblo, pero no son sus propias contradicciones las que, agotadas todas las posibilidades hacen saltar al sistema. La lucha de liberación contra un opresor externo, la miseria provocada por accidentes extraños, como la guerra, cuyas consecuencias hacen recaer las clases privilegiadas sobre los explotados, los movimientos de liberación destinados a derrocar regímenes neocoloniales, son los factores habituales de desencadenamiento. La acción consciente hace el resto”.

Se puede observar que el Che asume la posición leninista de la transición periférica basada en prácticamente los mismos elementos de premisas materiales indicados por Lenin. También reconoce que: “… no estamos frente al período de transición puro, tal como lo viera Marx en la Crítica del Programa de Gotha, sino a una nueva fase no prevista por él; primer período de transición del comunismo o de la construcción del socialismo”.

Claudio Katz es otro de los autores que en la actualidad aportan a la teoría del socialismo. Sus ideas esenciales se aproximan más bien al ideal de sociedad socialista - o comunista – que ha de establecerse en un futuro como alternativa al orden capitalista. Pero destaca algunas ideas también en torno a la problemática del tránsito y las premisas materiales. En este sentido se aproxima claramente al análisis marxista. “El devenir socialista se asienta objetivamente en el desenvolvimiento de tres tendencias del capitalismo contemporáneo hacia la centralización del capital, la socialización del trabajo y la distribución de las pérdidas de las grandes empresas entre el conjunto de la sociedad”. Y se acerca a las posiciones leninistas – trotskistas cuando refiere que “El socialismo no emergerá espontáneamente de los desequilibrios económicos, sino de la acción consciente de los trabajadores y de su organización política como clase independiente”.

Uno de los representantes del pensamiento socialista contemporáneo más influyente es el profesor István Mészáros. Según éste autor la contradicción principal del sistema capitalista actual está entre su tendencia a la expansión o transnacionalización y la necesidad de mantener su Estado Nación”.

Esta contradicción ha alcanzado, según Mészáros, su clímax histórico: “Llegamos a un nuevo estadio histórico en el desarrollo trasnacional del capital: aquél en que ya no es posible evitar el enfrentamiento de la contradicción fundamental y la limitación estructural del sistema. O sea, el fracaso de constituir el Estado del sistema del capital en sí como complemento de sus aspiraciones y articulación trasnacionales, de modo que se superen los antagonismos explosivos entre Estados nacionales que caracterizaron el sistema de forma constantemente agravada a lo largo de los dos últimos siglos”.

Aún cuando el autor señala una tendencia real del desarrollo capitalista contemporáneo, nos parece que exagera la perspectiva de una transnacionalización que haya traspasado definitivamente el umbral de lo nacional generando en un enfrentamiento sistémico colosal. En nuestra opinión, y es un criterio que retomamos en la segunda parte de este libro, gran parte de las características y dinámicas de la llamada globalización están condicionadas en un alto grado por la vigencia temporal del Modelo Global típicamente Especulativo Financiero de corte neoliberal implementado a partir de los setenta del siglo XX. Esto no niega que existan tensiones reales, históricas y acumulativas entre lo nacional y lo transnacional, pero las consideramos aceleradas temporalmente por este Modelo Global, por lo que su expresión pudiera ralentizarse bajo un Modelo Global distinto.

A modo de síntesis, podemos referir que el propio funcionamiento del capitalismo como sistema genera las premisas materiales de la transición al socialismo en su interior. La ley de correspondencia sitúa el proceso de transición en el capitalismo central, la ley del desarrollo económico y político desigual, en el capitalismo periférico. Pero, si bien se ha reconocido que el desarrollo mundial capitalista en las condiciones del capitalismo monopolista genera un polo periférico y con ello universaliza las premisas materiales de la transición al socialismo, consideramos deba valorarse que el capitalismo central no sólo subdesarrolla sistemáticamente al capitalismo periférico, sino que lo integra dialécticamente en sus Modelos Globales de Acumulación Capitalista que, en nuestra opinión, aparecen como una tendencia histórico - objetiva del sistema.

La consideración fundamental es que, debido a que los Modelos Globales de Acumulación Capitalista dan a la economía capitalista mundial un funcionamiento tipo, el capitalismo periférico tendrá además de sus movimientos y contradicciones propias de polo subdesarrollado, una forma de funcionamiento ajustada a los requerimientos del Modelo Global vigente. Consideramos que la fundamentación científica del significado real de esta situación para la preparación y realización de las premisas materiales de la transición al socialismo es una problemática aún no resuelta por la teoría económica. En la segunda parte de este libro fundamentamos entonces la dinámica de los Modelos Globales de Acumulación Capitalista como una tendencia del sistema, capaz por necesidad objetiva de afectar las premisas materiales de la transición socialista presentes en el seno del sistema capitalista.


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