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TEORÍA DEL DESENVOLVIMIENTO GLOBAL CAPITALISTA Y SUS IMPLICACIONES PARA LA TRANSICIÓN SOCIALISTA EN LA PERIFERIA

Yoandris Sierra Lara



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Parte I. Principales concepciones teóricas sobre las premisas materiales de la transición al socialismo

Capítulo 1. La concepción de Carlos Marx y Federico Engels

Carlos Marx se refiere a la secuencia histórica: sociedad capitalista – período de transformación revolucionaria - sociedad comunista. El período de transformación revolucionaria aparece como el proceso de transición socialista, cuyo lugar histórico queda establecido entre el modo de producción capitalista y el socialismo como fase inferior del modo de producción comunista .

Ni Marx ni Engels tenían la posibilidad objetiva de caracterizar la futura sociedad socialista o comunista en todos sus detalles, y de hecho, sus mayores aportes científicos radican en el descubrimiento científico de las contradicciones y leyes internas del desarrollo histórico del sistema capitalista. Precisamente, este descubrimiento fue lo que les permitió, principalmente a Marx, desentrañar lo que ahora manejamos como premisas materiales de la transición al socialismo.

Marx no inicia el estudio del sistema capitalista hasta que lo encuadra convenientemente como modo de producción históricamente determinado, contradictorio y por ende transitorio, análisis que se desarrolla desde su propia concepción del desarrollo histórico - social general reconocida como materialismo histórico.

El principio básico del materialismo histórico consiste en la tesis de que es el proceso de producción social el factor activo y más determinante en la sociedad, factor capaz de generar el conjunto de relaciones sociales llamadas superestructurales y condicionar así su carácter, naturaleza, contenido y límites históricos. En éste sentido las relaciones sociales de producción se constituyen en base de la sociedad.

Tales relaciones son objetivas, necesarias, materiales y están asociadas dialécticamente al desarrollo de las fuerzas productivas. Son estas últimas el motor impulsor en el plano material de la existencia humana y su influjo es la causa última de los cambios que se dan tanto en las relaciones sociales de producción, la base económica y, por extensión y necesidad objetiva, en la llamada superestructura .

Las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción se integran dialécticamente en el interior del modo de producción. Para los sucesivos modos de producción que ha conocido la sociedad, las fuerzas productivas muestran un grado diferente de desarrollo y las relaciones sociales de producción una estructura típica, específicamente asociada con el tipo y la forma de la propiedad.

El marco de las relaciones sociales de producción, conectadas a un determinado tipo de propiedad, muestra un carácter mucho menos flexible que el necesario para asimilar las nuevas y desbordadas fuerzas productivas; el resultado final de esta relación contradictoria es que se revolucionan las relaciones sociales de producción al variar necesariamente el tipo de propiedad vigente y con este cambio se transforma toda la superestructura social sobre una nueva base económica. Este cambio clasifica como una revolución social.

Los análisis de la progresión histórica en general, y del capitalismo en particular, encontrarían en la correspondencia fuerzas productivas – relaciones sociales de producción una base material, objetiva y concreta para interpretar, explicar y predecir el desarrollo social. Tal relación dialéctica alcanza el rango de ley, conocida como ley de correspondencia entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción. El propio Marx indica que “todas las colisiones de la historia nacen de las contradicciones entre las fuerzas productivas y la forma de relación”.

Al basar su análisis de la transición en elementos básicamente materiales, la teoría marxista se aleja de las propuestas utópicas y establece los patrones objetivos que caracterizarían el proceso socialista como acontecimiento histórico – social: 1. Tal proceso es necesario y posible; 2. fruto exclusivo del capitalismo desarrollado ; 3. un proceso universal y simultáneo.

Adentrarse en el modo de producción capitalista le permitió a Marx descubrir su ley económica fundamental y desde ella demostrar el carácter contradictorio, explotador y por ende transitorio del régimen del capital. En cierto sentido, es un análisis que permite identificar las formas concretas, específicas, particulares que revisten las premisas materiales de la transición al socialismo en éste régimen. Tal estudio fue realizado a plenitud por Marx en su obra cumbre El Capital.

