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LAS REFLEXIONES DE FIDEL CASTRO: EXPRESIÓN DE UNA ÉTICA REVOLUCIONARIA

Raúl O. Quintana Suárez




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“Nada perturbó tanto la vida de Martí, el Apóstol de nuestra independencia como la anexión a Estados Unidos”

El proceso de lucha por la independencia de las antiguas colonias europeas, que se produce en Nuestra América, como la denominase nuestro Apóstol José Martí, a lo largo del siglo XIX, nos legó hombres e ideas de singular valor político y ético-patriótico. No obstante, alcanzada la supuesta soberanía, surgen los caudillos, liberales o conservadores, que con escasas excepciones, como la del Dr. Francia, en Paraguay, representaban los espurios intereses de las nacientes oligarquías nacionales.

Con el surgimiento del imperialismo norteamericano, a fines del propio siglo XIX, quien reemplazará al ya caduco imperialismo inglés, ya finalizada la I Guerra Mundial (1914-1918) y consolidado en su poder hegemónico, finalizada la II Guerra Mundial (1939-1945), aparecen una nueva forma política de dominación en nuestra región: las neo colonias. Naciones aparentemente soberanas, mantienen su dependencia de sus antiguas metrópolis o del nuevo imperio norteamericano, que las considera su traspatio trasero, fuente de materias primas y mano de obra baratas, fuente de lucro, explotación e inmorales e incluso genocidas, intervenciones militares.

Ese dominio político, económico e ideo-cultural que Estados Unidos comienza a ejercer sobre los gobiernos latinoamericanos, a lo largo del siglo XX, con escasas excepciones, no fuese posible sin la presencia de sectores de élite en las respectivas sociedades, las oligarquías nacionales, sus incondicionales aliados, que monopolizan todos los privilegios, a costa de olvidar los más elementales valores ético-políticos, y como el Dr. Fausto, venden su alma al mejor postor, en este caso al diablo, investido de maléficos poderes.

Gobernantes e intelectuales, grandes propietarios e inversionistas, latifundistas y opulentos almacenistas, importadores y exportadores, banqueros y sus correspondientes cipayos, constituyen la quinta columna que el imperialismo formó a lo largo de décadas, para frustrar todo intento popular en busca de su segunda independencia.

Aún en la América de inicios del siglo XXI, están ahí presentes, superviviendo a todas las contingencias.

La bochornosa concesión dada por el gobierno de Uribe, a los Estados Unidos, para establecer siete bases militares en su territorio, que suscita la general repulsa del resto de los gobiernos de la región, en primer lugar de sus pueblos, incluido el colombiano, principal víctima inconsulta, motiva nuevas reflexiones de Fidel Castro. Son las tituladas: “Siete puñales en el corazón de América”, “Las bases yanquis y la soberanía latinoamericana” y “Es la hora del recuento y de la marcha unida”, escritas el 5,9 y 27 de agosto del 2009, respectivamente.

Este valora al respecto como…“…los pueblos que habitan el planeta en todas partes, corren riesgos económicos, ambientales y bélicos, derivados de la política de Estados Unidos, pero en ninguna otra región de la tierra se ven amenazados por tan graves problemas como sus vecinos, los pueblos ubicados en este continente al Sur de ese país hegemónico.

La presencia de tan poderoso imperio, que en todos los continentes y océanos dispone de bases militares, portaaviones y submarinos nucleares, buques de guerra modernos y aviones de combate sofisticados, portadores de todo tipo de armas, cientos de miles de soldados, cuyo gobierno reclama para ellos impunidad absoluta, constituye el más importante dolor de cabeza de cualquier gobierno, sea de izquierda, centro o derecha, aliado o no de Estados Unidos.

El problema, para los que somos vecinos suyos, no es que allí se hable otro idioma y sea una nación diferente. Hay norteamericanos de todos los colores y todos los orígenes. Son personas iguales que nosotros y capaces de cualquier sentimiento en un sentido u otro. Lo dramático es el sistema que allí se ha desarrollado e impuesto a todos. Tal sistema no es nuevo en cuanto al uso de la fuerza y los métodos de dominio que han prevalecido a lo largo de la historia. Lo nuevo es la época en que vivimos. Abordar el asunto desde puntos de vista tradicionales es un error y no ayuda a nadie. Leer y conocer lo que piensan los defensores del sistema ilustra mucho, porque significa estar conscientes de la naturaleza de un sistema que se apoya en la constante apelación al egoísmo y los instintos más primarios de las personas”. (224)

Existen hombres dóciles de obra y pensamiento a los intereses extraños, pero que redundan en beneficio a los suyos propios. Sus acciones se hacen mil veces más dañinas cuando rigen los destinos de un país, bajo el ropaje sacrosanto de la democracia representativa. Oligarquía y cúpulas militares reaccionarias en pérfida alianza contra el pueblo.

