ENSAYOS DE ECONOMÍA POLÍTICA Y PENSAMIENTO ECONÓMICO INDICE
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ENSAYOS DE ECONOMÍA POLÍTICA Y PENSAMIENTO ECONÓMICO

Yoandris Sierra Lara




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1. EL COMPONENTE IDEOLÓGICO EN LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA CIENCIA ECONÓMICA

Introducción.

La crítica del capitalismo como sistema ha reaparecido con gran fuerza en la última década sobre todo en las regiones periféricas del orden económico internacional. Pero consideramos que esta crítica del capitalismo exige la crítica a su aparato teórico – conceptual, que es, y no debemos dudarlo, un componente esencial de su ideología y componente esencial de su dominio sobre las conciencias de las personas en cualquier parte del mundo.

Lenin había escrito en su momento que a ningún profesor burgués de economía política se le puede creer ni una sola palabra en materia de teoría de la economía política, ya que “los catedráticos de Economía Política no son, en general, más que comisionados eruditos de la clase capitalista” .

Más allá de que ciertamente se puedan rescatar elementos claves presentes en las teorías de esos economistas políticos de los que habla Lenin, debe tenerse en cuenta que estos se han encargado históricamente de brindar la fundamentación teórica para las necesidades del capital, han sido siempre, como ahora lo siguen siendo, voceros altamente “sofisticados” del capital. Por lo tanto, ha de tenerse ante ellos y su discurso teórico – práctico una postura que debe al menos distinguir entre: creer acrítica y tranquilamente su proposición teórica y consecuente significación ideológica y de política práctica, o indagar en los fundamentos de su teoría y encontrar tras una manta de pretendida armazón científica las células de la posición clasista, el interés privado y la ideología burguesa. Creemos que la única posición verdaderamente científica y revolucionaria, en el amplio sentido del término, esté en la segunda perspectiva planteada. Esto se refuerza si somos investigadores en el campo de las teorías de la economía política y a la vez formadores de nuevas generaciones de economistas de necesaria y demandada capacidad crítica y constructiva.

Consideramos que los estudiosos de la economía - y estos no son necesariamente sólo los estudiantes de economía -, deben ser capaces de captar en toda su magnitud la esencia ideológica del discurso teórico económico. Después el estudioso podrá asumir o no los criterios de la teoría en cuestión, podrá no serle relevante la afinidad de esta teoría con una u otra corriente global de pensamiento, pero lo que si es imperdonable es que no se sepa de dónde y por qué surge una teoría económica. Cuando uno llega a conocer esto, está obteniendo mucha información sobre la teoría en cuestión.

De modo que ahora nos corresponde definir algún concepto operativo de qué vamos a entender por ideología a los fines de este artículo. Manejaré el término desde la perspectiva marxista. Según este enfoque “ideología” tiene dos significados complementarios: Significado 1. Concepción del mundo que implica una determinada perspectiva de vida ligada a los intereses de las clases sociales, una escala de valores, junto con normas de conducta práctica. 2. Falsa conciencia, obstáculo para el conocimiento de la verdad, error sistemático, inversión de la realidad, o lo que Marx denomina fetichismo .

Desarrollo.

La economía como ciencia tuvo su primer momento en la Grecia antigua. Pero es con el surgimiento y consolidación del modo de producción capitalista que la ciencia económica alcanza su sustantividad y se expresa como economía política.

La economía política burguesa no presenta un objeto de estudio único a lo largo de su historia. La primera doctrina de la economía política, muy ligada a la política económica fue el Mercantilismo, que se encargaba de estudiar la esfera de la circulación, el comercio y expresaba los intereses de la burguesía comercial que no era aún dominante. Esta doctrina y práctica económica logró poco en la comprensión de las leyes que hacen funcionar el sistema económico, que por demás aún no estaba plenamente desarrollado como un mecanismo autónomo, aunque si tributó decisivamente al proceso de acumulación originaria del capital y con ello a la génesis de este modo de producción.