Con ánimos de exposición, podemos clasificar las contradicciones asociadas a la lógica del sistema capitalista en dos momentos:

 Nivel 1: Contradicciones que tienen lugar en el proceso de producción y reproducción simple del capital.

 Nivel 2: Contradicciones que surgen en el proceso de acumulación del capital.

Nivel 1: Contradicciones que tienen lugar en el proceso de producción y reproducción simple del capital

1. La cuestión de la creación y apropiación del excedente económico en el capitalismo: Evidencia de la explotación económica de la clase obrera.

En las condiciones del capitalismo, Marx demuestra en base a la ley del valor como el trabajo es explotado por el capital, obligado a producir valores en un grado que supera el propio valor de la fuerza de trabajo. En la diferencia entre el valor de la fuerza de trabajo que es pagada por el capitalista, e impuesta de forma objetiva por el mercado, y el valor creado por la propia fuerza de trabajo con su trabajo abstracto, es que se genera la plusvalía, la fuente de la riqueza en el Capitalismo.

Este análisis evidencia cómo en base a las propias leyes del capitalismo se genera la riqueza del sistema. Esta riqueza es simplemente trabajo no retribuido al obrero. Esta es la anatomía económica que Marx había planteado descubrir detrás del armazón político de la lucha de clases. La sociedad burguesa, como todas sus antecesoras, se funda sobre una base de explotación económica.

2. Desarrollo de las contradicciones antagónicas entre la clase obrera y la clase capitalista y a nivel de contradicciones económicas de sistema en el contexto de la reproducción y acumulación del capital.

El relieve y la importancia de este aspecto parecen sintetizarse en los comentarios realizados por el propio Marx al respecto de la propia reproducción simple del capital:

“El divorcio entre el producto del trabajo y el trabajo mismo, entre las condiciones objetivas de trabajo y la fuerza subjetiva del trabajo, es, pues, como sabemos, la premisa real dada, el punto de partida del proceso capitalista de producción. [ … ] Pero lo que al principio no era más que punto de partida acaba produciéndose y reproduciéndose incesantemente, eternizándose como resultado propio de la producción capitalista, por medio de la mera continuidad del proceso, por obra de la simple reproducción. De una parte, el proceso de producción transforma constantemente la riqueza material en capital, en medios de explotación de valores y en medio de disfrute por el capitalista. De otra parte, el obrero sale constantemente de ese proceso igual que entró: como fuente personal de riqueza, pero despojado personalmente de todos los elementos necesarios para realizar esta riqueza en su provecho propio”.

Un estudio como éste le permite a Marx poner en justa perspectiva el sistema de producción del capital: “… el proceso capitalista de producción, enfocado en conjunto o como proceso de reproducción no produce solamente mercancías, no produce solamente plusvalía, sino que produce y reproduce el mismo régimen del capital: de una parte al capitalista y de la otra al obrero asalariado”.

Nivel 2: Contradicciones que surgen en el proceso de acumulación del capital.

1. Las leyes de propiedad de la producción de mercancías se transforman en leyes de apropiación capitalista.

En los términos de Marx: “La operación constante de compra y venta de la fuerza de trabajo no es más que la forma. El contenido estriba en que el capitalista cambia constantemente por una cantidad mayor de trabajo vivo de otros una parte del trabajo ajeno ya materializado, del que se apropia incesantemente sin retribución […] Ahora, la propiedad vista del lado del capitalista, se convierte en el derecho a apropiarse trabajo ajeno no retribuido, o su producto, y, vista del lado del obrero, como la imposibilidad de hacer suyo el producto de su trabajo. De este modo, el divorcio entre la propiedad y el trabajo se convierte en consecuencia obligada de una ley que parecía basarse en la identidad de estos dos factores”.

