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RETOS Y PERSPECTIVAS DEL SISTEMA POLÍTICO CUBANO

Erick Néstor Paz Chaveco y José Augusto Ochoa del Río




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2.2.3 Tercera Etapa. Desde 1989 hasta la Actualidad

Es a mediados de 1989 que, como consecuencia de los acontecimientos que tienen lugar en la arena internacional y, particularmente, en los países de la comunidad socialista, se plantea por primera vez la posibilidad de que Cuba pase a "período especial en tiempo de paz", la que se convierte en realidad con el derrumbe y desmontaje del socialismo en Europa del Este y la URSS; ello, en cierto sentido, interrumpe el proceso de rectificación, pues el país entra en una etapa de supervivencia. El "período especial" es un período de aguda crisis económica provocada por el derrumbe del socialismo de Europa del Este y la URSS y el arreciamiento del bloqueo económico y comercial por parte de los Estados Unidos, bloqueo que se ha convertido ya, en este momento, en lo que podemos llamar con toda certeza una guerra económica, política, psicológica e ideológica contra Cuba. No obstante, la dirección del Partido y el Gobierno cubanos mantuvo la voluntad política de dar continuidad a aquellas transformaciones de la sociedad cubana que permitía la nueva realidad nacional e internacional.

Es el Pleno Extraordinario del Comité Central del PCC de febrero de 1990 que plantea la conclusión acerca de que "han madurado las condiciones para abordar en términos prácticos y concretos el perfeccionamiento del sistema político e institucional del país". El proceso de debate nacional de las tesis contenidas en el Llamamiento al IV Congreso del Partido que se desarrolla a mediados de 1990, dio un impulso significativo a la configuración de las ideas fundamentales de ese perfeccionamiento, recogiendo, en amplia consulta popular, la inteligencia colectiva de los cubanos que guiaría el proceso de reformas políticas emprendidas en el país. Ya en el propio documento del Llamamiento se vislumbran los cambios que la lógica interna del proceso cubano había determinado.

El desarrollo económico, político y social de Cuba a inicios de los 90 planteó exigencias al poder en el sentido de continuar profundizando la democratización de la sociedad. Ya en ese momento habían madurado las condiciones para efectuar los cambios políticos necesarios en el país. Comienza una nueva etapa en el proceso de desarrollo del sistema político cubano

Frecuentemente se escucha decir que el factor determinante de su comienzo lo constituyen los trágicos sucesos de Europa socialista y la Unión Soviética. Estos acontecimientos regresivos de la historia universal significaron un factor influyente en cierta medida, más bien acelerador, pero no determinante de los cambios políticos que se produjeron en Cuba. Tanto el inicio del proceso de rectificación como la voluntad política de la dirección de la Revolución ante una necesidad histórica objetiva insoslayable, son expresión de la conclusión expuesta.

La tendencia del sistema político cubano al auto-perfeccionamiento, su capacidad de lograr un alto nivel de legitimidad, su gran fortaleza y apoyo popular es reconocida incluso, en publicaciones recientes, por algunos de los más destacados críticos del régimen político prevaleciente en Cuba, aunque le den a esto explicaciones que no siempre corresponden a la realidad política de la Nación.

Lo cierto es que el IV Congreso del Partido Comunista celebrado en 1991 aprobó un grupo de resoluciones que crearían las condiciones para propiciar, sin duda alguna, la ampliación del proceso de fortalecimiento del democratismo del sistema político en su conjunto, lo que ha constituido la continuidad de una tradición política revolucionaria. Sin embargo, se manifestó de manera inmediata la percepción e intención permanente de determinados círculos políticos y académicos extranjeros de no reconocer el carácter democrático alguno al sistema cubano (aplicándole el modelo propiamente liberal o influidos por la creciente globalización neoliberal, que trata de globalizar también un determinado esquema ideológico y de construcción de la democracia, excluyente de cualquier alternativa distinta de la que desde esa óptica se profesa). Nótese esto: es también una negación del pluralismo que mundialmente se proclama y, por tanto, una pretensión no del todo democrática; es en realidad una intención de estrangular las excepciones y la pluralidad. Está más acorde con la democracia el reconocimiento y respeto al derecho de otros a construir y aplicar sus propios modelos de gobierno y buscar sus propias alternativas de régimen político que garanticen una participación real y efectiva de la ciudadanía en la dirección de los procesos sociales.