Según progresan las relaciones de producción capitalistas van progresando las ideas de la naciente burguesía y desplazan su plano de análisis acertadamente hacia la esfera de la producción. Inicialmente centran el análisis de la producción únicamente en la agricultura y se crea la doctrina de la fisiocracia que expresa la oposición del capitalismo al feudalismo aunque con limitaciones históricas.

Del siglo XVII al XIX se consolida el régimen capitalista de producción en todas las esferas de la vida económica, la burguesía se hace dominante y aparece lo que Marx llamaría Economía Política Clásica Burguesa que expresa los intereses de la joven burguesía industrial. Las contradicciones entre el trabajo y el capital, es decir, entre la clase obrera y la capitalista, no se habían agudizado lo suficiente como para poner al descubierto su carácter antagónico y sus teóricos estaban interesados en reflejar con la mayor objetividad posible las entonces progresistas relaciones de producción capitalistas.

Su centro de atención estaba anclado al estudio de la riqueza y el crecimiento económico de las naciones. Según plantea Maurice Dobb: “El principio medular de la economía política clásica era el gran precepto del laissez faire. Con éste la importante unidad de la Economía Política como sistema teórico, se convertía en un congruente sistema de la doctrina práctica. Los principios abstractos quedaban dotados de una acción viva para la política real, y la interpretación esquemática del mundo externo se fundió con el precepto y la acción. Haciendo funcionar estas leyes, el sistema “caminaba por sí mismo”, independientemente del cuidado del gobierno y del estadista” .

Es así como la economía clásica lega a la prosperidad la tesis de que el sistema capitalista por sí solo, a través del libre funcionamiento del mercado como sistema de organización de la producción social, es capaz de lograr la creación de riquezas y el funcionamiento de la sociedad. Tal tesis va a ser uno de los dogmas ideológicos más resguardados por los economistas y políticos burgueses a lo largo de toda la historia del capitalismo.

Como ciencia eminentemente social los economistas clásicos avanzaron un gran trecho al defender la idea de que la sociedad se desarrollaba en base a leyes, sólo que para ellos tales leyes eran naturales, no tenían un contenido histórico concreto. Tampoco podrían comprender la relación de clases específica que se da entre la clase obrera y la burguesía. Siguiendo a Marx consideraríamos que “la forma económica en que se extrae el excedente del trabajo no pagado de los productores directos, determina la relación entre dirigentes y dirigidos, tal como surge directamente de la producción y a su vez, influye en ella como un elemento determinante... siempre es la relación directa de los propietarios de los medios de producción con los productores directos la que revela el secreto más íntimo, los cimientos más ocultos, de toda la estructura social... la forma de esta relación entre dirigentes y dirigidos corresponde siempre a una etapa definida del desarrollo del trabajo y de su productividad social” .

Pero la economía política burguesa, aún en su variante clásica no registra tal situación. “La economía política daba esto por sentado, pero no profundizó el estudio de esas relaciones; se conformó con describirlas y con incluirlas entre sus condiciones, pero sin analizarlas. Consideraba la división en clases, bien como parte del orden de la naturaleza, o simplemente como una forma que adoptaba espontáneamente la división del trabajo en una sociedad libre, y no como un producto histórico de tipo especial. Como los economistas no llegaron a conocer la esencia de esa relación, no pensaron que las características de esa relación única podrían afectar el funcionamiento de sus leyes económicas, y transformar radicalmente las interpretaciones y predicciones apoyadas en esas leyes” .

Ahora bien, “tan pronto como el capitalismo quedó plenamente establecido y el orden económico y social burgués firmemente atrincherado, este orden fue, consciente o inconscientemente, aceptado como la estación terminal de la historia, y la discusión sobre el cambio económico y social cesó” .

Así el carácter científico de la economía política burguesa fue diluyéndose hasta quedar bastante restringido y comienza a transitar a una función esencialmente apologética, funcional e instrumentalista de la economía capitalista . En definitiva la economía política burguesa se movió en su conjunto a una posición que Marx clasificaría como “vulgar”.

¿Cuáles serían las características metodológicas de esta nueva corriente en el desarrollo de la economía política burguesa?