2. El proceso de acumulación polariza estructuralmente la sociedad capitalista.

“Así como la reproducción simple reproduce constantemente el propio régimen del capital, de un lado capitalistas y de otro obreros asalariados, la reproducción en una escala superior, crea en uno de los polos más capitalistas o capitalistas más poderosos y en el otro más obreros asalariados […] La acumulación del capital presupone, por tanto, un aumento del proletariado ” .

3. El proceso de acumulación condiciona la composición orgánica del capital y esta a su vez la demanda de fuerza de trabajo, creando el denominado ejército industrial de reserva con base en la superpoblacion relativa que genera la dinámica del capital.

4. La acumulación capitalista provoca objetivamente la destrucción de la propiedad privada basada en el trabajo vía socialización de la producción.

Marx concebía que a cada forma de propiedad habría de corresponderle un determinado mecanismo de regulación económica, así, siendo la propiedad privada sustituida objetivamente por la propiedad social, el mecanismo de regulación capitalista privado - basado en la ley del valor - sería sustituido necesariamente por un mecanismo de regulación social planificado de la economía nacional.

De tal forma, las contradicciones asociadas a la propiedad privada capitalista y sus manifestaciones históricas – concretas son asumidas por Marx como premisas materiales de un orden económico social diferente al capitalista. Es el caso de las Sociedades Anónimas (S. A.) Según Marx la creación de las S. A. conduce a: “1. Extensión en proporciones enormes de la escala de la producción y de las empresas inasequibles a los capitalistas individuales. 2. […] Es la supresión del capital como propiedad privada dentro de los límites del mismo régimen capitalista de producción. 3. Transformación del capitalista realmente en activo en un simple gerente, administrador de capital ajeno, y de los propietarios de capital en simples propietarios, en simples capitalistas de dinero. 4. Prescindiendo del sistema de las acciones, el crédito brinda al capitalista individual un poder absoluto dentro de ciertos límites de disposición sobre capital ajeno y propiedad ajena, que es también, por tanto, un poder de disposición sobre trabajo ajeno”.

La conclusión definitiva que da Marx a la cuestión de la naturaleza socializadora de la producción que realizan las SA en el capitalismo es la siguiente: “El sistema de las acciones entraña ya la antítesis de la forma tradicional en que los medios sociales de producción aparecen como propiedad individual; pero, al revestir la forma de la acción, siguen encuadrados dentro del marco capitalista; por consiguiente, este sistema, en vez de superar el antagonismo entre el carácter de la riqueza social y como riqueza privada, se limita a imprimirle una nueva forma”.

Otros de los importantísimos efectos de la acumulación capitalista en la socialización de la producción y la gestación de las premisas materiales de la transición socialista puede sintetizarse en la siguiente idea de Marx donde analiza el impacto que tiene en el plano socioeconómico el surgimiento y desarrollo de la gran industria capitalista: “Con las órbitas de la pequeña industria y del trabajo domiciliario, destruye los últimos refugios de la “población sobrante” y por tanto, la válvula de seguridad de todo el mecanismo social anterior. Y, al fomentar las condiciones materiales y la combinación social del proceso de producción, fomenta las contradicciones y antagonismos de su forma capitalista, fomentando por tanto, al mismo tiempo, los elementos creadores de una sociedad nueva y los factores revolucionarios de la sociedad antigua”.

Refiriéndose a esta cuestión plantea Román García: “Con la Gran Industria, por primera vez en la historia, el proceso de producción mismo adquiere carácter social, determinado por la interdependencia y concatenación que se logra para crear un producto o servicio a partir de novedosos medios de trabajo y en la propia escala de la empresa. […] A lo interno de cada fábrica el proceso de producción se hizo “tecnológicamente” social. Por primera vez, desde el punto de vista técnico, se hace indivisible la propiedad. Ya es imposible fragmentar en “pequeñas” parcelas cada fábrica. Cada eslabón productivo es orgánicamente dependiente del otro, no importa la escala de la empresa y propiedad. Esa división interna del trabajo implicó la socialización gradual del proceso de producción, en la medida que la supeditación del trabajo al capital pasaba de formal a real. […] Significó para la naciente clase obrera, tuviese conciencia o no de ello, que la única solución posible a su status como clase explotada, era apropiarse -en su momento- de esa gran propiedad, ya socializada y convertirla en propiedad social, imposible ya de parcelar , con lo cual se descartaba, económica y técnicamente, la posibilidad de la lucha por la pequeña propiedad. […]Esta y no otra, es la fundamentación de su afirmación de que, con la creación de sus propias bases técnicas, el capitalismo había creado su propio sepulturero. Más que una metáfora es una predicción”.

