BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

RETOS Y PERSPECTIVAS DEL SISTEMA POLÍTICO CUBANO

Erick Néstor Paz Chaveco y José Augusto Ochoa del Río




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2.1.2 Aplicación del Modelo de Easton al Sistema Político Cubano

En el primer epígrafe del Capítulo primero de este trabajo se abordaron algunos modelos de Sistema Político realizados por estudiosos del tema, y ahora se quisiera aplicar uno de ellos a nuestro sistema, y es el de David Easton , a quien se como considera el más importante teórico del análisis sistémico aplicado al sistema político.

De los tres modelos estudiados se escogió este por considerarse el más completo. Además, como se argumentó en el primer capítulo, el Modelo de Deutsch, más que un modelo es una determinación de indicadores para medir la eficiencia de un sistema político, al menos en parte. Por otro lado su aplicación requiere de información que sería de difícil acceso para los autores.

Easton afirma que el sistema político recibe influencias de diversos factores provenientes del medio, a los cuales debe a su vez responder, y que este medio está conformado por los sistemas existentes en el interior de la sociedad (el religioso, el económico, el cultural, el social, el psicológico, etc.), los sistemas no sociales existentes en la sociedad global (el sistema ecológico, el biológico, etc.) y los sistemas existentes en el exterior de la sociedad global (sistemas internacionales económicos, políticos, etc.).

En este caso, los investigadores ha realizado un análisis en el cual se observa como se comportan algunos de estos factores en nuestro país y como se interrelacionan con el Sistema Político, en algunos casos, sin llegar a comportarse como hipercrítico, realizando algunas consideraciones para lograr un mejor funcionamiento de estos. Se analizará como se ha comportado y se comporta la Iglesia dentro del sistema; como es la relación con la cultura en sentido general y la cultura política en el país; y el papel desarrollado por la intelectualidad en la defensa y el fortalecimiento de la política. En otro análisis, siguiendo la aplicación propuesta, como se desenvuelve el sistema político internacional y como interactúa con la política domestica

2.1.2.1 La Iglesia en el Sistema Político Cubano.

La correcta aplicación de la política del País, y del PCC, con relación a la religión y los creyentes comienza ante todo por el esclarecimiento del porqué de esa política y por la explicación de la necesidad de alcanzar un profundo conocimiento de la complejidad de este fenómeno social y de su repercusión en nuestro sistema.

En fecha tan temprana como el 22 de enero de 1961, el Comandante Ernesto Che Guevara recordaba ideas que siempre han estado en el pensamiento político cubano:

“….nosotros nunca hemos venido a dividir, y constantemente hemos tratado de unir. Esa era una de las consignas primeras que desde la Sierra Maestra nos diera nuestro jefe Fidel Castro; no separar a los cubanos…., por su manera de pensar en materias espirituales; siempre tratar de juntarlos, siempre de limar las asperezas que puedan existir y la lógicas diferencias de pensamiento que puedan haber…. entre un católico y un protestante o una persona sin religión; no acentuar las diferencias, sino acentuar todos los puntos de contacto, todas las aspiraciones honestas que nos permitan marchar juntos hacia la victoria…”

Como resultado de una serie de factores históricos, políticos e ideológicos y sobre todo por la acción del pensamiento unitario, amplio y antidogmático de Fidel, la Revolución Cubana no contempló nunca en sus bases programáticas una proyección antirreligiosa, ni manifestó animadversión hacia creencia alguna, esto la diferencia de otras muchas revoluciones sociales como la francesa, rusa o mexicana.

Se precisa entonces una pregunta: ¿por qué se creó durante años, en el proceso de construcción socialista, cierta marginación a determinados creyentes y se convirtió el ateísmo en una especie de nueva religión?

Hegel afirma que la verdad es el todo. No se puede comprender cabalmente que fue lo que sucedió entre la Revolución y la religión, si aislamos este fenómeno del conjunto de retos y peligros que conforman el todo en que ha tenido que desarrollarse la Revolución en la lucha abierta contra el imperialismo y la reacción interna desde los primeros momentos del triunfo revolucionario.

La verdad histórica es que la alta jerarquía de varias iglesias y sobre todo de la católica y un gran número de sacerdotes de origen extranjero y pastores comprometidos con la burguesía nacional, se prestaron a servir de aliados activos de los enemigos del proceso, con la macabra intención de asesinar a la naciente revolución. Larga y bochornosa es la lista de mentiras y calumnias, y proclamas que lanzaron contra la Revolución, intentando manipular con fines políticos contrarrevolucionarios, las creencias religiosas.

En aquellos primeros años de poder, Fidel Castro, al denunciar las campañas orquestadas por los ricos, curas y pastores aliados, decía, recordando los verdaderos orígenes del cristianismo: “Quien traiciona al pueblo, traiciona a Cristo”.

