BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

RETOS Y PERSPECTIVAS DEL SISTEMA POLÍTICO CUBANO

Erick Néstor Paz Chaveco y José Augusto Ochoa del Río




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1.1.4.3 Organizaciones Sociales y Grupos de Presión

Siguiendo el análisis de los elementos componentes de un sistema político determinado, se antoja un abordaje de dos de estos que no carecen de importancia, estos son: las organizaciones sociales y los grupos de presión. Las organizaciones sociales, pueden ser los sindicatos, las organizaciones profesionales, las organizaciones de género, los ecologistas etc. En todas ellas hay presente o puede haber un cierto sentido y perspectiva política. Puede ser que esos objetivos políticos sean directos, inmediatos, declarados, enfáticos y visibles, como puede ocurrir, para sólo acudir a un ejemplo claro, en algunos sindicatos. Sin embargo, en otras de esas organizaciones el o los fines políticos pueden desdibujarse un poco, aparecer disueltos en la trama de otras aspiraciones sociales, culturales, espirituales etc. Sin embargo, siempre que haya el propósito de intervenir de alguna manera en la toma de las decisiones políticas e influir en ellas, podemos decir que estamos ante un elemento, ante una pieza del sistema político de la sociedad.

Las organizaciones sociopolíticas forman parte del universo de organizaciones existentes en la sociedad, con la peculiaridad de que su acción es política a diferencia de otras que actúan en la sociedad civil. Frente al Estado y a los partidos, cuya incidencia afecta a la sociedad en su conjunto, estas organizaciones son parciales, pues representan intereses inmediatos de colectividades humanas específicas.

Estas organizaciones en su mayoría están implícitas o explícitamente bajo la orientación de algún partido político.

Las relaciones entre el partido y sus organizaciones deben seguir determinados principios, entre ellos se pueden citar: La independencia orgánica de la organizaciones sociopolíticas, esto significa que estas organizaciones tienen sus propios estatutos, vida interna y elección interna de sus dirigentes; y la libre comunicación partido - organización: lo que quiere decir que el partido debe lograr que la organización comprenda y apoye su línea política a través de la argumentación de sus fines, y a la vez debe poseer la capacidad de captar el estado de ánimo y aspiraciones de la colectividad representada por la organización de modo que encuentre reflejo de los propios fines del partido. Cuando esas aspiraciones incluyen elementos que se apartan de la línea del partido, entonces debe redoblar el esfuerzo comunicativo, pues una de las partes debe modificar su punto de vista, o ambas, mediante la negociación.

Sin embargo presentan a su vez una diferencia muy marcada, el partido se asocia a través de una línea ideológica o electoral, mientras que las organizaciones sociales basan su unidad en la pertenencia o no a un grupo, sector o estrato social.

En el caso de un sistema de partido hegemónico, la dominación de este implica un amplio apoyo por su parte a la acción de estas organizaciones, evitando que se confundan la aceptación de la línea partidista con la práctica de la gestión estatal. Ello es indispensable, pues el Estado y estas organizaciones responden a intereses de distinto nivel de generalidad. El primero responde por funciones que atañen a la sociedad en su conjunto, las segundas, a las colectividades que representan. Por ello, el partido es el encargado de lograr en ambas la correlación más adecuada de lo general y lo particular, acorde con las necesidades de realización del proyecto por la cual lucha, aunque a veces existan compromisos políticos que obligan a posposiciones realistas.

Las organizaciones políticas son aquellas que se refieren al poder, a su organización, a su ejercicio, a su legitimidad, etc. De conjunto están integradas en el sistema político como formas organizativas en cuyos marcos ocurre la actividad política, por eso, según M. Limia constituyen una forma singular de materialización y medio de realización de la actividad y de las relaciones políticas, un instrumento para actuar sobre esas relaciones, no son fines en sí mismas, sino medios para la dirección orientada a fines y la regulación consciente de la vida social y la conducta de las personas.

Conceptualmente, las organizaciones que constituyen un sistema político determinado se pueden subdividir de la forma que sigue, pero solo para su análisis, pues, lógicamente, entre ellas tiene que existir una sustancial armonía y compenetración:

1. Las instituciones relacionales están constituidas por aquellas que integran el sistema estatal, de partido y de asociación parcial, a través de las cuales se fijan las pautas de integración y realización de la actividad política de la sociedad. Estas instituciones establecen el marco organizacional de la política.

