BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

EXPERIENCIAS MICROESCOLARES DE INTERCULTURALIDAD, PROYECTOS E IDEAS

Eduardo Andrés Sandoval Forero y otros




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Sin permiso para estudiar

Alma María P. P., es originaria de la comunidad de Tihosuco, municipio de Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo, nació en 1986, tiene 22 años. Está estudiando el cuarto semestre de la carrera de Turismo Alternativo en la Universidad de Quintana Roo. Su familia está conformada por sus padres, ella y seis hermanos, dos varones y cinco mujeres. Su padre se dedica a las labores del campo y su madre a las labores del hogar. En cuanto a los estudios de la familia, sus hermanos tienen los siguientes estudios:

El hermano mayor se llama Juan y estudió en la Escuela Normal de Bacalar, Quintana Roo. Estudió para atención de niños con capacidades diferentes. Es casado y tiene un hijo varón.

La siguiente, es mujer, se casó cuando tenía 16 años y se llama María. No termino la escuela primaria. Su madre se enteró que no iba a la escuela cuando la mandaron llamar. Tiene tres hijos hasta ahora, dos hombres y una mujer.

Después sigue Guadalupe, también está casada, tiene dos niñas hasta el momento. Ella estudió para maestra de educación inicial en la Universidad Pedagógica Nacional de Felipe Carrillo Puerto.

Su hermana Rosa terminó el bachillerato y se fue a trabajar a Playa del Carmen. Es casada y tiene un hijo.

Su otro hermano se llama Carlos, estudió en la Universidad de Quintana Roo, pero no termino la carrera. Es casado y tiene dos hijos varones.

Luego sigue Alma María, con ella regreso más adelante.

La más pequeña se llama Blanca. Acaba de terminar de estudiar el Colegio de Bachilleres y está tratando de ingresar a la Universidad de Quintana Roo. Es soltera.

Alma María nos cuenta sobre sus experiencias escolares lo que recuerda en cuanto a sus maestros, sus compañeros, y cómo llego a la Universidad de Quintana Roo.

“Comencé mis estudios en el preescolar bilingüe, no me acuerdo muy bien de cómo fue. En mi pueblo hay varias escuelas así, casi una en cada colonia. Yo no fui al que estaba en mi colonia, porque mi primo que no quería ir a la escuela, y yo me acuerdo que mi tía dijo que fuera con mi primo porque estaba mejor. Yo si quería ir. Me acuerdo que en las mañanas, mi primo pasaba corriendo por afuera de mi casa y se escapaba y se iba a esconder. Ni conmigo quería ir mi primo a la escuela.

Yo aprendí a hablar en español porque mi papá habla más el español y él siempre nos ha hablado a mis hermanos y a mí en español. Mi mamá sí nos habla en español, pero no siempre y no mucho, muy rara vez. No me acuerdo cuando aprendí a hablar maya. Sólo lo aprendí así nomás.

Luego fui a la primaria del pueblo, que se llama Guerra de Castas. Siempre tuve un buen promedio. Los maestros me preparaban para presentar exámenes de conocimiento y luego concursábamos con otras escuelas, yo una vez quedé en tercer lugar.

En la primaria sólo tuve compañeros que eran del mismo pueblo y uno que otro hijo de maestro que llega al pueblo a vivir y que su hijo estudiaba con nosotros. En el pueblo había tres escuelas primarias.

En la secundaria si llegaban muchachos de otros pueblos. La mayoría de los maestros eran de ahí, o se quedaban a vivir en el pueblo. Debido a mi promedio, siempre tuve la oportunidad de recibir apoyo, becas de Solidaridad y de colegiatura para no pagar. Tenía que caminar mucho, porque la secundaria está en las afueras del pueblo y en mi pueblo no hay taxis, sólo bicicleta. Nuestros maestros y nosotros siempre hablábamos en español en la escuela.

Yo participaba en las fiestas de mi pueblo, fiestas de gremios y baile de cabeza de cochino. Nos poníamos el traje y bailábamos. Pero a mí no me gustaba que luego los borrachos llegaban a sacar a las vaqueras para bailar y no me gustaba.

Para entrar a bachilleres hice examen, pero no determinaba que uno se quedara o no, ya que todos se quedaban. También tuve buen promedio. Me gustaba la escuela porque hacíamos proyectos de ecología, hacíamos viajes de prácticas y participábamos en los festivales; los fines de semana nos tocaba hacer deportes. Mi promedio bajó pero creo que fue por el cambio. En el salón había personas que no conocía, que venían de otros pueblitos. El cambio de escuela, de amigos, de maestros, no sé, pero mi promedio bajo al principio. Pero al final me recuperé y subí mi promedio. Los compañeros que venían de los pueblitos tenían problemas porque querían decir algo y no hilaban bien sus ideas. Entre ellos hablaban maya. En el inglés no se les entendía bien.