5. El proceso de acumulación capitalista ocurre de tal manera que genera una tendencia secular a la disminución de la tasa de ganancia a escala global .

6. A nivel social, por la acción común de todos los capitalistas en la lucha competitiva, se obtiene un resultado que ninguno de ellos conscientemente se propone: desaparece la ganancia extraordinaria y desciende la tasa de ganancias.

7. Conflicto entre el medio utilizado, desarrollo incondicional de las fuerzas productivas, y el fin perseguido, la valorización del capital. Esta contradicción expresa la negación dialéctica del capitalismo contenido en su seno. Al propio tiempo en el plano social, se recrudece el antagonismo entre burguesía y proletariado.

8. Conflicto entre la expansión de la producción y la valorización entendidos como proceso .

Estos cuatro últimos puntos se constituyen quizás en el aspecto más polémico en toda la teoría marxista acerca de la dinámica capitalista: la tendencia de la cuota de ganancia.

El primer elemento de complicación proviene de la naturaleza tendencial de este movimiento. A lo largo de más de un siglo, la cuota de ganancia ha mostrado un movimiento cíclico, donde se suceden o turnan fases de ascenso y fases de descenso, sin que exista un movimiento único definido hacia el alza o la baja de éste indicador.

Otro aspecto que necesariamente ha de tratarse en torno a la tendencia de la cuota de ganancia es su comportamiento en las condiciones del capitalismo monopolista.

Bajo las condiciones del capitalismo monopolista, el sector capitalista registra dos grupos económicos básicos, las empresas monopolistas y las no monopolistas. Los monopolios imponen los precios en el mercado y logran así una redistribución arbitraria del valor social a su favor. Esto es la base principal que da contenido a la ganancia del sector monopolista que es el más favorecido. Esto necesariamente supone la ruptura del mecanismo de formación de la cuota media de ganancia.

Esto explica cómo es afectada la formación de la cuota media de ganancia pero, ¿qué sucede con la tendencia a largo plazo de la cuota de ganancia en el imperialismo? P.M. Sweezy realiza un análisis teórico de esta problemática, del cual extraemos los siguientes elementos:

1. En el imperialismo, la tasa de acumulación tiende a ser mayor que en el capitalismo premonopolista, 2) el monopolio para invertir se rige no por la cuota de ganancia sino por la tasa marginal de ganancia, por lo que incluso obteniendo una alta cuota de ganancia en su negocio podría invertir en otra rama con menor cuota de ganancia siempre que la tasa marginal fuese mayor, 3) la economía de trabajo se convierte más que nunca en el propósito de la tecnología capitalista, y el ritmo de introducción de nuevos métodos será adaptado a la necesidad de reducir al mínimo el trastorno de los valores capitales existentes. 4) Cuando el monopolio detiene la demanda de nuevo capital en las industrias monopolizadas el capital se amontona en las industrias donde la entrada está libre.

De tales elementos Sweezy concluye que en la medida que la tasa de acumulación aumenta (1), se acelera la tendencia decreciente de la cuota de ganancia, mientras que debido a (4), tal fenómeno de tendencia decreciente se debe a un exceso de capital en las ramas no monopolizadas. El efecto conjunto de ambos procesos es una tendencia decreciente de la cuota de ganancia.