En opinión de Paul A. Barán “el pensamiento burgués (y la economía como parte de él) se transformó cada vez más en un bien arreglado estuche, conteniendo los variados utensilios ideológicos requeridos para el funcionamiento y la preservación del orden social existente” .

Para Maurice Dobb la Economía Política Burguesa Vulgar “usaba como constantes las propiedades de los objetos, con abstracción de los individuos y de las circunstancias de clase de esos individuos, sólo podía ocuparse de cosas superficiales, solo podría proporcionar un análisis parcial del fenómeno y, por consiguiente, postular leyes y tendencias que no sólo eran incompletas, sino hasta contradictorias y falsas” .

A partir de 1870, surge en el interior del pensamiento económico burgués el denominado pensamiento económico neoclásico. Aquí la economía política aparece como la ciencia relacionada con la satisfacción de las necesidades del individuo. Así, el análisis a nivel de sistema, de totalidad, cede ante un análisis estrecho, desconectado del mundo complejo y masivo que es la economía y la sociedad. No se estudia la sociedad y su funcionamiento en el nivel básico, sino simplemente las formas del comportamiento humano al disponer de escasos bienes. Aparece así por primera vez en la ciencia económica el ya muy conocido axioma de que la economía es la actividad que se encarga de dadas necesidades ilimitadas encontrar la mejor alternativa o elección de los recursos que siempre serán escasos. Claramente esta ciencia poco hará para explicar por qué para unos seres humanos los recursos son más escasos que para otros. Para esto tendría que cuestionarse las relaciones sociales de producción, pero por principio metodológico, esta elección estaba negada. Según la nueva definición la economía comprende la conducta humana como relación entre fines y medios escasos con usos alternativos.

Puede decirse que en esta nueva perspectiva el concepto de lo social entendido como totalidad dialéctica e integrada desaparece. Esto responde a un rasgo metodológico que pudiera denominarse individualismo metodológico. Esta perspectiva supone que entendiendo el comportamiento económico de un individuo aislado se puede inferir el comportamiento económico del sistema; por lo tanto, no hace falta hablar de sociedad y leyes específicas toda vez que en cada sociedad por fuerza habrá individuos y comprender su comportamiento atomístico es suficiente para comprender el movimiento social. Esta es una teoría que aspira a ser general asumiendo que sólo existe un sistema económico posible, que es el sistema de mercado donde el individuo toma sus decisiones racionales. Obviamente esta teoría no necesita de la historicidad, este individuo abstracto que elige racionalmente existe desde las cavernas y siempre existirá, existe en Europa y existe en América. El encuadre histórico es innecesario para este análisis. Por otra parte, la economía se aleja del estudio de los procesos objetivos, reales; para ir concentrándose en una especie de análisis psicológico que busca encontrar la respuesta a los problemas de la economía y la sociedad en las decisiones subjetivas de los agentes económicos. Esta escuela es en definitiva un viraje de la ciencia económica hacia un campo que, sin dudas es menos apropiado para la verdadera investigación científica de la sociedad y su funcionamiento económico, pero de seguro más confortable para su función apologética y encubridora de las contradicciones reales del capitalismo.

La economía política neoclásica abrió el camino a un nuevo paradigma de la ciencia económica, la denominada economics o economía. Esto fue llevado a cabo en el año 1879 por Alfred Marshall, quien consideraba que el término política podría introducir un elemento ideológico dentro de la ciencia económica que terminaría afectando los resultados científicos de la investigación. Quizás Marshall haya sido uno de los primeros economistas burgueses que introdujo el problema de la contraposición ciencia – ideología en las ciencias económicas. Tal situación ya no desaparecería de la ciencia económica la que comenzó poco a poco a presentar variadas clasificaciones, como aquella de economía política y economía positiva donde la segunda se identificaba con la situación tal y como es en la realidad, mientras que la segunda contenía un juicio de valor al referirse al cómo debe ser. En este sentido la economía positiva era la considerada como una disciplina verdaderamente científica. También se distinguió entre economía política y economía pura . Esta segunda referida simplemente como “teoría de la determinación de los precios, en un régimen de competencia absolutamente libre”. Véase el elevado grado de reducción que ha sufrido la ciencia económica desde el paradigma denominado clásico o incluso el marxista, hasta definirla como un estudio centrado en elementos tan estrechos y unilaterales como los precios en el mercado .

