BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

RETOS Y PERSPECTIVAS DEL SISTEMA POLÍTICO CUBANO

Erick Néstor Paz Chaveco y José Augusto Ochoa del Río




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1.1.4.2 Partidos Políticos u Organizaciones Políticas

Los partidos políticos es la parte más activa y organizada de cualquier clase o de sector, que expresa sus intereses, estos surgieron, de una forma u otra después de la división de la sociedad en clases opuestas y constituyen la forma suprema de la sociedad en clases. En el Estado burgués, actúan de ordinario varios partidos políticos, lo cual se debe a la existencia de las contradicciones entre las clases y sectores sociales y a la lucha entre los distintos grupos de la burguesía por mayores privilegios. A menudo, la clase dominante funda dos partidos que se diferencian entre si tan solo por los métodos con que alcanzan los fines políticos, lo cual les permiten maniobrar mejor y promover al proscenio ora uno, ora otro de estos partidos. Las condiciones de actividad de los partidos políticos dependen del régimen político del Estado. En el contexto de la democracia burguesa, de ordinario se admite la existencia de partidos comunistas y obreros, pero su actividad con frecuencia se restringe sustancialmente.

Tradicionalmente se ha asumido como elemento del sistema a los partidos políticos, pero en los últimos años se ha hecho fuerte la opinión de cambiarles la nomenclatura a Organizaciones Sociales, concepto más englobador. Esto está respaldado en la práctica con el ascenso al poder, usando instrumentos y métodos de partidos, de movimientos sociales, que, al usar los hilos del poder se convierten en políticos, pero que no quieren abandonar su esencia social. América Latina ha sido pionera en esta nueva tendencia; los casos de Brasil, Bolivia y Venezuela son los más destacados. No obstante en aras de respetar la nomenclatura tradicional, y que en definitiva menciona la mayoría de las fuentes consultadas, se continuará abordando como Partidos Políticos, sabiendo ya que la referencia es a ambos por igual, Organizaciones Políticas y Partidos Políticos.

Los partidos políticos como los conocemos hoy en día, son el resultado de la formulación del Estado nacional burgués y, mejor todavía, del estado parlamentario o del modelo de tripartición de poderes, recordemos a la Gironda y la Montaña francesa o a la experiencia real, en los Estados Unidos de Norteamérica.

Como señala Duverger en su obra Los Partidos Políticos, y nos lo recuerda Cañizares, “En 1850 ningún país del mundo, con excepción de los Estados Unidos conocía partidos políticos en el sentido político de la palabra. Había tendencias de opiniones, clubes populares, asociaciones de pensamiento, grupos parlamentarios pero no partidos propiamente dichos”

Sin embargo, compartimos el criterio del profesor Cañizares en cuanto a que el origen de los partidos políticos es preciso encontrarlo un poco antes, en el momento de la restauración monárquica en Inglaterra, después de la revolución del siglo XVII, cuando se integran los Whigs y los Tories, los cuales agruparon a la población en las elecciones parlamentarias de 1679. Los Whigs eran los seguidores inmediatos de Oliverio Cronwell y en consecuencia opositores de la monarquía y defensores del Parlamento. Ulteriormente devendría partido liberal. Por su parte los Tories, eran los continuadores de la ideología realista, de la nobleza seguidora de la corona y, en consecuencia, contrarios al parlamento. Posteriormente se convertirían en los conservadores.

Esos partidos cobran carta de identidad plena cuando en 1832 en Inglaterra se estableció jurídicamente el sistema de partidos y el desempeño de los mismos tanto en las elecciones parlamentarias como en la posterior constitución del gabinete.

Como también recuerda el citado Cañizares, en los orígenes de los Estados Unidos de Norteamérica, los partidos políticos no fueron vistos con buenos ojos, e incluso George Washington califica de facciones a todos los esfuerzos dirigidos a oponerse al gobierno de los federalistas y entendía que el sistema de partidos era una fuente de corrupción.

Son los principales instrumentos de mediación entre las demandas sociales (de los ciudadanos) y las instituciones políticas. Es el vehículo que canaliza la acción política. Aún así, no son los únicos canales, también hay grupos independientes, etc. pero no son los principales.

Su nacimiento y desarrollo no se remonta demasiado lejos, en el siglo XIX aparecen nuevos partidos políticos. La extensión del sufragio universal en el siglo XIX genera incentivos para la formación de asociaciones dentro de las asambleas legislativas. También se crean incentivos para grupos organizados fuera de las asambleas y que compiten entre sí para obtener representación parlamentaria. El desarrollo político histórico europeo a lo largo de los siglos XIX y XX genera fracturas sociales que favorecen la aparición de partidos políticos (Estado-Iglesia, socialismo-comunismo, trabajadores-amos, sector primario-sector terciario...)

Los partidos políticos, como la parte más activa y organizada de cualquier clase o sector, contienen un grupo de funciones de gran importancia, por ejemplo: crean objetivos, ideologías y programas, son instrumentos de socialización y motivación política; por tal razón promueven la participación política de los ciudadanos, son activos participantes en la búsqueda de élites; teniendo casi el monopolio del reclutamiento del personal representativo, agregan al proceso político intereses y demandas y convirtiéndolas en políticas generales; por tal razón, este autor refiere que los partidos políticos son los principales instrumentos de mediación entre las demandas sociales, y son los actores inmediatos del proceso político en una sociedad determinada.