José Martí escribió en 1891 al respecto que…“…el buen gobernante en América no es el que sabe cómo se gobierna el alemán o el francés, sino el que sabe con qué elementos está hecho su país, y cómo puede ir guiándolos en junto, para llegar, por métodos e instituciones nacidas del país mismo, a aquel estado apetecible donde cada hombre se conoce y ejercen, y disfrutan todos de la abundancia que la naturaleza puso para todos en el pueblo que fecundan con su trabajo y defienden con su vida. El gobierno ha de nacer del país. El espíritu del gobierno ha de ser el del país. La forma del gobierno ha de avenirse a la constitución propia del país. El gobierno no es más que el equilibrio de los elementos naturales del país”. (225).

Pero, como se ha demostrado tantas y tantas veces, en la práctica histórica, el que domina económicamente, domina políticamente. Al valorar la concesión por el gobierno de Uribe de las bases militares a Estados Unidos, se debe recordar el contexto de las relaciones entre América Latina y la nación norteamericana dado que…“…a lo largo de siglos esa nación reclamó derechos privilegiados sobre nuestro continente. En los años de Martí trató de imponer una moneda única basa en el oro, un metal cuyo valor ha sido el más constante a lo largo de la historia. El comercio internacional, por lo general, se basaba en él. Hoy ni siquiera eso. Desde los años de Nixon, el comercio mundial se instrumentó con el billete de papel impreso por Estados Unidos: el dólar, una divisa que hoy vale alrededor de 27 veces menos que en los inicios de la década del 70, una de las tantas formas de dominar y estafar al resto del mundo…Si por un lado las divisas del imperio se devalúan, en cambio sus reservas de fuerzas militares crecen. La ciencia y la tecnología más moderna, monopolizada por la superpotencia, han sido derivadas en grado considerable hacia el desarrollo de las armas…..Sería un error grave pensar que la amenaza es sólo contra Venezuela; va dirigida a todos los países del Sur del continente”. (226)

No en vano, el Apóstol, previsor genial de la amenaza que se cernía sobre nuestros pueblos, a partir del surgimiento del imperio prepotente, expansionista y con sus eternas ínfulas de hegemonismo, escribía en fecha tan distante, pero a la vez tan cercana por la trascendencia de los hechos actuales valorados, como…“…cree el aldeano vanidoso, que en mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el Cielo, que van por el aire dormidos engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar”. (227)

En la reflexión “Las bases yanquis y la soberanía latinoamericana”, escrita el 9 de agosto del 2009, se recalca como…“…el concepto de nación surgió de la suma de elementos comunes como la historia, lenguaje, cultura, costumbres, leyes, instituciones y otros elementos relacionados con la vida material y espiritual de las comunidades humanas.

Los pueblos de América, por cuya libertad Bolívar realizó las grandes hazañas que lo convirtieron en El Libertador de pueblos, fueron llamados por él a crear, como dijo: <<La más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas, que por su libertad y gloria>>. (228)

Antonio José de Sucre libró en Ayacucho la última batalla contra el imperio que había convertido gran parte de este continente en propiedad real de la corona de España durante más de 300 años” (229)

La significación de este combate que marcó un hito fundamental en el proceso independentista en nuestra región y resalta la figura del Mariscal heroico está dado en que la…“…Batalla de Ayacucho, resultó el último combate importante de las guerras de emancipación de América Latina, que se produjo el 9 de diciembre de 1824, en la pampa o llanura homónima (a unos 3.500 m de altitud, en las proximidades de la actual ciudad peruana de Ayacucho), concretamente en un lugar denominado Quinua, y acabó con la victoria de las fuerzas independentistas, a las órdenes del general de origen venezolano Antonio José de Sucre, frente a las tropas españolas comandadas por el último virrey del Perú, José de la Serna e Hinojosa (Tomado de Microsoft Encarta 2007)”.

Y se agrega en la reflexión como…“…es la misma América que decenas de años más tarde, y cuando ya había sido cercenada en parte por el naciente imperialismo yanqui, Martí llamó Nuestra América.