Por supuesto que los economistas burgueses no han aceptado nunca que tal reducción responda a causas históricas, ni al afán de desviar la atención de las leyes objetivas del capitalismo como sistema para concentrar la atención en algunas de sus facetas incluso más externas; para ellos este desarrollo ha sido el resultado del desarrollo interno, propio de la ciencia económica, la que ha logrado desgajarse de las reminiscencias metafísicas o especulativas para acceder definitivamente al reino de las ciencias positivas empíricamente validadas. Es en definitiva el paradigma positivista expresado en las ciencias económicas. También la ciencia económica se nutre de los grandes postulados filosóficos.

La ciencia económica contemporánea, burguesa obviamente, se autoreconoce como economics o economía, como habíamos dicho antes. ¿Cuál es el objeto y el problema de esta ciencia? Veamos algunas definiciones.

Con creciente frecuencia en la base de las definiciones del objeto de economics se puede encontrar la famosa ley de la escasez. Según H. Kohler, “como quiera que los economistas todos continúan diciendo que nuestro mundo es un mundo de déficit, donde las personas nunca pueden tener aquello que desean, a economics con frecuencia la denominan ciencia sombría. La ley de la escasez se utiliza también como base para determinar la esencia de los sistemas económicos. Según palabras del propio H. Kohler “el sistema económico constituye un mecanismo institucional mediante el cual se lleva a cabo la colaboración de los hombres en la sociedad para distribuir los limitados recursos, así como las escasas mercancías”. Para P. Samuelson, economics es la ciencia acerca de cuáles de los escasos recursos productivos con el tiempo serán elegidos por los hombres y la sociedad, con ayuda del dinero o sin él, para producir diversas mercancías y distribuirlas al objeto del consumo presente y futuro entre las personas y grupos de la sociedad” .

Bajo estos conceptos el sistema económico deja de ser considerado primordialmente en términos de relaciones entre individuos para convertirse en relaciones entre individuos y cosas.

La ciencia económica, que comenzó siendo economía política termina hoy siendo “economía”, una disciplina que pretende comprender las relaciones económicas ignorando el contexto histórico de tales relaciones, su contenido real, su base social; y todo esto asegurando buscar el más claro objetivismo e imparcialidad ideológica en el análisis. Pero siempre habrá que preguntarse si esconder el sistema y las posiciones que en él asumen los grupos sociales no es parte de un juego ideológico, o al menos una lectura ideológica del asunto.

La actual economía política burguesa – la ya vista economics -, se afana en defender la idea de que la ideología no desempeña ningún papel en los estudios de la economía pura, y que es esta el verdadero paradigma científico de la actual economía. Por lo tanto, cualquier elemento ideológico en el análisis termina imposibilitando la posibilidad de practicar una auténtica y rigurosa actividad científica. Es una situación como la reconoce Dobb: “En el campo de la economía política o de la teoría económica, el papel de la ideología (y en forma implícita su definición) ha sido tratado de diversas maneras. En primer lugar, ha sido contrastada con la esencia científica del tema, llegándose a considerar a la ideología, por implicación, como la mezcla o acrecencia de postulados éticos y de los llamados “juicios de valor”. De esta manera resulta un elemento extraño en la que debería ser designada como una investigación objetiva y “positiva”, el cual aunque de una manera inevitable invade la forma de pensar sobre los asuntos prácticos de la mayor parte de la gente, merece ser purificado por un análisis más riguroso y definiciones más precisas” .