Yo hablaba maya en mi casa, con mi mamá, porque yo a veces le hablaba en español y ella me contesta en maya, y yo le empiezo a hablar en maya, sólo que no sepa una palabra se la digo en español. Con mis compañeros de escuela casi no hablaba en maya. Sólo cuando salía al parque y veía a una persona grande sí le hablaba maya.

Al terminar el bachillerato, yo no pedí permiso para seguir estudiando. Lo pensé por el esfuerzo que significaba, pero no les avisé a mis papás y pensé que mi papá no me iba a decir que no. Yo siempre quise estudiar por ellos, para darles gusto y que vean reflejado su esfuerzo por darnos educación. Decidí venir a Chetumal a la Universidad de Quilatan Roo. Primero quería estudiar relaciones internacionales, pero después me cambié de carrera a turismo alternativo.

Presentamos el examen varios compañeros de mi pueblo, y yo obtuve el promedio más alto de ellos. La carrera de relaciones internacionales la escogí porque a mi papá le gusta mucho la política. Pero siento que no era lo que yo quería porque sólo veíamos lo teórico y siento que si sales no sabes hacer algo práctico. A mis papás no les dije que me iba a cambiar de carrera, sino hasta que ya lo había hecho y no me dijeron nada, ni me regañaron. Mis papás me han apoyado con mis gastos de mi carrera y con la beca de promedio. Me gusta el turismo alternativo porque hay un campo laboral bastante amplio. Tengo conocimientos teóricos y prácticos.

Aquí me siento en desventaja económicamente. La carrera siento que es cara. Muchos de mis compañeros siempre compran de lo mejor para las prácticas. Yo siempre trato de economizar y a veces compro cosas usadas. Pero en las clases no me siento en desventaja.

He tenido la suerte de recibir el apoyo de la mayoría de los maestros. Pero en algunas clases prácticas hay maestros que hacen grupos con sus preferidos. Y no promueven la igualdad del grupo. En una ocasión un maestro decidió quiénes iban con él porque no cabíamos todos en el microbús. Escogió a sus consentidos. En mis prácticas gracias a dios nunca he tenido un accidente. A mis papás no les platico mucho de lo que hago. A mi mamá no le gustaba mucho mi carrera, cuando le platiqué de qué se trataba se preocupó y cada vez que salgo se preocupa más. Mi papá confía en lo que yo estoy haciendo. En Chetumal comparto un cuarto con una muchacha de mi pueblo. Tenemos pocas cosas, un mueble, el “refri”, una plancha, lo más necesario. A veces me voy cada cinco días a Tihosuco.

En las prácticas siempre hemos vivido experiencias muy buenas con mis compañeros. Una vez entramos a una caverna muy profunda, fue cansado, pero me gustó mucho. Cuando llegamos al final de la cueva, observamos cristales muy bonitos, que nunca había visto. Este ha sido uno de los mejores momentos de mi carrera.

Lo que más desagrada es que yo esperaba más preparación por parte de los maestros de la carrera. Algo que no me gusta es que casi siempre son los mismos maestros que nos dan todas las materias.

Con los compañeros de mi salón muy rara vez convivo fuera de la escuela. Ellos siempre hacen fiestas, se reúnen, pero ahí casi no voy yo. No me gusta mucho salir con ellos, porque les gusta tomar mucho.

Me interesa seguir estudiando. Uno de mis objetivos es hacer una maestría en educación, o algo así.

Hasta aquí la primer historia. Antes de pasar a la siguiente historia, vale la pena destacar una breve reflexión. Según algunos autores, la igualdad no debe de ir en contra de la excepcionalidad, ya que todos los individuos son singulares, únicos y diversos. El respeto a los otros debe de basarse en el respeto a la diferencia. Si partimos del principio de que todos somos iguales, las excepciones implicarán exclusiones sociales, discriminación, racismo y burlas. Los sistemas educativos de todos los niveles, y en particular las universidades, no han estado exentas de discriminación y racismo. En muchos casos las propias instituciones educativas, de manera voluntaria o involuntaria, recrean y reproducen reglas, normas, costumbres y valores que se alejan del objetivo de formación de seres humanos íntegros (Barrón y Flores-Crespo, 2006: 13-23).


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