Cuando se analiza el momento histórico concreto en que la jerarquía eclesiástica de la Iglesia Católica se enfrentó abiertamente a la Revolución, comprendemos que a esta no le quedó otra alternativa que delimitar con precisión las fuerzas y posiciones de la lucha. No podía la Revolución, por descuido o ingenuidad, permitir que sus filas fueran penetradas por quintacolumnistas, por los aliados políticos e ideológicos del enemigo.

Por ello, como expresó el Comandante en Jefe en el IV Congreso del Partido:

“(…) cuando llegó la hora de organizar al Partido, se pensó que quizás la obediencia religiosa pudiera obligar a actuar en contra de la Revolución a sus militantes; sin embargo, hubo muchos religiosos que juntaron filas con el proceso y pagaron justos por pecadores, ya que, además, creyentes de otras religiones con las cuales no había habido contradicciones, tampoco tuvieron oportunidad de ingresar en el Partido.”

A principios de los 90 el PCC cambió su concepción, y se les permitió a los religiosos ingresar a las filas del mismo. Es significativa la anécdota que hace Frei Beto en el libro “Los entrevistados de Fidel”. Según el fraile brasileño en una conversación con un funcionario del PCC, este le confesó que esperaban que un buen número de religiosos pidieran su incorporación al Partido, pero sucedió que muchos militantes activos del mismo se declararon religiosos.

Es digno recordar la Operación Peter Pan. En este momento, con la Iglesia Católica hay una situación de distensión y coexistencia.

Una de las muchas mentiras sobre Cuba entronizadas en las mentes de los estadounidenses y, en alguna medida, en las de los ciudadanos de aquellos países donde la influencia estadounidense en los medios de prensa es importante, es la de que en Cuba no existe libertad religiosa.

Como ocurre con otras falacias armadas contra el proyecto revolucionario cubano, la supuesta objeción a la libre práctica de cultos no resiste el primer contacto real con la isla.

Las relaciones del gobierno revolucionario con la iglesia católica a nivel de la isla han pasado por algunas duras pruebas y tensos momentos.

El triunfo insurreccional contra la dictadura de Batista, en enero de 1959, abrió paso a un proceso revolucionario que alcanzó todos los ámbitos de la nación y tuvo un efecto secularizador de la sociedad por su carácter renovador de tradiciones y costumbres, y de la cultura en general.

Pese a que en las Constituciones de 1901 y 1940 se estipulaba la separación entre el Estado y la Iglesia, en sus textos se identificaba la moral cristiana como normativa ética de la sociedad, en detrimento de cualquiera otra moralidad no cristiana y de tal manera desconocían la diversidad cultural, moral y religiosa que exigía una comunidad tan plural en términos de etnias, cultos y tradiciones.

El profesor cubano Aurelio Alonso, sociólogo e investigador de estos temas, considera que, si bien históricamente ha existido una religiosidad ampliamente extendida en la población, los más significativos acontecimientos sociales y políticos en la vida de la nación han tenido un carácter eminentemente laico.

La Revolución fue capaz de agrupar todas esas fuerzas partidarias del cambio social y desplazar del protagonismo absoluto a sus competidores que, bien reconocieron la realidad y aceptaron el nuevo liderazgo, o lo desconocieron, situándose del lado de una oposición al proyecto revolucionario cuyo liderazgo el gobierno de los Estados Unidos había decidido reservarse.

Hubo, ciertamente, desencuentros y fricciones iniciales entre el gobierno de la revolución y la jerarquía de la iglesia católica cubana, esta última con feligresía amplia y socialmente influyente entre la población de mayores ingresos pero con influencia mucho menor en los sectores humildes.

Las acciones legislativas y prácticas de la revolución, tales como la ley de nacionalización de la enseñanza, limitaron el espacio social de la religión católica en Cuba, y lo ampliaron para otras, como las espiritistas, las asociadas a religiones de tipo africano y las pentecostales que lograron acceso a espacios públicos a los que antes habían tenido muy pocas posibilidades de llegar por las condiciones de monopolio cristiano y católico.

En 1991 el IV Congreso el Partido Comunista de Cuba, rectificó errores sectarios cometidos al calor de los enfrentamientos iniciales y modificó sus estatutos declarándose una organización laica y no atea, al tiempo que eliminó las trabas al ingreso de personas con creencias religiosas en esa formación política, como ya se dijo. Además, una reforma constitucional excluyó del texto de la Carta Magna cualquier referencia al carácter ateísta de la República, junto con la explícita proscripción y condena de toda forma de discriminación por razones de religión.

Como resultado de todo ello, en medio de una situación de aparente contracción del espacio social de la religión, la revolución cubana creó condiciones legales y sociales básicas para un verdadero pluralismo religioso, sin distinción confesional ni institucional, y para algo que nunca antes había existido en el país y de lo que escasas naciones se pueden vanagloriar: una libertad religiosa real.


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