Hay que recordar una vez más que, antes de caer en combate por la independencia de Cuba, último bastión de la corona española en América, el 19 de mayo de 1895, horas antes de su muerte, José Martí escribió proféticamente que todo lo que había hecho y haría era para << impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América>>. (230)

En Estados Unidos, donde las 13 colonias recién liberadas no tardaron en extenderse desordenadamente hacia el Oeste en busca de tierra y otro, exterminando indígenas hasta que arribaron a las costas del Pacífico, competían los Estados agrícolas esclavistas del Sur con los Estados industriales del Norte que explotaban el trabajo asalariado, tratando de crear otros estados para defender sus intereses económicos...Aún así, las peores consecuencias estaban por venir a lo largo del siglo XX. Con el apoyo de las oligarquías nacionales, los Estados Unidos se adueñaron después de los recursos y de la economía de los países latinoamericanos; las intervenciones se multiplicaron; las fuerzas políticas y militares cayeron bajo su égida. Las empresas transnacionales yanquis se apoderaron de las producciones y servicios fundamentales, los bancos, las compañías de seguros, el comercio exterior, los ferrocarriles, barcos, los servicios eléctricos, los telefónicos y otros, en menor o mayor grado pasaron a sus manos” (231)

En su discurso a estudiantes y profesores, en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, el 3 de febrero de 1999, Fidel Castro se preguntaba…“… ¿qué nos ha dejado el capitalismo y la globalización neoliberal? Después de 300 años de capitalismo el mundo cuenta con 800 millones de hambrientos, 1 000 millones de analfabetos, 4 000 millones de pobres, 250 millones de niños que trabajan, 130 millones de niños sin acceso a la educación, 100 millones de niños que viven en la calle, 11 millones de niños de 5 años que mueren cada año por desnutrición, pobreza o enfermedades prevenibles y curables”. (232)

Para el dirigente cubano…“…la historia no perdonará a los que cometen esa deslealtad contra sus pueblos, ni tampoco a los que utilizan como pretexto el ejercicio de la soberanía para cohonestar la presencia de tropas yanquis ¿A qué soberanía se refieren? La conquistada por Bolívar, Sucre, San Martín. O’Higgins, Morelos, Juárez, Tiradentes, Martí Ninguno de ellos habrían aceptado jamás tan repudiable argumento para justificar la concesión de bases militares a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, un imperio más dominante, más poderoso y más universal que las coronas de la península ibérica….Se equivocan los imperialistas si subestiman igualmente a los demás pueblos de América Latina. Ninguno estará de acuerdo con las bases militares yanquis, ninguno dejará de ser solidario con cualquier pueblo latinoamericano agredido por el imperialismo”. (233)

Por último, en la reflexión “Es la hora del recuento y de la marcha unida”, escrita el 27 de agosto del 2009, aborda el conflicto regional creado por la concesión del gobierno de Uribe de instalar siete bases militares en su territorio, desde otros ángulos, igualmente importantes.

Al respecto analiza que…“…cuando analizo los argumentos con que Estados Unidos pretende justificar la concesión de bases militares en territorio de Colombia, no puedo menos que calificar de cínicos tales pretextos. Afirma que necesita esas bases para cooperar en la lucha contra el narcotráfico, el terrorismo, el tráfico de armas, la emigración ilegal, la posesión de armas de destrucción masiva, los desbordes nacionalistas y los desastres naturales.

Ese poderoso país es el mayor comprador y consumidor de drogas del planeta. Un análisis de los billetes que circulan en Washington, capital de Estados Unidos, revela que el 95% pasaron por manos de personas que consumen drogas; es el mayor mercado y a la vez el mayor suministrador de armas para el crimen organizado en América Latina, con ellas están muriendo decenas de miles de personas al Sur de su frontera; es el mayor estado terrorista que ha existido nunca…El objetivo más inmediato de ese plan es liquidar el proceso revolucionario bolivariano y asegurar el control del petróleo y otros recursos naturales de Venezuela. El imperio, por otro lado, no acepta la competencia de las nuevas economías emergentes en su patio trasero, ni países verdaderamente independientes en América Latina. Cuenta con la oligarquía reaccionaria, la derecha fascista y el control de los principales medios de difusión masiva internos y externos. Nada que parezca verdadera equidad y justicia social tendrá su apoyo.

La emigración de latinoamericanos hacia Estados Unidos es consecuencia del subdesarrollo y este es consecuencia del saqueo a que hemos sido sometidos por parte de ese país y el intercambio desigual con las naciones industrializadas”. (234)


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