Así, la tendencia de la cuota de ganancia es una variable de desempeño histórico del capitalismo. Los análisis meramente técnicos de esta cuestión no parecen ser definitivos y las estadísticas actuales que emplea la contabilidad complican en demasía la posibilidad de realizar estudios empíricos categóricos. No obstante, consideramos que sí hay un nexo causal entre el proceso de acumulación capitalista y la dinámica de la cuota de ganancia, pero entendido esto en su alcance y perspectiva histórica. Para esto es clave atender la acumulación como un proceso histórico de transformación técnico productivo – socio institucional del capitalismo.

Por otra parte, el dominio del capital financiero significa, entre otras cuestiones, que el capital puede lograr valorizarse a través de dos vías principales. A través del proceso en el cual el capital atraviesa los elementos de la economía real [(D-M-P-M´-D´ (D + d)], que es donde cobran todo su peso todos los elementos analizados hasta acá sobre la dinámica de la cuota de ganancia; y la vía por la cual el capital no atraviesa elementos reales sino que queda en la órbita de la circulación [D –D´ (D +d)], situación esta que principalmente después de los cambios ocurridos en el sector monetario financiero en los años setenta del siglo XX, se expresa bastante distanciada de los factores que inciden sobre el comportamiento de la cuota de ganancia.

Todo esto significa que la posible alternancia entre estas modalidades de funcionamiento del capital puede complicar aún más la cuestión de la cuota de ganancia y su dinámica en el capitalismo. Precisamente, esta idea es tratada con profundidad en el Capitulo II en relación con nuestra concepción de los Modelos Globales de Acumulación Capitalista.

9. Permanencia y acentuación de la contradicción económica fundamental de la sociedad capitalista.

¿En qué consiste dicha contradicción fundamental? Marx la plantea así: “… la contradicción entre el poder social general en que el capital se convierte y el poder privado del capitalista individual sobre estas condiciones sociales de producción se desarrolla de un modo cada vez más clamoroso y entraña, al mismo tiempo, la expresión de este régimen, ya que lleva consigo la formación de las condiciones de producción necesarias para llegar a otras condiciones de producción colectivas, sociales. Este proceso obedece al desarrollo de las fuerzas productivas bajo el régimen de producción capitalista y al modo como este desarrollo se opera” .

10. Evidencia y permanencia de exceso de capital y exceso de población crónicos como resultado del proceso de acumulación capitalista.

El factor sociopolítico en la teoria marxista de la transición al socialismo.

Según los clásicos: “La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases” Este es, desde el punto de vista del Marxismo, el motor impulsor de la historia social en su aspecto consciente, subjetivado. Desde que existe en la sociedad humana el excedente económico, y con él la división social del trabajo, la sociedad poco a poco fue transformándose en una sociedad clasista. Ese antagonismo entre las clases en el plano de la lucha política, tenía como determinante y como base fundamental el antagonismo económico a la hora de producir y distribuir el excedente económico.

La propia teoría socialista de Marx sería incompleta si no desarrollara aspectos referidos a la lucha de clases. Sin embargo, más allá de algunos ensayos específicos como La Lucha de Clases en Francia de 1848 a 1850, y algunos pasajes en disímiles obras; no encontramos en las obras de Marx una exposición teórica suficientemente sistematizada de este problema, aunque si como expondremos aquí, importantes ideas en cierta medida conexas que nos permitirán valorar el papel asignado por los clásicos al factor subjetivo, dígase la clase obrera en la Revolución.

Marx reconoce que sus aportes en el campo del estudio de la lucha de clases son específicamente los siguientes: 1) que la existencia de la lucha de clases sólo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases” .

Marx plantea como un hecho seguro y objetivo el que la lucha de clases conduzca a la dictadura del proletariado, y por consiguiente a la aniquilación de la sociedad burguesa. Parejo a la fundamentación objetiva de la necesidad de la sustitución revolucionaria del capitalismo como sociedad económica por el Socialismo debe ser la fundamentación subjetiva del proceso, dado que la Revolución no sucede por sí misma. ¿Pero, cuáles son los factores que llevan efectivamente a la necesidad de la dictadura del proletariado? Veamos la lógica de los clásicos.

