BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

PROGRESO Y BIENESTAR

Hugo Salinas




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C. EXTERNALIDADES

Además de los bienes colectivos, existen otras actividades que “escapan” al tratamiento de una economía de mercado, en el sentido de intercambios expresados en precios y unidades monetarias. Es el caso, por ejemplo, del aire contaminado. La empresa que genera aire contaminado (la polución) es claramente identificable. Ella pertenece a una economía de mercado y, sin embargo, la polución que la empresa genera en su funcionamiento es difícilmente tratada a través de las normas de una economía de mercado clásica: libre elección en la transacción, precio unitario, y bienes de propiedad privada. Ninguna de estas características contiene la actividad poluante. Este es un ejemplo de externalidad en una actividad económica.

La externalidad es “un evento generado por un acto de un agente que concierne otro agente sin que este acto sea el objeto de un acuerdo de intercambio entre ellos” , precisa Claude Alquier. “[La externalidad] no toma la forma de una transacción en dólares, en el mercado,” agregan los profesores Paul Samuelson y Williams Nordhauss.

En este sentido, hay dos formas de manifestación de las externalidades: positivas y negativas. Existe el hábito de llamarlas también economías externas y deseconomías externas. Entre las primeras se puede señalar el ejemplo proporcionado por el profesor James E. Meade, Premio Nobel de economía 1977, concerniente a las ventajas que retira un apicultor de la producción de manzanas de una granja vecina. Entre las segundas, se puede señalar los montes de basura acumuladas al interior de la ciudad o de sus alrededores, las nubes tóxicas, el ruido, y la polución. El profesor Jean-Baptiste Ferrari propone otro tipo de clasificación de las externalidades. El encuentra que existen externalidades entre consumidores, entre productores, y entre productores y consumidores.

Entonces, se crea una externalidad “cuando procura a otro, por su actividad, una ventaja gratuita o una desventaja, un perjuicio sin compensación monetaria”. En este sentido, lo que nos interesa saber es “si existen métodos prácticos de corrección de las externalidades cuya adopción permita a la actividad económica aproximarse de un óptimun” , se interrogan los profesores Bernand Guerien y Bertrand Nezeys.

Según los profesores Paul Samuelson y Williams Nordhauss, “ciertos problemas económicos, dentro de los más importantes, que requieren la participación del Estado provienen del hecho de que estas actividades económicas dan origen a externalidades”. En efecto, dentro de una economía de mercado de interés individualista, como la que está en curso actualmente, la intervención del organismo regulador externo es indispensable en el tratamiento de las externalidades. ¿Es igualmente el caso en una economía de mercado de interés general?

a. Externalidad positiva

En el caso de una externalidad positiva podemos utilizar el ejemplo del profesor James E. Meade (1952) que concierne a un productor de manzanas y un apicultor. Las abejas se alimentan gratuitamente del polen de las flores de las manzanas, sin que el agricultor pueda encontrar la forma de hacerse pagar, porque toda medida de protección resultará muy costosa y, además, será difícil hacerse pagar dicho gasto. Es el caso de una externalidad positiva para el apicultor.

Cada una de estas empresas, tanto del agricultor como del apicultor, maximiza su utilidad haciendo que el precio del bien sea igual al costo marginal. Pero, ese punto de equilibrio “no es un óptimo de Pareto” , nos dice el profesor Jean-Baptiste Ferrari. En efecto, cada una de dichas empresas no toma en consideración la interdependencia de sus funciones de producción. Así tenemos que el precio del polen utilizado por el apicultor no ha sido tomado en cuenta en su función de costos, y el polen “producido” por el agricultor no le da, al agricultor, ningún beneficio porque le resulta muy caro tratar de exigir su pago. El único medio para el agricultor de sacar un provecho del resultado de un servicio otorgado al apicultor es de proceder a la integración de las dos empresas. Esto conduciría a la internalización de la externalización positiva. Pero nada garantiza, en una economía de mercado de Repartición Individualista, que esta fusión de empresas sea posible. Es una de las desventajas de las economías con Repartición Individualista. Un problema que no existe en una economía de mercado de interés general, si las dos empresas pertenecen al Sector 2.