Desde su aparición en la escena política, la ciencia política ha realizado una división teórica de estos, notándose como los más importantes los que siguen:

1- De notables / de cuadros: Son partidos creados desde el poder. Surgen cuando el sufragio era restringido. El reclutamiento de sus miembros se hace en función de los atributos o cualidades personales. Son escogidos selectivamente. La financiación de estos partidos es capitalista, y su organización es débil y está confiada a las elites. La ideología no es importante, el partido es casi un club selecto. Ejemplo: La mayoría de partidos creados en el siglo XIX.

2- De masas: Aparecen con la extensión al sufragio universal (finales del siglo XIX y siglo XX), y su función es realizar la educación política de la clase obrera (como el partido socialdemócrata alemán). Busca reclutar a las masas. La financiación se realiza a través de las cuotas de los militantes. Tienen una sólida organización. Son importantes los estatutos (establecen los mecanismos de toma de decisiones...). La ideología es muy importante. Hay un cambio de antes a después de la Segunda Guerra Mundial. En los ’50, el modelo de partido de masas cambia, se transforma. Michels (creador de la teoría elitista del poder), elabora la “ley de hierro de las oligarquías”, en los ’40. En esta ley critica la creciente fractura entre la burocracia profesionalizada y la base de los afiliados. Hay una escasa rotación de los dirigentes, y hay cooptación (herencia del cargo). Michels dice que la tendencia de las oligarquías a perpetuarse es cada vez mayor.

3- De electores / “Catch-all parties”: Intentan capturar el mayor número de votos posibles. En estos partidos, la ideología pierde importancia, sólo buscan conseguir votos, así que disminuye la intensidad de la ideología para llegar a más votantes. En cambio, se refuerza la figura de los líderes políticos. Cada vez hay menos enfrentamiento entre ideologías y más entre líderes, la política se personaliza gracias a la televisión. Poco importante la organización, los estatutos del partido. Lo importante es movilizar al electorado. Cada vez es más importante la existencia de profesionales dentro del partido (en diversas áreas: marketing...). Son importantes las donaciones de los grupos de interés (en España es ilegal esta práctica, a pesar de que se hace), así que son de financiación capitalista.

Hagamos ahora referencia a un aspecto medular dentro del análisis de los partidos políticos, nos referimos a los sistemas de partidos.

Se entiende por sistemas de partidos al conjunto de partidos existentes en un determinado sistema político y a los elementos que caracterizan su estructura. Entre estos destacan, la cantidad existente; sus interrelaciones, tanto respecto a la magnitud de ellos como a sus fuerzas relacionadas; las ubicaciones mutuas, ideológicas y estratégicas, que condicionan la forma de interacción con el entorno, la base social y el sistema político.

Durante mucho tiempo, los sistemas de partidos se clasificaron atendiendo solamente al número de partidos: uno, dos, o más de dos. Ha sido mérito de Giovanni Sartori avanzar en la construcción teórica más allá de lo anterior, permitiendo que actualmente exista un acuerdo general entre los especialistas, en el sentido que la distinción entre sistemas unipartidistas, bipartidistas y multipartidistas es insuficiente. Incluso construcciones como las de Jean Blondel que distinguían entre sistemas sin partidos, de un partido y de más de un partido, subdividido a su vez en cuatro subtipos, combinando para ello criterios numéricos con porcentajes de apoyo electoral distan de ser satisfactorias.

No es que carezca de importancia conocer, aunque sea de modo aproximado, el número de partidos de un sistema político. Pero el criterio numérico para que sea susceptible de buen uso, debe ser acotado con normas para contar los partidos relevantes. Así, el problema consiste en determinar cuales son los partidos que se deben contar, superando criterios jurídicos formales o aproximaciones politológicas vagas.

A falta de una mejor solución, por lo general se establece un umbral por debajo del cual no se considera a un partido como relevante. Pero esta solución, no es adecuada, ya que si se establece el umbral, como se hace en muchos sistemas políticos al nivel del 5% del electorado, se puede incurrir en omisiones graves. Por otra parte, cuanto más se baja el umbral, más son las posibilidades de incluir partidos sin importancia.

Por lo anterior, es evidente que se debe establecer un criterio de no importancia respecto de los partidos menores, pero la importancia o la insignificancia de un partido no se mide sólo por su apoyo electoral. Así estamos obligados a conceptualizar qué es el concepto de partido relevante.

Sin duda, que la relevancia de un partido, esta dada en primer lugar por su apoyo electoral, el cual se expresa en votos que posteriormente se traducen en escaños. En los sistemas políticos que poseen tipo de gobierno parlamentario o semipresidencial y dos cámaras basta con remitirse a los escaños en la cámara baja, que es la cámara política. Entonces resulta razonable empezar con esta medida: la relevancia de los partidos se indica por su porcentaje de escaños en la cámara baja. Como es obvio en sistemas políticos de tipo de gobierno presidencial, la norma anterior puede perder total validez.