Pero, ¿es posible considerar la inexistencia real de la ideología en la ciencia económica? Veamos algunos criterios. Schumpeter propone separar la economía científica (que para él si es ciencia) de la economía política (que no lo es). Joan Robinson considera que la economía ha sido siempre en parte un vehículo de la ideología dominante en cada momento y en parte un método de investigación científica, siendo tarea del economista lograr la separación entre ambos. Separación que, evidentemente, presenta no pocas dificultades, ya que todo sistema económico se apoya en la existencia de un conjunto de reglas, fruto de una concepción ideológica determinada que el individuo asume y que el economista se encuentra arrastrado a justificar. También reconoce que “toda doctrina económica que no sea formalismo trivial, contiene juicios políticos” . Según Oskar Lange: “...la burguesía dejó de interesarse por el ulterior desarrollo de la economía política. A medida que la economía política, ahora utilizada por el movimiento obrero, fue resultando inconveniente y hasta peligrosa para la burguesía, se desarrolló la tendencia a liquidarla en cuanto ciencia que estudia las relaciones económicas entre los hombres, y a sustituirla por una apología, esto es, por la justificación del modo de producción capitalista”.

El criterio de Marx: “En Economía Política, la libre investigación científica tiene que luchar con enemigos que otras ciencias no conocen. El carácter especial de la materia investigada levanta contra ella las pasiones más violentas, más mezquinas y más repugnantes que anidan en el pecho humano: las furias del interés privado” .

De modo que lo que se discute no es la carga ideológica que necesariamente carga la economía política o la ciencia económica en general como ciencia social, sino si esta carga es necesariamente un elemento que compromete su cientificidad. Creemos que esta ciencia puede ser científica – entre otros muchos factores que condicionan el desarrollo de una ciencia- , si los intereses de la clase o la formación económico –social o el modo de producción que representa y defiende coincide con la tendencia objetiva del desarrollo histórico de la sociedad humana. Esta es creo la condición necesaria. Los economistas clásicos pudieron ser científicos porque defendían un sistema social históricamente más avanzado, esto les permitió no tener ningún reparo para realizar una crítica demoledora y profunda de la sociedad feudal. Por su parte, cuando el capitalismo se consolida la función cognoscitiva de la economía política es prácticamente desactivada y su lugar en importancia la asume la ideológica junto a la práctica, disfrazada de formalismos y análisis puros, pero en el fondo defensora de un sistema que había perdido su capacidad revolucionaria de antaño. Sólo una economía política, que estudie el sistema desde “fuera” y sin compromisos ideológicos podía tener una concepción crítica y profunda sobre la sociedad burguesa plenamente desarrollada. A esto Paul A. Barán y Paul M. Sweezy le llaman razón objetiva, que sólo se alcanza cuando uno se sitúa fuera del contexto ideológico que genera el sistema económico estudiado, sino fuera físicamente si desde el punto de vista de compromiso ideológico y político.

Conclusiones.

La economía política, como primera expresión de las ciencias económicas burguesas, y de hecho como la principal expresión teórica de la realidad social en los orígenes del capitalismo, fue desde su génesis fruto de las consideraciones científicas de sus fundadores, pero también de sus férreas y nada disimuladas posiciones ideológicas, clasistas y políticas en franca oposición al feudalismo, a las monarquías, a los sistemas mercantilistas y proteccionistas. Por tanto, en la propia génesis de esta ciencia el ingrediente ideológico ya está diluido.

El objeto de estudio, el método de investigación aplicado y el aspecto ideológico han evolucionado de parejo al modo de producción capitalista, se han complementado en pos de proteger científicamente al sistema, de hacerlo funcionar; en una especie de mecanismo de autodefensa que ha imposibilitado en buena medida el desarrollo auténtico de la ciencia económica, puesta en función no del conocimiento profundo, esencial, sistémico y desprejuiciado; sino de la preservación y conservación de un régimen postulado como eterno y natural.

La evolución de la ciencia económica, eminentemente contradictoria e histórica, ha llevado esta disciplina burguesa a un campo de indeterminaciones sicológicas, sin sustrato social, sin contexto histórico concreto, sin tejido socioeconómico, sin transformación cualitativa, sin contradicciones sociales; donde el carácter pro capital, pro burgués y pro imperialista se acompaña indefectiblemente de la transposición fetichista que hace de todas las criaturas burguesas, incluyendo su conciencia teórica; monumentos capaces de arrodillar a los seres humanos incapaces de comprenderse a sí mismos y por tanto a su entorno; tal es el gran aporte de la ciencia económica a su majestad el capital.

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