“La existencia de una clase oprimida es la condición vital de toda sociedad fundada en el antagonismo de clases. La emancipación de la clase oprimida implica; pues, necesariamente la creación de una sociedad nueva. Para que la clase oprimida pueda liberarse es preciso que las fuerzas productivas ya adquiridas y las relaciones sociales vigentes no pueden seguir existiendo unas al lado de otras. De todos los instrumentos de producción, la fuerza productiva más grande es la propia clase revolucionaria. La organización de los elementos revolucionarios como clase supone la existencia de todas las fuerzas productivas que podían engendrarse en la vieja sociedad”.

Aquí Marx señala cómo parte de la propia sociedad fundada en la división clasista es la existencia de una clase oprimida que busca su emancipación, pero esta necesidad, según la percibimos tiene dos niveles. La necesidad romántica – que Marx definía del ser -, y la necesidad efectiva – definida aquí como el estar - . Incluso la aspiración subjetiva de la emancipación tiene que estar acompañada por el advenimiento del agotamiento objetivo del sistema de relaciones sociales de producción. Aquí el factor subjetivo está dialécticamente subordinado a la lógica objetiva o material, aunque la conexión del factor subjetivo con el proceso objetivo es total en la teoría de los clásicos.

Esto Engels lo ilustra perfectamente en las siguiente tesis: “Es la fuerza propulsora de la anarquía social de la producción las que convierte a la inmensa mayoría de las hombres, cada vez más, en proletarios, y estas masas proletarias serán, a su vez, las que por último pondrán fin a la anarquía de la producción […] El modo capitalista de producción, al convertir más y más en proletarios a la inmensa mayoría de la población, crea la fuerza obligada a llevar a cabo, si no quiere perecer, esa revolución. Y al impulsar cada vez más la conversión en propiedad del Estado de los grandes medios socializados de producción, ella misma señala el camino por el que esta revolución ha de ser realizada. El proletariado toma en sus manos el poder de Estado y convierte, en primer lugar, los medios de producción en propiedad del Estado. Pero con este mismo acto se destruye a sí mismo como proletariado y destruye toda diferencia y todo antagonismo de clases, y con ello, el Estado como tal”.

En realidad estas afirmaciones tan categóricas están fundadas más en la lógica que en cualquier otro aspecto subjetivo de mayor relieve, y a medida que nos alejamos en el tiempo de los clásicos y sus condiciones históricas concretas; esto parece reforzarse. Es de notar como las citas hablan del proletariado, como clase social que emprende una Revolución. ¿De dónde viene el impulso que la lleva a hacer dicha Revolución? Según los clásicos, del reflejo consciente del choque insuperable de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción del cual ellos son la principal víctima. Consideramos no obstante, que en la ecuación de la correspondencia falla el factor conciencia, es decir, el hecho de saberse oprimido, de saberse en necesidad de hacer una Revolución y tener posibilidades de llevarlas a vía de hecho satisfactoriamente; todo esto en la conciencia clasista de los obreros explotados por el capital.

El reconocimiento de esta problemática ya esta en el propio Marx: “En el desarrollo de las fuerzas productivas se llega a una fase en la que surgen fuerzas productivas y medios de intercambio que, bajo las relaciones existentes, sólo pueden se fuente de males, que no son ya tales fuerzas productivas sino más bien fuerzas destructivas; y, a la vez, surge una clase condenada a soportar todos los inconvenientes de la sociedad (El mismo criterio expuesto anteriormente por Engels.) sin gozar de sus ventajas, que se ve expulsada de la sociedad y obligada a colocarse en la más resuelta contradicción con todas las demás clases; una clase que forma la mayoría de todos los miembros de la sociedad y de la que nace una conciencia de que es necesaria una revolución radical, la conciencia comunista […] tanto para engendrar en masa esta conciencia comunista como para llevar adelante la cosa misma, es necesaria una transformación en masa de los hombres; y que, por consiguiente, la revolución no solo es necesaria porque la clase dominante no puede ser derrotada de otro modo, sino también porque únicamente por medio de una revolución logrará la clase que derriba salir del cieno en que se hunde y volverse capaz de fundar la sociedad sobre nuevas bases”.

