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LAS REFLEXIONES DE FIDEL CASTRO: EXPRESIÓN DE UNA ÉTICA REVOLUCIONARIA

Raúl O. Quintana Suárez




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“Todas las formas directas o indirectas para causar mi muerte fueron utilizadas”

La utilización del crimen político, en todas sus variedades y tramas más oscuras ha constituido práctica corriente del gobierno norteamericano durante décadas, a partir principalmente de que esa nación emergiera como gran potencia, tras la Segunda Guerra Mundial y transformada del día a la noche, en la gran acreedora del mundo. Tras el triunfo de la Revolución Cubana el primero de enero de 1959, el asesinato de Fidel Castro se convirtió en una obsesión demencial de los sucesivos gobiernos en ese país, salvo honrosas excepciones. Son incontables los intentos de asesinato del dirigente cubano utilizando las más variadas formas, desde las más burdas hasta las más sofisticadas, en diferentes épocas y con los más diversos medios. Como afirma el mismo Fidel Castro, en “El Buen Dios se llevará a Fidel Castro”, escrita el 28 de junio, constituye…“…un misterio señalar los responsables de los cientos de atentados contra mi vida. Todas las formas directas o indirectas para causar mi muerte fueron utilizadas”. (28)

Desde venenos diluidos en bebidas, ataques con bazookas hasta armas ocultas en cámaras de video fueron empleados utilizando como instrumentos del crimen a apátridas, mercenarios, asalariados de la CIA y personajes mafiosos. Sólo la acción esmerada de los órganos de seguridad y en ocasiones una simple casualidad, lo impidieron. Con una carencia total de ética personal y política, el Presidente Bush declara públicamente, tal como recogen las agencias internacionales de noticias, como…”…un día el Buen Dios se llevará a Fidel Castro”. (29)

Como éste profundiza al respecto en su reflexión “La máquina de matar”, escrita el 30 de junio del 2007…“…el imperio ha creado una verdadera máquina de matar constituida no sólo por la CIA y sus métodos. Bush ha instrumentado poderosas y costosas superestructuras de inteligencia y seguridad y ha convertido a todas las fuerzas de aire, mar y tierra en instrumentos de poder mundial que llevan la guerra, la injusticia, el hambre y la muerte a cualquier parte del planeta, para educar a sus habitantes en el ejercicio de la democracia y la libertad. El pueblo norteamericano toma cada vez más conciencia de esta realidad”. (30)

“Uno puede convertirse en marxista, partiendo del pensamiento martiano”

Generalmente las ideas ético-políticas se comparten o refutan, en razón directa a los intereses clasistas, tanto en el plano individual como social, donde desempeña un papel esencial los intereses económicos, tal como fehacientemente ha demostrado tantas veces la práctica histórica, hecho ya descubierto por Marx cuando afirmase que…“…el hombre piensa como vive” (31), y que se sostiene a partir de un legado del pensamiento progresista precedente, que de no sobrevivir a las contingencias coyunturales y los errores humanos, haría imposible la permanencia de la identidad cultural y nacional.. Como expresase Fidel Castro en la entrevista concedida a Frei Betto…“…antes de ser marxista, fui un gran admirador de la historia de nuestros país y de Martí……Estoy absolutamente convencido de que si Martí hubiera vivido en el medio en que vivió Marx habría sentido las mismas ideas, más o menos la misma actuación…Yo digo que en el pensamiento martiano hay cosas tan fabulosas y tan bellas, que uno puede convertirse en marxista partiendo del pensamiento martiano”. (32)

Esa mente abierta al mundo que exigía Martí, permanece en el líder cubano siempre a partir de una ideología comprometida pero nunca intolerante. Ello le permite valorar lo positivo del pensamiento liberal burgués recogido en programas y documentos contentivos de ideas, conceptos, juicios y valoraciones, que condicionaron las principales revoluciones burguesas durante los siglos XVI, XVII y XVIII, particularmente en Europa y en la lucha por su independencia del colonialismo inglés de las 13 colonias en América del Norte.

En la reflexión “La tiranía mundial”, escrita el 7 de julio del 2007. éste, analiza que…“…los que construyeron la nación norteamericana no pudieron imaginar que lo que entonces proclamaban llevaba, como cualquier otra sociedad histórica, los gérmenes de su propia transformación…”…y por ello que en…“…la atractiva Declaración de Independencia de 1776 que el pasado miércoles cumplió 231 años se afirmaba algo que de una u otra forma nos cautivó a muchos” (33), dado que este histórico documento…“…era el fruto de la influencia de los mejores pensadores de una Europa agobiada por el feudalismo, los privilegios de la aristocracia y las monarquías absolutas ”. (34)

Las propias contradicciones internas en las que debatía la gran nación, motivado entre otros factores, por concepciones distintas de sus dirigentes, de cómo construir la nueva sociedad capitalista, tenía que conducir inexorablemente a la catastrófica Guerra de Secesión (1861’1865) que pudo conducir a la autodestrucción del país si no hubiesen contado entonces con el privilegio de un estadista excepcional como Abraham Lincoln.