2. Las instituciones regulativas incluyen las que establecen el lugar atribuciones de todas las instituciones sociales y sujetos con personalidad jurídica reconocida. Se generan principalmente dentro del Derecho y se sancionan por el Estado. Estas instituciones, integradas por la Constitución, las leyes y las disposiciones político- jurídicas, fijan las pautas de expectativa conductual que forman el marco normativa de la política.

3. Las instituciones ideológicas que integran el sistema político son aquellas que sustentan las diversas posturas políticas y fijan las pautas de proyección social a corto y largo plazo. Son instituciones relacionadas con el devenir de la sociedad en coordinadas tales como régimen social (capitalismo o socialismo), el progreso social (sucesión o renovación), la transformación social (reforma o revolución) y la identidad social (independencia o integración).

Estas instituciones fijan los marcos ideológicos de la política, y aún cuando están en este subepígrafe son organizaciones políticas, no sociales.

Otro de los elementos componentes del sistema político de la sociedad son los grupos de presión. Estos han adquirido carta de naturalización en la vida política de los países capitalistas en la segunda mitad del siglo pasado, y especialmente han adquirido un desarrollo y una influencia singular en los Estados Unidos de Norteamérica.

En general los grupos de presión se definen como segmentos de la sociedad, agrupaciones más o menos informales de inversionistas, políticos, profesionales etc. pero sobre todo, hombres decisivos en la economía, que se unen para hacer valer sus puntos de vista y sus intereses en la maquinaria estatal. En realidad no pretenden acceder al poder político estatal; no quieren postularse y ganar alguna elección, pues para ello cuentan con sus amanuenses. Lo que pretenden es justamente presionar al Estado, tanto en su sector ejecutivo, cuanto en el legislativo e incluso en el mismo cuerpo judicial, para hacer valer sus designios, sus intereses y sus puntos de vista.

Algunas bibliografías caracterizan los grupos de presión o lobbistas como dispositivos de oficinas y agencias de los grandes monopolios o grupos organizados junto a los organismos legislativos de EE.UU. que ejercen presión sobre los legisladores y funcionarios del Estado (incluso los sobornan) con el objeto de que adopten decisiones en provecho de las organizaciones representadas. Aunque no solo tienen presencia en el gigante del norte.

De hecho, la mayoría de los politólogos actuales declaran que los grupos de presión constituyen un elemento común de los regímenes “democráticos occidentales” en los que, como dice Fernando Cañizares “la propiedad de los instrumentos de producción permanece en manos privadas“, y concluye que la existencia de esos grupos de presión “parece ser un fenómeno estrechamente vinculado al desarrollo del capitalismo moderno. Sin embargo, la labor de los grupos de presión y sus lobbys no se reduce al Congreso de los Estados Unidos. Por el contrario, alcanzan incluso al ejecutivo de la nación y con demasiada frecuencia al sistema judicial, sobre todo de los jueces o tribunales estaduales. Los lobbys se inscriben, al menos en los Estados Unidos, en un registro abierto al efecto y, por tanto, sus actividades están legalizadas y santificadas.

Aludiendo a esos lobbys y grupos de presión es que se escribe el magnífico libro sobre ‘’El gobierno invisible en los Estados Unidos’’. Ejemplo de esos lobbys y grupos de presión es la bien conocida de los cubanos Fundación Cubano Norteamericana que fundara el señor Más Canosa y que desde su cuartel general en La Florida ha presionado al gobierno de los Estados Unidos en muchísimas oportunidades para llevar adelante, intensificar o matizar su guerra económica contra Cuba, además de otros capítulos amargos como ha sido el conocido secuestro del niño cubano Elián González; aún cuando su principal objetivo no es hacer de grupo de presión, si desarrollan acciones propias de estos. El grupo de presión de más entidad dentro de los EE.UU. es la llamada Asociación Nacional del Rifle.

Ante todo, no hay que imaginar que esos grupos que hacen presión en los lobbys, son simples mensajeros de segunda monta. Por el contrario son individuos de altísimo nivel de influencia y de relaciones sociales muy elevadas; por lo general, excongresistas, ex secretarios del Ejecutivo, políticos profesionales que son siempre bien recibidos, que nadan en sus propias aguas, que son expertos en la política norteamericana y sus vericuetos.


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