La confianza en la generación por parte de la propia burguesía y su sistema económico de sus propios sepultureros era total en los clásicos. Así plantean: “Pero la burguesía no ha forjado solamente las armas que deben darle muerte; ha producido también los hombres que empuñarán esas armas: los obreros modernos, los proletarios”.

¿Cómo se justifica tal confianza en el proletariado? Veamos tres respuestas dadas por los clásicos: a) “De todas las clases que hoy se enfrentan con la burguesía, sólo el proletariado es una clase verdaderamente revolucionaria. Las demás clases van degenerando y desaparecen con el desarrollo de la gran industria; el proletariado, en cambio, es su producto más peculiar” . b) “Los proletariados no tienen nada que salvaguardar; tienen que destruir todo lo que hasta ahora ha venido garantizando y asegurando la propiedad privada existente.” c) “Pero el trabajo, la esencia subjetiva de la propiedad privada como exclusión de propiedad, y capital – trabajo objetivo como exclusión del trabajo – constituyen propiedad privada como su estado de contradicción desarrollado: de ahí una relación dinámica que avanza inexorablemente hacia su resolución”.

Marx plantea como un hecho seguro y objetivo el que la lucha de clases conduzca al poder del proletariado, y por consiguiente a la aniquilación de la sociedad burguesa. Esto responde, en su lógica, al reflejo consciente del choque insuperable de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción del cual los trabajadores son la principal víctima.

A la luz de nuestros días, podría considerarse entonces que uno de los aspectos que explica la no aniquilación del modo de producción capitalista está dado en el papel pasivo que en el mundo real ha desempeñado la clase trabajadora frente a su misión histórica.

J. A. Shumpeter introduce la siguiente crítica a la teoría marxista de la lucha de clases y al rol de la clase obrera: “Algo habrá que decir acerca de la consistencia lógica y la correlación del intento hecho por Marx para probar la inevitabilidad del socialismo. A este respecto, basta con una observación sobre lo que hemos llamado anteriormente su formulación de los sentimientos de los desfavorecidos por el éxito. Esta no era, una verdadera formulación de sentimientos reales, consecuentes o subconscientes. Preferible sería calificarla como un intento de sustituir tales sentimientos por una revelación, verdadera o falsa, de la lógica de la evolución social. Al hacer tal cosa y al atribuir a las masas su propia consigna de la “conciencia de clase”, Marx falsificó, indudablemente, la verdadera psicología del trabajador que se centra en el deseo de llegar a convertirse en un pequeño burgués y en el de servirse de su fuerza política para conseguirlo”.

Más allá de la supuesta falsificación marxista, es importante resaltar la veracidad de que no basta una relación objetiva dada para que un grupo de personas comience a actuar necesariamente en consonancia con esa posición. En realidad, no todos los individuos de la clase oprimida saben a que clase social pertenecen, y son poquísimos los que pueden comprender, y llegar a formular, los intereses cardinales dictados por la posición de la clase que constituyen en la organización de la sociedad. De ahí no se infiere que los intereses de clase existan aparte de los intereses de los individuos mismos. Eso confirma solamente la diferencia descubierta por el propio marxismo entre clase en si y clase para si, entre pertenencia objetiva de las personas a una clase y su conciencia y proyección política de clase.

Pero esta diferencia sustancial, descubierta y planteada por el propio sistema marxista, es uno de los elementos que más peso cobra a la hora de establecer los elementos que han entorpecido sobremanera las proyecciones objetivas de la ley de correspondencia.

Si se analiza el factor conciente de la transformación social, habrá que decir que nunca como ahora un sistema económico, social y político había hecho tanto y de manera tan sutil por hacer prevalecer su ideología, infestando de ella incluso a los efectivos afectados por la práctica económica que promulga tal teoría.