El paso siguiente consiste en trasladar la atención al partido como instrumento de gobierno. Este cambio tiene poco interés con respecto a los sistemas bipartidistas, pero cuantos más sean los partidos, más debemos preguntarnos acerca del potencial de gobierno, o las posibilidades de coalición de cada partido.

Un partido puede ser pequeño y, sin embargo, tener grandes posibilidades de incidir en las negociaciones para formar una coalición. A la inversa, es posible que un partido sea electoralmente fuerte y, sin embargo carezca de capacidad para negociar su presencia en el gobierno. Por lo anterior, un cálculo realista de las posibilidades de coalición de cada partido no puede basarse exclusivamente en su fuerza electoral.

Las consideraciones expuestas, nos proveen de una norma que establece un criterio de no importancia para decidir, en una situación multipartidista, cuando se debe contar o no contar a un partido:

Se puede no tener en cuenta por no ser importante a un partido pequeño siempre que a lo largo de un cierto período de tiempo siga siendo superfluo, en el sentido de que no es necesario ni se lo utiliza para formar ninguna mayoría coalicional viable. A la inversa, debe tenerse en cuenta a un partido, por pequeño electoralmente que sea, si se halla en posición de determinar a lo largo de un período de tiempo y en algún momento como mínimo una de las posibles mayorías gubernamentales.

Esta norma tiene la limitación de que es sólo aplicable a los partidos orientados hacia el gobierno y que, además son ideológicamente aceptables para los demás miembros de la coalición.

Ello puede excluir a algunos partidos relativamente grandes que conforman la oposición permanente en un sistema político. Por lo tanto, el criterio de no importancia determinado en la norma anterior, necesita un complemento residual, o, en circunstancias especiales, otro criterio de importancia.

Esto lleva a formular una segunda norma auxiliar para contar, basada en la capacidad de intimidación o, dicho en términos más exactos, las posibilidades de chantaje de los partidos orientados hacia la oposición.

Un partido es importante siempre que su existencia, o su aparición, afecta a la táctica de la competencia entre los partidos y en especial cuando altera la dirección de la competencia de los partidos orientados hacia el gobierno.

Sartori efectúa la siguiente clasificación de los sistemas de partidos:

• Sistema de partido único.

• Sistema de partido hegemónico.

• Sistema de partido predominante.

• Sistema bipartidista.

• Sistema de pluralismo limitado.

• Sistema de pluralismo extremo.

• Sistema de atomización.

En todo sistema político los partidos políticos son los llamados a realizar funciones consideradas esenciales para la gobernabilidad, el fortalecimiento de la democracia, la consolidación de la institucionalidad y el bienestar de los ciudadanos. En toda sociedad existe una diversidad de grupos sociales, con distintos intereses, a veces contrapuestos, antagónicos, y cada uno de ellos de manera individual desea y presiona para que el Estado acoja y beneficie sus particulares Los partidos políticos son las organizaciones que dentro del sistema tienen la encomienda de articular esos distintos intereses en voluntades colectivas, formularlos como demandas al Estado presentando, al mismo tiempo algunas alternativas de solución, asumiendo, además, el compromiso político de apoyar o participar en la ejecución de las decisiones tomadas por las autoridades con legitimidad para hacerlo. Corresponde de igual manera a los partidos políticos la presentación de candidatos a los cargos electivos del gobierno quienes, una vez electos, designan a las personas que asumirán los cargos públicos, y todos ellos constituyen la clase gobernante del país por un período de gobierno, al menos.

Como es a través de los partidos que se accede a los cargos públicos, por elección o designación, ellos tienen la responsabilidad del reclutamiento y el entrenamiento de nuestros futuros gobernantes. Para el sistema político los partidos políticos deben ser "escuelas de gobierno" donde las personas con aspiración a desempeñar cargos públicos, no sólo encuentren apoyo en sus campañas, o en la presentación de su candidatura, sino también el conocimiento y entrenamiento que le aseguren un desempeño eficiente y conforme a la legalidad democrática en el cargo que finalmente obtengan. En gran medida, la calidad de los gobernantes, en los distintos niveles del Estado, depende de la calidad de los partidos políticos.

Los partidos políticos tienen asignadas funciones esenciales para la democracia, y para el sistema político en general, y las están desempeñando muy precariamente, perdiendo credibilidad y legitimidad y poniendo, al mismo tiempo, en graves dificultades a la democracia y a todo el sistema político. Lo peor no es, con todo lo grave que significa, que desempeñen estas funciones tan esenciales de forma precaria, sino que parecen no entender lo importantes que son, precisamente, por las funciones que deben desempeñar.

La mayoría de estas fórmulas están hechas desde y para el sistema de partido plural, evidentemente allí en donde los partidos no juegan un papel electoral, no son aplicables estos razonamientos, ni rejuegos de poder. De más esta aclarar la opinión de los autores en cuanto a la determinación de si un sistema es democrático por la cantidad de partidos que integren su seno.


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