En dicho sector, las dos empresas pertenecerían a la colectividad. De donde, la fusión entre ellas no representa ninguna dificultad si, sobre todo, conduciría a un mejor manejo de la externalidad positiva.

b. Externalidad negativa

Analicemos un caso concreto. Se trata de un agricultor y de un ganadero. Ellos desarrollan su actividad económica uno al lado del otro, y resulta que las vacas del ganadero se introducen en el sembrío de trigo cultivado por el agricultor, ocasionándole pérdidas. La solución propuesta por Ronald Coase (1960), Prix Nobel 1991, a partir del ejemplo que el mismo presenta, consiste en indemnizar al agricultor si las pérdidas de éste son inferiores al costo de instalar un muro de separación entre las dos propiedades, o pagar el costo del muro de protección si las pérdidas son superiores al costo de dicho muro. Una solución que se ajusta a las normas de gestión de una economía de mercado de Repartición Individualista.

Pero en una actividad económica con Repartición Individualista, los dueños de las empresas son independientes. Cada uno de ellos se comporta buscando siempre maximizar las utilidades y minimizar los costos. En estas condiciones, nadie garantiza que llegarán fácilmente a ponerse de acuerdo en el caso de una externalidad negativa. Lo más probable es que, y en el mejor de los casos, irán a deslindar sus diferencias en un proceso judicial, en donde existirá forzosamente un costo adicional. En un caso como en el otro, existe una real deseconomía externa.

Estos casos de externalidades negativas, difíciles de resolver en una economía de mercado de Repartición Individualista, son fácilmente resueltos en una economía de mercado de interés general. Visto que las dos empresas pertenecen al mismo propietario, la comunidad, es fácilmente aplicable la solución propuesta por el profesor Coase. Además, si el pago de los daños ocasionados al agricultor, o el pago por la construcción del muro que separe a ambas empresas, conduce a eliminar las utilidades del ganadero, la empresa puede seguir funcionando. Ha quedado establecido que una empresa del Sector 2 tiene como objetivo fundamental brindar servicios a la comunidad al mismo tiempo que propiciar el pleno empleo de los recursos humanos. Su objetivo no es la maximización de utilidades. Es suficiente que los ingresos esperados sean iguales a los costos de la empresa.

Si el pago por los daños ocasionados al agricultor, o el pago por el muro de contención, conduce a una situación deficitaria a la empresa ganadera, lo más racional es inmediatamente poner en estado de quiebra a la empresa. Una decisión que puede ser fácilmente tomada dado que es la comunidad la propietaria. Toda situación deficitaria de sus empresas es una pérdida neta para la comunidad. Ella tiene, entonces, todo el interés en declarar la quiebra inmediata de la empresa ganadera.

c. Las empresas poluantes y los vecinos

Un tercer ejemplo de externalidad que, esta vez, se pasa entre una empresa poluante y sus vecinos. Supongamos que la fuente de polución es factible de identificación, que la población afectada es cuantificable, que el monto de los perjuicios puede ser calculado. A pesar de la transparencia en la información, la solución no proviene de los elementos clásicos de una economía de mercado.

Sucede que la polución enfrenta al generador de polución, una empresa con Repartición Individualista, y a los vecinos cuyo comportamiento mayoritario es caracterizado por el individualismo. Entonces, en general, la empresa desconoce, o finge desconocer, los perjuicios que genera la polución en la vida cotidiana de sus vecinos. Y los vecinos, se encuentran mayormente interesados en sus asuntos personales que dificulta una acción conjunta para enfrentar a la empresa poluante.

Aquí, es necesario agregar el tercer elemento del problema: aceptado el principio de que la “empresa privada” es el motor de desarrollo y generador de empleos, el Gobierno apoya las decisiones que toma la empresa poluante. En estas condiciones, resolver este tipo de externalidad es bastante difícil. Muchos esfuerzos de algunos vecinos y de algunas organizaciones civiles para un resultado muy irrisorio.

En cambio, en una economía de mercado de interés general, el tratamiento de la polución y de otras externalidades negativas es, en principio, posible. Si insumido el costo de indemnización, la producción del bien continúa a ser rentable, la empresa puede continuar a producir dicho bien. Al mismo tiempo, es de su interés realizar inversiones en investigaciones tendientes a anular o minimizar la polución. De esta forma, la comunidad es doblemente ganadora. Primero, porque la rentabilidad de la empresa sigue siendo positiva y, segundo, porque las inversiones en investigación dinamizan la economía.


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