En cualquier circunstancia, y fue seguramente lo más impactante y desconcertante para muchos, especialmente para los detractores del proceso revolucionario cubano, la dirección política del país acometió las reformas al sistema político en el período más crítico vivido por la Revolución cubana. Lo hizo en medio de la influencia notoriamente negativa en todos los órdenes (económico, psicológico, ideológico, cultural, etc.), de la debacle del bloque socialista europeo. Indudablemente, esto fue un acto de profunda valentía política asumiendo los mayores riesgos, y una demostración de la voluntad política revolucionaria cubana de continuar, en las más difíciles condiciones, el perfeccionamiento (léase democratización) del sistema político establecido en el país, lo que confirma que el mismo no es un organismo estático, inamovible.

Los principales cambios llevados a cabo en esta última década en Cuba han estado dirigidos a fortalecer la materialización del criterio fundamental de perfeccionamiento del sistema político: el logro de la más amplia participación del pueblo en las decisiones. Estos cambios abarcan, ante todo, a los dos principales elementos de este sistema: al Partido y al Estado y, por supuesto, extienden su acción a todo el sistema en su conjunto. Ellos pueden sintetizarse en lo siguiente:

1. Cambios estructurales y funcionales que conllevan a dotar de mayor autoridad a las asambleas del Poder Popular desde el municipio, especialmente a sus delegados de base. Entre esos cambios resultan más significativos los siguientes: la creación de los consejos populares, la eliminación de los comités ejecutivos a nivel provincial y municipal, y el nuevo procedimiento para la elección de los delegados a las asambleas provinciales y de los diputados a la Asamblea Nacional.

- Un elemento novedoso es la creación de los consejos populares ; éstos son nuevos elementos del sistema de organización estatal que agrupan al conjunto de delegados de una determinada demarcación, están presididos por uno de esos delegados elegido por ellos mismos y están investidos de la más alta autoridad; a estos consejos pertenecen, como práctica política cotidiana, los representantes de las organizaciones de masas y de las instituciones más importantes de su radio de acción, así como otras personas que representen intereses de la comunidad.

2. Otro elemento novedoso característico de los cambios estructurales y funcionales mencionados es la eliminación de los comités ejecutivos a los niveles provincial y municipal. Esto fue motivado por el hecho de que el ejercicio real del poder no residía en la asamblea correspondiente, sino en el órgano concebido para representarla entre sus períodos de sesiones, que era precisamente el Comité Ejecutivo a su nivel, el cual suplantaba de hecho al órgano máximo de poder en la localidad. Unido a esto los comités ejecutivos también presentaban insuficiencias en su trabajo, fundamentalmente técnicas, condicionadas, ente otras cosas, por las pocas posibilidades reales de lograr los cuadros idóneos para su integración, y la estabilidad de los mismos. Se hacía necesario incluso modificar la situación real del ejercicio del poder, en cuanto a la calidad de este ejercicio, definida en gran medida por la condición de legitimidad del portador real del poder y por la validación técnica de su gestión. Se planteaba, en esencia, un problema de gobernabilidad, a partir de demandas objetivas originadas por el propio desarrollo progresivo de la democracia en Cuba. No obstante es importante reafirmar en la práctica política la idea de que el consejo de la administración (nuevo órgano de la administración local que surge), no se crea para sustituir al comité ejecutivo ni suplantar a la asamblea en la acción de Gobierno, sino para ejercer la administración, realizar funciones "...como órgano técnico para cumplir las políticas en lo concerniente a la administración de los recursos locales, tarea que es una de las facetas del contenido de la labor de Gobierno, pero que no agota su esencia al menos en las condiciones de Cuba." Y es necesario reafirmar esta demanda, que es de hecho exigir el cumplimiento de lo estipulado en la Constitución porque, "...a nuestro modo de ver, la eliminación de los comités ejecutivos no ha dado aún la respuesta que de ella se esperaba en lo concerniente al fortalecimiento del papel de las asambleas locales". Para la solución de este problema resulta imprescindible modificar también de forma substancial, de manera real y efectiva, otras facetas del sistema de Gobierno cubano y, especialmente, aquella que es portadora mayor de la esencia genuinamente popular del sistema político: es necesario perfeccionar la institución del delegado, en particular del delegado de circunscripción, en el sentido de que logre más profesionalidad en la labor de Gobierno, mayor nivel de especialización e idoneidad, reciba la preparación adecuada, el tiempo y los medios necesarios para el cumplimiento de sus funciones, y un mayor reconocimiento social y estatal.