El individualismo se ha entronizado como ideal de vida y como expresión de una economía donde cada cual ha de encontrar el éxito y donde cada cual es responsable por su propio fracaso. Tal concepción del mundo liquida prácticamente cualquier tipo de actividad orientada a la transformación social.

El consumismo como ideología y forma de vida , el aburguesamiento progresivo que se ha establecido en grandes sectores de la población obrera, el efecto demostración e imitación que establecen los grandes medios de comunicación masiva, los desvaríos históricos del propio movimiento revolucionario, son elementos que nutren el poderío ideológico del gran capital.

Con todos esos elementos de por medio, no debiera creerse a priori y en abstracto que la clase trabajadora comandará necesariamente la acción revolucionaria contra el capital. Más bien consideramos que en las condiciones históricas actuales, tal fuerza revolucionaria no está predeterminada fatalmente, sino que puede encarnar en grupos, sectores o segmentos sociales variables en las distintas naciones. La clase trabajadora sería el factor a sumar a la construcción socialista para asegurar el éxito a largo plazo, pero no es necesariamente el sector social que inicie, planifique y ejecute la revolución.

En síntesis, podemos extraer de la concepción de Marx y Engels en torno a las premisas materiales de la transición al socialismo las siguientes: las tendencias a la concentración y socialización de la producción, el capital y la propiedad, el carácter explotador del sistema, las tensiones económicas más o menos sólidas provenientes expresadas en el comportamiento tendencial de la cuota de ganancias y el ciclo económico.

Todos estos aspectos materiales deben acompañarse de la actuación del sujeto revolucionario que cumpla con el rol de fuerza consciente y propicie definitivamente la revolución socialista.

Ahora bien, y sin que esto niegue lo anterior, existen otras aristas en el pensamiento de Marx y Engels no muy tratadas a la hora de exponer sus concepciones sobre las premisas materiales de la transición al socialismo. Estas se refieren a la postura favorable de los dos pensadores ante la posibilidad de que el capitalismo funcionara al tope de sus potencialidades como modo de producción.

Por ejemplo, en lo referido a la disyuntiva proteccionismo – liberalismo, Marx consideraba al proteccionismo como un sistema conservador en tanto que al sistema librecambista lo definía como revolucionario, porque “actúa destructivamente. Desintegra las nacionalidades anteriores y hace culminar el antagonismo entre el proletariado y la burguesía. En una palabra, el sistema de la libertad de comercio, acelera la revolución social. Solamente en este sentido revolucionario emito yo, señores, mi voto en favor del librecambio”.

Engels por su parte refiere: “es bien sabido que nosotros no simpatizamos con la burguesía. Pero, esta vez, auspiciamos su triunfo”, porque “su victoria dará su conformación definitiva al mundo. Y, sin embargo, nada más evidente que lo que hacen es abrirnos en todas partes el camino a nosotros, a los demócratas y comunistas”.

Pero esto no sólo se limita a las políticas económicas o modelos económicos. También se hace referencia al Estado y su fortaleza. Marx: “Pero la revolución es radical. Está pasando todavía por el purgatorio. Cumple su tarea con método. Hasta el 2 de Diciembre de 1851 había terminado la mitad de su labor preparatoria; ahora termina la otra mitad. Lleva primero a la perfección al poder parlamentario, para poder derrocarlo”.

Cierto que en el cuerpo teórico de los clásicos este tipo de apreciación era secundaria, pero si se toma en cuenta que en el desarrollo histórico del sistema capitalista se suceden distintos modalidades de Modelos Globales de Acumulación Capitalista - cuestión esta que entendemos como una tendencia objetiva del capitalismo que fundamentamos en el Capítulo II- en un movimiento capaz de dar a variables como la fortaleza funcional del Estado Nación, las políticas económicas, etc, comportamientos alternativos y recurrentes, entonces el valor de estas tesis originalmente secundarias puede llegar a ser fundamental para entender las potencialidades de realización de las premisas materiales de la transición al socialismo.


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