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LAS REFLEXIONES DE FIDEL CASTRO: EXPRESIÓN DE UNA ÉTICA REVOLUCIONARIA

Raúl O. Quintana Suárez




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“¿Qué haré? Luchar sin descanso como lo hice toda mi vida”

El 31 de julio del 2006 el pueblo de Cuba consternado leyó la Proclama al Pueblo de Cuba, firmado por el líder histórico de la Revolución Cubana, tras el accidente que lo puso al borde la muerte. En el mismo, sobreponiéndose a las graves secuelas físicas del hecho, transmitía un mensaje optimista, no referido a su propio destino individual sino de confianza en la continuidad del proceso revolucionario bajo la dirección colectiva de sus compañeros al frente del Partido y el Gobierno.

En su reflexión “La llama eterna”, escrita 31 de julio del 2007, en que se conmemora el primer aniversario del histórico acontecimiento expresa como…“…hoy se cumple un año de la primera (proclama N. del A.), el 31 de julio del 2006. Pero el año transcurrido vale por 10 en cuanto a la posibilidad de vivir una experiencia única que me aportó información y conocimientos sobre cuestiones vitales para la humanidad que he transmitido con toda honradez al pueblo de Cuba….Ahora me acosan con preguntas sobre el momento en que volveré a ocupar lo que algunos llaman el poder, como si tal cosa fuera posible sin independencia. Hay un poder real y destructivo, emanado de un imperio decadente que a todos amenaza….El propio Raúl se ha encargado de responder que cada decisión importante a medida que me iba recuperando era consultada conmigo. ¿Qué haré? Luchar sin descanso como lo hice toda la vida”. (48)

“Únicamente la conciencia podía prevalecer sobre los instintos que nos rigen”

Los estrechos vínculos entre conciencia, educación y valores se han expresado a través de múltiples formas en el decursar del pensamiento humano en épocas disímiles, materializado en la actividad humana, no pocas veces manifestada en ejemplares conductas. Las mismas se deben caracterizar en un actuar, sin el afán alienante por alcanzar la gloria y el ejercicio del poder, que proporciona la autoridad moral y real, en determinadas circunstancias históricas, utilizado con mesura y equidad lo que evitara el creerse juez del pensamiento ajeno, con el monopolio usurpador de toda la verdad. Estas son, entre otras, sino virtudes teologales, al menos normas de conducta harto deficitarias en los hombres.

“Juzgando mi propia experiencia—afirma en su “Reflexión sobre duras y evidentes realidades”, escrita el 3 de agosto del 2007—llegué pronto a la idea de que únicamente la conciencia podía prevalecer sobre los instintos que nos rigen. Los avances tecnológicos hablan hoy de la posibilidad de manipular las funciones de las células del cerebro. ¿Para qué servirá todo eso en un mundo donde impera el valor comercial de de los bienes y servicios? ¿Qué autoridad lo determinará? Por esa vía y a través del robo desvergonzado de cerebros, fenómeno en el que hay que insistir porfiadamente, podrían destrozar lo que más vale del ser humano, que es su educación a través de la conciencia”. (49)

La lealtad y la traición, el sacrificio y el oportunismo, la dignidad y la iniquidad, andan juntas, tomadas de las manos, en la práctica cotidiana de cualquier sociedad moderna, donde cada ser humano toma sus propias decisiones. Ningún sector de la sociedad está exento de acciones éticamente repudiables, entre ellas, el deporte, como ocurriese con las deserciones de nuestra delegación deportiva a los Juegos Panamericanos en Río de Janeiro, Brasil.

El dirigente cubano, en su reflexión “La constancia escrita”, redactada el 7 de agosto del 2007 expone como…“…el atleta que abandona su delegación es como el soldado que abandona a sus compañeros en medio del combate. Cuba dispone de muchos buenos deportistas pero no se los ha robado a nadie. El pueblo disfruta además de sus maravillosas actuaciones. Es ya parte de su cultura, su bienestar y su riqueza espiritual…”…Mantendremos nuestra política de principios, aunque el mundo se adentre cada vez más en el profesionalismo, y como en los tiempos de Quid Chocolate—un verdadero genio--, no exista una medalla de oro para el deporte sano y sólo se conciba un deporte que ponga precio a lanzar pelotas imbatibles, conectar jonrones y recibir piñazos sin protección alguna. A una época como aquella jamás volveremos”. (50)


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