En síntesis, esto significa continuar fortaleciendo la autoridad del delegado, para lo cual sería necesario, además, perfeccionar el proceso de selección del mismo, desde la propia postulación hasta la elección. Todo ello redundaría, inexorablemente, en un fortalecimiento del eslabón básico del sistema: las asambleas locales del poder popular, que constituyen, a su vez, la máxima autoridad local del poder estatal.

3. El establecimiento del voto libre, directo y secreto de toda la población para elegir a los delegados a las asambleas provinciales y a los diputados a la Asamblea Nacional, complementando la ya establecida desde 1976 elección directa por la población de los delegados municipales o de base (de circunscripción), constituye uno de los cambios más notorios en el proceso de perfeccionamiento del sistema político cubano, que indica un indudable ascenso en el proceso democrático del país.

Recuérdese que esos delegados provinciales y diputados, elegidos de manera libre, directa y secreta por el pueblo, son los que componen la Asamblea Nacional y las provinciales. De entre los diputados se eligen al Presidente, Vicepresidente y Secretario de la Asamblea Nacional, así como al Consejo de Estado de la República de Cuba, partiendo de su propio Presidente . Esto, indudablemente, constituye un parámetro funcional de importancia respecto al democratismo del sistema político, y significa un grado mayor de participación popular en la selección de sus representantes a todos los niveles, un paso de avance en su realización. Ello, igualmente, respondía a una demanda popular expresada, fundamentalmente, durante la discusión del Llamamiento al IV Congreso del Partido, en cuanto a la necesidad de fortalecer el vínculo entre los delegados provinciales, los diputados y el pueblo; esto contribuiría a eliminar el cierto distanciamiento que se producía, no por motivos clasistas, por supuesto, sino en su aspecto funcional, y a superar la insuficiencia relativa de representatividad en nuestro sistema político.

4. Otro cambio importante de los años 90 se refiere a la simplificación de las estructuras del Partido con el objetivo de acercar más la dirección central a la base y, por tanto, a las más amplias masas populares. Cambios en el estilo y métodos de trabajo del Partido, más democráticos y participativos.

5. Revitalización de las asambleas de trabajadores ejemplares como vía fundamental, y prácticamente única, para decidir el inicio del proceso de ingreso de los ciudadanos al Partido. Estas son asambleas abiertas de los trabajadores o de los estudiantes (asambleas de masas) que deciden, democráticamente, si aceptan o no que un ciudadano, cualquiera que sea su rango, pueda ser procesado para formar parte de la vanguardia política de la nación cubana.

6. Reconocimiento de la posibilidad de ingreso de los creyentes al Partido Comunista, es decir, que las creencias religiosas no constituyan un obstáculo para el ingreso de un revolucionario de vanguardia a esa organización.

Estas innovaciones relacionadas con el Partido fortalecen su reconocimiento social, credibilidad, autoridad y su carácter de representante de los intereses de las masas populares, lo refuerzan y legitiman como partido no de una sola clase o de una ideología restringida a una determinada concepción del mundo, sino de toda la nación cubana y de una ideología de la Revolución común a todos aquellos que optan por el patriotismo, la soberanía, la independencia nacional, la igualdad, la equidad, la justicia social, la unidad nacional, el antiimperialismo y el socialismo auténtico, profundamente participativo, adecuado a las particularidades concretas del país.

7. Se reafirma el reconocimiento, respeto y garantía constitucional de la libertad religiosa y se introduce el carácter no confesional del Estado cubano y la garantía de la no discriminación por motivos religiosos.

8. Se reconoce constitucionalmente la ampliación de las diferentes formas de propiedad: empresas mixtas, sociedades, asociaciones e, incluso, cierto nivel de propiedad privada sobre los medios de producción.