No obstante…“…en las 13 colonias independizadas existían adicionalmente formas de esclavitud tan atroces como en los tiempos antiguos. Hombres y mujeres eran vendidos en subasta pública…En aquellas infinitas tierras los esclavos siguieron siéndolo durante casi 100 años, y después sus descendientes padecen las secuelas”. (35)

Mas el pujante desarrollo capitalista inicial y su tránsito a fines del siglo XIX y principios del XX, a la fase imperialista, con sus logros y no escasas y funestas consecuencias así como su preeminencia mundial hasta la actualidad, aunque ya severamente erosionada, determinan una diferente interpretación de los supuestamente loables propósitos iniciales, dado que…“…la misma declaración de principios, si se hubiese proclamado en los países abarcados por el desierto del Sahara, no habría creado un paraíso de inmigrantes europeos”. (36)

Para el líder cubano…“…la Declaración de Filadelfia se redacta en una época en que solo existían pequeñas imprentas y las cartas tardaban meses en llegar de un país a otro. Podían contarse uno a uno los pocos que sabían leer y escribir. Hoy la imagen, la palabra, las ideas llegan en fracciones de segundo de un rincón a otro del planeta globalizado. Se crean reflejos condicionados en las mentes. No puede hablarse del derecho al uso sino al abuso de la libre expresión y la enajenación masiva”. (37) Esto conduce a que la…“…lucha sería de ideas, en todo caso masa de verdades contra masa de mentiras. Nadie podría estar en desacuerdo con la Declaración de Filadelfia y el Contrato Social de Juan Jacobo Rousseau. En ambos documentos se sustenta el derecho a luchar contra la tiranía mundial establecida”. (38)

El surgimiento del sistema capitalista en forma embrionario en las ciudades-estados del Norte de Italia, en el decursar de los siglos XIII y XIV, gracias a su actividad comercial y a la práctica de la usura, hasta su consolidación política y económica, a mediados del siglo XIX, ha estado siempre precedido, en cada país concreto, de una pléyade de talentosos ideólogos, en una etapa conocida como de la Ilustración. Los más representativos de esta Ilustración, fecundan con sus ideas la llamada Modernidad (siglos XVII-XVIII), en estrecho vínculo con los logros científico-técnicos de su época.

Baste recordar al polaco Nicolás Copérnico (1473/1543) y a su continuador el italiano Galileo Galilei (1564-1642),que proporcionaron con su concepción helio-céntrica del universo, un golpe demoledor a las concepciones teologicistas, entonces imperantes; al francés Renato Descartes (1596-1650), fundamentador del racionalismo filosófico, como vía alternativa al conocimiento; al inglés Francis Bacon (1561-1626), digno representante de la Ilustración Inglesa, propugnador del empirismo materialista sensualista; a sus seguidores, a partir de su propia creatividad, los también ingleses Thomas Hobbes (1588-1679) y John Locke (1632-1704) y al genio científico desbordante de Isaac Newton (1643-1727). Todos ellos de singular influencia en el pensamiento progresista cubano del siglo XIX, a partir del tamiz del eleatismo filosófico, que proclamaban Félix Varela (1788 -1853) y José de la Luz y Caballero (1800-1862).

De estos y otros tantos pensadores que marcan el tránsito del declinante feudalismo al entonces pujante capitalismo, siempre plagado de contradicciones, nace la Ilustración Francesa representada por pensadores de talla intelectual increíble como Pedro Bayle (1647-1706), que opuso la luz de la razón al oscurantismo medieval; Juan Meslier (1664-1729) que supo expresar, desde posiciones revolucionarias, aunque lindante con la utopía, los intereses de los pobres; Francisco María Voltaire (1694-1778), fustigador implacable de las inconsecuencias del régimen caduco y promotor del democratismo burgués; Carlos Luís Montesquieu (1689-1755), crítico mordaz de la sociedad feudal en su patria, a través de sus antológicos escritos; Esteban Bonnot de Condillac )1715-1780), con su oposición tenaz al racionalismo cartesiano, desde las posiciones del materialismo sensualista; los principales representantes del materialismo francés del siglo XVIII Julián Offroy de La Mettrie (1709-1751) y Dionisio Diderot (1713-1784), uno de los principales inspiradores de la portentosa Enciclopedia de las ciencias, de las artes y de los oficios (1780), así como Claudio Adrián Helvecio (1715-1771) y Pablo Enrique Dietrick d´Holbach (1723-1789); hasta alcanzar su más alta cumbre en Juan Jacobo Rousseau (1712-1778), hijo pródigo e inspirador por excelencia de la Ilustración Francesa, que nos legó en sus obras inmortales, “Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres” (1755), “El Contrato Social” (1762) y su “Emilio o de la educación” (1762), quien expresó las ideas más radicales en defensa de los desposeídos. Todo el caudal ético-político contenido en ese torrente de ideas constituyó un aporte invaluable al pensamiento universal y a la contemporaneidad, en que se sustenta la ideología capitalista, supuestamente inspirada en ese legado de ideales, pero que se contradice en la práctica brutal de las élites gobernantes.

“¿Podemos ignorar las guerras de saqueo y las carnicerías que se les imponen a los pueblos pobres—reflexiona el líder cubano—que constituyen las tres cuartas partes del planeta? ¡No! Son muy propias del mundo actual y de un sistema que no puede sostenerse de otra forma. A un costo político, económico y científico enorme, la especie humana es conducida al borde del abismo”. (39)


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