Todos estos cambios han sido reflejados en tres documentos fundamentales que constituyen elementos reguladores del sistema político cubano: la Constitución de la República, reformada por la Asamblea Nacional en 1992; los Estatutos del Partido Comunista, que rigen la vida interna de esta organización y sus relaciones con los demás elementos del sistema político y con la sociedad en su conjunto; y la Nueva Ley Electoral adoptada a partir de los cambios en la Constitución.

Así las cosas, se señalan algunos elementos claves que confirman la democraticidad del sistema político establecido, haciendo énfasis en el aspecto electoral:

1 Todos los habitantes eligen y son elegibles, según el caso, por voto mayoritario, universal y secreto, a los órganos representativos y cargos de dirección del sistema.

2 La nominación de los candidatos al nivel municipal se realiza en asambleas de masas.

3 Las organizaciones políticas (léase Partido y Unión de Jóvenes Comunistas) no postulan candidatos.

4 Constituye práctica política la renovación de una proporción mínima de los órganos representativos.

5 Elección por no menos del 50 % de los votos válidos de cualquier representante estatal popular.

6 Revocación, en cualquier tiempo, de representantes y autoridades por sus electores.

7 Rendición de cuentas por parte de todos los dirigentes del Estado, de las organizaciones políticas y de masas ante los órganos representativos correspondientes y ante la población.

8 Participación activa de la población en la discusión de documentos partidistas y leyes estatales previa a su aprobación, como medio de búsqueda de un consenso nacional ante los principales problemas a debate. Esto da continuidad también a una tradición política revolucionaria que ha echado raíces profundas, se canaliza a través del sistema de organizaciones sociales y de masas del país y ha tenido su expresión más novedosa en los parlamentos obreros, asambleas de trabajadores celebradas desde 1994 y a las cuales acudió la Asamblea Nacional del Poder Popular en búsqueda del consenso en la aplicación de las principales reformas económicas de los años más recientes . Estas reformas, si bien constituyen una vía importante de salida de la crisis económica y de preservación de las conquistas de la Revolución, tienen algunos costos sociales que, sin el apoyo mayoritario de la población, no pudieran asumirse de manera revolucionaria y socialista.

Siguiendo esta línea de pensamiento, es necesario que el sistema político cubano y su evolución hasta hoy, se examine de manera desprejuiciada. El muestra, sin lugar a dudas, "una evolución institucional hacia un estado de derecho, una mayor descentralización y una mayor democraticidad. Esta evolución se ha realizado preservando una alta capacidad para producir y reproducir la sociedad de transición, una alta legitimidad y un notable nivel de consenso"

Un analista imparcial observaría con claridad que ni la represión, ni la arbitrariedad, ni los caprichos en el ejercicio de gobierno, ni la mentira, ni la supuesta desnacionalización paulatina de la economía cubana, ni la corrupción, ni la manipulación de las masas, rasgos que en determinados medios académicos aún se le imputan al sistema político cubano pueden ser fenómenos que caractericen intrínsecamente a un sistema que ha recibido históricamente el apoyo ampliamente mayoritario de la población de su país. Los resultados históricos de las elecciones generales efectuadas y, particularmente, las de 1992 1993 y de 1997 1998, confirman esa realidad.

Ahora cabría la siguiente pregunta: ¿En que medida estos cambios son significativos para el sistema político actual?

La permanencia de un grupo de figuras históricas en la dirección del gobierno y en el aparato estatal, y la propia existencia de un partido único con un rol tan singular (entre el Estado y la sociedad civil) son rasgos característicos, pero insuficientes para dar cuenta del la complejidad del sistema cubano. La particularidad del proceso histórico, incluida la revolución y el orden social y político que esta acarrea, la naturaleza del consenso que se ha articulado en la sociedad civil y el estilo político de esta dirigencia así como su papel en el proceso de cambios actualmente en curso resulta esencial para comprender su funcionamiento y su posible evolución.

El sistema político ha ido acentuando la descentralización, la flexibilidad y el pluralismo, aunque preservando muchos de sus rasgos estructurales. Las zonas claves de la participación popular en el sistema político se han fortalecido, con una elevación del perfil de la sociedad civil y de sus expresiones orgánicas, especialmente en las bases.


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